Se supone que aquí intentaré organizarme un poco.
juas juas juas
Presentación Praetus:
Una intimidatoria figura os observa desde un promontorio cercano. Sólo distinguís si silueta pues el naciente sol del amanecer emerge por su espalda. Los segundos pasan lentamente mientras el rápido ciclo solar del planeta hace que la figura sea cada vez mas reconocible.
Observáis que su servoarmadura es completamente negra, sobre ella lleva una larga y pesada túnica de aspecto monacal. En el cuello destaca un pesado emblema con la forma del Aquila Imperialis prendida a un collar de cuentas blancas. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho y entre ellos descansa una poderosa arma que, en el silencio del amanecer, casi juraríais que oís zumbar gravemente del poder contenido que alberga.
Pero lo que llena vuestros corazones de sobrenatural respeto y miedo es su rostro. El casco con el que se cubre tiene el visor tallado en forma de una cruel y sonriente calavera de un blanco inmaculado que resalta contra el negro de la armadura.
- Soy Praetus, Reclusiarca de Los Custodios de la Muerte. – Su voz de por sí poderosa es amplificada por la unidad vocal de su servoarmadura y llega hasta los mas recónditos escondrijos de vuestra alma. – El Emperador, Bendito sea por toda la Eternidad, ha hecho brillar con cegadora fuerza Su Bendición sobre vosotros. Habéis sido elegidos, jóvenes neófitos, para formar parte de Los Custodios de la Muerte, Cámara Militante de la Ordo Xenos de la Sagrada Inquisición. – Dejó unos segundos de silencio para que asimilasen las implicaciones de tales palabras; la pausa fue la justa para ahondar en sus corazones y prepararlos para la segunda parte de su discurso. – Jóvenes neófitos sobre vuestras cabezas podéis ver como este planeta amanece y a él llega la luz del sol. Junto a ella hemos llegados nosotros, portadores de la Verdadera Luz, la Luz del Emperador. Allá en las estrellas, ocultos y silenciosos como siempre hemos sido, Los Custodios de la Muerte junto a la Inquisición, velamos por el Imperio. Esta es vuestra prueba – dijo mientras descruzó los brazos y señaló hacia el suroeste de vuestra posición. – Avanzad y obrad en consecuencia. El fracaso no es una opción. La muerte… Sí.
Volvió a cruzar los brazos y guardó silencio, observando desde las profundidades del yelmo-calavera a los neófitos.