Partida Rol por web

La cabrona es rápida. Esquiva la hoja de mi espada, pero eso no le sirve de mucho. Un mal paso para esquivar un ataque, le deja expuesta a otro. Apenas lo ve llegar, pero yo lo degusto con lascivo placer. La negrita la lanza de un grito varios metros, estampándola en uno de esos carruajes de metal.

Es mía...

¿T-tuya?

La rubia comienza a gritar tonterías acerca de mi hombría, discurso para tontos humanos inseguros. Mi estéril semilla ya fue diseminada por puertos y oscuros camarotes por todo el mar Caribe mucho antes de que esta loca fuera un proyecto en la entrepierna de su abuelo. Con consentimiento y sin él.

¿Hombría, guapa? -Le respondo a la rubia, crecido- No aceptas un no por respuesta, ¿eh? Sigue así y me replantearé nuestra fidelidad a la indígena, jeje. Pero antes, tengo que matar a una morena insolente... -¿Matar? Nadie ha dicho nada de matar, está inconsciente, ya ha perdido- No te metas, Dom, esa tía va a morir, nadie daña la propiedad del Capitán Rojo y vive para contarlo. -¡¡NO!! M-mierda, Dominic, puto humano, no te resistas, no...- ¡¡Hijo de p...!! -¡¡No, no voy a ceder el control ahora, YO SOY EL CAPITÁN ROJO!!- ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAARGH!!

La explosión me rodea, haciéndome toser por el hedor sulfuroso. Estoy sudando, me mareo, me tiemblan las piernas. Pero he logrado detenerle. Esta vez.

¡¡Cabrón, no puedes mantenerme encerrado, ME NECESITAS!!

Mi respiración esta agitada, me dejo caer clavando una rodilla en el suelo, con la mirada perdida. ¿Y si la próxima vez no le paro a tiempo? ¿Y si llega el día en que no puedo pararle? Me quedaría encerrado en mi interior, encadenado al horrendo espectáculo de un demonio en libertad...

Vamos, Dominic, no es para tanto, qué exagerado eres, si sólo era una broma...

Extraño dijo que no sería así. Confío en él, pero ¿y si se equivoca? ¿Y si el demonio es más fuerte de lo que él cree, y asume el control? ¿Y si... me desvanezco, y sólo queda él?

Sólo ha sido un lapsus, humano... No esperarías un cambio radical de conducta tras siglos de hábitos acumulados, ¿verdad? Debes tener paciencia conmigo, Dom, tener un poco de fe... Eres un buen tío, Dom, tengo tanto que aprender de ti...

Aún respirando con dificultad, me seco el sudor de la frente con la mano mientras lucho por ignorar las lisonjas del demonio. No puedo saber qué hay de verdad en sus palabras, si lo que me dijo Extraño acerca de la evolución del demonio es cierto o sólo se aprovecha de ello para engañarme. Miro a mi alrededor. El rubio fornido huye del combate, Tornado y Psiónica se encargan de los dos tipos de humo, la morena esta inconsciente, como el gigante de lava. A mi espalda, Sónica se interesa por el estado de Tótem. No la he salvado yo, pero está bien según parece, y eso es lo que importa. Me fijo en ella, en la ropa quemada que deja parte de su pecho al descubierto, y aparto la mirada al instante, algo avergonzado.

T-totem... -Le digo mientras me quito la chaqueta de chándal- Toma, puedes ponerte esto... -Le tiendo la chaqueta con una mano, mirando al suelo preocupado.

Sónica se deshizo de la tipa con un muy buen movimiento, lo que provocó que desviara mi ataque hacia otro objetivo. A ambas nos fue bien, y conseguimos deshacernos de esos dos, al menos por el momento.

-¡Bien! – grité, levantando el puño en alto, olvidándome de la herida. – ¡Auuu!

Miré a Sónica cuando me preguntó por mi estado y me levanté del suelo tras hacer desaparecer mi arco.

-Sí, gracias. Es algo molesto, pero nada grave. – dije observando la herida.

El resto parecía seguir en pie, y por lo que podía ver Dominic había decidido volver. Puede que Shazael necesitara descansar o algo por el estilo, la verdad es que no conocía exactamente el funcionamiento de sus poderes. Había escuchado gritos del demonio durante el combate, pero no había prestado atención; aquello no era algo inusual en él. Sólo quedaban dos tipos, y Tornado y Psiónica parecían estar ocupándose de ellos.

-Willa, descansa, buen combate compañera.  – dije a la invocación, para que así se retirara a recuperarse.

Me acerqué a Dom al escucharle pronunciar mi nombre, y vi como aún con la rodilla clavada en el suelo se quitaba la chaqueta. En seguida me cedió esta, instándome a ponérmela; no entendía nada.

