Prácticamente no lo habíais notado hasta que entró en la sala, y eso que era bastante alto y corpulento, además de llevar aquella gran espada.
Chen Dao, el Guardián de Kaimuko, llegó, observando a todos los que no había visto antes.
Todo está preparado. afirmó con frialdad, que era la única manera de la que parecía ser capaz de hablar.
Los ejércitos atacarán por el flanco norte de Kaimuko, nosotros entraremos por el sur.
El sur es una zona donde antaño hubo un lago, ahora es una ciénaga de aguas ácidas supurantes.
Allí la Magia funciona regularmente, al menos en los alrededores de la ciénaga. Vigilad las aguas, ni se os ocurra acercaros. En su interior moran monstruos que podrían devoraros en segundos. advirtió.
Después de la ciénaga, viene un largo tramo de bosque, allí sí que la Magia funciona irregularmente y debéis vigilar al usarla.
En sitios donde veáis muchos árboles marchitos, seguramente no funcione.
En cambio, en parajes rocosos o con vegetación, puede funcionar o hacerlo de forma irregular; un conjuro podría hacer otro efecto al deseado, o su área desviarse y volverse contra el lanzador…
No lancéis nada hasta que yo os avise. exigió, mirándoos a través de su máscara.
Terminado el largo tramo de bosque, se llega a la antigua aldea que rodeaba Lushan.
Allí los Demonios se ocultan entre los escombros y por su proximidad al templo, los hay a montones.
La Magia puede funcionar allí, pero como ha dicho Dao Yang, vigilad en las cercanías del templo; la grieta absorbe toda la Magia de sus alrededores para volverse más grande. explicó finalmente.
Yo no entraré al templo. Vigilaré las inmediaciones para asegurarme que esos Demonios no os bloquean la salida.
Así que, ahí dentro estaréis solos.
No sé qué os esperará en el interior, puesto que nadie ha entrado en generaciones.
Pero si Irori os ha elegido para que recuperéis sus Lecciones, seguro que encontraréis la manera de lograrlo. terminó por decir.
Para Arashi, un hechicero cuyo carisma era tan poderoso como su conexión con lo arcano, la idea de que la magia pudiera plantear tantas dificultades en el bosque Kaimuko era, sin duda, una tragedia. La magia no era solo una herramienta para él; era parte de lo que lo definía, de lo que lo hacía especial. Pero también sabía que quejarse no cambiaría los desafíos que enfrentaban, y su forma de lidiar con las adversidades siempre había sido mantener la frente en alto y avanzar con una sonrisa.
Antes de que el momento pasara, Arashi se acercó a Hakko. Su figura, imponente y robusta, parecía envolverla mientras la abrazaba con afecto sincero. Sin preocuparse por quién podía estar mirando, la inclinó ligeramente hacia él y le plantó un beso en la frente, un gesto lleno de calidez y un matiz de despedida. Sus pensamientos se nublaron un instante. No tenía claro si ella los acompañaría en este viaje y la incertidumbre le pesaba más de lo que habría admitido en voz alta.
—Parece que el viaje ya es inminente —murmuró para sí mismo, aunque sus palabras resonaron lo suficiente como para ser escuchadas por quienes estaban cerca.
Volviéndose hacia el resto del grupo, recuperó su postura habitual: erguido, confiado, con una energía que contagiaba ánimo incluso en los momentos más tensos. Se ajustó el cinturón y dio una palmada sobre la empuñadura de su bastón, como un símbolo de que estaba listo para cualquier cosa.
—Yo ya estoy preparado para partir —anunció con su voz grave.
- Tendremos que esperar a que llegue el ejército del Rey y descanse, no habrá maniobra de distracción sin ellos, y no podremos iniciar el camino si no desviamos la vista del mal hacia el ataque. Entiendo que el viaje no es tan inmediato.
El clérigo se había permitido una sonrisa al decir eso, una expresión no muy frecuente en él.
Le sentaba bien.
Wufan había estado escuchando atentamente la conversación.
