Partida Rol por web

Una vez más os despertáis, rodeados de confusión. Frente a vuestros ojos se dibuja una escena totalmente diferente. Estáis en una habitación construida en la roca, con paredes de piedra, iluminada débilmente con antorchas, lo que os impide ver la pared del fondo y la salida.

Vuestros sentidos parecen estar tan dormidos que no sentís vuestros miembros y solo os percatáis de vuestra situación al miraros. Tenéis las manos encadenadas a una larga cadena sobre vuestra cabeza, al igual que una pareja de esposas hace lo propio con vuestros pies. Por suerte tenéis la cabeza libre, lo que os permite ver que estáis los tres encadenados en fila.

Judith se encuentra al fondo, atrayendo la atención de un hombre de piel oscura que se encuentra sobre ella. La mano del guardia sostiene un afilado cuchillos cubierto de sangre fresca mientras que la otra permanece cerrada, formando un puño. Veis, pese a la débil iluminación, que vuestra compañera ha sido víctima de una extensa tortura. En cada lugar de su piel sobre el que se posan vuestros ojos descubrís nuevas heridas que parecen formarse frente a vuestros ojos. Sus ropas, desgarradas y cubiertas de sangre, muestran una cantidad de cortes innumerables. El hombre juguetea con los cabellos de Judith antes de dirigirse hasta vosotros, quedándose a pocos pasos de vosotros. 

Ahora es vuestro momento de hablar. Me temo que ella ya no hablará más -concluye alzando su mano cerrada frente a vosotros, abriéndola para mostraros su contenido. La palma de la mano, cubierta de sangre húmeda, sostiene una lengua humana recién cortada.

Me agité todo lo que pude haciendo sonar las cadenas en una mezcla de ira e impotencia. ¿Era acaso todo esto alguna prueba más?¿Era necesario tanto sufrimiento?¿Con qué beneficio?

- ¡Monstruo! ¡Pagarás lo que estás haciendo! - seguí agitándome.

- Libérame y te arrancaré la lengua yo mismo sin necesidad de un cuchillo - grité sin saber que provocarle probablemente sea peor opción.

Después vino a la mente el recuerdo del niño ¿dónde estaba?¿era una ilusión?¿estaría allí también?

Busqué a Julia con la mirada intentando que mis ojos coincidiesen con los suyos, necesitaba saber que estaba viva, que no había sido torturada como la pobre Judith

Julia despertó poco después que Jaqueb... con angustia y aturdimiento, sentía un fuerte quemazón en las muñecas y los tobillos fruto de su encadenamiento, además tenía los brazos entumecidos por la postura.

Pero el dolor físico se evaporó al darse cuenta de la situación en la que se encontraban... ahogó un grito ante la horrorosa visión de la lengua de su compañera en manos de aquel salvaje, un shock del que salió con los gritos de Jaqueb a quien miro a los ojos terriblemente asustada.

- No tienes alma... ¿Qué es lo que queréis oir? Judith no merecía ese destino

El torturador os responde con una gran sonrisa ante vuestras preguntas y amenazas -No sabía que también se te daba bien arrancar lenguas, pensé que únicamente eras bueno matando a niños y personas indefensas. Vosotros sois los que no tenéis alma, yo solo aplico justicia.

El hombre se da la vuelta y se pierde al fondo de la habitación. Lo escucháis buscar algo durante unos largos instantes en los que los sonidos os parecen muy lejanos. No sabéis si es por el sueño tan extraño que habéis tenido o por algún tipo de sustancia que os han dado pero os notáis muy extraños, como si vuestro cuerpo no fuera realmente vuestro, que no respondiera. Os deberían doler las muñecas pero apenas las notáis, no sentís la garganta seca ni ningún otro tipo de sensación de malestar.

¿Queréis ver vuestros mayores logros? Aunque para mí son pecados -dice el hombre volviendo hacia vosotros con un puñado de papiros.

Desde que había comenzado el viaje no he parado de sentirme extraño, confuso.... todos esos sentimientos siempre han terminado derivando a una acusación, a la revelación de que era (o éramos) una especie de asesinos, de pecadores. Llegué a estar en duda de mi mismo, esa mujer casi lo consigue ¿pero por qué ahora quieren incluso mostrar pruebas?

