Alandrel estaba listo, todo lo preparado que podía estar, al menos; confiaba en que fuera suficiente, pues muchas vidas dependían del éxito de aquella misión. Si triunfaban y obtenían el pergamino, podrían continuar su lucha contra el Daiguro. Si además cerraban el portal, entonces salvarían también aquél reino. Era una empresa que merecía la pena el riesgo que iban a correr.
—Cuando queráis —confirmó con seguridad.
Iniciasteis el trayecto que debería llevaros a Kaimuko, separándoos del ejército que los hermanos Zhao dirigían.
Ellos viraron al norte, mientras que vosotros fuisteis hacia el sur.
Chen Dao os estuvo guiando el resto del camino, atravesando las cada vez más escasas aldeas que rodeaban Zetang.
Al atardecer, ya prácticamente habíais recorrido la mitad del camino y vuestro guía propuso acampar.
No teníais prisa, de hecho, debíais esperar a que el ejército llegara y captara la atención de los habitantes del bosque.
Así que acampasteis a un lado del camino, disfrutando de uno de los últimos momentos de calma antes de entrar al inhóspito bosque.
Chen Dao no era muy hablador y se quedó algo aislado del grupo. Se sacó la máscara brevemente para cenar, así que pudisteis ver sus rasgos.
Aunque sus facciones no eran tan perfectas como las de otros Guardianes, seguía siendo un Aasimar, y era de aspecto refinado, aunque de piel tostada y pobladas cejas. Todo su cabello era de un reluciente rojo cobrizo, aunque no parecía perder mucho tiempo en peinarse.
Poco duró aquella exhibición, ya que una vez terminó de cenar, volvió a usar su máscara de Kitsune.
Dao Yang tampoco era el alma de la fiesta, pero sí os dio algo más de conversación, contando anécdotas de sus periplos en Kaimuko.
Os advirtió de que no os fiarais ni de las plantas ni los árboles, puesto que había visto hasta plantas carnívoras ahí dentro.
La Princesa Yeomi compartió cena con Seijuro, con quien parecía todavía más apegada tras su visita a sus tierras natales.
No habló tampoco demasiado, aunque sí le hizo algunas preguntas a Dao Yang y a Shen Long sobre su país.
Hakko revisaba sus Shuriken, señal de que posiblemente estaba algo nerviosa ya que no solía hacerlo.
Decidió tomar algo de Baijiu, el alcohol local, para aliviar la tensión, sin llegar a perder el control.
Yun Mei, la ultima incorporación, sí parecía con más ganas de perderlo, y solicitaba la botella una y otra vez.
También puso muchos temas de conversación, algunos relacionados con El Valeroso, y otros con lugares que había visitado.
La noche pasaría sin más, dudando de si Chen Dao había dormido en algún momento, pues os levantó apenas habían salido los primeros rayos de Sol.
Proseguisteis el camino, notando cómo desaparecían las poblaciones, y entrabais en una zona de campo abierto, llena de torres de vigilancia y empalizadas aquí y allá.
Incluso se veía una muralla de piedra, que parecía cubrir el tramo norte del camino, justo donde no habían empalizadas.
Chen Dao contó que originalmente el muro lo cubría todo, pero un brutal ataque de los Demonios, un par de años antes, había echado abajo el tramo que faltaba.
Lo cual quería decir que el bosque estaba muy cerca.
Y así fue, porque pasado el mediodía llegasteis a un punto donde los campos terminaban, y os topasteis con la silueta de un bosque a lo lejos.
Una silueta engullida por una densa niebla que no dejaba ver nada en su interior.
No hizo falta que nadie lo dijera.
Un extraño sentimiento de agobio, una sensación de pesadez, algo malsano que flotaba en el aire y que le decía a vuestro subconsciente que era mejor marcharse de allí cuanto antes.
Habíais llegado al bosque maldito de Kaimuko, y ya no había marcha atrás.
De vosotros dependía el regresar con la Lección que habíais venido a buscar.
