Les vio aparecer y algo dentro de él sintió un leve alivio indeseado. Su ogro interior, justo en ese momento, le impulsa a tener ganas de pegarse a si mismo. Por subnormal. Sea cual sea su animo interior, lo exterioriza apretando los puños y guardando un sepulcral silencio, aun cuando las preguntas de sus compañeros.
Lo cierto, es que no había tiempo para ponerse ahora a debatir qué ha pasado o dejado de pasar. Intuía lo que había podido pasar a los otros, por lo enteros que estaban y las pocas palabras que el pelirrojo había vomitado. Pero ahora mismo le resbalaba bastante las preguntas que se estuvieran haciendo ellos.
- El fuego fatuo se fue por aquí - dice como única explicación y acto seguido, cruza el umbral de la puerta abierta en la piedra. Que fuera lo que tenga que ser.
Además ahora contaban con linterna*
*Si es que la sigue teniendo Errol.
Me encojo ligeramente de hombros ante la pregunta en voz baja de Neakail, yo no era quién para decir por dónde iba el fuego fatuo. Bastante que había decidido esperarnos, aunque fuera un poquito.
-Un minuto es poco tiempo- respondo a Neakail y entonces veo aparecer al resto corriendo. Al menos los veo cuando están lo suficientemente cerca, pues antes de eso solo oigo sus pasos en nuestra dirección. –Sí que está enfadado con su pelirrojo- niego levemente en desaprobación ante el taco que ha dicho Mest, porque los insultos no eran de buena educación. Quizás Neakail y Mest podrían ser amigos, o no, porque si se insultaban todo el día entre ellos quizás se acababan enfadando y no hablándose más.
-Hay que cruzar- digo al resto con una leve sonrisa y sigo a Neakail a través del portal que ha abierto en la piedra. -¿El dragón se ha muerto?- añado con curiosidad.
Las escuetas palabras de Neakail fueron suficiente para resolver la mayoría de las dudas del sátiro. Asintió con la cabeza y avanzó hasta llegar junto a Leonore y pasarle el brazo por encima del hombro con camaradería.
—Se ha muerto, sí. Estamos a salvo.
Le revolvió el pelo y avanzó con ella para pasar al otro lado de la puerta en pos del fuego fatuo.
Deanna se detuvo, con la respiración agitada y el rostro descompuesto, al contemplar a sus compañeros. Posó la vista sobre aquella apertura en la pared, y palideció ligeramente, uniéndose, con su expresión, al coro de preguntas que se alzaba al respecto.
Un escalofrío recorrió su pelaje y puso tiesas su orejas, al pensar que tendría que cruzar al otro lado. Pero, ¿qué podía ser peor que un basilisco? "Otro basilisco más grande" se dijo, en seguida, desechando la pregunta mientras se acercaba, despacio- Qué va, yo creo que sólo ronca con una flecha entre ceja y ceja.-dijo, respondiendo a la pregunta de Leonore, observando cómo comenzaban a internarse por la puerta hacia el mundo otoñal.
- Qué ironía. Casi parece una broma. Seguro que esto está aquí puesto porque sí, y no para interconectar dos sitios a través del ensueño, protegiéndolo con un basilisco, para tener un tránsito libre lejos de las miradas curiosas de los habitantes del mundo otoñal. - expuso, encogiéndose ligeramente al aproximarse a la puerta, sintiendo miedo, pero también una enorme y quizá conveniente, y quizá no, curiosidad.
Miró una vez más a su alrededor, y posó sus pupilas felinas sobre Errol, dedicándole una mirada significativa. Más le valía estar de una pieza y no marcharse después de que salieran de esa, porque iban a salir, ¿no? Ella tenía que volver a ver a Bella, y él tenía que responder varias preguntas.
Uno tras uno atravesáis aquella puerta, sintiendo como vuestros sentidos dejan de percibir el glamour a vuestro alrededor y como el aire frío de la realidad otoñal vuelve a tocarnos como un baldado de realidad. Aquí, en donde el sólo aire era hostil con vuestra mera existencia y cuyas almas feéricas eran protegidas solamente gracias a vuestros cuerpos mortales. Bajo vuestros pies, la madera crepita tras cada paso, quejándose de vuestra llegada con lamentos cortos y decrépitos.
Cuando todos pasaron, al final entró Neakail. Tras él, el muro se cierra con cierta premura, dejándoos en la más profunda oscuridad. Solo los ojos azulados de Mest arrojan alguna luz, y éste simplemente parece lo suficientemente ofendido con Errol para tomar distancia por ahora sin contestarle.