- No he recibido más que acusaciones desde que perdí el control de mi camino, todos nos acusáis de haber hecho algo horrible pero ¿sabéis qué? yo solo soy una persona que sirve ante los justos, ante lo que es honrado. Si queréis juzgarme hacedlo, pero no por ello dejaré de pensar que soy un hombre de bien. Ahora mostrad esa "verdad", llevo preparado más tiempo del que creéis -

Julia estaba harta... ¿cuantas veces tenía que decir que no habían hecho nada? ¿Por que se empeñaban en tacharlos de asesinos? ¿En qué se basaban? La mujer asintió a las palabras de sus compañero mirando muy seria al torturador... el miedo había dado paso a la frustración y al enfado.

- Ya está bien... tal y como ha dicho mi compañero. NO HEMOS COMETIDO NINGÚN CRIMEN-estalló

El hombre no duda en responder ante la exigencia de Jaqueb y muestra el primero de los papiros mientras os dice -Sus cadáveres son la muestra de vuestro crimen.

Veis el dibujo del rostro de una mujer, plasmada mediante rojos y negros. Lleva un turbante en la cabeza que oculta completamente su pelo, tiene ojos brillantes, labios carnosos y nariz aguileña. Su imagen quiebra algo en vuestro interior y recordáis sus gritos de dolor al ser arrastrada por uno de vuestros hermanos antes de ser apuñalada ante vosotros.

El torturador tapa el dibujo y os muestra un segundo papiro, en el que podéis ver a un anciano casi calvo, con numerosas manchas en la piel, ojos hundidos y gesto cansado. Un nuevo recuerdo se abre ante vosotros y podéis rememorar al hombre atado a unas maderas en el interior de un edificio, junto a otra decena de hombres maniatados. Bajo ellos un fuego gana fuerza, alimentado por vuestras hermanos y las de otros fieles al profeta.

Los recordáis, lo veo en vuestros ojos -afirma el asesino de vuestra compañera mientras toma un tercer papiro -al fin vuestras mentes son capaces de admitir vuestros crímenes.

Los recuerdos que os vienen a la cabeza son muy realistas, copias exactas de lo que vieron vuestros ojos. Para vuestra mente los asesinatos de ambas víctimas son un libro abierto. Sin embargo, los detalles rememorados únicamente os transmiten sentimientos y detalles del crimen cometido, nada del lugar en el que se encuentran, de las personas que lo desarrollan o de los vínculos que os unen con ellos.

Agaché la cabeza mientras apretaba los dientes. ¿Qué era lo que me depararía el futuro ahora que he sentido todo aquello?

¿Julia ha experimentado lo mismo que yo?¿de ser así, por qué aún seguimos con vida?

- ¿Qué vas a hacer ahora con nosotros... nos vas a matar?¿Es así como los pecados serán redimidos... con nuestro sacrificio? -

Sangre, sudor... lágrimas... aquellas terribles imágenes acudieron a su mente como una mala pesadilla... algo que hasta aquel momento no había sido capaz de recordar. Como si su mente, incapaz de asimilar tamaña empresa hubiera preferido relegarlas al olvido. Sin embargo... ahí estaban.

Julia, quedó sin fuerzas dolorida por todo lo que estaba pasando, por todo lo que había hecho... ella... ella no era así, no podía serlo. Entonces fue nuevamente Jaqueb quien la sacó de su ensimismamiento.

- No somos dueños de nuestra mente hay lagunas... cosas que no conseguimos recordar...- balbuceó confusa- si vais a sacrificarnos hacedlo ya. Sólo hemos vistos ráfagas de imágenes al ver el papiro... yo no soy capaz de recordar nada más... ni el por qué ni que paso...- dijo mirando primero a Jaqueb para confirmar que a él le pasaba lo mismo para después mirar directamente a los ojos del torturador.

La mujer que se reunió con vosotros en la fortaleza sale de la oscuridad de la sala. La falta de luz adormece vuestros sentidos hasta el punto en que os parece que se ha materializado desde la profundidad de la habitación de torturas. e

Vuestros pecados no serán perdonados con la muerte. Solo a través de la renuncia podréis expiar vuestros pecados y retomar vuestras vidas en una posición bondadosa, desde la que ayudar a los inocentes y a las víctimas de vuestros actos -os dice la mujer respondiendo a vuestras preguntas. Parece que ha escuchado toda la conversación pero lo que más os extraña es su voz, más parecida a la de los susurros femeninos de vuestros sueños que a la que tenía en vuestro posterior encuentro. 

