Partida Rol por web

Un sombra su abrió ante tí. Su silueta era semjenate a la de un niño pequeño y sus hábiles movimeintos adevertián de lo que podiá ser capaz. Con un lgero movimiento de dedos movío su kukri dibujando un ataque descendente para dañar a su alter ego.

-Soy.. ¿no me reconoces? con un par de piruetas se aleja de ti y se pone en posición. Esperándote...

- ¡Au! -se queja el mediano al verse el brazo herido.

Aquella risa le sonaba terriblemente familiar, pero su temor se confirmó al contemplar la figura que se alzaba frente a él.

"¿¡Qué...!? ¡Imposible...!"

Arthin desenfundó su arma y se hizo frente a sí mismo.

- No sé qué clase de truco es éste, pero no voy a permitir que me retengas. ¡Apártate! -la garganta del mediano se veía aún afectada por el potente y desgarrador grito, con lo que su voz sonó ronca y sin el mayor atisbo de su habitual jovialidad.

Sin esperar reacción por parte de su adversario, el mediano se impulsó hacia delante blandiendo su nuevo kukri lanzando dos rápidos ataques horizontales...

Una rápida carrera lo llevó hasta el pícaro, contra el que descargó su ominoso kukri negro con saña, mientras las estocadas de su adversario volaban sobre su cabeza, sorprendido por su carga directa. El arma fue precisa y dibujó un feo verdugón sanguinolento en el costado de la cara y el cuello de de Arthin:

-Ya eres mío.- fue la frase de la silueta oscura tras su certero golpe.

- ¡Ah! -Arthin se lleva una mano a la mejilla y mira con furia a la oscura copia de sí mismo- Ahora me has cabreado, ¡te vas a enterar!

Aferró su kukri con fuerza, sintió su energía fluir. En su mente se formó una palabra. Arthin no dudó y susurró a la hoja del kukri, de la que comenzó a brotar una luz azulada que escarchaba el filo.

- Nikwe... -susurró el mediano justo antes de abalanzarse sobre su objetivo...

Su destino era encontrar sus puntos más vulnerables. Era una copia de sí mismo, así que apuntó a la zona de su cuerpo que le costaba más defender: su cuello y hombros.

-¿Eh? ¿Pero qué haces?- dijo el mediano mientras veía al canijo como se abalanzaba a por él. Dos tajos se producieron en su cuerpo; el primero en su cuello, y el segundo por encima de su hombro un gran brecha que perforó parte de este con el filo helado. Sin pensárselo ni un instante, enarboló su kukri, que crepitó con arcana energía, antes de lanzarse en el cuello del infortunado chaval.

-Ya dije que sería yo quien te matara, Ya eres mío.- dijo el mediano, retirando su arma y marchándose un pequeño paso hacia tras para desenfundar una pequeña daga muy brillante.

Tras esquivar con un quiebro el ataque de la sombra, Arthin se planta frente a él y observa el arma de su rival.

- Escúchame bien, criatura del demonio. Yo soy Arthin Pinchabolsas. ¡YO! Y no voy a dejar que te metas en medio... -la velocidad del mediano fue suficiente para alcanzar a su objetivo, esta vez el pecho de su oponente, provocando que se escarchara la tela recién cortada.

Sin embargo, el segundo ataque fue demasiado precipitado y no halló sino aire...

El deforme y falso Arthin observaba desde las sombras los contraatques del exotico pícaro; sombras a su alrededor, sombras en su alma:

-Tienen alma los de tu tierra, ¿mocoso? Lo veremos...- pregunto irreverente, maleducado, mientras la luz sajaba su manto oscuro, escupiendolo a la templada arena de duelos... templada en sangre.

Ambas armas recorrián sus manos y sus manos recorrieron las correspondientes empuñaduras. Al acomodarse en la ominosa arma, un crepitar de energia penumbrosa recorrio el acero, indicando peligro. El enmascarado no agito el espinado pedazo de metal, no hacia falta; los dos pozos de locura que perlaban su cara eran intimidacion suficiente:

-Lo veremos..