Los demás tenéis que esperar un poco mientras vuestros ojos van revelando algo que parece una bodega, oscura, llena de pedazos de cosas: hay algo que parece una mesa rota por allí, hay dos cilindros contra una pared, y algo que parece una máquina que se había dado por vencida hacía mucho tiempo. Un par de columnas sobresalen en el espacio y lo que parece ser una escalera de concreto hacia el fondo, sobresaliendo de la oscuridad que parece ser la pared misma más lejana. No obstante y en teoría, no hay nada que os responda a la pregunta de ¿en dónde estáis?
Os muevo un poco.
La verdad es que en cuanto puse un pie fuera del Ensueño me sentí un poco mejor. No sabía dónde estábamos, pero desde luego era más cómodo que seguir ahí dentro, donde todo daba un absoluto mal rollo. Una vez que estuvimos al otro lado miré hacia atrás. Neakail aún no había pasado, y me preguntaba si sería posible cerrarle la puerta en las narices, o cómo se tomarían los demás la broma. Bueno, no era algo que fuese a hacer.
Lo primero que hice al otro lado fue encender la linterna para iluminar mejor el sitio donde estábamos. Le pegué un repaso, y al pasar la luz por cerca del jefe aproveché para apuntarle a los ojos. Luego, al ser consciente de que no tenía ni zorra de dónde estábamos, saqué el móvil y abrí los mapas para buscar mi ubicación.
—Y sin jurar ni nada —completé por remarcar hasta qué punto era mejor lo que habíamos hecho que lo que íbamos a hacer. Innecesario, sí, pero sentía la necesidad de poner la puntilla.
Después miré al sátiro.
—Aprovechando que seguimos vivos, podrías explicarnos bien de qué iba eso, ¿no?
Kyran no había sido tan iluso como para esperar que no llegase alguna pregunta sobre lo que había sucedido minutos atrás, aunque si le hubiesen preguntado habría apostado a que serían cosa de Leonore. Dejó de mirar alrededor para echar un vistazo al pelirrojo y se encogió de hombros.
—Tuve un problema con su madre cuando era un crío recién salido de la Crisálida. Un Thallain me engañó para que le ayudase a robar la égida, me traicionó, me dejó allí y morí —Sus labios se curvaron en una media sonrisa, pero su mirada se afiló dándole un toque peligroso a su expresión—. Estuve muerto hasta que Orsi me encontró.
No le gustaba hablar sobre sí mismo, los otros chiquillos ya debían saberlo, y ese resumen ya le había parecido más que suficiente, incluso demasiado. Aún así, agregó algo más.
—Moraleja: no te fíes de nadie, chaval. —Resopló entre dientes—. Y ahora basta de batallitas. Encontremos a la cría.
Se encaminó hacia las escaleras con intención de salir de ahí y comprobar dónde estaban.
Atravieso con el resto la puerta que Neakail nos había brindado, que nos lleva a otro sitio. Miro alrededor porque parece que habíamos salido del Ensueño o quizás no. Nunca me había imaginado el Ensueño como un túnel oscuro lleno de dragones, cuando volviéramos debería preguntarle a Orsi o buscar en algunos libros. Quizás la baronesa me deje mirar sus libros como dijo, ahí puede que pudiera aprender más.
Kyran habla de que la madre del dragón le engañó y se murió. Yo lo veía bien, pero quizás era una de esas cosas que no entendía aún del todo. Pensaba que al morir las cosas pasaban de forma diferente, se ve que me equivocaba.
-¿Dónde estamos? ¿Conocéis este lugar?- pregunto yendo a tocar cosas en aquel lugar, al tiempo que mis ojos se acostumbran a la falta de luz allí. Luego no dudo mucho hasta dirigirme hacia aquellas escaleras y subirlas poco a poco, comprobando antes que esos escalones aguantan mi peso.
Fue el ultimo en cruzar y después oscuridad. Por suerte, el cuerpo mortal aún no es inútil del todo y no tarda en adaptarse la vista a ese pozo de negrura. Neakail inspecciona la estancia con lo poco que puede intuir, momento en que recibe dos ataques por parte del pelirrojo.
El primero, el linternazo en los ojos, que le hace cerrarlos y perder, por momentos, de nuevo toda visión. El segundo, la pulla verbal que casi es mas molesta que la ceguera.
- Sigue, sigue haciendo más grande el gran montón de mierda que te va a caer encima cuando salgamos de aquí... - acabó siseando, irritado, sin poder controlarse. Tan irascible estaba que tampoco soportaba que se pusiera ahora a charlar sobre lo que había pasado y del pasado del sátiro. Él pensaba que de eso ya se podrían ocupar después, cuando el gran montón de mierda se pusiera sobre la mesa y se hablaran esas y otras muchas cosas. - No hay tiempo para eso ahora... Vámonos...- remata, intentando zanjar la conversación.
Sigue los pasos hacía las escaleras, tal como Leonore y Kyran.
