Me quedo asombrada ante la belleza, extravagancia y absurdez de lo que me rodean. Es un bosque en el que no había estado jamás. Sobresalía una vegetación muy densa, extraña, diferente. Arbustos enormes con formas de animales. Humos de colores ascendían desde diferentes partes. Ruídos absurdos por doquier.
Miro con asombro a la mujer que se hace llamar la Reina Blanca, mientras subo uno de los tirantes de mi vestido azul que se había resbalado hacia mi hombro.
- Es... es... extraño - no se me ocurre otra palabra -. Oiga... verá... voy a casarme dentro de unas horas, señora. Agradezco mucho su...mmm... invitación, sin embargo tengo otras obligaciones que cumplir. ¿Podría decirme como volver a casa...?
Antes de que ella pueda contestar y yo seguir insistiendo, noto como algo tira de mi pie y me caigo sobre mi trasero. Me doy cuenta de que mi zapato ha desaparecido como por arte de magia...
- ¡Mi zapato! - grito, incrédula.
- ¿Te falta un zapato, querida? - intervine, inclinándome para cercionarme de que lo que Alicia decía era cierto.
Desbordando cariño y ternura, rodeo con mis brazos a la joven Alicia con una sonrisa maternal en los labios. Le ayudo a ir hasta la cómoda y enorme cama y la siento en el borde.
- Es mejor tener cuidado, entonces - digo. Abro un ernome armario y, al poco rato, le doy un zapato azul que no le quedará mal con el otro negro. Quizás ni se note la diferencia -. Los espías de la Reina Roja entran a su antojo donde les place. Por favor, Alicia, apártate de la ventana. Es peligroso que descubran que la antigüa Reina ha regresado al País de las Maravillas. Los intrusos no son bienvenidos.
-¿Peligroso? - inquiero, sin comprender - Me caso hoy misma, señora. Agradezco muchísimo su... - intento buscar la palabra adecuada - hospitalidad. Sin embargo, debo irme cuanto antes. Si fuera usted tan amable de decirme el camino de vuelta a casa me sería de gran ayuda.
Alicia se retoca el cabello. Para su angustia, el precioso vestido azul está rasgado y y tiene un aspecto bastante despreciable. Con toda seguridad, aquel suceso tan extraño haría que llegase tarde a su casamiento...
Pero... ¿A quién pretendía engañar? No deseaba volver, no deseaba casarse con aquel hombre, Estaba segura que sería mucho más feliz encerrada en aquel mundo tan extraño en el que había despertado sin saber cómo.
Entonces unas palabras resuenan en mi mente.
- ¿Ha dicho antigua Reina?
Alicia se mira con el ceño fruncido los zapatos diferentes. Titubea, pensando que todo aquello no tiene ni pies ni cabeza. Sin embargo, empieza a sentirse asustada y aquello no le gusta nada.
- No sé de que me está hablando - dice, ahora con la voz desesperada y temblorosa -. No sé nada de ninguna Reina, ni de nada de esto. No la conozco a usted de nada. Únicamente sé que soy de Londres y que en breve me caso...
La Reina Blanca cierra a cal y canto la ventana mientras tatarea una canción.
- ¿Londres? ¡ja! ¡Londres! ¡Qué tontería! ¡Ese lugar no existe!
Alicia se cubre el rostro con las manos.
- ¡La única tontería aquí es lo que usted me está diciendo! - gira la joven, perdiendo totalmente la compostura.
-MIAAAAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU-digo para atraer la atención de la supuesta peligrosa dueña del zapato-arma intentando parecerle encantador. Mis ojitos brillan con encanto y me enredo entre sus piernas sin quitar la vista de un nuevo zapato...¡¡¡¡Nuevo zapato!!!, ¿El zapato no era un arma? ¿O me lo inventé yo? ¿Quién soy yo? -¿Miau?-La niña no me quita los ojos de encima mirandome como si fuera un muñequito...quiere matarme, lo sé... ¡como odio los zapatos!...
Antes de que la absurda conversación que mantengo con esa extraña Reina vestida de Blanco continué hasta un límite de estupidez insospechado, y antes de que pueda seguir desesperándome por lo surrealista de mi situación... siento un aullido agudo de gato que me hace recordar por unos instantes a Diana, mi gata de cuando era niña.
El felino se enredó en mi pierna sin dejar de miñar. Al momento me quedó claro que aquel gato que aparecía de la nada y paulatinamente no era un gato normal. Muevo mi pierna, asustada, para liberarme de él.
- ¡Por Dios! ¿Este gato es suyo? - le pregunto, a la Reina Blanca.
- ¿Gato? - inquiero mirando a mi alrededor. El gato ha desaparecido - ¿Has dicho gato, Alicia? ¡Oh, por todos los ases!