- La presencia de dos guías y el valor del dinero frente a conservar la vida son dos cosas en las que coincidimos, mago.- Dijo llamando la atención de Alandrel.- Pero siendo tan peligrosa esa parte del viaje me gustaría tener la compañía de Chen Dao durante todo el trayecto, ¿acaso no es posible?- Se dirigió ya a la figura que acababa de entrar.- Te han vendido demasiado bien como para prescindir de ti dentro del templo, tú mismo dices que no sabemos qué vamos a encontrar allí. ¿No puede otro mantener a raya esos demonios?
No era la única preocupación del vanara, que empezaba a pensar que quizá lo que habían vivido hasta ahora no fuera nada comparado con ese bosque... y ya muchos habían perdido la vida anteriormente.
El elfo no insistió más, a pesar de que sabía que, seguramente, su idea era la más segura: la magia salvaje no afectaría a conjuros lanzados antes de entrar en esas zonas (así que podrían volar sin peligro), y la magia muerta podía evitarse fácilmente —con mantener activo un detectar, podría ver los puntos ciegos dónde las energías arcanas dejaban de funcionar—; si Lushan no estaba rodeado de niebla, simplemente tenían que encontrar su destino desde las alturas (lo que con dos guías que conocían la distribución de Kaimuko y la posición del templo no debería ser difícil) y descender ahí. La única preocupación era la grieta que podría absorber su magia, pero dudaba de que fuera un rango de actuación muy amplio, o se llevaría la niebla y otras protecciones de la Lección del Coraje; una pequeña caída era una amenaza mucho menor a los peligros del bosque.
Empero, ya había intentado explicar todo aquello, pero nadie le había hecho caso o, directamente, lo habían desestimado. Era de esperar de alguien como Dao Yang, un hombre llano que veía el mundo con una perspectiva diferente. También de Chen Dao, pues la mayoría de guardianes habían demostrado falta de flexibilidad y una cabezonería cercana a los suicida: les esperaba una muerte lenta pero pronosticada si no buscaban alternativas a sus métodos de siempre. ¿Pero de sus compañeros? Tal vez había esperado demasiado de gente que, en muchos casos, solucionaba las cosas a lo bruto, tal como se había demostrado en el antro al que habían acudido a varios de ellos. Quitando a Keiko y a Shen Long, que eran más dados a reflexionar antes de actuar, tenía que haber supuesto que no iban a darle ni una vuelta a su idea.
—Partiremos entonces en cuanto estén listas las tropas. Yo estoy preparado.
Cuando Sun Wufan se marchó, Keiko había disfrutado de un rato a solas con Alandrel. Era sorprendente para ella lo mucho que la presencia del elfo le resultaba fascinante y a la vez reconfortante. No se trataba de su exotismo, de la mística propia de los de su pueblo, ni tampoco su serena seguridad, ni siquiera lo mucho que coincidían en su manera de ver el mundo. Era algo más, que la joven kensai no había experimentado nunca antes, y a la que no sabía ponerle nombre.
Cuando el sol empezó a declinar, Keiko se disculpó y se despidió del onmyoji. El amanecer y el ocaso eran las dos horas del día que dedicaba a la práctica de sus katas y formas de espada. Buscó una de las terrazas del palacio con vistas al atardecer, y estuvo practicando su kenjutsu, bailando la danza de espadas, afilando la hoja de su habilidad como espadachina para que no se embotara y perdiera su agudeza. El combate contra el rey oni, la facilidad con que la venció, con que la mató, le pesaba como una losa. Debía encontrar nuevas técnicas, nuevas formas de entrenamiento, para no volver a fallar a sus compañeros ni poner en peligro la misión. Había demasiado en juego.
Cuando se reunió con el grupo, se sorprendió al comprobar que Seijuro y la princesa ya habían regresado, y estaban todos enfrascados en un intenso debate, del que se había perdido la mayor parte. Lo único que había oído era a Alandrel diciendo que estaba preparado para partir.
Corrió a abrazar a su hermano y después cayó en la cuenta del decoro y saludó también a la princesa con una reverencia.
