Partida Rol por web

Aunque el oro había sido robado, y no se sabía donde podía encontrarse, el buen trabajo de investigación, y los consiguientes combates primero contra ladrones y más tarde contra los goblins, dieron sus frutos. Y al final todo había terminado de forma favorable para los aventureros y para el reino. El Conde Morris podría enviar a tiempo los impuestos al Duque Anatol, y las cosas seguirían igual, o tal vez no.

Los impuestos fueron robados por unos ladrones, estos parecían proceder de algunas ciudades del oeste del condado, y tratarse de soldados que habían decidido dedicarse al robo, por estar hartos de sus señores. Pero estos tenían información confidencial, que solo unas pocas personas de Fuenterrubiales conocían. ¿Cómo había llegado esta información hasta ellos? ¿Cómo era posible que tuviesen a algunos de los suyos entre los que fueron parte de esa caravana? Quedaban muchas cosas por resolver acerca de estos ladrones, que, aunque debilitados por los goblins aun no habían sido aniquilados.

Pero lo más misterioso es la presencia de un Lord goblin, en una montaña que esta no muy lejos de las zonas habitadas. ¿Qué hace tan cerca de la civilización un Rey goblin? Este estaba montando un nuevo reino, con múltiples galerías y construcciones en esa montaña. Aprovechando grutas naturales y abriendo otras nuevas. Disponía de abundantes recursos, y al parecer con el apoyo de orcos y elfos, esto hasta cierto punto era lo normal. Los elfos son los enemigos de los humanos, que les expulsaron de sus tierras. Pero es que al parecer hay algunas cartas que indican la implicación de algún importante señor del oeste. Fue casual el ataque de los goblins a los ladrones, o estos ya sabían algo, y la avaricia del rey goblin provoco el ataque. Hay cartas que parecen indicar que no solo el conde Morris esta en peligro, también lo esta Ernesto “El bueno”el señor de Fuenterrubiales, y posiblemente todo el reino.

Tras el éxito de la incursión en la guarida de los goblins, los aventureros se han hecho con una pequeña fortuna, que les permitirá vivir bien (cada jugador recibe 40 monedas de oro). Además de abrirse nuevas y grandes oportunidades de prosperar. Una entrevista con el señor más antiguo y poderoso del reino, Ernesto, podría cambiar la vida de los héroes que recuperaron el oro robado.

Tras descansar unos días, se os reclama en Fuenterrubiales. Y hacia allí os dirigís, recordando los buenos y no tan buenos momentos que habéis pasado. 

Los humanos arrebataron las tierras a los elfos que vivían en este continente. Actualmente están en una tregua, con grandes tensiones. Los humanos no dividieron las tierras en reinos, sino en condados, controlados por los Duques, todos ellos bajo el mandato de un único rey. Pero a efectos prácticos, podríamos hablar de un imperio humano, de gran extensión, que tiene bastantes reinos (condados). Y la historia transcurre en uno de esos reinos, uno de los más viejos y ricos, “El condado de Morris”. Así que podríamos decir que el conde Morris, es el equivalente a un rey, mientras que el Duque Anatol sería un rey de reyes, solo bajo el control del Emperador.

Y eso haría que aunque Ernesto tenga la consideración de Señor, en realidad tenga el poder y las tierras de un Duque.

Tras recuperar el oro de los impuestos, estos pudieron llegar a tiempo a la capital, para junto al resto ser enviados al Gran Duque. En este importante viaje anual fueron muchos de los más importantes señores del condado, entre ellos Ernesto. Pero este una vez alcanzado el Palacio-Fortaleza de Anatol, volvió al condado. Esto era algo habitual en estos viajes, y a nadie sorprendió. Ernesto solía visitar todos los dominios de Fuenterrubiales, y además aprovecha para visitar a sus vecinos. Esto solía llevarle varias semanas, pero este año, tras unos días ha regresado a su ciudad.

Ernesto esta preocupado, tiene al enemigo en casa y no sabe quien es. Y en eso tendréis que ayudarle. 

A partir de lo que habéis descubierto en la anterior aventura, pueden deducirse dos cosas:
1-Había ladrones entre los miembros de la caravana que salió de Fuenterrubiales con los impuestos.
2- En la cueva de los goblins, el rey tenía una carta que indica una alianza de humanos, elfos, goblins y otras criaturas de la oscuridad. Sin dar nombres de los implicados, esta claro que quieren desestabilizar la región.