Comienzo a dar vueltas, desesperada por la habitación. Me asomo a la ventana nerviosa, perdiendo mi mirada en el estravagante paisaje que nos rodea. Alicia me sigue, disparándome preguntas a las que no consigo escuchar. me inclino sobre mi cómoda y saco una daga del primer cajón.
Se la doy con firmeza, obligando a la joven a cogerla.
- ¡Alicia! ¡Corremos grave peligro! ¡Mi hermana te busca!
La joven no da crédito a lo que digo. Tira la daga en el suelo y me coge de la mano. Agarro su mano para tranquilizarla.
- No podemos permitir que te hagan daño, Alicia - repito -. Eres vital para destruír el gobierno de mi malvada hermana.
Una terrible jaqueca azota mi mente. De pronto el terrible destino de un matrimonio indeseado se tronca ante verse amenazada mi vida. No sé dónde estoy, pero al parecer aquella mujer me conoce. No sé cómo salir de allí. No sé cómo he entrado allí.
Suelto su mano y me dejo caer en la cama, tapándome el rostro con las manos, mirando la daga que he tirado al suelo.
- ¿Qué se supone qué debo hacer para destruír el gobierno de tu hermana? - pregunto - No tengo conocimientos de guerra, no tengo un ejército, no sabría gobernar.
Lo primero, lo primero - digo canturreando mientras agito mi dedo con delicadeza delante de la nariz de Alicia- olvidar "Plondres", la boda y ¡dejar de volverme loca!
-Conocimientos de guerra...tú...un ejército...¡JA! ¿A caso no recuerdas nada?- exclamo mientras la preocupación va aumentando en mi rostro y se me marcan esas HORRIBLES arrugas que me han salido últimamente.
Me siento en la cama con delicadeza y paso mi mano por la cabeza de Alicia, en tono conciliador.
-Tienes un aspecto horrible niña. Tienes que ponerte algo mas...adecuado.
De un salto, abro las puertas de un armario distinto al anterior y empiezo a sacar un montón de vestidos.
-No, un vestido rosa no sería lo mas conveniente...uh, ¡uno rojo sería una provocación!- exclamo mientras voy apilando los vestidos en el suelo- Uno verde...bueno, así no se te veria tanto- digo riendome de mi graciosa ocurrencia- ¡éste es perfeeecto!
Saco el vestido y mientras lo balanceo delande de la cara de Alicia, ésta se dá cuenta de que es un vestido idéntico al suyo, pero nuevo y reluciente, con un aspecto mágico.
Espectante ante su reacción, se lo tiendo.
Suspiro profundamente. No tengo otra opción. O volverme loca como ella o pensar que estoy loca siendo la única cuerda.
Asiento, sin mostrar entusiasmo, y cojo el vestido que me tiende sin decir nada. Paso a la habitación continua, idéntica a la anterior, y me lo pongo dejando el anterior, sucio y roto, en el suelo, emitiendo un leve gemido.
Pensando en el jaleo que mi ausencia debe de estar formando en casa, sonrio ligeramente. Con ese vestido no destaco tanto en la estética de lo que me rodea. Sonrio. En mis adentros, estaba deseando que algo así sucediese para salir de la vida en la que me hallaba prisionera.
Vuelvo a donde la Reina Blanca, con timidez, y sonrio con algo de malicia.
- ¿Mejor así, señora? - digo, con una leve reverencia - Está siendo usted muy amable con todo esto.
Los modales ante todo.
- Y con respeto a su pregunta anterior, no, no recuedo nunca haber estado aquí, señora. Sin embargo, si usted lo dice... ¿Por qué no iba a ser verdad?
Sonreí. Era sencillo seguirle la corriente.
-No es molestia- digo en tono conciliador.
-Ójala no tuviera razón y todo esto fuera mentira Alicia...
Al momento, dos tazas de té avanzan hacia una mesita de mármol tallado que ha aparecido de la nada.
Mientras me coloco los pliegues del vestido, escojo con cuidado las siguientes palabras que voy a decir en alto pues no quiero que la chiquilla se asuste; mas bien sé, que es probable que esta me esté siguiendo la corriente y en realidad no esté creyendo nada de nada...
-Sé que es algo injusto por mi parte, pero sea lo que sea que tengas que hacer en...¿cómo se llamaba...clonders?, puede esperar.
No recuerdas nada todavia pero confía en mí. En muy poco tiempo te irás acordando.
Una sonrisa muy poco convincente cruza mi rostro.
-Bien, el primer esfuerzo que te toca hacer para recordar todo esto, Alicia, es imaginarte por un instante un conejo blanco.
Mis ojos rebosan esperanza...
