En la puerta del hospital ni más ni menos que seis soldados se encargan de vigilar sus puertas, dos de ellos acaban de echar una cadena por las dos puertas y con palés las han cerrado por completo, desde dentro del hospital se escucha algún grito aunque no se entiende bien qué dicen.
Uno de los soldados está hablando con un par de mujeres, una de ellas lleva un micrófono y la otra una cámara aunque la mantiene bajada, les han acompañado un par de curiosos.
Una de las soldados se acerca con algo de reticencia al Capitán - Se-señor, hemos cerrado las puertas del hospital, pero hay gente ahí dentro y habían pedido no se qué...
La situación era dantesca, estábamos tratando de contener algún tipo de virus con palés y cadenas... Al estilo medieval... No entendía de biología, ni de virus, ni de medicina, pero si el puto bicho se transmitía por el aire, ya podíamos apilar pales hasta cubrir el hospital entero... No iba a servir de nada. Y estaba la gente de dentro del hospital pidiendo ayuda... Incomunicados. Joder...
-¡Me cago en mi puta vida, soldado! ¿No se ha enterado de lo que decían?
Niego con la cabeza, cojo la radio y hablo por el canal general.
-Atentos todos, al habla el capitán. -Dije esperando que todos me copiasen. -El servicio médico y el CDC se están retrasando y hay un aviso de socorro del interior del hospital. Se que hemos venido a montar una cuarentena pero no puedo, en conciencia, dejar a la gente a su suerte. Aunque ello me lleve a enfrentarme a putos virus. No puedo pedir que nadie que entre, no se lo voy a ordenar, pero si hay algún voluntario que me quiera acompañar, bienvenido sea. Pero que sepa que en cuanto entremos, nos tendremos que quedar hasta que el CDC decida que no somos una amenaza para el pueblo americano al que hemos jurado defender. Si tenéis mascarillas, dejadlas en la tienda de oficiales, las necesitaremos.
Una vez dicho esto, saludo a la soldado y me dirijo a hablar con los medios de comunicación. Al acercarme comienzo a decir, con voz firme
-¡Alto ahí, cretinos! Dad media vuelta o me ocuparé de que os enteréis de primera mano lo que ocurre ahí dentro, metiéndolos de una patada en el culo y despreocupándome de si os contagiais con algún puto virus que os haga sangrar hasta por el ojete.
Me acerco hasta ellos y me pongo en medio de su avance.
-Y ahora dejad de grabar a menos que queráis que os meta la cinta de grabación por donde no alumbra el sol y use vuestros ojos a modo de mando a distancia. Hoy no tengo un buen día y tocarme los cojones para dejarme con las ganas es una idea nefasta. Si no os permito el paso es por vuestra seguridad, estamos intentando imponer una cuarentena y vuestra actitud de adolescente rebelde sólo sirve para joderme la tarde, si me obligáis a ponerme chulo os voy a dejar esto claro, voy a proteger a todos los ciudadanos de cualquier amenaza hasta que me muera en el intento, eso incluye salvarles de cuatro gafapastas con cámaras de vídeo y una insana curiosidad. Lo que quiero decir, es que si seguís adelante, abriremos fuego y yo sólo tengo suficientes balas como para sofocar vuestra cometida. Dejaros de chorradas, a medida que sepamos algo os iremos informando mientras tanto, vuelvan detrás de la puta zona acordonada. O hagan algo por ayudar, traten de conseguirme imágenes del interior del edificio con las cámaras. Los que me presenten las mejores imágenes serán los primeros en ser informados. ¡Así que corred! El hijo de puta que está a vuestro lado puede ser el cabrón con suerte de tener vuestra exclusiva.
La pelirroja de la cámara la mantiene bajada, pero la periodista chasquea la mano y levanta el dedo, cabecea de lado a lado frunciendo el morro - Pero tú que te has pensado, yo estoy aquí haciendo mi trabajo igual que tú soldadito. Y me gusta lo mismo que a ti, solo con que mi novio trabaja aquí. Así que ya te estás pasando de vueltas amigo.
