Partida Rol por web

Con su fusil, Throuman encañonó el ser con intenciones de volarle la capa de los sesos, pero al último momento se lo pensó mejor. Se dirigió a sus compañeros:
-¿Creeis que tenemos alguna alternativa para desacernos de ese? Si abro fuego nos delataremos... Roberto, ¿Qué te parece la barrera?

Roberto estaba paralizado. Las palabras de Throuman casi no logran sacarle de su estupor. Había uno de esos bichos pululando por ahí, y la única forma de entrar, sin bajarse del vehículo, era embestir una barrera metálica.

- Y una mierda... Pensó en voz alta. No quería que le pasara nada a la caravana, con su suerte, seguro que conseguía materse, o algo peor, romper el coche. No sabía que hacer, el sudor perlaba el rostro del orondo carnicero. Solo de imaginarse rodeado de esos zombies, sin vehículo con el que escapar... le temblaba todo el cuerpo.

- ¿Disparar?... Vendrán más, seguro... Lentamente giró la cabeza, hasta lograr enfocar con la mirada a Throuman. - Hay que encontrar otra solución... Lo decía, pero no sabía que podían hacer.

- Podemos bajar... y matarlo a palazos... Parecía que decía lo primero que se le pasaba por la cabeza. - Solo es uno...

Lentamente, Jack bajó la pata de la Harley y dejó que esta reposase inclinada frente a la valla que los separaba de las pistas.

Descendió mientras sacaba un cigarrillo y lo encendía, a la vez que miraba al zombie de la garita.

Escupió, dió una larga calada y dejó el cigarro en el limpiaparabrisas del furgón, sujeto por el filtro, haciendo un guiño a Robert.

Guárdamelo

Cogió el bate de beisbol fuertemente y se acercó a la puerta que lo separaba de aquella cosa, tratando de mantenerse frío.

Roberto parecía hipnotizado por lo que estaba a punto de hacer Jack. Era justo lo que hubiera querido hacer él, pero le faltaban agallas para hacerlo conscientemente.

Como un bobalicón, el italiano sujetaba el cigarrillo encendido que le había pasado Jack. En su cara se reflejaba la tensión del momento, y se mantenía a la espera de los acontecimientos con los ojos abiertos como platos.

La visión del zombie era sin duda aterradora, por muchos que ya hubieran visto. Pero sin duda que la visión de alguien de la envergadura de Jack con un bate era más impresionante.
Pero el motero no sólo tenía que reducir al ser, si no que además debería hacerlo sin recibir rasguño alguno, por lo que no debían renunciar a ningún plan B.
Así que Throuman sacó el cañón de su arma por la ventanilla y apuntó contra el residente de la caseta con intenciones de volarle la cabeza si JD tenía problemas.

Jack se acercó con el bate hasta donde el infectado pugnaba por salir de la garita. El motero intentó acertar en la cabeza del ser pero este, en el último momento, se giró hacia él y la gruesa madera impactó en el hombro destrozándole la clavícula a la criatura. Esta gimió sin sentir ningún dolor y se abalanzó sobre Jack que retrocedió un par de pasos intentando ganar espacio para golpear otra vez. Sin embargo Throuman se adelantó y, de un sonoro balazo, atravesó el cráneo del zombie que se desplomó muerto a los pies de Jack.

El disparo levantó ecos en la ciudad muerta y sería cuestión de tiempo que más criaturas acudieran atraídas por el sonido.

El estruendo del disparo hizo volver en si a Roberto, que había observado horrorizado como el zombie se giraba amenazante contra Jack. Por un momento creyó que habían perdido a otro compañero...

Tiró el cigarro consumido de Jack por la ventana, y sacando la cabeza por esta grito al motorista: - Abre la verja!! No hay tiempo que perder... Con el ruido del disparo, sicuro que nos han oído todos los putos zombies de la ciudad. La voz del italiano era apremiante. Sus manos se aferraban fuertemente al volante de la caravana, mientras su pie tanteaba nerviosamente el acelerador.

Esperaba ansioso y bastante nervioso, que Jack abriera la verja metálica para poder meter el vehículo dentro de las instalaciones. Esperaba que una vez dentro, pudieran cerrar la entrada, y estar más seguros.

Bajó el arma lentamente. El tiro había sido limpio.
Había temido por Jack y no había querido arriesgarse. Sin duda que el motero podría haber reducido el ser a moléculas. Pero aparecer ante los otros supervivientes del aerodromo con un herido de infectado podría tener unas malas consecuencias.