Buri volvió de su aventura apesadumbrado. A pesar de sus esfuerzos, y de enfrentarse a un enemigo numerosos, no había conseguido la tan ansiada muerte en batalla que le habría granjeado por fin el perdón a sus pecados. 

Ahora disponía de oro y compañeros, y de un enemigo que parecía lo suficientemente grande como para aportarle una batalla digna del salón de los dioses. Tal vez si enfrentarse con valor y decisión el combate, sus dioses le darían a su llegada la suficiente cerveza como para lavar incluso sus errores. 

Pero por ahora había que volver a la vida. Uno tiene que labrarse la muerte, y para ello era necesario saber quién era su enemigo. 

Por ahora, y hasta mañana, la vida le daba una tregua. Y sabiendo que aún tendría que esperar por el campo de cerveza de los valientes, hubo de conformarse con la cerveza mundana. 

- Compañeros, por mi parte creo que visitaré la posada más cercana. Mi cuerpo aún necesita acción. - 

Habiendo logrado sobrevivir a aquella aventura, Finn Lenguadeplata tenía bastante claro que separarse de aquel grupo no traía nada bueno, por lo que, acercándose a Buri Pielderoca, este no parecía querer separarse de su compañero, a fin de cuentas, el hecho de que portara dos hachas daba cierta "confianza", al menos desde este lado.

-Te acompañaré, -advirtió a su compañero de misión- realmente no me vendría mal un ambiente algo más distendido de lo que hemos estado viviendo hasta ahora. Y total, el trabajo ya está hecho... no nos vendría mal un descanso, que al igual que los músculos la mente también se agota.

Quizás fuera una simple excusa para también comer bien, beber bien y dormir bien luego de aquella aventura, pero sinceramente, habiendo logrado esquivar a la muerte no es como si eso ahora mismo le importara demasiado guardar demasiado las apariencias.

Alaia suspiro agotada, aquella aventura la había agotado tanto fisica como mentalmente, aunque la parte mental venia mas por parte de cierto mediano que por los propios enemigos. 

-A mi también me vendria bien una jarra de cerveza para recuperarme de todo esto, tal vez dos... o alguna mas, ya lo ire viendo, esta investigación ha sido agotadora.

Comentaría intentando esbozar la mejor sonrisa que el agotamiento le permitia.

Desde luego, se habian ganado un descanso, uno bien largo, por desgracia, algo le decia que pronto deberian de ponerse de nuevo en marcha, la carta que encontraron en la cueva, que implicaba una alianza entre varias criaturas de la oscuridad era un gran problema, y tarde o temprano, deberian de ahondar mas en el, aun asi, disfrutaria del tiempo libre todo lo que pudiese.

Yorha Yunquebrado había llegado hacía apenas unos meses a Fuenterrubiales como parte de su peregrinaje en busca de conocimiento. En su cruzada personal contra las fuerzas oscuras, debía aprender más acerca de sus enemigos. Para ello debía viajar y recopilar todo el saber disponible sobre muertos vivientes, demonios y demás aberraciones...

Para adquirir ese conocimiento debía demostrar su valía y granjearse así el favor de los que guardaban tales saberes.

Por esa razón y tras varios meses ganándose la confianza de la iglesia, le dieron acceso a los más antiguos manuscritos.

Por desgracia, cuando apenas llevaba unos días ojeando el contenido de aquella polvorienta biblioteca, el deber volvió a llamarle.

Llegó a sus oídos que un grupo de aventureros acababa llegar a la ciudad con inquietantes noticias sobre una malévola facción que pretendía desestabilizar el condado...

El comandante de la guardia le envío una misiva, recién llegado también de su viaje, pidiendo su colaboración en el asunto.

- "Ayudaré en lo que pueda para detener esta amenaza y serviré al condado en todo lo que se precise".. - escribió respondiendo a la carta desde una de las celdas del monasterio donde se alojaba desde su llegada. 

Aquí en Fuenterrubiales, como en otros muchos lugares, todo se conseguía a cambio de favores. Nada se lograba sin dar algo a cambio. Los pergaminos prohibidos sobre rituales demoníacos y como romperlos deberían esperar para más adelante...