-¿Hm? – expresé extrañada cogiendo la chaqueta y me miré. – Ohh…, gracias. – dije y comencé a ponerme la parte de arriba del chándal, pero me detuve al ver que no dejaba de mirar al suelo -  ¿Estás bien? – le pregunté, inclinándome y ladeando la cabeza para verle la cara, y tendiéndole una mano para ayudarle a levantarse.

Mientras Totem y Rojo se lamen las heridas, resuenan en mi mente las palabras del Capitan Rojo, "nuestra fidelidad a la indígena", uau, nota mental, no te intentes asomar nunca a la mente de este tío, tiene que estar JODIDO pero de verdad. Sin embargo la transformación de Rojo parece que viene dada por la sed de sangre del demonio que tiene dentro, el cual pensaba rematar a la chica de los rayos de fuego. La verdad no se por que le ha cortado, al menos tiene pelotas para hacerlo si hace falta, y no creo que esa bruja nos hubiera perdonado la vida. Lo que me recuerda...

- ¡Ese nazi humo de mierda no se va a largar, no perdamos el lote completo de captura, si uno escapa podría crear más! - me elevo sobre la acera dedicando aún una mínima parte de mi psique a mantener la ilusión en las mentes de los aún conscientes, mientras gano visual con el huidizo humo. Tras eso, aprovechando el canal psiquíco abierto por la proyección ilusoria, proyecto una descarga mental todo lo fuerte que puedo - Te dije que te ibas a cagar encima pedazo de mierda, y soy una chica de palabra -.

Mi respiración sigue agitada cuando Tótem coge mi chaqueta. Me quedo mirando al suelo, concentrado, tratando de calmarme y mantener el control.

Eres un exagerado, Dom, tampoco tenía pensado desmembrar a nadie...

Oigo la voz de Tótem superpuesta a la del demonio. Alzo la mirada y la veo a mi lado, con la chaqueta del chándal puesta e inclinada hacia mí, ofreciéndome su mano e interesándose por mí.

S-sí... -Digo en primera instancia, tomando su mano y poniéndome en pie. Pero en cuanto estoy a su altura me arrepiento por mentir- N-no... -Confieso, abatido- C-casi no le detengo a tiempo. Quería ejecutarla. Creí que lograría hacerle cambiar, como dijo Extraño. Pero no se están cumpliendo sus palabras. -Agacho la mirada, apartándola a un lado- Y temo que no sea lo único en que se haya equivocado...

Dominic aceptó mi ofrecimiento y tomó mi mano, poniéndose en pie mientras me decía que se encontraba bien. Sin embargo, pronto rectificó, afirmando que esto no era así y confesando con pesadumbre que por poco no había conseguido detener al demonio. En un primer momento fruncí el ceño, al escuchar que Shazael quería matar a la chica, pero no tardé en cambiar mi rostro; y es que no era aquel ser demoníaco el que tenía delante, sino a Dom.

Escuché el resto de su explicación, un tanto acongojada, pero también sorprendida. Debía ser terrible lo que estaba sintiendo, y aquello que también le atormentaba pero no había querido expresar abiertamente. No estaba acostumbrada a ver a los hombres en aquella tesitura, mostrándose débiles, expresando sentimientos. Le había escuchado atentamente hasta el final, sin darme cuenta de que aún sostenía su mano.

- Extraño sabe lo que se hace, confía en él. – le dije, tratando de mostrarle una sonrisa, aunque la preocupación era evidente en mi mirada. – Y si yo puedo hacer algo, cuenta también con ello.

El combate acabó cuando casi todos los enemigos terminaron en el suelo de aquel lugar.  Estaba cansada, sudada y dolorida de tantos golpes recibidos, pero el ver que al fin habíamos ganado no sirvió para nada porque Martha seguía sin estar conmigo y no tenía ni idea de dónde podía estar.  Empecé a escuchar la conversación que ocurría cerca de mí entre Tótem y el que controlaba el demonio y me dieron ganas de golpearme la cabeza, así que decidí salir corriendo a por el enemigo que quedaba porque quizá pudiera hacerle hablar; además, el resto no se iba a mover de allí.

-Voy a por el que nos queda, no os marchéis- dije mientras empezaba a deslizarme por el suelo con velocidad.

Realmente estaba corriendo pero mis habilidades me permitían moverme a una velocidad superior a la normal y parecía que patinaba sobre el suelo.  Psiónica también se había lanzado al ataque así que esperaba que lo dejara inconsciente antes de que yo llegara. 

Desde la distancia pude contemplar todo el marco de la situación, alguno de mis compañeros parecían descansar, mientras otros perseguían a los que intentaban huir, necesitábamos hacernos con todos y llevarlos a la casa de Extraño, quizás allí pudiéramos interrogarlos sin peligro de que escaparan.

