4 enero 1700 T.E. 22:44. Nublado. Día plomizo y frío. 4º. Fortificación de Morkai (Barracón de transeuntes). A unas horas de camino de la ciudad fortificada de Kuska. Cerca de la frontera con Rhudaur.
Por la manaña una hora de ejercicio, antes del desayuno. Correr por el patio con todo vuestro equipo. Habíais dejado ya la costumbre de pillar vuestras cosas para ir a clase. Por la mañana, deporte, desayuno, clases ... y comer.
Por la tarde, se os dejaba un poco de cancha, y sobre las 4 a clase otra vez, hasta la merienda. Luego, a vuestras cosas. Tras la merienda teníais libre, pero era un martirio, porque os tocaba todas las noches un ratito de centinela adjunto. O sea, estar con el centinela de turno. Esos soldados lo agradecían, pero para vosotros, teniendo en cuenta que por la mañana había clases, deporte y ... luego un largo día, era un martirio.
Pero había una novedad. Por lo visto, alguien decían que a 3 kilómetros venía un stravari andando, hacia la fortaleza.
Todo puede ser atacado. Sobre todo una nación que está en guerra.
Los días pasan y la rutina se convierte en monotonía. El no tener un día de buen descanso poco a poco pasa factura. Incluso en la calle de vez en cuando podía descansar toda una noche seguida, pero aquí es imposible.
Intento memorizarlo todo, no soy una cabeza de chorlito como algunos de mis compañeros, pero el cansancio hace mella incluso mentalmente.
Finalmente un cambio, ¿pero será algo bueno o malo? Miro a los superiores esperando sus órdenes para saber qué debo hacer, aunque estoy preparada para ir a por el arco.
Espero a actualizar, por si quieres ver lo del stravari.
Mientras espero observo alrededor buscando a algún soldado más veterano o a mi instructor. Si veo a alguien, me acerco a preguntar qué es un stravari; si no veo a nadie, pues me quedo con la duda.
21 enero 1700 T.E. 22:49. Nublado. Noche plomiza y fría. -4º. Fortificación de Morkai (Barracón de transeuntes). A unas horas de camino de la ciudad fortificada de Kuska. Cerca de la frontera con Rhudaur.
Varios de los compañeros, estando libres, comentan de ir a ver al "visitante" que se aproximaba. Le preguntas a esos mismos y comentan: - Es una raza de hombres del norte. Uno de los pocos que osaron enfrentar al ejército de Angmar. Ahora son un pueblo vasallo, que como el resto, está sometido, y paga sus "tributos" como los demás. Se refería a las levas que tenían que entregar. Ellos habían tenido una carencia de 25 años, pero ahora, estos eran los primeros de su raza.
Tenías más ganas de irte a dormir que otra cosa. El día había sido duro y largo. Y la noche no ayudaba, ya que sobre las tres de la mañana te llamaría para tu hora de turno. De todas maneras era una curiosidad. Ente los cuchicheos se de decían que eran fuertes, de un pelo plateado entre sus nobles, y gris cano casi todos los demás. Había algún pelirrojo, pero, veteado de canas. Otros decían que eran herreros y comerciantes expertos, pero lo que más se hablaba es de que este que venía, tenía que ser el primero de su raza en hacer la "mili".
Va, creí que sería algo importante. Nuevos reclutas, lo único bueno es que no seré la novata. No puedo quedarme, no cuando luego tengo que hacer guardia.
Les ignoro completamente y me dirijo a mi cama, poniendo como siempre la cimitarra debajo de mi almohada, con intención de dormir antes de la guardia.
El cansancio se acumula día tras día aunque creo que estoy empezando a acostumbrarme a este sueño a ratos, y siento como caigo dormida profundamente muy pronto. Tampoco es algo que me haga gracia, si alguien quiere hacerme algo y aunque tenga mi arma debajo de la almohada es poco probable que me despertara a tiempo.
Siempre me acuesto vestida, aunque sin armadura, no solo por ser más fácil para hacer guardia sino también por no tentar a los machitos. Suspiro y cierro los ojos.