Habían avanzado hasta el borde de la niebla del bosque Kaimuko, esa temida frontera donde lo mundano comenzaba a desdibujarse y lo desconocido extendía sus garras. La niebla era espesa, densa como un muro de vapor helado que parecía cobrar vida propia, envolviendo el entorno y reduciendo la visibilidad a meros pasos. Pero lo más inquietante no era lo que se veía, sino lo que no se podía sentir. Arashi creyó notarlo de inmediato: la magia, su fiel compañera, era como un río seco en ese lugar. Para asegurarse, trató de detectar magia justo delante suyo.
El semiogro observó el aire con resignación. Había algo antinatural en esa niebla, algo que no solo perturbaba el flujo de lo arcano, sino que también parecía devorar la confianza que solían tener en sus propios poderes.
— Bueno, parece que aquí no hay lugar para trucos mágicos, ¿eh? por si acaso voy a intentarlo —comentó con su tono característicamente desenfadado, aunque en sus palabras se percibía la tensión oculta detrás de su sonrisa.
Sabía que no era el único afectado. Para Hakko, la niebla podría complicar incluso algo tan simple como volverse invisible. Arashi lanzó una mirada fugaz hacia ella, preguntándose si también notaba ese peso intangible en el aire. Y no era solo Hakko; todos sus compañeros sentirían esa opresión. Las palabras místicas, los gestos rituales... todo eso podría fallar en este lugar, y esa vulnerabilidad compartida era como un velo silencioso sobre el grupo.
— Esta niebla es tan espesa que estoy empezando a pensar que Kaimuko solo quiere asegurarse de que no veamos nuestras caras de pánico. —Sonrió ampliamente. Luego, como si pensara en voz alta, añadió:
— ¡Por favor, dime que mi voz al menos suena bien en esta niebla!
Uso cantrip de detectar magia.
Cuando el lindero del misterioso bosque maldito de Kaimuko apareció ante sus ojos, la mano de Keiko se posó involuntariamente en la empuñadura de Takahane. Necesitaba sentir su fuerza, el poder espiritual que residía en su hoja. Se decía que la katana es el alma del samurai, pero aquel lugar parecía minar su auto-confianza y alimentar las dudas que acechaban en el interior de la joven, sobre todo después de su ignominiosa derrota a manos del Rey Oni. ¿Tendría su alma la fuerza suficiente para hacer frente a los peligros de Kaimuko? Si lo que había oído del lugar era cierto, no podría canalizar su ki a través de Takahane, como exigían las artes de un kensai. ¿En qué podría ayudar a los demás si eso ocurría?
Se refugió en la melodía de la flauta con la que Yang Le Le les había honrado, una música tan bella e inspiradora que solo con recordarla le insuflaba valor y le aportaba serenidad y templanza. Sin duda iba a necesitar las tres cosas.
Esperó a ver el resultado del pequeño experimento de Arashi, mientras se esforzaba por sentir el poder de Takahane en su mano. Si aquella niebla se tragaba el poder de su espada igual que el ki de la propia Keiko... estaría totalmente indefensa allí dentro.
La pregunta sería... ¿los objetos mágicos también dejan de funcionar allí dentro? ¿O solo falla el lanzamiento de conjuros? Supongo que si nos han dado un objeto que crea una explosión de luz solar, es que los objetos sí funcionan, pero también podría ser que solo funcionaran los de magia divina...
¿Puedo sentir la magia de Takahane al coger su empuñadura?
La linde del bosque se extendía frente a ellos, alargándose a derecha e izquierda más allá de dónde alcanzaba la vista. La oscuridad de Kaimuko no solo apagaba la luz del sol a pesar de estar casi en su cénit, sino que también oprimía el alma; sentía el cuerpo rígido y pesado y la mente embotada. Una niebla antinatural —probablemente la mayor amenaza de aquél lugar maldito (les dejaría indefensos o les convertiría en un peligro para si mismos, además de no dejarles ver ni moverse con facilidad)— se deslizaba entre los retorcidos árboles.
Alandrel respiró hondo para quitarse aquella sensación y mentalizarse antes de entrar. Estaría muy atento, confiando en sus guías, pero también en sus propias habilidades, sus instintos y sus conocimientos. Saldrían de allí con vida, con el pergamino y, con suerte, habiendo hecho algo por Tianjing.
Yo tengo detect magic permanente, así que dónde haya magia muerta y magia salvaje debería verlo antes de entrar.
