Partida Rol por web

La soldado Peters no estaba sola, detrás suya siempre estaba Grimmes, con su subfusil en las manos mascaba sonoramente mientras miraba con cierto aire despectivo al civil que daba indicaciones de forma parca, asentía no obstante a lo que decía intercambiando miradas con su compañera al no entender en qué andaba pensando cargándose esa caja de mascarillas bajo el brazo, no es como si fueran a ser muy útiles.

Una mujer de edad y uniforme llega mirando de arriba a abajo al enfermero. Para dirigirse directamente a la soldado - Oiga jovencita, necesitamos material de obstetricia de dentro del hospital. Tenemos una mujer de parto en la tienda de maternoinfantil y viene en parto distócico. Si no tenemos ese material, con toda probabilidad vamos a perder a ese niño. - Para la soldado habla en chino, pero está claro el mensaje que da la enfermera.

Todo había transcurrido dentro de la normalidad de una evacuación. Una enfermera había llegado al pabellón de salud mental indicando que había como una contaminación o algo así, ordenadamente, con vuestras taras y nulo equipaje os dirigisteis al vestíbulo del hospital. Allí todo era un poco más raro, unos militares os esperaban y en el párquing del hospital montaban unas tiendas de campaña a la que os dirigían. Los siete pacientes de salud mental teníais vuestra propia tienda con dos enfermeros que estarían al tanto, muchos de los otros pacientes iban acompañados de su familia.

Pero Andrew no, no tenía tanta suerte de ser querido y tan solo se quedó en un rincón de la tienda.

Todo empezó a ponerse más raro cuando corrió el rumor entre los familiares de los pacientes de que un Capitán del ejército estaba alambrando la zona, que impedía a la gente marcharse, fué entonces cuando, presa del pánico y una crisis de abstinencia, el rechoncho George intentó atacar a uno de los enfermeros, entre varios le redujeron rápidamente y tú aprovechaste para escapar de la tienda.

Todo aquel rollo podía ser muy peligroso, y no cabía en la mente de nadie quedarse encerrado en una tienda de enfermos mentales cuando el apocalipsis zombi, como tú bien sabías, era inminente.

Me dispongo a responder a la soldado, cuando Holly aparece en escena. Tiene fama de ogro y aún en esta situación no cambia el chip. Así que me dispongo a asentir las órdenes de la mujer, me despido de la soldado y voy hacia mi tienda para avisar a una de las enfermeras.

-No puedo dejar desatendidos por más tiempo a mis pacientes, luego nos veremos supongo-digo mientras me alejo.

Miró de arriba a abajo a la recta enfermera y asintió. No sabía que quería decir con distócico, pero no sonaba bien acompañado de "parto", así que mejor ir cuanto antes.

En cuanto consiga el material regresaré - dice por último saliendo de una vez de la tienda y dirigiéndose seguida por Grimes a la tienda de oficiales a dejar el encargo del capitán y luego ir al hospital.

Se sentía más tranquilo desde las terapias en el nuevo hospital. Por supuesto que no había abandonado la certeza del inminente armagedón que iba a hacer un festín de la humanidad... sólo que su psiquiatra, una mujer atractiva, le hacía distraerse de aquello lo suficiente como para no sentarse todo el día a contemplar la inevitabilidad de su muerte y la de toda la raza humana. Y sí, prefería tener fantasías con su doctora antes que fijarse en la sombra y escuchar los pasos de ellos. Los malditos cadáveres siempre observando, siempre vigilando, siempre susurrando y asegurándole que pronto llegaría su hora.

Pero cuando le sacaron del pabellón en una evacuación presurosa, empezó a sentirse verdaderamente nervioso. Su familia no le visitaba más que una vez cada varias semanas, sus padres seguían avergonzados de su él desde... desde el incidente en la facultad. Suspiró mientras trató de tararear un canción para no concentrarse en todos los pequeños ruidos a su alrededor... no quería parecer nervioso, no quería tener que encontrárselos. 