Noté el cansancio provocado por el largo combate, pero lo aparte aun lado, aun no habíamos acabado. Volé a toda velocidad intentando interceptar al tipo que huía, cerrándole el paso y facilitándole el trabajo a mis compañeras.

El nazi pareció escabullirse por la ventana y resistir la sacudida mental de Psiónica. Lo siguiente que pasó fue que Dawn atravesó el cristal, haciéndolo añicos, y se adelantó al paso de la nube de humo, pero ésta simplemente lo ignoró y siguió su avance, buscando la cocina.

Una mujer caucásica salió corriendo de su propia casa por la puerta principal, alejándose de los posibles problemas.

Abajo, Sónica se encontraba con la puerta cerrada y con pocas opciones, pues podía reventarla o bien impulsarse hacia arriba, saltando hacia la ventana.

Los diablillos se teleportaron al interior del hogar también y siguieron el rastro de humo.

Cerca vuestro, Malik alzó la voz para gritaros.

- ¡Yo puedo seguirlo si alguien se ocupa de este!

Dijo refiriéndose al otro energúmeno aprisionado por el tornado que había generado.

Un poco después, la forma espiritual de Clea os alcanzaba y quedaba observando la escena. Clea cerró los ojos y su forma desapareció, pero un par de segundos después se manifestó de nuevo.

- Eso que está sucediendo no es natural.

Comentó la hechicera refiriéndose al cielo. No lo habíais advertido, pero se estaba encapotando y las nubes parecían muy densas.

A mis compañeros no les estaba resultando sencillo seguir al otro tipo, así que Tornado gritó que el podría encargarse si nos encargábamos del otro.

-¡Yo puedo! – le grité, soltando la mano de Dominic con delicadeza y abrochándome la chaqueta del chándal, mirando al rubio después. – Ahora vuelvo, pero antes…

Cerré los ojos y ofrecí mi mano, esta vez al aire, a la espera de algo. Un gruñido anunció la aparición de Stephen, que se convertía en corpóreo poco después, ya completamente recuperado. Acaricié la garra que me ofrecía y la posó en el suelo.

-Cubre a Dominic, sólo ataca cuando te ataquen, ¿De acuerdo? Protegerle es la prioridad. – asentí decidida, dedicándole una sonrisa a Dom de soslayo, antes de dirigirme a mi nuevo destino.

Salté alto, movida por los espíritus, dando alcance a ese otro nazi. Aún en el aire estiré nuevamente mi brazo para que el arco comenzar a brotar, tan brillante como la primera vez.

-Deja de convertirte en humillo… - murmuré, estirando mi brazo herido y sosteniendo la flecha que acababa de aparecer.

Comencé a descender, apuntando hacia arriba para darle al tipo, disparándole en contrapicado.

¿Protegerme...? -Me sorprendo cuando Tótem hace aparecer ante mí ese enorme oso espiritual, exclusivamente con la intención de cuidar de mí.

Vergonzoso, ¿verdad? En mis tiempos, los tíos cuidábamos a nuestras mujeres, y no al revés...

El demonio aprovecha los resquicios de mi alma, mi duda, mi miedo, mi vergüenza. Los lee en mi interior, donde él habita, y los convierte en armas que arrojarme. Aunque no lo hiciera daría igual, soy consciente de mis limitaciones. Sólo soy un humano, un civil, no mejor que aquel conductor que Shazael sacara del coche, ahí atrás. Un estorbo para los verdaderos héroes. Tótem se aleja por los aires, haciendo aparecer ese arco brillante en sus manos, pero dejando conmigo a este ser poderoso que podría estar haciendo algo más útil que cuidar a alguien que no debería estar aquí.

¿Qué pensaría Clea? Fue ella la que nos pidió ayuda ¿no? Bueno, te pidió a ti mi ayuda...

El demonio guía mi mirada hacia la aparición de Clea, que observa lo que sucede. Lleva razón, pidió mi ayuda porque necesitaba los poderes del demonio. Supongo que esperaba que pudiera controlarle. También para ella debo ser una decepción.

Joder... Sólo soy un simple mensajero ¿qué pinto yo aquí...?

El que huía parecía un experto en hacer eso mismo, lo cual me cabreaba. Si te piensas que voy a dejar que te escapes por una sencilla puerta estás muy equivocado, cabrón- cualquier pista que pudiera llevarla hasta el paradero de su madre y su hermana me haría llegar hasta el límite. 

Di un par de pasos hacia atrás para coger carrerilla y en ese momento di un gran salto para alcanzar la ventana. La verdad es que los poderes que me habían otorgado eran de bastante utilidad cuando sabías cómo utilizarlos, pero las primeras veces fue un fracaso tras otro. 

