“Yo estuve en una jaula durante años, una semana o dos al sur de aquí, y nadie asomó la cabeza por el lugar”, respondo cuando el ‘orgullo patrio’ aflora entre las pullas con Troy. “Tuve que ser yo quien saliera a dentelladas de ese agujero y lo redujera a escombros”.
No decía que sus intenciones fuesen buenas o no, estaba bien tener gente que se dedicaba a ocuparse de los ‘problemas’ del Yermo, pero mi metodología de acción era completamente distinta de ellos. Además, no es que tuviesen las cosas muy bien montadas por aquí. Estarían mejor si se juntasen con algún asentamiento y expandieran su influencia, o eso al menos era lo que podía entrever.
“Buena suerte con vuestra caza, pero ahora no me interesan los grupos”.
Me parece bien lo que hacen, pero los Rangers me dan la apariencia de viejas glorias xD.
Las excusas del ranger parecen tan ciertas como recurrentes.
- Si tuviésemos cientos de hombres podríamos llegar a cualquier lugar y acabar con todos los problemas, pero no es así. Me temo que la gente seguirá siendo víctima de los esclavistas, pero también sé que seguiremos trabajando para evitar el mayor número posible de casos.
Te despides del ranger justo cuando Troy termina su intercambio, has podido comprobar que ha aligerado su carga durante los últimos asentamientos y ha ganado bastantes chapas y nuevo material pese a no haber pisado ningún mercado o lugar grande.
Parece que lleva un circuito regular con determinados lugares, los suministra y mantiene un negocio fijo. Un negocio cauto, otros arriesgan más y se atreven con grandes asentamientos sin saber muy bien lo que pueden vender y si será rentable.
Viendo que no hay más ventas y los rangers no obtendrán un nuevo recluta abandonáis el fuerte para continuar el viaje hacia el este.
Seguis los restos de una carretera durante varios kilómetros hasta que os topáis con lo que parece haber sido el reciente escenario de una pequeña batalla. En el camino hay cuatro cuerpos, por su aspecto parecen saqueadores aunque les han quitado las armas, las armaduras y cualquier cosa de valor.
Los cuerpos presentan heridas de bala y metralla, seguramente usaron una granada y todo apunta a que los emboscaron desde un grupo de rocas a un lado de la carretera.
- Cuatro saqueadores menos, eso siempre es bueno. - dice Troy mientras observáis el escenario - Lo malo puede ser que quien haya hecho esto ahora tiene sus equipo, no parecían precisamente la elite pero nunca se sabe. ¿Alguna pista?
No hay rastro de los atacantes, los únicos que aparecerán por el lugar serán los animales carroñeros de la zona.
Troy lo tenía todo muy bien montado. Tenía su propia ruta de habituales, por caminos secundarios y puestos de igual valía, nada de tratar de morder algo de mayor tamaño en los asentamientos principales y eso estaba bien. Las chapas que ganaba moviendo la mercancía le darían de sobra para él, su hija y los caprichos que quisiera darse.
Dejando atrás a los Rangers, nuestro camino prosigue hacia el Este por una destrozada carretera hasta llegar hasta, a todas luces, un encuentro en el que los saqueadores salieron muy mal parados. Eso siempre era bueno, aunque éstos estaba prácticamente desnudos al desprenderlos de cuantas posesiones de valor tuvieran.
“Todo parece que los emboscaron desde allí…”, comento con un gesto del mentón, hacia las rocas. “Quizás cabrearon a quien no debía o haya sido cosa de los Rangers, ¿no crees?”.
Poniendo el cuerpo en tensión, como siempre, me dispuse a acercarme a examinar los cuerpos. No iba a levantarlos y que me explotase una mina en la cara, pero tal vez me sonase su grupo o estatus por las pinturas y tatuajes. Con eso aparte, el tiempo que hacía desde que ocurrió todo esto, así como el punto desde el que se realizó la emboscada me vendrían bien el revisarlo.
Troy tuerce el gesto cuando atribuyes el ataque a los rangers.
- No es su estilo, suelen quemar los cuerpos o incluso enterrarlos para que no generen miedo entre los viajeros. Quien haya hecho esto los ha robado, bien para quedarse con el botín o para venderlo. Aunque las armaduras de saqueador no son bien vistas, siempre despiertan desconfianza.