- ¿Pero hacía donde se fue el fuego? -. vuelve a preguntar, perdido, aunque fuera en vano. - Puede haber vuelto a cruzar una pared... - les recordó.
- Qué acogedor...-musitó, al cruzar el umbral y observar dónde se encontraban, parpadeando y contemplando a Kyran y Errol al escuchar la pregunta del primero y la respuesta del segundo. Era cierto, aquella era una de las explicaciones más largas que el sátiro había dado sobre su vida. Ni siquiera sabía quién era la tal Gwyneth después de años desayunando juntos en casa de Orsi.
- Claro. Vivo en frente, así que visito este sitio todos los días.-respondió a Leonore, encogiéndose de hombros- Pero lo cambian mucho de dueño, así que a saber si sigue siendo lo que era.-añadió, frunciendo ligeramente el ceño mientras trataba de adaptarse a la oscuridad, siguiendo a sus compañeros.
Cuando revisas el móvil, te encuentras que estás en uno de los suburbios más al norte de Glasgow. No has estado antes allí, pero tiene aspecto residencial. El marcador de localización te marca justo en una casa cualquiera.
Lo segundo que te llama poderosamente la atención es que han pasado 2 minutos desde el momento en que recuerdas haber entrado al túnel. Aunque claramente habéis estado mucho más tiempo allí abajo y no tiene sentido. Pero así se comportaba el Ensueño y en realidad, era mejor que hubiesen pasado sólo 2 minutos y no 4 días sin que os percataseis.
Devié la mirada hacia Neakail sólo un momento con sus palabras. Sus amenazas eran como las de un profesor de instituto: tan frecuentes que ya era imposible tomárselas en serio.
—Bueno, por si os interesa... —les dije sin separar la vista del teléfono—. Estamos en Glasgow, en una casa de los suburbios. —Miré a los otros con gravedad y seriedad—. Y han pasado veinte años desde que entramos en el túnel.*
Después de esas palabras les mantuve la mirada uno, dos, y tres segundos antes de hacer un gesto con la mano y empezar a caminar hacia las escaleras.
—Es broma, han pasado dos minutos —afirmé con una sonrisa—. Venga, vamos.
Nota del director: Por como funciona el Ensueño, esto es plausible, aunque raro.
Lentamente os dirigís hacia las escaleras. Con algo más de claridad, el espacio se revela con las justas dimensiones como para ser un sótano que otra cosa. Hay algunas cosas caseras olvidados por allí, unas almohadas sucias, unos cazos arrumados contra la pared y algunos cuadernos arrumados y abiertos hacia abajo.
Las escaleras se sienten suficientemente sólidas, y llegáis tratando de caminar silenciosamente hasta una puerta de madera. Os parece escuchar un rumor extraño del otro lado, como una voz, pero cuando la empujáis un poco, revelando un exterior muy iluminado y soleado, sólo hay silencio allí afuera. La poca luz que se filtra por la apertura llena el lugar, revelando un interior descolorido y lleno de polvo, humedad y mugre, cosa que no os había costado imaginarlo. Sin embargo, el exterior revela desde vuestro punto de vista, paredes, un piso de madera en mal estado y demasiada luz solar como para pensar en que hay un techo.
Afuera, el aire trae un olor metálico, mezclándose con un aroma a tierra mojada y un viento frío que os recuerda dónde estáis y qué clima hace allí afuera.
Antes de que podáis tomar una decisión, escucháis una voz desde el exterior:
-Yo espío con mis ojos... un espía. Quizás dos. Quizás más.-
La voz suena femenina, aunque gruesa, y con una pronunciación extraña. Como si quien hablase tuviese algo en la boca mientras intenta pronunciar cada palabra.
Motivo: Des+Sigilo Deana
Tirada: 5d10
Dificultad: 5+
Resultado: 3, 3, 4, 7, 8 (Suma: 25)
Exitos: 2
Motivo: Des+Sigilo Errol
Tirada: 6d10
Dificultad: 6+
Resultado: 10, 1, 2, 6, 5, 10 (Suma: 34)
Exitos: 3
Motivo: Des+Sigilo Kyran
Tirada: 4d10
Dificultad: 6+
Resultado: 5, 6, 7, 1 (Suma: 19)
Exitos: 2
Motivo: Des+Sigilo Leonore
Tirada: 5d10
Dificultad: 6+
Resultado: 7, 6, 6, 10, 8 (Suma: 37)
Exitos: 5
Motivo: Des+Sigilo Neakail
Tirada: 5d10
Dificultad: 6+
Resultado: 8, 4, 8, 6, 10 (Suma: 36)
Exitos: 4
Tirada oculta
Motivo: Per+Alerta Redcap
Tirada: 5d10
Dificultad: 6+
Resultado: 1, 1, 6, 9, 10 (Suma: 27)
Exitos: 3
Tirada oculta
Motivo: Per+Alerta Sluagh
Tirada: 6d10
Dificultad: 6+
Resultado: 9, 6, 4, 1, 9, 1 (Suma: 30)
Exitos: 3
Errol dice que han pasado veinte años y por un momento me siento rara, porque quizás Sarah no estaba y no había podido despedirme de ella. Siento un pequeño agujero en el pecho. Por un momento mi cara se torna en una expresión de tristeza profunda, mirándole desde las escaleras. Luego dice que es broma y a mí no me lo parece, por lo que no puedo evitar mirarle ligeramente seria. Por unos segundos comprendo el enfado de Mest con su pelirrojo, estaba más que justificado si decía esas cosas.