Y ya en la tienda, trató de refugiarse en el ruido de la gente allí adentro. "Ninguno de ellos es... uno de ellos" se repetía al observarlos a todos. No percibía nada afuera. Nada. Y entonces al salir de sus pensamientos el caos había estallado dentro de la tienda. -shhh... shhh...- trató de decir en vano. Sabía que el ruido los atraía. Era obvio que el ruido los atraía y él no quería estar allí. Así que se apresuró a salir muy silenciosamente, muy despacio de la tienda.

Una vez afuera suspiró levemente más aliviado. -No voy a quedarme allí adentro con un montón de locos- dijo en voz baja tratando de justificar su cobardía. Y empezó a caminar tratando de no llamar la atención. ¿A dónde ir? pensaba seriamente. Pronto vendrían ellos... pronto saldrían de sus escondites y morderían al primero y de allí sólo sería un efecto dominó. Tenía que buscar un sitio seguro, un sitio en el que no fuesen a aparecer.

Y observó de regreso al hospital. Pensó en el helipuerto. -¿Y si llega ayuda por el aire?- se preguntó. Aquel campamento no era más que un pastizal de ganado. Todos allí eran el ganado y ellos los comensales. Así que comienza a moverse tratando de examinar si había un lugar más seguro que el techo del hospital...

Cuando Andrew salió de las tiendas paseándose alrededor, vió que los soldados habían colocado alambre de espino alrededor de un amplio perímetro, éste rodeaba las tiendas de campaña y el hospital entero y estaba fuertemente vigilado por varios soldados, tuvo que volver por el interior del campamento para dirigirse al hospital.

Un soldado pasea por el campamento, armado con su M16.

Esto no es una ciudad grande, es más bien una urbanización. Por lo que los edificios que hay por aquí son en su gran mayoría casas de madera.

-No, no, no- susurra mirando el hospital y tratando de bajar la voz baja. -Muchos guardias. Y si... y si...- dijo mirando el edificio y observando en las ventanas sombras que se movían y manos que se acercaban a las ventanas. -Ya están allí...- sentencia y se gira, palideciendo ante su descubrimiento, yendo en la dirección contraria. -Mierda, mierda, mierda.- así que se dio media vuelta y caminó alejándose hacia el otro lado.

No era exactamente el mejor para pensar en situaciones de presión. Tenía un compañero de la universidad (EX-compañero) sin un pedazo de brazo que podía testificarlo. Tragó saliva. Vio al guardia paseándose por el campamento y se debatía entre acercarse o tratar de escabullirse. "Si están evacuando el edificio, es porque ellos están tan enterados como tú" se dijo convencido de que podría encontrar información.

-Eh disculpe... ¿sar... sargento?- dice tratando de adivinar el rango. -¿Hay alguna forma de irse del campamento?... No... no me gusta estar a espaldas de un edificio lleno de...- y trató de pensar en la palabra adecuada. Ya sabía lo que había sucedido en el pasado al mencionarla tan ligeramente, lo habían tildado de loco. -... esas cosas?- dice señalando hacia el hospital.

Llegas a la tienda junto a la enfermera, efectivamente allí hay un médico, la tienda es el mayor estrés que has vivido en mucho tiempo, los locos son fáciles de soportar, pero los niños... hay niños por todas partes llorando descosidos ante los gritos desesperados de una madre que, separada por unas cortinas del resto intenta retener como puede al bebé que viene al mundo.

Viene de culo, estrangulándose con el cordón, la desgarrará a ella y morirá el bebé. Necesitamos anticoagulantes, epidural, y espátulas para salvarlos a los dos, y eso está en el quirófano del hospital. Explica la enfermera a Max
 

Está claro que hoy no es mi día, nada más entrar en la tienda el agobio me invade el choque repentino de gritos me explota en la cara.
El parto no será nada fácil, así que siguiendo las órdenes de la enfermera sin dudar, asiento con seguridad y salgo disparado en dirección al quirófano del hospital para recoger el material que ha solicitado Holly, agradeciendo enormemente salir al exterior de la tienda para coger aire y despejarme.