-¡Lo habéis conseguido! Yo también estoy a punto para lo que sea -afirmó con total seguridad, aún sin saber exactamente qué se había decidido.
Ya vuelvo a estar en activo...
He pensado que la única manera posible de que Keiko no hubiera dicho ni mu ante todo lo sucedido era que no estuviera presente... supongamos que entre unos y otros ya la pondrán al día.
Nada estaba claro respecto a la magia que podían encontrar o utilizar. Sea como sea. Había que ir e irían, y ya lo verían. Seijuro consideraba la partida ya inminente.
- Guardián Chen Dao, las tropas de Yool Dujae ya han partido, y tardarán su tiempo a llegar, pero nosotros también tardaremos lo nuestro. - y se dirigió también al guía Dao Yang. - ¿Consideráis adecuado ponerlos ya en marcha? Aquí tenemos poco que hacer.
Mientras tanto Seijuro hizo un repaso mental para no dejarse.
Chen Dao miró a Seijuro ante su última pregunta.
Las tropas que vienen desde Hwanggot aún tardarán un día en llegar.
Por lo que partiremos mañana al mediodía.
Nos reuniremos en las puertas del Palacio a esa hora.
Tenéis tiempo hasta entonces para descansar o prepararos según creáis conveniente. explicó, y se dio media vuelta con la intención de marcharse de allí.
Vosotros diréis si tenéis algo que hacer hasta mañana o pasamos ya al día siguiente. Saludos!
Como de costumbre, Lena había permanecido indiferente ante las discusiones personales y gresca general. Aquellas diferencias siempre las había resuelto como le habían enseñado en el lugar del que venía: A base de golpes, pues eran sus puños los que hablaban y discutían más que su propia lengua. Por eso mantenía indiferencia, mientras no llegase esas discusiones a su persona. Quizás incluso dejaría que peleasen, sin matarse, eso sí. En cualquier caso y viendo que aquello no llevaba a nada y todo estaba más que hablado, quiso abandonar su hastío y proseguir con el cometido general.
- ¿Entonces qué? ¿Nos movemos o seguimos discutiendo por tonterías del honor, el bushido y la madre que parió a los demonios? Pongámonos en marcha y ya iremos pensando por el camino. No perdamos más tiempo. - Añadió mientras se echaba su tremendo y enorme tetsubo al hombro.
El semiogro se pasó una mano por el cabello desordenado y luego, como si la idea lo golpeara de repente, miró a los demás con una chispa de entusiasmo renovado.
—Bueno, si vamos a estar hasta mañana, ¿qué tal si buscamos algo divertido para hacer? —propuso, sus palabras acompañadas de un movimiento amplio de los brazos, como si ya pudiera visualizar el entretenimiento—. ¿Hay algún kabuki interesante por el lugar? ¿Alguna actividad artística? Seguro que tienen mucho de esto, ésta se ve una ciudad donde valoran la cultura.
En lugar de permitir que la espera se convirtiera en un peso para el grupo, Arashi buscaba convertirla en una oportunidad para desconectar, relajarse y quizás, fortalecer la camaradería antes del viaje. Para él, cualquier excusa era buena para disfrutar de la vida, incluso en medio de una misión tan incierta como esta donde no tenía claro qué podría hacer contra la niebla.
Pasamos al día siguiente si queréis, Arashi buscará entretenimiento para pasar las horas.
Aquella noche no fue especialmente plácida, y eso que habíais podido dormir en las cómodas habitaciones del Palacio del Amanecer.
Aunque no era el primer pergamino que ibais a buscar, en esta ocasión todo cobraba un nuevo sentido mucho más dramático que en veces anteriores.
Y el motivo no era otro que el peso de la responsabilidad.
Esta vez no sólo vosotros os jugaríais la vida por conseguir una nueva Lección de Irori, si no que para poder tener éxito en vuestra misión, miles de personas iban a poner en riesgo sus vidas para poder daros una oportunidad.
Y de algún modo, al miedo a fallar se le añadía el miedo a ser responsables de miles de muertes.
El amanecer llegó, y haciendo honor a su nombre, el Palacio os recibió con una luz especial.
