Partida Rol por web

Salgo de entre las zarzas que me habían servido de escondite para ver todo lo que había sucedido. Estoy algo nervioso he visto cosas espeluznantes en el seminario como lo que hay bajo una sotana o algún gusano saliendo del queso pero JAMÁS vi alguien volar o una señora mayor convertirse en una bella joven.

Corro hacia mis compañeros y pongo mi mano en el hombro de Alexsey al ver que está bien.

-Ay chicos, estoy agotado. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es posible todo esto?- pregunto soltando mi lengua como nunca antes lo había hecho con ambos estudiosos. Y es que los nervios es lo que me hacen, no parar callado. -Un gato negro intentó comerse a Horobets, le detuve y entonces aparecí en el jardín y vi, vi todo lo que te pasó Demyan. ¡Fue increíble!

Mientras hablo, arrimo una puntita de mi pie al pie de la señora y le doy una patadita.

-¿Es...? ¿Es la viejecita?

— ¿Un gato negro intentó comerse a Horobets? ¡Un gato negro intentó comerme a mí! —aunque, sonriendo ante lo ridículo de la imagen, añade— Bueno, así así.

>> Estaba intentando pedirle ayuda al señor Cabeza... digo al señor Cosaco... al señor Cabeza de Cosaco, vaya. De todas formas no estaba siendo muy informativo. No podía señalarme el camino —y estalla en grandes risotadas.

De repente, se calla y mira al infinito, bien serio:

— Demyan, ¿qué pasa? ¿Por qué se convierte la vieja fea en una chica guapa? Deberíamos huir ahora que podemos. Si es joven correrá más rápido.

Se empieza a escuchar el ruido de gritos y los ladridos de los perros, y los primeros rayos de la aurora empezaban a aparecer iluminar el valle y se reflejando destellos de oro en las cúpulas lejanas. ¿Cúpulas doradas? Solo hay una ciudad con cúpulas doradas en la región y esa era Kiev. 

Demyan comenzó a temblar y a hablar sin saber lo que decía, y se sintió invadido por una extraña emoción y timidez que nunca había sentido. Después tuvo miedo y el impulso a alejarse con rapidez de ahí. Como loco, corrió velozmente, con toda la rapidez que deban sus piernas, hacia la ciudad de Kiev, que veía a lo lejos con los primeros rayos de sol.

El más mayor de nosotros, el que había sido capaz de acabar con la malvada bruja, el que empezaba a ser mi héroe, de buenas a primeras empieza a correr despavorido y no entiendo muy bien la razón.

Miro por unos segundos a la joven pero su presencia unida a los gritos y ladridos que se oyen a lo lejos hacen que un escalofrío recorra todo mi cuerpo y termine corriendo tras Demyan, si alguien me puede proteger es el ¿no? Es el mayor.

-¡Demyan! ¡Dónde vaaas!- grito mientras corro intentando que pare. Veo kiev a lo lejos pero no es posible, hemos andado demasiado como para ver sus cúpulas doradas. ¿Qué está pasando?

Kíev, la capital del primer estado ruso, se encontraba sólo a unas verstas de distancia del seminario. Pero después de aquella noche, aquel lugar era tan remoto y exótico como la corte del Emperador Qing en Beijing. Sus ojos abiertos como platos (no puede ser que Kíev esté tan cerca, pero por otra parte, si Demyan lo dice, ¿no será acaso verdad?), adelanta un pie y luego el otro mientras escucha las campanas de la catedral de Santa Sofía resonar en su cabeza.

Pronto, cuando recupera la conciencia de sí mismo, está corriendo en dirección a Demyan y el pequeño Anatoli. Ríe alta y orgullosamente, escupiendo su felicidad al frío aire del amanecer.

Aquella maldita sensación fue aún más rara que la escena que había vivido el teólogo con la malvada bruja. Como si de un miedo atroz se tratase, este había abierto su corazón, estrujándole el alma. Mientras corría, y mientras no era dueño de si mismo pero tal vez si de su mente, pensó en la joven que había dejado reposando y la cual había estirado sus manos hacia él segundos antes de que el temor fundiera toda lógica en él. 

Cuando volvió en sí, el seminarista cayó sobre sus propias rodillas, haciéndolas chocar contra el frío suelo, tal vez humedecido por el rocío de la mañana y la helada de la noche. 

-Señor, ¿por qué me has abandonado?

Dijo mientras se veía un tanto reconfortado ante las cúpulas doradas de Kiev y buscando después con la mirada a sus dos acompañantes. 

Incluso tuvo el deseo de volver y mirar de nuevo a los ojos de aquella extraña pero apuesta muchacha.

Cuando Demyan dejo su frenética carrera escucho detrás los pasos de sus dos compañeros de viaje. La carrera les había llevado hasta las mismísimas calles de la dorada ciudad. En la ciudad no quedaba un solo estudiante, todos se habían marchado, dispersándose por las granjas y las aldeas vecinas, puesto que en ellas podían encontrar siempre, y sin que les costará un centavo, alimentos de toda clase: pasteles, empanadas, queso, mantequilla... En cambio, en el viejo seminario, también vacío de estudiantes, los seminaristas podían conseguir, aunque solo fuera, un mísero mendrugo, un pedazo de tocino, o algo que llevarse a la boca.

