Partida Rol por web

Iyán acaba de dar con el nombre de la catedrática cuando Xoél y Beth entran a la oficina. Xoél parecía tranquilo pero tras su mascara de seriedad su mirada no podía esconder su nerviosismo. La pareja de agentes rodea al jovén que todavía sigue mirando la pantalla del ordenador.

Se estaba haciendo tarde y Alba y Sonia no aparecían por ninguna parte. Era hora de cotejar notas, ideas y nuevas pistas y hacer avanzar la investigación sobre el fiambre.

—Iyán, tenemos faena de la buena... — exclamó a su compañero mientras entraba a la oficina. Era un nervio andante, una de esas personas que no saben guardarse sus sentimientos o pensamientos, por mucho que quisiera.

Acelerando el paso, se dejó caer en el escritorio de Iyán, tirando de un tranquilo Xoel, sin soltar lo que llevaba en las manos.

— Mira... — al abrir la palma, un pendrive de la policía descansaba. — Tenemos las imágenes del calvo que se escapó del trágico accidente... No me costó demasiado, la verdad — sopló un mechón de pelo que caía divertido sobre su frente, de forma despreocupada. — Pero necesitamos que realices tu magia y aclares la imagen... Ya sabes... — se tapó la boca para que nadie leyera sus labios. — Las cámaras de tráfico son una mierda... A ver si puedes sacar su rostro para cotejarlo en la base de datos de la policía.

Soltó el pendrive para que su compañero comprobara las imágenes.

— ¡Y venga, dile lo de la radio! Siempre distraído... Cuando quiere, saca su carácter, que no te engañe Iyán... — miró a su compañero que aún descansaba delante de su ordenador, para ver si se reía de su broma. — Los cascos, va, Xoel...

Seguía pendiente de la pantalla cuando Beth y Xoel entraron por la puerta. A su lado, en un pequeño cuaderno, se podía leer un nombre apuntado: María Dolores Rosón.

Apartó la vista del ordenador para centrarla en la catalana. Le caía bien aquella chica, era bastante maja y parecía una gran profesional. Le dedicó una sonrisa mientras ella le contaba lo que habían descubierto.

—A ver esas imágenes... —dijo, tendiendo la mano para recoger el lápiz de memoria—. Yo también he descubierto que el medallón debe ser mucho más antiguo de lo que pensaba. Tiene una inscripción de un ser mitológico, conocido sobre todo por el norte. En Asturias lo llamamos Nuberu, un ser relacionado con las tormentas. Tengo aquí el nombre de alguien que quizás nos pueda decir algo más sobre ese ser mitológico.

Mientras conectaba el lápiz en el ordenador Iyán dirigió una mirada a Xoel esperando a que él dijera algo, sobre todo porque parecía tener también datos sobre la radio que habían conseguido en la barca del narcotraficante. Y mientras esperaba, las imágenes empezaron a salir en la pantalla. El joven abrió un programa de edición, de los mejores del mercado, para intentar limpiar la imagen todo lo que pudiera.

—Que arriba te vienes, cabrona — protestó sin intención alguna de maldad, en camaderia. Luego saludó a Iyan con una sonrisa comedida—. Venga, ya lo dije yo que tiene algo relacionado con los místico. Pero soy el loco. 

Después se dejó hacer un poco por la inquieta de Beth y tras escuchar lo conversado entre ambos agregó. 

—Hay una voz que se lamenta, como si se hubiera chivado a sabiendas de lo que iba a pasar por ello— dijo en un tono serio—. Cómo un ajuste de cuentas, igual no me cierra nada de todo esto y debemos encontrar al calvo ese para atar cabos. Es nuestra opción viable para saber que diantres sucedió en esa lancha. 

De igual manera le acercó los cascos para darle a Iyan, así podía escuchar la grabación. 

- Lancha VI74H14 S.O.S
- Repito. Lancha VI74H14, necesitamos ayuda. Estamos en frente del antiguo faro.
[El ruido ensordecedor de la tormenta y la lluvia ahoga lo que fuera que estuvieran diciendo por un momento]
[Se escucha una voz temblorosa algo más lejana] 
- ¡No podemos hacer nada! ¡Lo han llamado!
- ¡Cállate Alvarito, carayo! ¿Te has vuelto loco?
- Lancha VI7....
- ¡Yo no tengo la culpa! Papa, ¿porqué lo hiciste?
[Silencio]
- Ya viene.

Con los últimos sonidos distorsionados de la transmisión escucháis los pasos lentos de vuestra compañera Alba. Al abrirse la puerta de la oficina os dais cuenta que no viene sola. Delante de ella y con las manos esposadas camina una joven apesadumbrada. Tiene el pelo revuelto y la mirada de alguien derrotado por mil avatares diferentes. Alba no puede evitar sonreíros, es inherente a ella, pero tampoco parece del todo tranquila.