Y a Throuman no le seducía la idea de disparar contra los vivos.

Miró a los alrededores en busca de nuevas amenazas

El tiro de Throuman silbó junto a Jack justo cuando trataba de atinar en la cabeza del zombie. Hombre de poca Fe, murmuró el motero mientras entraba en la caseta y accionaba la apertura de la verja.

VAMOS ESPAGUETTI, METE ESE CACHARRO DENTRO!!.

Una vez la caravana esté dentro, Jack acciona la palanca de nuevo y corre a entrar con la moto antes de que se cierre la verja.

Jack acciona el botón de apertura automática de la verja y corre hacia su moto. Una vez los vehículos están a salvo dentro vuelve a cerrarla mientras los primeros infectados aparecen por la carretera asfaltada que lleva a la entrada del aeropuerto. Una vez dentro, conducís los vehículos hasta la pista de despegue y descubrís allí algo que os llama la atención: un grupo de vehículos todo terreno están aparcados cerca de la salida de la terminal en dirección a la pista. Un camión cisterna permanece aparcado cerca de la pista con la manguera tirada en el suelo. A medio camino del camión, dos cadáveres vestidos con monos de mecánico se encuentran en el suelo. Ambos han sido abatidos con sendos disparos a la cabeza.

La escena le provocó una mueca de disgusto. Demasiados cadáveres provocados por vivos. Claro que los mecánicos pudieron estar infectados y recibieron su justa ración de plomo. Pero ya habían visto demasiado para comportarse ingenuamente.
Volvió a sacar el seguro de su fusil de asalto y se colocó en una posición de tirador.
Los todoterrenos podrían ser interesantes, pero el camión cisterna era muy provable que estuviera lleno de queroseno.
Mientras superaban los vehiculos Throuman no dejó de vigilar todo movimiento que proviniera de estos o de los edificios ceranos.

Jack aceleró hasta colocar la furgoneta entre su moto y los edificios del aeropuerto.

Soy un blanco jodidamente fácil.

Roberto conduce la caravana despacio acercándose hacia los todoterrenos aparcados en línea. Detrás de vosotros siguen llegando infectados que se acercan a la barrera alertados por el ruido. Los más intrépidos la agitan y la golpean intentando abrirla sin éxito. Las pistas de aterrizaje están desiertas y, más allá, en los bajos edificios de la terminal podéis ver movimiento de unos pocos zombies más que deambulan sin rumbo por el interior. Los vehículos están abiertos y con las llaves puestas. Quien quiera que los abandonó, tenía mucha prisa, tal y como atestigua el camón cisterna abandonado cerca de la pista. Entonces os acordáis: ¡la gente de la radio! Dijeron que habían dejado atrás suministros cuando huyeron. Jack abre los maleteros de los coches y descubrís gran cantidad de comida enlatada almacenada en todos ellos. Riendo, el motero hace recuento rápidamente y llega a la conclusión de que hay alimentos para dos meses, aunque no hay botellas de agua por ninguna parte.

-Parece que por fin nos sonríe la suerte -dice el orondo italiano de buen humor-. El grupo de la radio no mentía, es verdad que tuvieron que abandonar sus provisiones. Y los coches parecen en buen estado.

El minusválido se sintió ligeramente estúpido. Tanto predicar que era un farol y ahí tenían provisiones para olvidarse del tema durante bastante tiempo.
Pero aún así el científico sonrió ampliamente mirando a sus compañeros. El hallazgo ponía de buen humor a cualquiera.
-¡Graham! ¿Sabes conducir? Podemos pasar todo lo interesante en uno de los jeeps y llevarlo con nosotros. ¡Ja! Me gustrará ver la cara de Curtis.

-Claro que puedo -contestó el joven bajándose de la caravana. Se acercó a uno de los jeeps y le echó un vistazo al combustible de cada uno-. Iremos en este, el resto de la gasolina podemos pasarla al depósito de la caravana.

Entre todos traspasaron gran parte de los alimentos a la caravana dejando el resto en el jeep escogido. Arrancais los coches y Graham se coloca delante. El guardabarros delantero de su jeep estaba protegido con barras metálicas, así que el joven embistió la valla metálica de la puerta sin dificultad atropellando en el proceso a varios infectados. La caravana le siguió más torpemente y JD cerró la marcha con su moto echando humo mientras las criaturas estiraban los brazos intentando alcanzaros sin mucho éxito. Un poco más alegres, iniciasteis el camino de vuelta a la cabaña.