Enlace el brazo de Buri junto al mío mientras le dedicaba una amplia sonrisa —Así todos salimos ganando, tú me invitas a una cerveza mientras pasas desaparecido por estar a mi lado. Nadie se va a fijar en nosotros— Lleve mi dedo índice a mis labios y soplé como mandando callar.
Esas calles, el bullicio, tabernas y el endemoniado calor era un buen comienzo de cualquier gesta de unos héroes que podría ser narrada o cantada en un futuro que aún estaba por llegar.
Cuéntame más sobre esos tatuajes que llevas que al final nunca terminas tus historias— Traté de mantener el paso del enano aunque no era sencillo. La gente se apartaba a nuestro paso, si pero los pasos no eran lentos y el que pensase lo contrario es que no conocía a la valerosa raza del pueblo Enano

- Oh, querida, claro que si. ¿Qué parte os interesa más? - Dijo Buri, permitiendo que la humana se enlazase a el.

La verdad es que la imagen debía resultar, cuanto menos, desconcertante. El enano era bajo, pero su imponente cresta llegaba hasta la altura de la cabeza de la humana, y su cuerpo, más fornido de lo habitual, iba totalmente desnudo, excepto por las placas metálicas de sus grebas y su cinturón.

- Se cuánto os gusta una buena historia, así que si queréis escuchar una que realmente sea interesante, puede que empiece por la de cuanto me batí contra aquel grupo de Gnolls en las montañas. Eran muchos, y yo estaba solo, pero aún así los dioses decidieron no concederme el descanso eterno, pues los pobres gnoll no comprendían bien el signficado de la lucha a muerte. Sólo necesité decapitar a 5 para que el resto empezase a correr despavoridos... y ese fue su primer error. La verdad, no es que me encante perseguir a ratas cobardes, pero os puedo prometer que lo hice... y pocos fueron los que huyeron de mi hacha... - 

Buri no era parco en palabras, a pesar de lo que su aspecto pudiese sugerir. Habiéndose criado entre la nobleza enana, siempre había amado una buena historia. Y normalmente las contaba con pasión.

Sus ojos vibraban cuando recordaba sus aventuras pasadas, y su voz sonaba incluso melodiosa, lo cual contrastaba totalmente con su aspecto duro.

Karel trataba de tapar el sol con una mano evitando que le cegara. Apuró el paso para situarse junto a Finn y Alaia.

-Parece que nuestro destino no será finalemnte disfrutar de un merecido descanso -les comentó mientras caminaba esquivando la gran cantidad de transeuntes que se topaban- Si el comandante de la guardia nos ha hecho llamar a todos solo puede significar que de nuevo estamos ante una amenaza significativa -frunció el ceño y gruñó mientras maldecía los rayos de sol que le daban en la cara.

-Finn, ¿nos deleitarás con algunos de tus trucos en la taverna? -preguntó con entusiasmo- O mejor todavía, convierte la cerveza de Buri en agua como aquella vez, solo por ver salir su furia habrá valido la pena, jajajaja- rio el enano con ganas.

-Este sol está acabando con mi paciencia -dijo Kalel apurando aún más el paso- venga compañeros, ya estamos a la vuelta de la esquina -les animó a acelerar.

Estar en un ambiente relajado y distendido era lo que Finn Lenguadeplata más necesitaba en estos momentos, a fin de cuentas, todo lo que habían pasado hasta llegar a este punto había sido como mínimo estresante y como mucho traumático; nada de lo que este hombre tenía acostumbrado hasta ese momento de su vida.

-Pues he aprendido un par de trucos nuevos, -comentó medio en broma medio en serio- cuando lleguemos a una taberna puedo hacer un par de ellos, aunque advierto que aún no los he practicado del todo, así que si alguien aprecia sus cejas será mejor que se aparte cuando los haga. Jaja...

Con un poco de buen humor y buenos deseos todo era posible, por lo que de manera tranquila y relajada este se dispuso también a bromear con sus compañeros y no solo eso, sino también a reir.

Estar de nuevo en Fuenterrubiales lejos de criaturas mortíferas era un alivio para  el viejo Brent que no veía la hora de planear su retiro. Pero por ahora eso tenía que esperar, algo grande se estaba cocinando y no era nada bueno así que pronto se pondrían manos a la obra luego de atender el llamado del señor de la ciudad. De momento estaban en una pausa para descansar de su reciente aventura y el grupo se dispone a pasarse por una de las posadas del lugar para tener una pequeña celebración por el éxito de la anterior misión.