Los cuerpos carecen de marcas, debía tratarse de una banda pequeña o una de esas que no marca a sus miembros. Sin armaduras es difícil reconocer su afiliación.
En vista del estado de los cuerpos el combate tuvo que durar escasos segundos, incluso no descartas que murieran todos por la granada y los agujeros de bala solo fueran para rematarlos.
Todo tuvo que pasar hace horas, los cuerpos ya están fríos. Puede que al amanecer o incluso de madrugada, si llevaban luces eran un blanco perfecto para una granada.
Las rocas desde la que supuestamente atacaron desvelan el origen de los disparos, hay casquillos de hasta cuatro tipos de munición distinta. Detectas que se han reciclado artesanalmente, balas hechas a mano o adaptadas para armas caseras. Si dejaron los casquillos aquí podría ser por prisa o porque habían conseguido nuevas armas genéricas.
- Al menos podemos sentirnos afortunados, podríamos haber sido nosotros. - piensa en voz alta Troy mientras observa los cadáveres.
Padre e hija esperan a que termines tu investigación, no parecen tener prisa. El caravanero saca otro de esos palos y comienza a mordisquearlo mientras su mirada se pierde en el horizonte. Su hija mira los cuerpos con su permanente expresión mezcla de enfado y asco.
El ataque fue rápido y preciso, aprovechando el terreno y dándoles de forma que no se volvieran a levantar. Si algún bastardo sobrevivió a la granada, las balas acabaron el trabajo.
“De haber estado aquí por entonces, no lo descartaría…”, comento a Troy, volviendo con él, junto con un puñado de casquillos que encontré, mostrándoselos. “Cuento unas cuatro armas, de casquillos reutilizados. Fuera quien fuese, sabía lo que se hacía…”.
Sacudiéndome las manos, dejé a entender que ya no había más que me interesase. Los cuerpos llevaban horas muertos y yo no era, ni de lejos, un rastreador, amén de que no me interesaba buscar problemas. Si no habían aparecido alimañas y carroñeros para dar buena cuenta de los cuerpos, no creo que tardasen mucho más… y siempre convenía estar lejos cuando eso pasaba.
“No hay más…”.
En vista de que no hay nada que obtener en la escena del crimen, a excepción de nuevos problemas, optáis por abandonar le lugar.
Hasta la siguiente parada permanecéis más callados de lo normal y vuestras miradas otean el horizonte en cada desnivel o posible cobertura.
Troy no te dice vuestro proximo destino aunque no tardas en descubrirlo mucho antes de ver el asentamiento.
Lo primero que ves del pueblo es un viejo cartel, quemado por el sol y la radiación y salpicado de agujeros de bala. La población, 393 habitantes, era escasa incluso antes de la guerra. Ahora no esperas mucha más gente como suele ser habitual.
La entrada del pueblo no presagia un lugar próspero precisamente, varias casas están quemadas y ahora no son más que esqueletos de ceniza y hollín.El culpable, o al menos eso parece, es un camión cisterna estallado como si de una lata de refresco se tratase. En esta ocasión no hay nada recuperable, lo que no destrozó la explosión lo hizo el fuego.
A medida que recorres Lucas descubres sus características, las casas están bastante separadas entre sí y todas tienen un jardín bastante amplio que nadie parece haber aprovechado nunca. Algunos arboles han sobrevivido, ahora apenas son ramas desnudas y otros carecen de ellas y se confunden con los torcidos postes del cableado eléctrico.
A mitad de la calle principal, la cual atraviesa el pueblo, empiezas a ver casas en mejor estado. Distan mucho de lo que fueron alguna vez y en parte te recuerda a Jericho, la madera está en mal estado y los marcos de ventanas y puertas se han caído. La mayoría de viviendas parecen saqueadas, muchas tienen daños por disparos o fuego pero al menos se mantienen en píe.
Casi al final del pueblo encontráis gente, desde lejos ves cinco personas trabajando en un pequeño huerto plantado en uno de los muchos solares vacíos del pueblo. Al otro lado de la calle hay una casa de dos pisos a la que han añadido paneles de metal y otros arreglos para mantenerla entera y fortificarla.
Oyes el golpeo constante de un martillo, lo cual indica que al menos hay otra persona que no puedes ver desde tu posición.