-No te vas a escapar de mí...- la verdad es que no me había fijado en lo que se avecinaba puesto que estaba empeñada en encontrarme cara a cara con el que quedaba en pie. 

Sónica usó sus poderes para realizar un potente salto, del estilo de Totem, pero más ruidoso y no tan grácil. La mujer entró así dentro del edificio, pero al tratar de recuperarse se le fue algo de tiempo. El villano había llegado hasta la cocina y se introducía por el desagüe, usando de nuevo la vía de escape favorita de su grupo. No habíais podido detenerlo.

Fuera, Totem había traído a Stephen, el oso, que olisqueaba a Dominic tratando de quedarse con su olor. La flecha de la nativa buscó al otro nazi, pero éste dejó de oponer resistencia ante el tornado y así se apartó, aprovechando la propia fuerza del aire para esquivar el tiro.

Malik debía mantener su concentración. Si el nazi no fuera poderoso habría caído ya agotado ante la furia del aire que lo rodeaba.

- Yo lo podría haber seguido, uno de mis dones es transformarme en aire. Pero tenemos a la mayoría y ese que ha escapado es un "pringado", como decís vosotros. Pringado y cobarde. Vaya escoria.

Comentó de mal humor. Mientras tanto, la figura traslúcida de Clea miraba aún el cielo.

- Es mejor que llevemos a esta gente al Sanctorum. Los aprisionaremos. Podemos también interrogarles sobre el paradero de Martha. Esa chica que os acompaña, podría hacer un hechizo sobre ella para guiaros.

Clea, que no sabía prácticamente nada de lo que había ido ocurriendo, parecía ofreceros una nueva vía.

- El cielo me hace temer que hay una gran magia detrás de todo esto. 

Atravieso la ventana con un gruñido de furia resuelta a no dejar que el nazi vaporoso del demonio se largue de rositas, mientras me concentro en una descarga mental que le baje los calcetines.
El momento de indefensión que sentí mientras me ahogaba me trajo a la mente recuerdos que tenía enterrados... aquella casa, aquel hombre pegajoso y maloliente, me ahogaba, como hace unos momentos ese hijo de puta, y alguien tiene que pagar, todos pagarán...

Carrie se concentró en herir a la masa de humo que trataba de alejarse. La mente de la joven hervía de odio y ese sentimiento se convertía en un arma con el que atacar a cualquier otro ser que tuviera cerebro. Un rayo surgió de su frente, conectándola con el enemigo y causándole un gran dolor, pero insuficiente como para detenerlo. El humo terminó de filtrarse por el coladero. La mentalista se quedó flotando en el aire, rumiando su frustración.

El salto me llevó hasta la planta donde se escondía aquella escoria, pero no fui lo suficientemente rápida como para poder detenerlo.  Lo vi desaparecer por el desagüe y gruñí mientras pegaba un puñetazo a la pared que sin duda me hacía más daño a mí que a ella.  Volverá a aparecer en algún momento, aunque no sea aquí. Las ratas siempre acaban saliendo de su escondite-tenía que encontrar alguna manera de tranquilizarme y de quitarme el sentimiento de fracaso del cuerpo. 

Volví hasta la ventana para dar otro salto que me llevara de nuevo con el grupo de personas que tenían el mismo objetivo que yo, al menos en parte. Se ha esfumado- gruñí tras descender.  Pude escuchar a la mujer hablar sobre un "Sanctorum" y sobre Martha, que era lo único que me interesaba junto a mi madre.  Al mencionar el cielo alcé la vista y pude comprobar cómo se estaba poniendo la cosa, lo que me provocó un escalofrío.  Si al principio esto me parecía un mal día no sé cómo nombrarlo ahora... 

Mientras pierdo el contacto de la vapuleada mente del nazi no puedo por menos que hervir de rabia. Únicamente la humedad de la cocina impide que se prendan las trapos y esponjas presentes, los cuales se ennegrecen visiblemente. Antes de que el edificio arda, me levito a traves de la ventana hacia la calle, pero al agarrarme al marco dejo unas marcas de quemadura en el y las cortinas estallan en llamas. Las arranco, rabiosa con la mente y caen a la calle mientras arden y dejan una estela de ceniza y humo que me envuelve en mi descenso. Al tocar el suelo, el brillo rojo fuego que silueteaba mis ojos casi se ha apagado.

- Ese bastardo ha escapado... - digo con los dientes apretados sin dirijirme a nadie en particular.

Luego aprecio la forma de Clea y la extraña tempestad que se cierne sobre el área metropolitana.

- Esto se pone caliente, parece que alguien esta muuuy cabreado. Que se joda. Juntemos a estos tuercebotas, los sostendré hasta el Sanctum de Extraño. ¿Maniobra de empuje de vendaval Málik? - me dirijo al armado hombre de color.