En las zonas de magia muerta no funcionará nada, es como un Antimagic Field: ni objetos mágicos, ni efectos en curso, ni se pueden lanzar dentro conjuros, habilidades similares a conjuros ni habilidades sobrenaturales; solo funcionarían las habilidades extraordinarias.
En las zonas de magia salvaje lo que se haya lanzado fuera o los efectos en curso (incluidos objetos mágicos) funcionarán normalmente, peroal lanzar conjuros, habilidades similares a conjuros, habilidades sobrenaturales o activar objetos mágicos pueden pasar cosas (a veces malas, a veces buenas).
El camino al principio, y sin prisas, parecía un calentamiento para lo que debía llegar. Todo estaba muy tranquilo y parecía seguro pero en el fondo todos notaban la sombra del lugar al que se dirigían. Lo máximo que podían hacer era aprovechar la compañía de unos y otros y conocerse mejor, por lo menos con los guías.
Cuando llegaron, la visión del bosque nublado fue como un gran obstáculo que los hizo detenerse, incluso no habiendo ningun muro ya, con la mirada fija hacia delante. Más que físico el impedimento de avanzar era mental, tanto por lo que habían oído de Kaimuko como por la sensación que tenían todos en el fondo de su ser. Era descorazonador. Se pararon todos sin haber mediado palabra. Algunos comprobando como se comportaba su mágia, otros asegurándose que seguían armados, como era el caso de Seijuro, que comprobó que su katana Tenrai seguía ahí, igual que el arco que llevaba colgado.
El samurai notaba la lucha abstracta y sin sentido que se libraba en su interior: la canción de Yang Le Le contra el influjo del bosque, aunque en estos momentos se permitía ser un mero espectador. La resolución de entrar estaba tomada de hacía tiempo y no había ninguna decisión posible en este momento.
A la par que sus compañeros, inició los primeros pasos que lo adentrarían en el interior de la oscura niebla.
- No nos separemos mucho unos de otros.
La tenebrosa apariencia de aquel bosque sumido en la bruma no auguraban nada bueno, cosas que no pasó desapercibida no para la fiera Lena, curtida como estaba con los oni, por ejemplo.
- Creo que lo fácil ha sido llegar hasta aquí. Mucho me temo que ahora empieza el verdadero peligro. - Comentó dejando escapar sus pensamientos.
Escuchó atentamente a las palabras de sus camaradas y a las indicaciones que pudiesen venir de parte de cualquiera de los guías que les habían llevado hasta aquel lugar.
Arashi comprobó que su Magia funcionaba de forma habitual, y es que por ahora no parecía haber nada que restringiera su uso.
Hasta que lleguemos al antiguo lago, la Magia debería funcionar normalmente. le dijo Chen Dao al Semiogro.
Sin más dilación, pusisteis un pie en el interior de esa antinatural niebla, sintiendo una sensación parecida a que os tiraran un cubo de agua helada sobre vuestro cuerpo desnudo.
Un inevitable escalofrío recorrió vuestro cuerpo, y seguramente sus efectos hubieran sido peores de no haber recibido las bendiciones de la Bardo Yang Le Le.
La visibilidad era realmente mala, y todo lo que veíais a vuestro alrededor eran sombras desdibujadas de árboles, sin poder apreciar la distancia real ni poder ver otros detalles del entorno.
Eso parecía no ser obstáculo para vuestro principal guía, que avanzaba con paso firme, lento pero seguro.
De vez en cuando, se detenía para asegurarse de que ninguno se había quedado atrás, o para señalaros desniveles del terreno provocados por las raíces o árboles caídos.
Llevabais unos diez minutos en el infame bosque, y por ahora lo único especialmente preocupante era la falta de visibilidad. Y el silencio.
Porque en cualquier otro bosque, se hubieran escuchado pájaros, ruidos de follaje o cualquier otro sonido.
Sin embargo, allí el silencio era abrumador. Incluso, si tratabais de hablar entre vosotros, era difícil escucharos, tal como si tratarais de hacerlo en medio de una fuerte ventisca. Pero ahí, no soplaba el aire en absoluto.
Los árboles estaban marchitos, ennegrecidos, y en muchos casos medio roídos por váyase a saber qué.
El suelo, no se veía con claridad por la niebla, pero se intuía que era de un color grisáceo, con grietas aquí y allá, como si una salvaje sequía lo hubiera golpeado, pese a que la niebla daba un ambiente húmedo y agobiante.