Los granjeros van desarmados a excepción de uno de ellos, a su espalda puedes ver colgando una escopeta de caza. Aunque todos levantan la cabeza solo el tipo armado se acerca a vosotros. Al reconocer a Troy lo saluda, sonríe a su hija pese a que ella no le corresponde el gesto y para ti queda una mirada de desconfianza totalmente gratuita.
En las escaleras del porche de la casa fortificada hay un niño sentado mirando al horizonte, cuando llegáis se levanta para curiosear el brahman desde una distancia prudencial para él.
Mientras Troy prepara material para comerciar en la casa el niño se fija en ti, debe tener unos ocho años y en su mano tiene una escopeta de perdigones que más parece un juguete que un arma al uso.
- ¿Conoces a Connor? - te pregunta de repente el niño - Te pareces a él, esa chaqueta se parece a la suya. A lo mejor eres su hermano pequeño, aunque nunca dijo si tenía familia. ¿Te vas a quedar en Lucas hasta que alguien te pague por cuidarlo? Es lo que él hizo, se fue ayer. A veces vuelve pronto y otras veces tarda más.
La sonrisa de Troy denota que él ya conoce al niño y ha pasado por un interrogatorio parecido.
La siguiente parada en la ruta de Troy fueron granjeros, uno de los cuales me lanzó una mirada con la que decía, poco menos, ‘fuera de aquí’, y eso por decirlo de una forma suave. Ni qué decir tiene que recibir una mirada así me hizo tensarme, como cuando dos perros salvajes se miran a los ojos, pero sólo me duró un momento, el justo en el que un chiquillo pasó a interrogarme.
Mi cara era de total circunstancia, desviando la mirada del chico a mi chaqueta, de ésta a Troy y de vuelta al chico. No sabía muy bien qué responder de primeras, especialmente porque hacía años que no veía a un crío, uno vivo y sano, claro.
“No lo conozco…”, respondo al fin, negando levemente con la cabeza. “Y no sé si me quedaré aquí o no. Dependerá de lo que se presente…”, añado sin más.
El niño se dispone a disparar otra salva de preguntas cuando un potente silbido hace que todos os giréis. El autor es un tipo calvo y barbudo, sudoroso y a la vez sucio que viste un delantal de cuero lleno de quemaduras.
El hombre, que está saliendo de la casa, lanza una mirada al chico y este sale corriendo para volver a su posición inicial en el porche.
Te das cuenta de que ya no se oyen los golpes de martillo, el autor es el recién aparecido. Comienza a cruzar la calle y se encuentra con Troy que estaba a medio camino de la casa, intercambian unas pocas palabras y ambos te miran, parece que hablan de ti.
Troy sigue su camino y el hombre se acerca a ti, al ponerse a tu lado ves múltiples quemaduras y cicatrices en sus brazos desnudos.
- McCoy me ha dicho que eres un acompañante temporal, el hombre que se encargaba de los trabajos peligrosos está fuera y necesito que alguien haga un trabajo para mi. No abundan las chapas en Lucas pero creo que no te vendría mal una protección mejor que esa chaqueta que llevas.
De vuelta de la casa Troy se une a vuestra conversación mientras descarga algunas cosas más, ves que casi todo es chatarra en trozos pequeños.
- El trabajo es sencillo, - prosigue el barbudo - solo hay que llevar una armadura a un hombre que vive al sur de aquí. Me pagó parte por adelantado y el resto iba a ser su vieja armadura, puedes quedartela y usarla o venderla o lo que quieras. No hace falta que vuelvas, sabré si el pedido ha llegado.
- Nosotros no podemos retrasarnos, pero podrás unirte más adelante o buscarnos en Junction City. Seguiremos hacia el este, tarde o temprano coincidiremos.
Ambos se quedan esperando tu respuesta, el pago pese a no ser en chapas es parece bastante bueno para un trabajo de mensajero.
Dejando al crío aparte, la entrada en escena del hombretón que estaba dando martillazos hace que vuelva a centrarme en lo importante: supervivencia y chapas. Gracias a McCoy y su intervención, me proponían un encargo inicialmente sencillo en el que mejoraría mi supervivencia personal, cosa que de la que nunca tenías suficiente.
“Me parece bien…”, respondo, escueto, a ambos, centrándome un momento en Troy. “Si todo sale bien, os alcanzaré. Si no…”, encojo ligeramente los hombros, quitándole importancia. Unos viven, otros mueren, pero la vida sigue.