Ella ha rechazado expiar sus pecados y solo por eso ha muerto. Tomad la decisión adecuada y seréis libre, tanto física como mentalmente, dejando atrás vuestros pecados -concluye la mujer, con el rostro tenso y cansado. 

Mientras la mujer habla el torturador da unos pasos hacia atrás y se pierde en la oscuridad de la sala.

Seguía extrañado y confuso, ya no solo por la apariencia de aquella mujer de la fortaleza, cuya voz aún recordaba de mis sueños, sino por la propuesta.

- ¿Tan solo pedís redención? - medio susurré abatido por todos los acontecimientos.

- Pensé que el mejor castigo era la muerte... ojo por ojo, diente por diente - aclaré.

- ¿Qué nos hace merecer supuestamente una segunda oportunidad? Desde que tengo uso de razón tan solo se nos ha recordado lo impío de nuestros actos, ¿porqué recibir el don del perdón y la redención y no la "justa" sentencia de la ejecución? -

Julia miraba a la mujer sin saber que pensar de ella... fue entonces nuevamente cuando las palabras de Jaqueb hicieron que girara la cabeza para mirarlo, tenía razón en todo. ¿Por qué esa insistencia?

- Jaqueb tiene razón... nos habéis capturado y no hacéis más que insistir en lo impio de nuestros actos, unos actos que apenas somos capaces de recordar, para ahora decirnos que con un simple perdón es suficiente... ¿Qué queréis realmente?  

La mujer se prepara para responder a vuestras preguntas y pero la voz del niño resuena con fuerza por toda la habitación, interrumpiéndola -Os está engañando. Todo es un sueño. Despertad.

El rostro de la mujer se tuerce en una máscara de cólera mezclada con una gran inquietud. Su voz no suena tan firme cuando sale de sus labios, mostrándoos el temor que siente -No, él os miente, os está engañando. ¿Dónde estás? ¡Muéstrate! -su último grito, una orden desesperada, tiene un efecto extraño tanto en ella como en la habitación que os rodea, un gran cambio que apenas dura un par de segundos.

La mujer desaparece de vuestra vista, como si nunca hubiera existido. Las mazmorras desaparecen con ella y en su lugar es sustituida por una estancia iluminada por un brillo que nace de las paredes. En ella hay una veintena de construcciones rectangulares, similares a tumbas, construidas con piedras lisas de color negro en la que hay escritos unos símbolos extraños que, por alguna razón, os resultan familiares.

Sin embargo, tal y como desapareció ante vuestros ojos, la mazmorra y la mujer vuelven a rodearos, sustituyendo el extraño escenario que habéis visto o imaginado brevemente.

¿Un sueño?¿Eso era todo?¿Una sarta de mentiras?¿O estaba sufriendo de nuevo la manipulación de aquel niño que tantas veces se ha revelado?

El niño nos guió en el desierto, nos guió hasta la fortaleza... apareció en los momentos más difíciles ¿pero para qué?¿para el bien, para el mal?¿cómo iba a saberlo?

La visión de aquellos pilares negros me hizo sentir escalofríos, ¡los recordaba! pero no sabía de qué exactamente... además fue todo tan rápido, tan efímero, que no sabía si era producto de que poco a poco iba perdiendo la cabeza.

Miré de manera decaída a mi hermana, la miré a los ojos, y sin hablar vocalicé

¿Has visto lo mismo que yo?

Esperaba que ella también lo hubiese experimentado, porque de ser así implicaba que todo era real, lo que decía aquel niño.

Julia parpadeó varias veces cuando descubrió que denuevo estaban en la sala de torturas, por instinto buscó la mirada de Jaqueb.

- Sí... el niño. Debemos despertar y hacerlo ya

Miró nuevamente a los torturadores con firmeza y se encaró con ellos.

- ¡Embustera! No, nos vas a retener por más tiempo aquí. ¡Sal de nosotros!- ordenó luchando por despertar, por escuchar la llamada del niño y volver con él, el miedo reflejado en la mujer la había delatado... tenía que ser una sierva del mal y el sitio de Jaqueb y el suyo no estaba con ella.

El rostro de la mujer se deforma ante vuestra oposición a ella, convirtiéndose en una mueca exagerada y monstruosa que finalmente va degenerando, como si la piel se estuviera consumiendo por un fuego invisible.

Mientras todo eso ocurre escucháis los gritos de la mujer, unas voces que no provienen de su figura sino que emergen de toda la estancia -¡No podéis despertar, aun no he terminado con vosotros...!