Partida Rol por web

Tardas un rato en encontrarlo, y incluso temes que ya haya sido ya puesto en su nuevo sitio, pero encuentras el lomo del libro que buscabas: MCDXCIX AD. Lo hojeas mientras el archivista mira hacia otro lado y parece que es lo esperable, estña lleno de nombre, apellidos y anotaciones al lado.

Belasko, como si nada extraño hubiera sucedido, coje el libro de al lado y lo coloca donde proceda, de manera que aunque el archivista hubiera percibido el cambio de ritmo o le surgiera la suspicacia, no podría sino mirar el libro que coloca ahora en su correspondiente lugar alfabéticamente. Después se encarga de colocar el libro que le interesa retirar donde procede, memorizando la situación exacta del mismo y prosiguiendo su trabajo como si tal cosa. Luego continúa y continúa, con toda la eficacia de la que és capaz, para tratar de acabar el trabajo cuanto antes, pues no puede permitirse que le descubran en la torre por la mañana.

Intentas ayudar pero ves después de un rato de colocar libros aquí y allá que posiblemente el pobre archivista necesite más de un día para tal tarea. Sobretodo porque el joven monje ha acabado rindiendose al sueño y ahora dormita con la cabeza puesta sobre el escritorio. Quizá es el momento de marchar, esperando que el Arcano haga que no se acuerde muy bien de tus facciones al día siguiente.

¡Esta es la ocasión que esperaba!

Cuidadosa y silenciosamente, Belasko prepara la salida de escena adecuadamente: reencuentra el libro y redistribuye con dedicación, pero sin emplear demasiado tiempo, los libros de la estantería donde se encontraba el que le interesa, de manera que haya un hueco, sí, pero en otra letra... Un par de minutos bastan para hacerlo. Toma el libro con cuidado y sale por la puerta con todo el sigilo del que es capaz, con el libro bajo el brazo. Hecho esto, sólo le queda desandar lo andado, con la carga añadida del libro, claro está.

Al bajar a la primera planta no tienes ningún problema, siguiendo la ruta de antes minimizas la posibilidad de tener un mal encuentro. Todo va demasiado bien y temes que el Destino te tenga reservado alguna sorpresa.

Tienes el corazón en el puño cuando vuelves a pasar por la sala de guardia, donde aun parecen enfrascados en ese juego de tablero. Siguen sin darse cuenta de tu presencia y te internas en los calabozos, estas tan cerca...

No coges aire hasta consigues salir a la calle y respirar el aire libre, el perro está ahí y te lame la cara cuando te agachas, le coges de la cara y le acaricias para que se calme y no atraiga a los guardias otra vez. Atornillas la reja y solo queda alejarse del barrio real con paso ligero.

En el cielo varios pajaros oscuros baten las alas al unisono.

Caminas rápidamente por el Raval alejándote lo más rápido posible del Barri Reial, supones que en algún momento se despertará el archivista y esperas estar lo más lejos posible de allí.

Una bandada de graznidos te sobrevuela y te asustas debido a lo bajo que vuelan. Antes de que puedas darte cuenta de lo que ocurre la bandada de aves se funde en una caótica nube oscura de plumas negras y horribles chillidos de grajo, la nube se contorsiona y coge la forma de una figura humana.

Te encuentras delante de un hombre totalmente vestido de negro.

-Eso no ha sido muy discreto. Tendría que haberlo sabido desde el mismo momento en que me observásteis en plena noche en la torre. ¿Qué quieres de mi? -dice acusador Belasko con un claro tono de desconfianza. Sus músculos se tensaban por momentos, dispuesto a cualquier cosa, empezando por correr, pero sin descartar plantar cara al desconocido. Con mirada inquisitiva escrutinó al desconocido, sin sorprenderse de sus ropas oscuras contrastadas con rojo carmesí.

Has conseguido llegar hasta la zona del Raval, no parece haber una sola alma en las calles y no sabes muy bien que hora de la noche es.

El hombre se acerca y puedes ver su sonrisa mefistofélica en la boca.
-Bueno, he visto que habéis conseguido, con algo de mi ayuda si se me permite añadir, llevaros algo del archivo de la Inquisición. mi ayuda ha sido quizá muy sutil y por eso ha pasado desapercibida... ¿No os ha extrañado la apatía y incompetencia de la guardia? Aun así lo que habéis hecho es algo muy arriesgado y loable que no me gustaría quitar merito, sino que me gustaría recompensar generosamente. Pedid lo que queráis, lo que más deseéis... a cambio solo tendréis que darme ese libro... nada más-

Belasko retrocede, no titubeando, sino consciente de que el espacio puede ser vital -nunca mejor dicho- en una lucha cuerpo a cuerpo.

-No sé quién sois, ni qué queréis hacer con el libro. Será mejor que me dejéis marchar si no queréis problemas conmigo... y con mis aliados -dice mientras le mira fijamente y a la vez se lleva la mano a la empuñadura de su fiel daga ritual.

El perro está tras tuyo gimoteando, está acobardado por la presencia del extraño sujeto.

El hombre parece darse la vuelta como si se alejara, y da unos pasos alejandose, pero bruscamente se acaba por girar y dice:

-Mala elección... podría haberte conseguido el Cielo si lo hubieras pedido... ¡Pero veo que prefieres el Infierno!.-

Rápidamente parece empezar a recitar una siniestra letania "Soleic sol ne satse euq ortseun erdap. Erbnom ut aes odacifitnas..."

Cita:

y para entonces Belasko ya estaba reaccionando. Prácticamente dejando al sombrío mago con las palabras en la boca, el asilvestrado muchacho giró una esquina casi immediatamente y luego comenzó a correr cual alma que llevaba el diablo.

-Lo que no puedes ver no puede ser afectado, la magia es más lenta que las reacciones humanas.

Sus pies volaban veloces por las zigzagueantes calles de la ciudad...

Corres espoleado por el miedo y cuando crees que lo dejas detrás, de repente tus músculos se engarrotan y no te obedecen. Parece como si se hubieran convertido en madera de lo rígidos que están. Pierdes el equilibrio y caes redondo en una extraña posición mirando al cielo. Escuchas al libro caer y rebotar en el suelo y a pasos acercarse con una tranquilidad pasmosa en tal situación.

Ves desde tu posición al hombre de negro con media sonrisa en la cara, lleva el libro bajo el brazo.

-Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo. En todo caso el efecto no durará mucho, así que.. adiós.-

Y sientes una punzada en tu bajo vientre, después dolor, los músculos parecen volver a la normalidad pero las fuerzas te abandonan poco a poco. En una última mirada ves como el hombre de oscuro se aleja con una de sus manos chorreando sangre, sangre que temes sea tuya.

Y después la oscuridad, la inmensa oscuridad.

Te despiertas en un catre desconocido con un agotamiento y una flojera manifiestos. No sabes muy bien lo que ha ocurrido, pero sabes que estas vivo... el dolor de tu bajo vientre te recuerda la aventura de ayer.