El cálido tono anaranjado de los primeros rayos de Sol se reflejaba sobre el suelo y paredes de vuestras habitaciones, casi pareciendo que flotabais en medio del amanecer.
Pero la hermosa escena no duraría demasiado.
Dao Yang salió de los primeros de sus aposentos, y os esperaba revisando meticulosamente las puntas de sus flechas.
Por su parte, Chen Dao os esperaba en el pasillo, como una estatua inamovible.
Cuando todos salisteis, asintió y se dirigió a la salida del Palacio.
En ella no estabais solos, si no que a las puertas del mismo se encontraba el Portavoz de la Junta de Guardianes, Liu Yang.
A su lado, estaban otros tres Guardianes; Wen Fei, Yang Le Le y Li Xia.
Fue el Portavoz el que se adelantó a vosotros y os habló con aquel tono firme, que transmitía confianza y daban ganas de querer escuchar más.
El Portavoz os miró uno a uno mientras hablaba.
Estoy aquí para daros las gracias por vuestra valentía.
No sé si el propio Irori quien os ha traído aquí, pero sí sé que vuestra valentía ha servido para inspirarnos y hacer frente a un mal que hace demasiado tiempo que azota nuestras tierras.
Que los Dioses os acompañen y os asistan para que podáis regresar sanos y salvos. dijo en un tono solemne.
Mis obligaciones me impiden acompañaros, pero dejad que os ayude de esta manera… añadió, y se sacó un colgante que entregó a Shen Long.
Era de color dorado con un medallón que parecía un disco con puntas afiladas, casi como si emulara al Sol.
Cuando estéis en peligro, activadlo pronunciando “Luz del Sol”; una potente explosión de luz sagrada se manifestará, causando grandes daños a esos Demonios. dijo, y se retiró a su posición.
Entonces se adelantó Li Xia, la Guardiana del Arte, quien os dedicó una profunda reverencia, casi parecía una disculpa.
Lamento no haber tenido Fe en vuestra misión… se disculpó, y es que los que habían tenido la audiencia con la Junta sabían que había votado en contra de ayudaros …ahora entiendo que esta es una oportunidad única para traer un mejor futuro a Tianjing.
Que Desna os acompañe en vuestro periplo y os asista en momentos de necesidad… añadió, y le tendió un pergamino también a Shen Long, antes de retirarse también.
Wen Fei os miró de forma seria, también él había votado en contra de ayudaros, pero su presencia aquí parecía indicar que había cambiado de opinión.
Sin embargo, no parecía que fuera a decir nada.
Sí lo hizo la Guardiana de la Gente, Yang Le Le, quien comenzó a hablar con ciertas dudas, mirando con sorpresa a Arashi y sobretodo Lena.
Bueno… siento no traeros ningún regalo todopoderoso… se disculpó con una adorable sonrisa …sólo quería desearos suerte y dedicaros una canción… Wen Fei la miró con cara de incomprensión, pero Liu Yang sonrió y le permitió seguir.
La joven Guardiana tocó su flauta para hacer sonar una melodía que empezó con un tono melancólico, pero terminaba lleno de energía.
Incluso Dao Yang, que estaba cruzado de brazos e impaciente al principio, quedó absorbido por la belleza de su sonido.
Y como si la propia melodía tuviera fuerzas propias, os sentisteis llenos de valor y energía, listos para acometer aquella peligrosa misión.
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Alandrel estaba repuesto; había tardado en dormir pensando en lo que les esperaba al día siguiente, y parte de sus había estado plagado de ideas macabras y planes para contrarrestar las amenazas que iban a encontrarse que su subconsciente le obligaba a mantener en la cabeza incluso en la noche, pero por lo demás había podido descansar bien. Al fin y al cabo, sabía lo que tenía que hacer y el peso de las obligaciones no le era ajeno.
Cuando todos se reunieron de nuevo, más de un Guardián había acudido a despedirles para desearles suerte y otorgarles pequeños obsequios que, con suerte, les vendrían en su misión. Habría preferido más que unas pocas baratijas que servirían en caso desesperado —los poderosos dirigentes de ese espléndido país seguro que podían haberse estirado más con el apoyo en forma de mejor equipo para todos—, pero toda ayuda era bien recibida. La iban a necesitar.