Tras sufrir una pequeña brecha en el pecho y notar el frío del acero, con ambas armas lanzó rápidas estocadas hacia el mediano..

La sombra se abalanzó sobre él con rapidez y ferocidad. Le fue imposible detener todos los golpes, pero mantuvo sus labios sellados en una mueca de ira que cada vez deformaba más el rostro del jovial mediano...

"¡Porras! Este tío es bueno... Piensa Arthin, ¡piensa!"

Tras el último ataque de la criatura, el mediano no pudo evitar ver el reflejo de las antorchas en el escudo de Tenkharis...

"Tenk... ¿¡Qué haría él!? Piensa..."

Aquella sombra comenzaba a irritarlo profundamente, danzando a su alrededor y riendo histéricamente. Entonces, las palabras de Tenkharis fluyeron desde un rincón de su mente hasta ahora...

"- Busca la ventaja de tu rival y suprímela. Centra todos tus ataques en ella hasta que encuentres un agujero en su defensa -le decía sonriente mientras blandía una pequeña rama a modo de ejemplo..."

Aquél claro del bosque fue sustituido rápidamente por la oscura y húmeda habitación. Sin embrago, la determinación del mediano se había fortalecido. Aferró con fuerza su kukri y lanzó sus ataques contra el brazo izquierdo de la sombra, centrando sus ataques lo más cerca posible de la muñeca...

-¿Eh? Eso no se hace...- dijo la sombra mientras veía al canijo dañarle su brazo.

Sin pensárselo ni un instante empuño con fuerza sus respectivas armas y la daga no dejaba de emitir un destello resplandeciente. El pequeño Arthin giro sobre si mismo para que la fuerza del giro cortara el pecho del verdadero Arthin. Sin emabrgo ese giro fue demasiado difícil y se quedó sorprendido por la destreza del mediando al ver como esquiva cada uno de sus mortíferos ataques..

-No... no es posible... masculló.

La confianza de Arthin aumentaba por momentos. Esquivaba los ataques casi sin pensar. Sus movimientos eran puro instinto. Danzaba alrededor de su rival con un brillo de determinación en los ojos y seguridad en su rostro. Si sus amigos vieran ahora al mediano, apreciarían un cambio en su actitud abismal. Como si hubiera madurado en cuestión de horas lo que no había hecho en toda su vida...

No dudó en volver a atacar el brazo de la sombra, el mismo que había atacado antes, hallando el ángulo y la fuerza necesaria. Sin embargo, el segundo golpe no tuvo tanta suerte, pues calculó mal el juego de pies y su kukri apenas rozó a su rival...

- Ríndete... -susurra sin atisbo de emoción alguna en la voz.

Los golpes del mediano acabaron con la sombra oscura con idénticos rasgos que el propio Arthin. Tras su certero golpe el alma se empezó a disolver junto a sus armas como si de humo se tratara.
Ni el mismo se creía que había finalizado el combate, empezó a girar sobre si mismo hasta asegurarse de que aquella sombra se había esfumado de verdad, lo más sorprendente fue cuando la piel de Arthin junto a sus heridas se iban cerrando y cogiendo el color habitual de su piel. Cuando esto terminó el rastrillo que le impedía salir comenzó a subir abriéndole de nuevo el paso..

Desaparecido su enemigo, sus heridas se cerraron, pero su estado de ánimo no mejoró. Seguía alfigido y furioso por la profanación de la tumba de su amigo Tenkharis... Ordenó a su arma que regresara a su estado original, desapareciendo el brillo azulado de la hoja. La enfundó y se acercó de nuevo a aquél cofre. Tomó la espada de Tenk, cuidadosamente envainada, y la colocó en su espalda.

"Este no es lugar para tu hoja, amigo... La llevaré junto a tu amada y ella la conservará..."

Mientras se ajusta la vaina de la enorme arma a su espalda, sus ojos se clavan en la armadura que yace allí. Por su mente cruza una idea que le provoca una sonrisa traviesa...

Arthin??