Deja a la sospechosa en una sala de interrogatorios y cierra la puerta con llave. A falta de Sonia (que recordemos no forma parte de ningún cuerpo policial) estáis todos reunidos de nuevo. Es hora de dar cuerpo a la investigación.

La mujer guía a la muchacha despacio y con suavidad por la comisaría. Al pasar al lado de sus compañeros les sonríe con gesto cansado y procede a acomodar a la detenida en una sala de interrogatorios. Cuando se asegura de que alguien la está vigilando cierra la puerta con llave y vuelve a junto a los suyos, después de pasar por la máquina de aguas.

-Eh, chicos.- Saluda con tranquilidad poniendo la botella de agua en la mesa de Iyán sobre una servilleta, para no mojársela con condensación.- ¿Cómo ha ido todo?.-Se inclina un momento y rebusca en su bandolera. Saca una pistola cuidadosamente metida en una bolsa de pruebas.- Te cojo un rotu.- Con letras capitales cubre la etiqueta de datos y luego deja la bolsa de pruebas en la mesa.- Luego tengo que llevar esto a pruebas, a no ser que quieras procesarlo tú, Iyán.- Inclina un momento la cabeza.- Yo apenas he conseguido nada: la chica está aterrorizada. Cuando me ha abierto la puerta ya me estaba apuntando con una pistola.- Da un sorbo de agua; el único gesto de nerviosismo es que le tiemblan un poco las manos.- He intentado desescalar la situación pero no ha habido manera. Ha acabado apretando el gatillo y si no llega a ser porque la pistola estaba sin cargador ahora mismo igual no estaba sentada aquí de cháchara.- Concluye con serenidad.- Lo único que he sacado en limpio es que creía que lo habían matado, no que se había muerto. Creo que necesita ayuda psicológica y hay que interrogarla después de que haya dormido, me parece.-Suspira y apoya toda la espalda en el respaldo de la silla, mirando al resto.- Espero sinceramente que no hayáis tenido una mierda de tarde como yo...

La voz de Alba hizo que la catalana apartara su mirada del medallón que había estado investigando Iyán, para fijarse en su compañera. Apartando sutilmente a Xoel de su campo de visión con un leve empujón sobreactuado, observó a la mujer que acababa de llevar a la sala de interrogatorios.

— ¿Pero estás bien? — se preocupó tras la breve explicación de Alba, notando el sutil temblor en sus manos al beber agua. Beth sabía que ese tipo de situaciones podían afectar demasiado a una persona, así que rápidamente intentó quitarle el incidente de la cabeza a su compañera.

— Encontré a nuestro calvo en las cámaras de tráfico, herido, huyendo del lugar a punta de pistola. Ahora Iyán — le dio un toquecito con el puño en el hombro al asturiano — estaba intentando hacer su magia para hacer nítidas las imágenes y tener un rostro con el que cotejar nuestra base de datos. Y Xoel es un aficionado a la radio, no se le da mal... — sonrió a su compañero de patrulla. — Lo malo es que es muy cerrado, y eso de hablar por la radio no lo lleva muy bien... Pero no es mal tipo y se deja querer — se tapó la boca con la palma de su mano con ese último susurro, dejando a Alba como única oyente, aunque sabía que todos en la sala lo escucharían igualmente, dejando a sus compañeros que explicaran lo que habían encontrado al seguir todas las pistas.

—Cabrona, que la sigues.

Fue lo único que soltó Xoel a Beth cuando lo empujó, estaba muy interesante la conversación con Iyán y al ver que Alba apareció allí, su rostro reflejó un efímero atisbo de preocupación. Ya tenían una testigo en la sala de interrogatorios pero lo que comentó su compañera le generó un estado de alerta, más que nada porque se estaban metiendo en un oscuro sendero de información, situaciones desafortunadas y como no, peligros. 

— La radio es un tanto esclarecedora, habla uno que da la impresión de que chivó a su padre y venían a por él. Pero es una interpretación, no sé que más hay en esto— confesó el policía y le dio un toque en la espalda a Beth—. Mueve el culo, vamos a interrogarla. 

Tras esto la instó a que lo siga, sólo que antes de retirarse con su compañera, se dirigió hacia Iyán y Alba. 

— Escuchen el audio, me interesa saber sus opiniones y por cierto, él tiene algo interesante que va con mi sospecha de que hay algo místico en todo esto. 

Sin más, se dirigió hacia la sala junto con un café que le daría a la mujer. 

El trabajo se le acumulaba a Iyán. Intentaba limpiar las imágenes que Beth le había dado y, mientras esperaba que el programa que usaba fuera limpiando las distorsiones, cogió los cascos que Xoel le tendía. Pero no llegó a ponérselos. La interrupción de Alba, junto a una joven esposada, dejó al asturiano preparado para escuchar las novedades que traía su compañera.