Cuando a Demyan se le hubo pasado el terror, sus piernas le temblaron y su corazón volvió a latir con un poco más de calma. Entonces, y solo entonces, tomó conciencia de donde se encontraban. ¿Tan corto había sido su viaje? Su mente, por mala suerte, aún no era capaz de contemplar con claridad todo lo que había sucedido aquella noche. De hecho, aún no podía olvidar a aquella chica sobre el frío suelo de la zona...

Hubo que esperar hasta que las campanas comenzasen a sonar y la ciudad se despertara, entonces Demyan pudo preguntar por la casa y el extraño suceso. Pregunto a muchas personas desde simples tendero a grandes terratenientes, desde analfabetos mendigos hasta profesores de la universidad, y la respuesta fue siempre la misma. No había casa ni tal chica, solo leyendas y cuentos de hadas.

Chico has bebido tanto vodka que has confundido los cuentos con la realidad. Le contesto un rico burgués. En esa dirección no hay ninguna casa y mucho menos una chica que viva sola.

Mi dulce chico. Contesto amablemente una tendera. Hace años que no se habla de brujas ni de gnomos en estas tierras, si hubiera pasado en las tierras allende las montañas te hubiera creído, pero las fuerzas del mal no se atreven a acercase a Kiev ni a su monasterio. Además, no hay ninguna casa en ese camino y mucho menos una dulce muchacha que la guarde sola.

Si, si, si…. seguro que era una bruja, una bruja muy poderosa. Contesto un mendigo desarrapado y con la boca desdentada. Guárdate de la fuerzas del mal y reza, reza mucho…

Eso son cuentos infantiles teólogo, me parece mentira que una persona de tu posición no sepa distinguir la realidad de los cuentos. Tú que tienes que ser ejemplo de rectitud e inteligencia no deberías dejarte engañar por esos cuentos, esos cuentos son para que gente analfabeta pueda seguir el camino de la luz sin perderse. Le recrimino uno de los maestros de la universidad.

El pobre Demyan, el cual ya se había imaginado aquella situación y sobre todo aquellas respuestas, se dejó caer sobre una de las paredes de los tantos edificios de la ciudad. 

-Señor, ¿qué clase de prueba es esta? ¿por qué no puedo sacarme esta maldita noche de mi cabeza? -se lamentaba, -¿acaso ha sido una pesadilla? 

Era la respuesta más sencilla, pero para él, la más errónea. El tacto de aquella bruja, los parajes que habían recorrido... Cansado y avergonzado, se acarició las sienes. 

¿Se estaba volviendo loco?

Alexsey se pasa el día fardando con otros niños sobre la aventura vivida.

— ¡Era un gato enorme, negro como las alas de un cuervo! Tenía nueve colas y las zarpas afiladas como espadas de —¡de fuego!

>> ¡Jáh! Con que no me creéis, ¿uh? Entonces contemplad esto  —un poco melodramático, pero un buen orador se debe a su público. A estas alturas los niños de las tenderas le miran extasiados, pendiendo de cada una de sus palabras sin poder evitar creer en la veracidad del relato. Con un ademán de mano teatral, Alexsey muestra su pierna y su espalda, rasgadas por arañazos profundos— Es obra del mismísimo diablo. ¡Beguemot, Beguemot!

Los niños dejan la incredulidad y se ponen histéricos, asustados. Pero por supuesto no pueden dejar de escucharle.

— Ah, y no os he hablado del señor Cabeza de Cosaco...

Aquella noche había sido la más intensa de toda mi vida. Un gato llamado Satanás que se quiso comer a Horobets, una bruja que cabalgó el cielo a lomos de Demyan, una transformación de una horrible anciana a una dulce joven, todo increible incluso llegar tan rápido a Kiev cuando la ida había durado tantas horas. ¿A caso nos habíamos perdido?

Me quedé en el seminario a hacer noche ya que no conocía a nadie más en la ciudad. No me separé de Alexsey ya que debido a la edad me siento más afín, aún con esas, Demyan me cae bien y me parece un adulto de confianza.

Cuando mi amigo cuenta la historia intento acompañarle con gestos, miradas, sonidos y onomatopeyas. También muestro mis rasguños y a Horobets, a los más pequeños les encanta.

Una vez finalizada la historia pregunto entre los niños a ver si alguno sabe alguna leyenda o historia que tenga que ver con lo ocurrido, quizá alguna de sus abuelas les haya contado alguna.

Las historias que contaban los niños delante del fuego eran conocidas por todos y variaban dependiendo de quien la relatara. La historia de la bruja en el boque, la que más se adaptaba a la experiencia vivida por los tres muchachos, variaba enormemente. Muchos decían que para matar a la bruja había que matar a su gato, otros hablaban que había que atravesar el corazón de la bruja con una astilla de sauco, los más románticos opinaban que una muestra de amor verdadero mostraría a la bruja aquello que no podía conseguir por las artes oscuras y su propia envidia la mataría, los más conservadores opinaban que no había nada más efectivo que el agua bendita o sumergir a la bruja en un riachuelo de aguas cristalinas; otros decían que el canto del gallo la ahuyentaba… y otros simplemente mezclaban historias opinando que para matar a la bruja había que usar una espada de plata pura. ¿Eso no era para los hombres lobos?