El camino seguía con paso firme, siguiendo a vuestro curtido guía, que en una ocasión llegó a detenerse sin explicar el motivo.
Dao Yang fue a hablar con él, y su breve charla no tuvo más consecuencias que las de seguir adelante.
Quizás el ataque del ejército combinado de Tianjing y Hwanggot estaba dando sus efectos, puesto que por ahora no encontrasteis ni un sólo ser en el bosque cuando ya llevabais casi una hora caminando.
Aunque pronto el camino comenzaría a daros algunas sorpresas.
Alandrel tenía toda la información que necesitaba, o al menos toda la que podía reunir en tan poco tiempo. Tendría que valer. Lo primero que hizo fue apartarse de la criatura que le había fijado como objetivo, buscando una mejor posición desde la que hacer valer su poder mágico. Por suerte, allí aún podía utilizarlo.
—¡Cuidado con sus cortantes patas y su mordisco, no os dejéis atrapar por sus ilusiones ni por sus telarañas, y evitad atacarles con ácido ni conjuros de control mental! —avisó a la par que se movía y decidía el conjuro que mejor le venía lanzar.
Habría querido advertir de más cosas u ofrecer otros consejos, pero no tenía todo el día. Que atravesar su caparazón era difícil lo descubrirían solos, y ya se darían cuenta de que la magia aún funcionaba cuando le vieran usarla a él.
Con distancia de por medio suficiente y todo listo, empezó a salmodiar. La temperatura bajó hasta el punto de que el vaho que escapaba de su boca se confundía con la neblina del bosque y sus dedos se cubrieron de escarcha mientras los movía en el aire. Y entonces cerró el puño a la par que las últimas palabras arcanas liberaban el poder contenido.
El qlippoth se vio envuelto de repente en una prisión que se condensó de la humedad a su alrededor. La capa de hielo puro era sólida, de más de treinta centímetros de grosor, y lo suficientemente resistente (o eso esperaba) para que se libraran de aquél monstruo.
No tengo claro si estoy con telarañas o no. Si lo estoy, en vez de moverme usaría mi habilidad Shift para alejarme. También me serviría para evitar AdOs.
Como acción estándar lanzo Icy Prison al que va a por mi. TS de Reflejos (CD25) o se queda helpless; si supera se queda entangled. En cualquier caso recibe 12 puntos de daño de hielo por ronda hasta que se libere. Si está encerrada le tiene que liberar otro (no se puede mover) o si no puede hacerlo la propia criatura: el hielo tiene 36 puntos de daño y dureza 0, y se puede romper como asalto completo con una prueba de fuerza CD27.
Shen Long volvió a golpear, consciente de que con su limitado físico no podría soltarse.
Lo arrastraba desde niño, unas fuertes fiebres cuando tenía 12 años lo habían matado, casi literalmente. Había sido llamado por el camino de Irori un año antes, así que la posibilidad de morir no lo asustaba. Sus pulmones quedaron muy dañados, pero no había muerto, sin embargo su adolescencia fue una etapa dura, donde apenas podía salir de su casa sin sentirse tremendamente agotado, y su cuerpo no pudo aprovechar la juventud para desarrollar la fuerza y la coordinación que sus compañeros sí desarrollarían. Creció a lo alto, pero su cuerpo parecía casi cadavérico, con los huesos mostrándose bajo su piel.
Con el transcurrir de los lustros había recuperado la salud, sus pulmones volvían a estar plenos, pero nunca desarrolló fuerza ni agilidad, en vez de eso confió sus golpes a su fe, a ser capaz de alcanzar los puntos Chi donde harían más daño, una forma diferente de golpear, efectiva.
Pero en momentos como éste, en que una araña infernal lo tenía apresado con su tela de araña, el golpeo de puntos chi no ayudaba a soltarse de la trampa mortal. Solo le quedaba seguir golpeando, y confiar en que sus compañeros tuviesen más suerte que él y pudiesen acabar con sus arañas y echarle una mano a él.