Viendo el animo de sus compañeros del Olmo también se  une al gozo del momento y camina junto a los demás en dirección a un buen negocio que les ofrezca unas buenas bebidas y comidas. No sin antes advertir sobre la importancia de no llamar la atención, aunque le parecía que iba a ser algo complicado dada la variedad de personajes que tenía el grupo.

La ciudad de Fuenterrubiales es una gran ciudad que ha crecido desde tiempos remotos. En su interior, y más o menos en el centro se encuentra la antigua ciudad élfica que fue capturada por los humanos hace unos mil años y que apenas sufrió las consecuencias de la guerra. Muchos de los edificios provienen de esa época. En la ciudad vieja, como se la llama, hay varios edificios importantes, entre los que destaca el palacio del Señor de la ciudad, pero también varias escuelas de magia, cofradías, mansiones de muchos de los nobles, y algunos de los mejores comercios y posadas de la ciudad. Esta separada por una en apariencia frágil muralla, también herencia élfica. Alrededor de ella creció durante varios siglos una ciudad humana, que hace varios siglos fue amurallada. Pero que en ningún momento ha dejado de crecer, por lo que muchas casas se han ido construyendo fuera de los muros, existiendo en la actualidad una gran cantidad de barrios que se alejan en todas las direcciones.

En uno de estos barrios, en una posada que esta últimamente de moda, "El alegre leñador", habéis ido a comer y beber algo. Y allí os reunís los 7, ya que Yorha al que han avisado de que se unirá a vuestro grupo, y al que casi todos conocéis, al menos de vista, se os ha unido. 

24 de julio, sobre las 6 de una calurosa tarde de verano.

Vuestro turno.

Tratando de demostrar su habilidad a sus compañeros de aquella aventura, este sacó su vieja pipa y tras dar unas cuantas caladas el humo que lanzó al aire se asemejó el rostro de aquel feroz enemigo que entre todos derrotaron y sin esperar ni un solo instante, una nueva nube con forma de flecha le atravesó la cabeza.

-¿Que tal esto?. -Comentó entre toses- Creo que marqué bien su fealdad, aunque usar el humo para moldear no es algo del todo sencillo creo que es reconocible, ¿Verdad?.

En efecto, a lo prometido que había hecho mientras caminaba junto con Buri Pielderoca se encontraba la resolución satisfactoria de aquel pequeño truco de magia ilusoria; nada extremadamente complicado, pero sí lo suficientemente bueno como para llamar la atención de los presentes.

- Jajajaja. Pardiez, Finn, os habéis superado. - Buri reía divertido viendo al humo coger formas y mostrar las familiares escenas. 

- Desde luego, las tabernas os sientan bien. ¡Tabernero! ¡Pon 7 jarras de tu peor cerveza! ¡Que esta cresta se va a secar como las plantas del exterior! - Buri golpeó la mesa energéticamente. Probablemente, aquellos parroquianos no se sorprenderían ante una escena que ya habían visto tantas veces, pero podría resultar chocante para alguno de los viajeros que pasasen por la posada. 

- ¿Sabéis lo que nos vendría bien? ¡Una canción! Eso seguro que haría las delicias de todos... Yorha, compañero. ¿Qué tal se os da cantar? Yo podría hacerlo pero todos dicen que no se, no están hechos esos oídos para la gloriosa voz de un enano... ¡Deleitadnos! - 

Karel encendió su pipa mientras observa con entusiasmo los trucos de Finn, aplaudía según las formas se iban dibujando con el humo, disfrutaba como un niño. -Maravilloso, me encanta la magia cuando no es una bola de fuego que quiere explotarnos en la cara.

En cuanto llegaron las cervezas que Buri había pedido, Karel agarró la suya y se puso en pie alzándola para hacer un brindis. - Sin duda la aventura nos ha traido riqueza y oro, pero lo más valioso que nos ha dejado es la amistad que nos ha unido... ¡Por la aventura y los amigos! -gritó antes de darle un gran sorbo a su jarra.