—Joder —exclamó sin poder evitarlo—. Menudo susto te debiste llevar. —Observó cómo Alba rotulaba la bolsa donde había metido la pistola, negando la cabeza ante su comentario—. Será mejor que lo dejes en pruebas, ahora mismo estoy un poco saturado.

Dedicó una sonrisa que, en su rostro aniñado, se percibía cándida e incluso infantil a las dos chicas del grupo; tanto a Alba para darle unos silenciosos ánimos como a Beth ante aquel contacto de su puño en el hombro del joven.

—Sí Xoel, ahora escucho la grabación e intento sacar alguna conclusión —dijo, pensando en que aún tenía pendiente también el trozo de tela encontrado. Definitivamente se le estaba acumulando el trabajo—. A ver qué os cuenta esa mujer. Y sobre lo místico… —Se quedó mirando el medallón antes de levantar de nuevo la vista a Xoel—. Cuando terminé aquí quizás me pase a hablar con la tal Dolores Rosón. —Se giró hacia Alba—. Ahora te cuento.

Mientras la catalana y Xoel se alejaban, Iyán le puso en antecedentes a Alba sobre lo que había descubierto.

Cuando el programa de Iyán termina con la imagen el rostro del sospechoso es claro y nitido. Hay esta vuestro "calvo". Cotejar la imagen con la base de datos de la policía requeríria muchísimas horas de trabajo y quizas algún becario podría echaros una mano. 

Mientras Alba e Iyán escuchaban el audio de la radio Lucia esperaba en la sala de interrogatorios, ahora algo más tranquila.

La sala no es más que un cubiculo con una mesa y varias sillas. Una luz fluorescente le daba un toque más lugubre si cabe a toda la situación. Una de las paredes tiene un espejo opaco, que no es más que una cristalera para que los policias que estuviesen en el otro lado puedan observar los interrogatorios. Además de todo esto, la sala también tiene una camara y microfonos para que los detectives (en este caso Alba e Iyán) puedan escuchar la conversación. 

Beth y Xoél entran y cierran la puerta tras de si. Lucia los mira con sus ojos vidriosos y con las manos extendidas en la mesa. Parece cansada y triste.

— El poli bueno y el poli malo, la clásica... — bromeó con Xoél mientras agarraba la foto impresa del sospechoso que había obtenido gracias a Iyán, agradeciéndole el trabajo con un pequeño apretón en el hombro antes de colocar la foto sobre el pecho de su compañero para que la sostuviera.

— Imagino que ya te leyeron tus derechos, Lucía — arrastró la silla para sentarse frente a la muchacha nada más entrar a la sala de interrogatorios. — Esto es sencillo, si nos ayudas, te podemos ayudar con lo sucedido, te podemos proteger... —recordó las palabras de su compañera, sabiendo lo aterrada que la había encontrado.

La catalana volvió a levantarse de la silla y, agarrando un vaso de papel, lo llenó unos dedos de agua, antes de volver a sentarse.

— Ten, bebe algo... — le tendió el vaso cerca de sus manos temblorosas. — ¿Qué nos puedes decir de Álvaro? ¿Qué relación teníais? ¿Me puedes hablar de su entorno, de su padre, por ejemplo? — dejó caer esa semilla esperando a que contestara referente al padre del fallecido, sabiendo que Xoél haría lo propio con la fotografía del calvo.

-Me he llevado un susto pero se me fue pasando conforme me daba cuenta de que no tenía una bala dentro. Estoy más preocupada por ella: está muy asustada.- Asiente un momento, realmente con tal de que puedan trabajar juntos le da un poco igual cómo sea Xoel.- No te preocupes por eso, también dicen de los gallegos que somos un poco...cerrados. Suerte en el interrogatorio.

Levanta un momento al escuchar lo de lo místico. No puede evitarlo: pone los ojos en blanco. Forma parte de un pueblo lleno de tradiciones y costumbres, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

-No te preocupes, podremos encontrar a una meiga de ser necesario.- Levanta su teléfono móvil.- Tengo al compoñedor(1) en marcación rápida, también. Solemos llamarlo cada vez que en mi casa se pasan de cafres jugando al fútbol. Alguien siempre termina cojeando.-Gira la cabeza un segundo.- También sabe de críos canijos y esas cosas...

Espera a que Iyán se lo cuente todo con una sonrisa paciente y luego asiente mientras coge un casco para poder escuchar la grabación con él.

-¿En qué te puedo ayudar?...Supongo que crees que la señora Rosón podría contarte algo más acerca de la versión gallega de vuestro...Nuberu.