Motivo: Ataque desventaja
Tirada: 2d20
Resultado: 8(+18)=26, 7(+18)=25 (Suma: 51)
Motivo: daño
Tirada: 2d8
Resultado: 3(+9)=12, 3(+9)=12 (Suma: 24)
El daño lo tiré desglosado por error, pero serían 15 pg solamente (ya me intuía que las buenas tiradas no durarían) sobre CA 25.
Los enemigos que quedaban abajo aún eran un peligro, pero lo más urgente era hacer huir o acabar con las criaturas que estaban fuera de su alcance, y que se habían llevado a sus compañeros y al guía contratado; Hakko, Dao Yang y Wufan bien podrían ser devorados en cualquier momento sin que pudieran hacer nada.
—Chen Dao Sama, permíteme lanzarle hacia los Ugloks —pidió al poderoso guerrero; sin esperar respuesta, comenzó a conjurar: no había tiempo que perder en mitad de la batalla.
Lanzo Telekinetic Charge sobre Chen Dao para lanzarle sobre el Uglok que tiene a Hakko.
Seijuro atacaba y atacaba a todos los Ugloks que tenia al alcance. No pararía hasta que estuvieran todas las arañas muertas o todos sus compañeros a salvo.
Motivo: Ataque 1
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+24)=35 [11]
Motivo: Ataque 2
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+19)=35 [16]
Motivo: Ataque 3
Tirada: 1d20
Resultado: 1(+14)=15 [1]
Motivo: Daño 1
Tirada: 1d10
Resultado: 2(+34)=36 [2]
Motivo: Daño 2
Tirada: 1d10
Resultado: 1(+34)=35 [1]
Motivo: Daño 3
Tirada: 1d10
Resultado: 6(+34)=40 [6]
Hago segundo ataque por el turno perdido. Disculpad la falta de descripciones.
La contienda fue decantándose rápidamente hacia vuestro lado.
El fénix ardiente de Keiko, los rayos de Arashi, y los insistentes golpes de Seijuro, Lena, y por supuesto Chen Dao, que fue impulsado por la Magia de Alandrel para socorrer a Hakko, fueron suficientes para decantar la balanza.
Los Ugloks eran unos qlippoths terribles, pero una vez habíais roto sus capacidades alucinógenas, no habían sido rival para héroes tan experimentados como vosotros.
Shen Long se liberó por fin ayudado por Seijuro, mientras Chen Dao aprovechaba para liberar a Hakko, que estaba inconsciente al igual que Yeomi, Yun Mei, Wufan y Dao Yang.
Esos 5 últimos han perdido la mitad de sus PG.
Chen Dao calmó las llamas de su No-Dachi, para terminar envainandolo, mientras se acercaba contando lo sucedido.
Disculpad… debería haber pensado en la posibilidad de que los Uglok hubieran ganado terreno.
Antes eran apenas un puñado de ellas, pero parece que su número aumenta.
Esos demonios tienen un fuerte poder psíquico, con el que provocar alucinaciones a sus víctimas para que pierdan el control, usando sus miedos más profundos.
Nada de lo que hayáis visto es real. dijo, mirando a unos y otros.
Cuando estéis listos continuaremos el camino.
Creo que… estamos cerca del lago negro. Pronto la Magia funcionará de forma caótica, así que aprovechad aquí para usar cualquier conjuro que creáis oportuno. explicó, y se acercó a Dao Yang para comprobar su estado.
Perdón por el retraso… espero poder coger un mejor ritmo. Saludos!
El eco de los últimos relámpagos se disipó lentamente, dejando tras de sí el olor acre de la carne quemada y el crujido de los cuerpos calcinados de las arañas desmoronándose en la maleza. Pero no se detuvo a contemplar la victoria conseguida entre todos. No tenía tiempo para eso.
Con el corazón aún palpitante y la adrenalina recorriéndole el cuerpo, se apresuró hacia los capullos donde estaban atrapados los prisioneros. Comenzó a rasgar la espesa seda con toda la fuerza que tenía, apartando con brutalidad las telarañas.
¿Estaban todos bien? Esa era la única pregunta que importaba.
— ¡Díganme que han abandonado ese mundo de pesadilla! — exclamó con voz grave mientras sus manos trabajaban sin descanso.
Se volvió hacia sus compañeros, su mirada recorriendo cada uno de sus rostros en busca de respuestas.