Tras volver a sentarse se quedó mirando a Buri y después a Yorha, se le notaba intrigado. -De todas las habilidades ocultas que un ser puede tener, apostaría dinero a que cantar no es una de las destrezas de Yorha, aunque si tengo que tragarme mis palabras... a la próxima ronda invito yo -dijo en tono socarrón. Estaba seguro de que el paladín les iba a reventar los tímpatos.

Yorha llegó a la taberna sabiendo que allí se encontraría con los aventureros con los que tendría que colaborar a partir de ahora.

Apenas los conocía mucho en persona, pese a haber coincidido en la guardia o los barracones. Si bien eso era cierto, había oído hablar de sus hazañas y sobretodo de su última aventura.

Así que con una sonrisa se les acercó, viendo que le reconocían e incluso le invitaban a sentarse y compartir la cena...

- Que el Forjador guíe vuestro sendero. - bramó alzando una jarra de hidromiel a su salud.

Entonces, un hermano enano de nombre Buri Pielderoca le propuso cantar. Supuso entonces que esperaba alguna canción alegre de taberna, pero la verdad es que no era muy dado a emborracharse y pasar las noches de juerga en lugares así de concurridos. No, ese era el Yorha más joven y despreocupado. El que todavía no había hallado la senda...

Estuvo apunto de declinar la oferta con alguna broma o chascarrillo, pero Karel Drum III, como dijo llamarse, le hizo recordar que si bien no cantaba como la mayoría, si estaba más familiarizado con el canto solemne de los templos y abadías...

Y de este modo, cerró los ojos, inspiró hondo hasta que las voces de fuera se acallaran un poco por la expectativa y su voz interior pudiera emerger para ser oída con mayor claridad.

- Bajo la montaña, se encuentra nuestro hogar...- comenzó a entonar con voz grave y áspera, desde lo más hondo, en una especie de letanía, una canción por todo enano conocida desde la cuna...

- Bajo martillo y fuego el corazón forjado en hierro está... - continuó abriendo los ojos y señalando el pecho de Buri con el puño cerrado.

- La oscuridad aguarda en la profundidad, mas nuestro nuestro alma no la temerá... - Y entonces llevó su mirada a Dalfrid para que lo acompañara en un dueto, pues no quería ser el centro de atención por más tiempo y con esa voz prístina de bardo seguro que haría el deleite de todos los oídos.

Aquella, como tantas otras canciones antiguas representaba el orgullo del pueblo enano, pero conocida por muchas otras razas.

Le di un codazo a Buri — Le pides que cante a él y no a mi!— Sonreí porque él sabía que no me molestaba realmente —Y todo porque no quieres contarme porque te hiciste ese pequeño tatuaje l, si marcaste tu piel para siempre, algo significara. No tengas vergüenza — Brinde con todos mis compañeros aunque no bebí tanto como ellos. No estaba loca, nadie puede seguir el ritmo de unos enanos en una taberna o por lo menos nadie en su sano juicio sino quería terminar en el suelo, inconsciente y seguramente manchado de bilis.

Porque sois valientes bajo las rocas … Comencé a golpear la mesa con una mano viendo cómo disfrutaban mis compañeros —
Nunca estáis solos porque sois una familia— Saqué mi laúd, me acomodé y comencé a tocar siguiendo el ritmo que marcaban. No era lo mismo cantar que beber aunque era complicado hacerse escuchar por encima de la atronadora voz de Yorha

- Dalfrid, querida, ya hemos oído tu maravillosa voz cientos de veces. Y aunque no me canse de oírla, ¡tú no hubieras empezado esta maravillosa canción! - 

La humana era un bardo excepcional, y Buri no podía sino maravillarse de su capacidad para recordar canciones y hacer cualquier ambiente agradable. 

Desde luego, la joven era fuego y agua y su lengua bailaba en cada nota. 

Si una de las consignas era pasar desapercibidos iba a ser una labor algo complicada cuando se anda con un grupo de enanos que eran dados a hablar fuerte y en cantar especialmente si abundaba comida y bebida. Pero igual era una taberna así que al viejo Brent le pareció que la actitud fiestera de sus compañeros no haría nada por que ojos fisgones  se posaran en la compañía. En cambió los ojos de del Olmo si buscaban cualquier indicio de actitud sospechosa para con el grupo. Aunque sonreía y disfrutaba de las viandas junto a los demás.