Lucia parece reaccionar positivamente a tu tono sosegado aunque al coger el vaso no lograr esconder un temblor de manos alarmante. Parece entender todo lo que Beth le dice pero al mencionar al padre de Alvaro su cara se convierte en un poema - ¿Pp..ppero como sabéis lo de su padre? - parece que se olvida del vaso, manteniéndolo cerca de la boca pero sin terminar de beber el agua. - Alvaro y yo somo.. éramos pareja. Alvaro creció con su padre en Torralves, una aldea perdida en el interior. No sé que ocurrió pero toda la familia esta mal vista por allá y Alvaro huyó a Vigo en cuanto pudo. Desde entonces su padre le solía mandar dinero, mucho dinero. -Al contar toda esta historia Lucia vuelve de nuevo a relajarse, como si el mero hecho de expulsarlo de su cuerpo le tranquilizará. 

- Pero no fue hasta hace poco que empezamos a recibir muchísimas cartas de él. Una cada día casi. Alvaro las destrozaba la mayoría pero sé que escondió alguna en algún lugar de casa. De todas formas, todo empeoró realmente la semana pasada. Según me contó Alvaro, una tarde se encontró con un amigo de la infancia, un tal Marcial y por alguna razón este encontronazo lo aterrorizó por completo. No paraba de repetir que "aquello no fue su culpa". Empezó a llevarse un medallón consigo a todas partes, uno de estos medallones de algún santo de su pueblo y lo apretaba con fuerza de vez en cuando.

Por fin, recuerda el vaso y acaba dándole un sorbo. - Creo que apuntó la dirección de ese chico en alguna parte. Se queda callada un buen rato, pensando en algo. - Por favor, decirle a vuestra compañera que lo siento..no era mi intención hacerle daño.

En cuanto a Rosón, su puesto es público, sabéis donde encontrarla y también tenéis el número de teléfono de su despacho.

Esperaba que el interrogatorio a Lucía diera más pistas por las que tirar, porque las necesitaban. O al menos lo que necesitaban era un hilo general del que tirar ya que, hasta esos momentos, lo único que tenían eran pequeños flecos que no parecían llevar a ninguna parte. Y para colmo estaba todo ese tema de creencias populares, mitos y cuentos infantiles.

—No lo sé Alba —contestó a su compañera a la vez que movía repetidamente la cabeza a ambos lados—. Tengo que reconocer que me está obsesionando bastante ese medallón. Es muy antiguo por lo visto, quizás demasiado para que esté en manos de un vulgar narcotraficante. Parece una reliquia que mantendrías guardada en un cajón de tu casa, no lo llevarías encima. Pero sí él consideraba que era algún símbolo de protección… Puede que esa mujer, Dolores Rosón, nos diga algo interesante. —Hizo una pausa para respirar mientras por el micrófono oía a sus otros dos compañeros interrogar a la sospechosa—. No es que crea en estas cosas pero… 

No concluyó la frase y cogió el otro auricular para escuchar la grabación que había llevado Xoel. La escuchó un par de veces, enarcando de vez en cuando una ceja sorprendido.

—¿Papá? —repitió palabras de la conversación—. ¿A quién habrían llamado? ¿Quién estaría yendo? Bufff… Qué raro todo.

Se quitó el auricular pensativo antes de que sus ojos se posaran en el número de teléfono de Dolores Rosón.

—Creo que voy a concertar una cita… 

En su cabeza seguía escuchando la conversación de la radio, pero poco podía hacer sin entender qué estaba pasando. Pensativo, marcó el número de Dolores Rosón y esperó, dirigiendo una mirada a Alba mientras le dedicaba una tímida sonrisa.

Tras un par de minutos de espera y unos cuantos traspasos de lineas Iyán escucha la voz ronca de la Dra.Rosón. - Buenos días agente, digame en que puedo ayudarle. 

Le regaló un guiño a Beth antes de ingresar a la sala para interrogar a la mujer, como una mera señal de complicidad y porqué no, algo de chulería que en unos pocos segundos apagó para dar paso a una sombría actitud ante la situación. 

Muy acostumbrado a este tipo de situaciones, permitió tras dejar el vaso con el café humeante a que sea su compañera la que inicie la conversación mientras sacaba su anotador de color azul. Tenía años, había sido un regalo de Beth cuando se conocieron en la Academia y aún lo conservaba pese a todo. 

—¿Lucia, verdad? — preguntó algo muy básico y continuó —.  Encantado, soy Xoel. Bueno como verás estamos queriendo entender un poco a tu chico Álvaro. Parece que esa frase de que no "fue su culpa" le sigue persiguiendo. 

Tras soltar sobre ello, intercambió miradas con Beth y continuó. 

—¿Que sabes de este amigo suyo Marcial? ¿Conoces su apellido, dónde vive al menos?— dijo tranquilo—. Tu novio... ¿Tiene algún asunto con alguien? Ajustes de cuentas, alguna rencilla, ya sabes. 

Después negó con la cabeza. 

— Descuida, estará bien.