Cada vez que dice "Clonders" siento unos irrefrenables deseos de echarme a reír. Era curioso, pero desde hacía mucho tiempo no era capaz de sentir esa necesidad de reírme espontáneamente.
Escucho la pregunta, mientras observo sus ojos esperanzados. Asiento levemente con expresión pensativa, y arqueando una ceja.
- Le va a parecer una locura, señora. Cada vez empiezo a pensar que todo esto es una locura - comienzo, con una sonrisa de desconcierto -. Sí, realmente recuerdo un Conejo Blanco en mi infancia, con el que soñaba repetidamente. Además, logré dibujarlo después de tener uno de los sueños más reales que una persona puede tener.
>> Era realmente absurdo... El Conejo Blanco iba vestido... tenía reloj y... se colaba por una madriguera - me rio de mis propias palabras - ¡Pero únicamente era un sueño! ¿Cómo demonios puede usted saber eso?
Perdona la tadanza ;)
En breve nos uniremos al grupo.
- ¡¡¡Las tres, las tres!!! ¡¡¡Ya son más de las tres!!!
Entro en la Cabaña de la Reina Blanca, trazando semi-círculos y tropezándome con la correa de mi desproporcionado reloj de bolsillo. Tengo las orejas en alto, y los ojos saltones, enormes.
Subo las escaleras por pares de escalones, con las mejillas encendidas y sudoroso.
Hago una reverencia exajerada dirigida hacia la Reina Blanca, tocando el suelo con la punta de mi nariz.
- ¡Oh, gran Reina Blanca! Heme aquí. Disculpe el retraso.
Me fijo en la otra joven que me mira sorprendida, con las cejas arqueadas y doy un brinco hacia atrás.
- ¿Alicia? ¿Alicia? - pregunto - ¡Muy mal, señorita, llega usted con diez años de retraso!
Antes de que la Reina Blanca pueda responder a lo que le conté, sintiéndome un tanto ridícula por hacer semejante confesión, el mismo Conejo Blanco que describía, irrumpió en la habitación, haciendo una profunda reverencia.
Lo miro muy sorprendida, y más aún cuando compruebo que el animal personificado sabe mi nombre y me recuerda. Debido al shock y a todo lo ocurrido en aquel día, ignoro lo abusrdo de la situación, me levanto y, exhibiendo el nuevo vestido suministrado por la Reina Blanca, hago otra reverencia para recibir al Conejo.
- Disculpe el retraso, Conejo Blanco - digo con una media sonrisa, teniendo la sensación de estar actuando en una obra de teatro -. No conocía que tuviera ningún tipo de cita con usted...
Miro a Alicia con una sonrisa a modo de disculpa.
-He aqui...-digo mientras señalo con la palma de la mano abierta al conejo- ...a esto exáctamente me refería.
Temo que Alicia se esté asustando demasiado. No quisiera apabullarla y prefiero que escuche lo que el conejo tiene que decir.
Cruzo las manos mientras le miro casi tan expectante como ella.
Pasados los exámenes y algún que otro contratiempo, estoy de nuevo al 100% :)
El Conejo Blanco miró, incrédulo a Alicia. Estaba claro que tenía que haber un error... Era prácticamente imposible de que Alicia no lo recodase, pues él había jugado un papel vital durante su reinado... ¡¡Por todos los Corazones!! ¡¡Él había sido su más fiel recadero y su más fiel reloj andante!! Se sentía profundamente indignado, pero no había tiempo para quejas...
El tiempo corría en su contra. No había ni un sólo momento que perder.
- Creo recordar, señorita, que habíamos quedado para tratar asuntos del reino a las 10.00 am hace exactamente 10 años, 20 días, 4 horas, 20 minutos y 2...3...4...5 segundos.
Alicia se retorcía los dedos. Miró de soslayo a la Reina Blanca, antes de volver a dirigirse al conejo.
- No creo que hace diez años estuviera capacitada para dirigir asuntos de ningún reino. Apenas tendría... ¡8 años, señor! Debe de haber una gravísima equivocación.
Yo si que llego tarde a mi boda, pensó la joven, con una sonrisa.
El Conejo Blanco sacudió la cabeza.
- No hay tiempo de explicaciones - replicó -. La Reina Roja ha recibido la visita de su Hermanastra y creo que ambas están dispuestas a buscar a los intrusos en el país de las Maravillas. Reina Blanca, es sólo cuestión de tiempo que se dirijan aquí para interrogarte sobre al asunto.
-¿Qué hacemos con Alicia?- pregunto mientras que mis ojos se abren como platos.
-Si la escondo en la cabaña...la van a descubrir. Pero si no me encuentran aquí dentro va a resultar demasiado sospechoso...
Miro a Alicia, angustiada.