No es difícil reconocer para alguien que vea el telenoticias del canal5 a la famosa reportera Odetta, conocida por lo elaborado de sus reportajes y crítica social. Una idealista
La soldado va a correr la voz por aquellos que hacen guardia para formar un pequeño grupo que acompañe al Capitán. Algunos soldados respiran aliviados al ver que se prestará ayuda ahí dentro, pero algunos de los mismos que asienten a la decisión miran a los lados, no tienen los santos cojones de arriesgarse a un resfriado mientras que otros, más humanitarios, ya estaban deseándolo
El grupo de militares empieza a sacar la barricada improvisada que habían colocado en la puerta del hospital cuando la reportera se inmiscuye directamente : ¿Porqué habían barrado la puerta del hospital? ¿Qué clase de operación exige aislar a la gente en el aparcamiento de un hospital por un lado y en el edificio por otro? ¿Porqué usan alambre de espino?
Aún espera que se forme el grupo si vas a entrar.
Endurezco el rostro al escuchar la intervención de la reportera.
-No te estoy impidiendo realizar tu trabajo. Te estoy obligando a cumplir la distancia mínima de seguridad. A partir de ahí puedes hacer lo que creas oportuno. Grabar, entrevistar, insultar, patalear o marcharte de vuelta a casa. Pero lo harás detrás del alambre de espino.
Cuando se inmiscuye directamente en lo que nos traemos entre manos, suspiro, haciendo notar la falta de paciencia y las pocas ganas que tengo de seguir escuchando tonterías. La miro a los ojos.
-Se ha puesto alambre de espino a falta de poder poner algo mejor y meno doloroso para los que como tú, se pasar las normas establecidas por el forro de los cojones, pero como aun debo velar por vuestra seguridad aunque a vosotros os importe una mierda por conseguir una puta noticia, pues debo improvisar. Te voy a contestar a tu pregunta y luego tú y el resto os vais a marchar de aquí y nos vais a dejar trabajar tranquilos. Henos venido a establecer una cuarentena, la forma de ayudar a la gente en una cuarentena es evitar que el contagio se propague. Como ves aquí no está el CDC, desconocemos la amenaza a la que nos enfrentamos y cómo se propaga, por lo tanto, a falta de algo mejor, bloqueo las salidas para evitar fugas o que entre nadie. Bueno, si quiere ser de ayuda haga lo que le he pedido.
Yo me quedo, pero Bertiña - Señala a la chica de la cámara - Quiere irse.
Yo no me voy sin mi novio, pero ella solo me seguía por trabajo. Así que, si indica amablemente a los soldados que la dejen pasar el alambre de espino, se irá y no le causará más molestias a usted y su seguramente competente equipo.
Miro a Odetta directamente a los ojos.
-Perdone, pero en ningún momento he querido dar la impresión de que tenía usted la opción de quedarse. Se va, junto con todos los que han rebasado el perímetro de seguridad. Y es una oferta que no voy a mantener por mucho tiempo. -Termino añadiendo a la muchedumbre. Tras esto miro de nuevo a Odetta y suspiro. Hablo para que sólo me escuche ella. -Me vería obligado a retenerla aquí si se expone con el campamento desplegado para los enfermos que estaban dentro del hospital. Pero no es una buena idea, podría resultar fatal para su salud. Espero que tome la decisión correcta y deje que nos encarguemos.
Si se queda tengo trabajo para ella, que use la radio para informar de cualquier eventualidad. Ya sea que ha llegado el equipo médico o que la gente se está revelando...
Entonces... ¿Nos dejan irnos? ¿Los que no éramos pacientes del hospital y nos han cerrado en el perímetro podemos irnos ya?
La cámara, al contrario que su compañera, parecía bastante contenta con la idea, y mirándote hasta agradecida tira del brazo de la rebelde Odetta que sin dirigirte la mirada parece mirar a las ventanas del hospital esperando ver a algo o alguien.
Lanza intimidar.
Miro a la chica, con expresión seria.
-Si ya estábais aquí cuando levantamos la cuarentena no, no podéis salir. Si Acabáis de entrar y no os habéis juntado con los enfermos, podríais salir. Aunque veo que ese no es el caso. Os recomiendo que os acomodéis y nos facilitéis el trabajo. No sabemos si la seguridad del recinto está comprometida y no podemos permitirnos un contagio por negligencia. Para daros algo en lo que pensar y que empaticéis con lo que tenemos entre manos, si estáis infectados la única posibilidad que tenéis de sobrevivir es estando cerca del perímetro que será tomado por el CDC cuando llegue, y si no lo estáis, vuestra ayuda para proteger al país del contagio gratuito servirá para garantizar que esto se acabe en cuanto antes. Como veis, todo escenario es positivo dentro del perímetro de cuarentena. Señorita Jones, acompáñeme si es tan amable.