— ¿Están bien? — preguntó, con el tono más suave que su nerviosismo le permitía. Sus ojos pasaron por todos ellos. Las visiones que habían sufrido habían sido terribles, lo sabía bien. Lo que había visto dentro de la ilusión todavía ardía en su mente.
Podría lanzar un ablative barrier a cada jugador, https://www.d20pfsrd.com/magic/all-spells/a/ablati...
¿alguien sabe si dejará de funcionar en la zona caótica? si no lo tenemos claro lo lanzo y arreglado.
Al ver que aquellos seres caían finalmente, Keiko liberó al fenix llameante con un susurro, y se volvió para dar la espalda a sus compañeros.
No podía mirarles a la cara, y menos... menos a...
Escuchó a Chen Dao decir que nada de lo que habían visto era real.
Pero ella lo había sentido todo como real, sus sentidos le decían que lo había sido, y entonces... ¿qué diferencia había?
Y aunque los actos innombrables no hubieran sucedido de verdad... sus reacciones y sus impulsos sí lo habían sido. Habían nacido de ella.
Ya no era pura. Ya no era digna.
Se desabrochó el cinto del que colgaba Takahane en su funda.
La depositó con cuidado sobre la hierba y después se arrodilló frente a la espada.
Desenfundó su tanto.
Sin volverse, de espaldas a todo el mundo, habló con un hilo de voz, dirigiéndose a Seijuro:
-Hermano, te necesito. Necesito tu ayuda. Te pido que me hagas el honor de ser mi kaishakunin.
Aunque se había mantenido calmado durante el combate, la satisfacción de Alandrel fue manifiesta cuando respiró aliviado al ver a todos los ugloks muertos o huidos, y al grupo al completo reunido con evida en el pequeño claro. Sin embargo, aquella sensación de tranquilidad se desvaneció unos instantes después de que Chen Dao explicara lo sucedido, no por lo que él había visto en aquella pesadilla propiciada por los poderes psíquicos de los qlippoths —la cuál había descubierto en seguida, pudiendo rechazar al momento su influjo—, sino porque cuando desvió la mirada hacia Keiko, adivinó en su actitud las intenciones que albergaba.
El elfo no perdió ni un segundo en acercarse, rodearla y arrodillarse frente a ella. Apartó la fugaz imagen que había visto de la mujer retozando con el vanara —solo un pequeño tic en el ojo fue prueba del efímero e irritante pensamiento— y se obligó a no dejarse llevar por nimiedades como aquella; si había podido salir de la pesadilla gracias a su mente analítica, tampoco iba a permitir que le afectara después. En lugar de dejarse llevar por eso, se centró en ella, a quién tenía delante, la real. La cogió de las manos y la obligó a mirarle a los ojos.
—No has cometido ningún acto deshonroso —dijo en voz baja—. Lo que sea que hayas visto se alimentaba de tus miedos, pero no era real. Tu voluntad mantiene a raya esos demonios, es la prueba de tu fuerza y tu valor. Sigue adelante y demuestra que no vas a caer jamás en esa oscuridad. El seppuku no es la salida —aseguró.
Los conjuros ya lanzados deberían ser funcionales en una zona de magia salvaje. La putada es conjurar dentro, que es cuándo pueden pasar cosas chungas.
Los ojos llenos de lágrimas de Keiko se encontraron con la mirada de Alandrel, y sus manos estuvieron entre las del elfo durante un segundo, como deseando poder escucharle, deseando creerle.
Entonces, de repente, las apartó bruscamente, como si el tacto le quemara, como si las manos de Alandrel fueran dos cobras que iban a morderla de un momento a otro.
Se echó hacia atrás, apartándose de él con el terror pintado en la mirada, reprimiendo un grito.
-¡No me toques! -logró musitar entre temblores-. Tú... tú...
Su mente lo sabía. Sabía que las palabras de Alandrel eran ciertas. La razón le decía que nada de todo aquello había sido real, que no había sucedido en realidad... pero todo seguía en su mente y en su corazón, cada sensación, cada roce, cada acto vil y pecaminoso y degradante, fuera doloroso y cruel o... o...
No podía. No podía mirarle a la cara, sabiendo lo que aquella pesadilla le había hecho vivir, lo que le había revelado de sí misma...
¿Cómo iba a seguir viviendo consigo misma después de aquello?