Y así, con el fin de la melodía de Yang Le Le, daba la impresión de que era hora de ponerse en marcha. El mago optó por no dejar correr más el tiempo y no complicar más el empezar su misión.
—Gracias por todo —dijo inclinando la cabeza con respeto—. Esperemos que la próxima vez que nos veamos sea con buenas noticias —deseó.
Arashi experimentaba la mañana con la resaca leve pero tolerable de quien había festejado hasta lo posible la noche anterior. Entre brindis con sake, risas compartidas y el ocasional intento de convencer a alguien de cantar una canción, había disfrutado de una velada que rompía con la tensión acumulada. Hakko había estado a su lado durante buena parte de la noche o quizás durante la noche al completo.
Cuando la mañana lo encontró, el semiogro no pudo evitar detenerse un momento para observar el esplendor del lugar. Todo en el Palacio parecía pensado para inspirar reverencia. Las columnas, los frescos sutilmente iluminados y las armoniosas proporciones del espacio le recordaban la perfección idealizada que tan a menudo buscaban los nobles. Para sus ojos acostumbrados a un mundo más desordenado y vibrante, aquello era angelical, sí, pero también algo... aburrido.
"Todo está tan perfectamente diseñado, tan pulido, que parece que aquí no se puede respirar sin seguir una regla," pensó mientras lanzaba una mirada al horizonte que se vislumbraba a través de las ventanas abiertas. Su instinto lo llevaba a buscar la vida en lo imperfecto, en lo espontáneo y aunque admiraba la belleza del lugar, no podía evitar sentirse ligeramente restringido por su solemnidad.
Notó las miradas de algunos nobles que se cruzaban con él en los pasillos. Arashi sabía que lo veían como una curiosidad, un extraño que no encajaba del todo en su mundo meticulosamente ordenado. Pero él no era alguien que dejara que eso le afectara.
Por consideración, sin embargo, decidió no decir nada. Había momentos para destacar y este no era uno de ellos. Optó por seguir su camino en silencio, observando, aprendiendo y reservando su energía para el verdadero desafío que les esperaba más allá de los muros del Palacio.
- El medallón ¿es de un solo uso? ¿Y el pergamino qué conjuro contiene? Quizás pueda lanzarlo algún otro compañero y así no ponemos todos los recursos en una misma persona. No me gustaría que si soy devorado se pierdan ambas cosas.
Shen Long sonreía, pero las preguntas y la razón eran sinceras.
Seijuro no se quedó mucho tiempo a ninguna fiesta. El día de mañana sería duro y debería afrontarlo en perfectas condiciones. Así que descansó y se alimentó con la incursión en mente. Se desperó temprano y se preparó concienzudamente y sin prisas, tal como si representara un ritual, algo que ya había hecho otras veces.
La reunión de despedida con algunos de los guardianes antes de la partida fue grave. El samurai no habló mucho. Les ofrecieron regalos que les ayudarían y les agradeció por cada uno de ellos, siendo el recipiente Shen Long. La guardiana Yang Le Le les ofreció en último momento una canción de partida que le llegó al fondo de su ser. De golpe se sintió mucho más confiado y empezó a notar la impaciencia de ponerse en acción. Esto saldría bien se dijo a sí mismo.
La medio oni observaba desde su posición, juntos los otros "monstruitos" del grupo como podían ser el vanara, Arashi y algún que otro feote que tampoco parecía muy humano.
Atendió a los regalos que les hacían aquellos sacerdotes, sopesando para si misma si realmente podrían significar un ultimo recurso, llegado el caso. Pero la melodía con la que les obsequió Yang Le Le si la hizo estremecer con sus notas acordes y de melodía angelical.
- Vaya, toda una maestra tocando la flauta... Ya podría acompañarnos y amenizar el camino por lo menos... - Comentó queriendo hacerlo en voz baja sin mucho éxito.