Camino unos pasos si viene conmigo, hacia la tienda de oficiales, esperando que se forme el equipo de entrada.
-Se que está preocupada por lo que pueda pasar ahí dentro, lo entiendo, pero no podemos permitir que eso nos haga cometer errores. Voy a necesitar su ayuda con la radio, cuando esté cerca el CDC avisarán para abrir el perímetro, necesito que tome una radio corta y lo avise por el este canal. Habrá que actuar rápido. También necesitaré que me avise de cualquier otra comunicación que se de. ¿Podrá hacerlo?
Motivo: Intimidar
Tirada: 1d6
Resultado: 3
¿Abrir el perímetro? ¿Se cree usted que esto es Iraq?- La reportera se envalentona, y de no estar la cámara para detenerla es capaz de darle un guantazo a aquel impertinente capitán. - Usted habla más de lo que sabemos, y queremos saber ahora qué está pasando ¿Qué significa eso de un contagio al país? ¿De qué se supone que estamos contagiados?
Bertiña enciende la cámara
En ese momento llegan la soldado Peters y el soldado Grimmes, dispuestos a entrar al hospital
Cuando se acercó a la entrada del hospital pudo escuchar a medias lo que estaba diciendo Odetta. No podía creerse lo que acababa de oir. ¿Qué cojones dice de contagio al país? No era posible, si fuese una epidemia de esas magnitudes les habrían avisado y les habrían proporcionado algún tipo de material protocolario más adecuado.
Ignorando a la periodista y a la entrometida de la cámara que parecía seguir con su labor de grabar, se acercó a su superior y lo saludó nuevamente llevándose la mano a la cabeza - Capitán, hemos conseguido las mascarillas que nos solicitó - dice alargando el brazo y entregándole la caja con las mascarillas - El resto las hemos dejado en la tienda de oficiales tal y como nos pidió.
¿Tenemos noticias sobre a qué tipo de virus o lo que sea nos enfrentamos? ¿Todo bien con el resto de efectivos? - Se apartó un mechón de pelo de la cara y continuó la conversación informando de su postura - El oficial Grimes y yo nos ofrecemos voluntarios para entrar al hospital, señor. Esperamos su orden para entrar.
La miro con seriedad.
-Será lo último que diga, a partir de ahí entienda lo que le de la puta gana. Estamos aquí para levantar una cuarentena, en las cuarentenas nadie entra ni sale por si hay contagios. Ni se lo que ocurre ahí dentro, ni se si es una chorrada o la peor enfermedad del puto mundo. Quizá sea un resfriado jodido o alguna mierda vírica que haga que cagues los putos intestinos, pero ese no es mi trabajo. Mi trabajo es levantar la cuarentena, esperar a que lleguen los de control de enfermedades, valorar tras ocho horas el interior y evitar que la gente como usted toque demasiado los cojones. Como ve, sólo especulo, pero trato el caso desde el peor panorama que me puedo imaginar. Prevenir antes de curar. Ahora hágase a un puto lado, deje de berrear y déjeme hacer mi puto trabajo mal remunerado.
Me giro y saludo a Peters.
-Entremos de una condenada vez.
Camino hacia la puerta del hospital, pero al dar un par de pasos me giro y me encaro con Odetta.
-Usted quería entrar, ¿no? Pues si quiere venga con nosotros, nos vendrá bien que alguien cargue con algunos suministros. (Me da igual cuales sean, sólo quiero que pese algo la mochila, como si la llenan de piedras). Tras esto vuelvo a ir hacia el hospital y hablo por la radio.
-Sargento, queda al mando aquí fuera. Reparta las mascarillas entre los soldados que patrullen entre los civiles y trate de mantener el orden. Avíseme cuando se den las ocho horas e infórmeme de los cambios reseñables en la situación aquí fuera.
Cojo mi equipo, lo compruebo y entro en cabeza.
-Veamos que ocurre aquí dentro.
En cierta manera me siento defraudado, esperaba tener más soldados entre los que elegir, pero es lo que hay. Esperaba que Wilson se decidiera a entrar, pero los virus acojonan a cualquiera. No tengo nada que reprochar.