“¿A quién tengo que entregársela y a cuánta distancia está?”, añado, girándome hacia el sudoroso individuo. “Si el de los ‘encargos peligrosos’ está fuera y quieres que lo sustituya, por algo será…”.
Vuelvo al ruedo tras una j****a eternidad.
¿Qué tal te trata la vida, Role? ¿Novedades del impresentable?
El herrero sonríe ante tu comentario sobre la ausencia del habitual hombre de los encargos peligrosos.
- Pasó por aquí una mujer y se fue con ella, no era muy atractiva así que supongo que tenía chapas. A veces trabaja como guardaespaldas, aunque no se le debe dar muy bien cuando regresa solo a las pocas semanas.
Troy termina sus negocios y se dispone a marchar, mientras recogen y terminan de alimentar a los brahmanes se acerca a ti un momento.
- Recuerda, Junction City. Es un lugar mucho más grande de lo que hemos visitado hasta ahora, si vas intenta no meterte en problemas.
Finalmente el herrero te da la información requerida y te entrega la armadura, se trata de cuero reforzado con láminas de metal. Bastante práctica para el cuerpo a cuerpo e incluso puede que salve la vida en un tiroteo.
- Hay una antena de radio a unos diez kilómetros hacia el sur, está en lo alto de una colina así que es bastante visible. El cliente se llama Shannon, por suerte es de los que pregunta antes de disparar. Es mayor y está un poco sordo, demasiados disparos de escopeta, así que asegúrate de que te oiga antes de acercarte más.
Nos volvimos a cargar al impresentable, ahora le he perdido la pista:
Asiento al último consejo de Troy antes de que éste se retire a preparar sus cosas y marcharse. Buscar problemas no era mi estilo, pero éstos siempre me acababan encontrando.
“Necesito algo de suministros…”, añado al caravanero. A fin de cuentas, tenía mi reserva de agua, pero durante el viaje no había tenido que usarla y tampoco tener que pagar por mi propia comida. Quizás tardase en volverlo a localizar si le seguía los pasos, por lo que sólo me faltaba morirme de hambre y sed.
De hecho, la mención a la notable sordera del tipo al que le tenía que entregar la armadura ya era, al menos para mí, todo un problema y de los gordos. Yo soy de los que prefiere evitar llamar la atención en tierra de nadie pues nunca sabes lo que puede estar escuchando, es una jodida norma básica, pero está visto que tendré que incumplirla un poco.
Preparando el paquete para entregar, tenía su punto la armadura, pudiendo perfectamente preparar alguna que otra chapa de metal para estampársela al capullo de turno en la cara. Toda una obra de arte, la hostia en la cara, no la armadura.
“¿Y si está muerto?”, comento como nota extra. ¿Vivir sólo en un punto visible en el que cualquiera puede ir a ver si saca algo de beneficio? A menos que lo tengas convertido en un pequeño bunker, es una jodida diana en la cabeza.
No obstante, el que podría acabar muerto era yo y no precisamente por el viejo. La pateada no iba a ser pequeña que digamos.
Buah, al vuelo lo cazaron y la gente ya no se corta un pelo en echárselo en cara por lo que veo. Eso está muy pero que muy bien y, por lo que lei, se puso a vender humo diciendo que ya no lo iba a hacer más.
Menudo disparate de individuo... Y dale tiempo, fijo que salta por algún lado otra vez. Es como la mala hierva.
Antes de partir Troy te entrega un pequeño paquete enrollado, al abrirlo descubres un buen número de tiras de cecina de quién sabe qué animal. Te dará para un par de días, suficiente para completar el trabajo y llegar a Junction City sin necesidad de adquirir más comida.
El caravanero te lo regala, e incluye uno de esos trozos de raíz que mastica habitualmente.
- A veces es mejor engañar al estómago que comer, nunca se sabe cuando tienes que correr.
El herrero ríe brevemente ante tu comentario sobre el posible destino de Shannon.
- Si está muerto tendrás dos armaduras, como he dicho mi parte ya está pagada. De momento está vivo, la radio sigue en marcha y eso es buena señal. Por eso dije que sabría si has hecho el trabajo, igual que se que ese viejo sigue vivo.
Se va a marchar de vuelta a su trabajo pero se gira después de dar un par de pasos.
- Intenta llegar antes del anochecer, con la oscuridad esa zona se puede volver muy peligrosa. Hay demasiadas alimañas esperando a la noche para salir a cazar.