Sigo escaleras arriba hasta ver que tenemos luz fuera. Miro dónde nos encontramos, por si me sonara de algo, pero no había visto un sitio así específicamente nunca. En realidad me parecía un sitio muy genérico.
-Ella puede haber visto a Alice, deberíamos ir a preguntar- sugiero a mis compañeros, buscando la puerta para salir al exterior.
Un escalofrío recorrió la espalda del sátiro al escuchar al pelirrojo decir que habían pasado veinte años. En esos escasos instantes de silencio pasaron por su mente infinidad de dudas y temores sobre su Ensueño y lo que podía haber sido de él en todo ese tiempo. El mensaje que había enviado a Meg antes de meterse en la trampilla era seguramente insuficiente para dos décadas.
Así que cuando habló de nuevo para confesar que sólo se estaba quedando con ellos lo acribilló con la mirada durante dos segundos. Luego sus labios se curvaron en media sonrisa lupina.
—No ha tenido ni puta gracia —sentenció, mirándolo fijamente.
Al llegar al final de las escaleras y oír esa voz lo primero que pensó fue que habían hecho demasiado ruido. Y ya una vez habían sido descubiertos no servía de nada seguir escondiéndose. Así que empujó la puerta y salió en busca de la dueña de la voz.
Neakail se quedó congelado con las palabras de Errol. El peso de esos supuestos 20 años, le cayeron encima como una gran masa de pesada cual plomo. Con un efecto igualmente destructivo, pues las imágenes que se le pasaron por la cabeza durante el corto periodo de tiempo que duro la revelación de la verdad, seguramente le sesgaron unos cuantos años a su cuerpo mortal.
La opresión en el pecho, con la fuerza de una prensa hidraulica, amenaza con hacer que le empiece a faltar la respiración... y entonces:
- ¿Por qué no te ha matado el puto basilisco? - murmuró con rabia, sintiendo de verdad tal deseo.
Deseo que le acompaña hasta instante después, cuando se revela la puerta al exterior, la voz, Kyran exponiéndose... Así que, a estas alturas, le siguió.
Deanna también había empalidecido, tras escuchar a Errol- Qué va, ha sido desternillante...-dijo, enarcando una ceja, mientras seguía a los demás, notando el pelaje erizado y las orejas tiesas, soltando un involuntario bufido al ver cómo Kyran avanzaba de aquella manera hacia la voz desconocida, apoyando la mano sobre el mango de su estilete, en caso de que hiciese falta utilizarlo.
Posó la mirada brevemente sobre el pelirrojo. Más le valía seguir de una pieza, después de todo aquello. Aún tenía que hablarle de Bella.
Lo que aprendí tras las respuestas de esta gente es que no tenían ni un poco de sentido del humor. Bueno, quizá Deanna sí. O quizá no. Vale, probablemente no. Y en realidad tampoco lo había aprendido en ese momento, era algo de lo que me había dado cuenta poco después de conocerlos. En fin, no era de extrañar que estuvieran más que aburridos antes de que yo llegara. Ni me molesté en suspirar o resoplar. Para qué. Sólo seguí a los otros por las escaleras.
Traté de caminar sin hacer ruido, y antes de llegar a la puerta busqué a Mest con la mirada mientras los otros subían.
—Eh —le dije—, no fue peor que lo que tú hiciste con Fawda, y ha salido bien. Habría ido mejor si estuvieras, pero tuve que apañarme con él —susurré haciendo un gesto hacia el sátiro, que en ese momento parecía a punto de salir. Parecía que ahora iba de temeridad en temeridad: le estaba enseñando bien. Y al ver que el jefe iba tras él, yo también me animé.
—Hola —saludé mientras salía, queriendo mostrarme tan afable como podía ser.
La luz os ciega por un momento. Vuestros ojos acostumbrados a la oscuridad sólo perciben el reflejo blanquecino del sol que parece estar en lo alto. Las siluetas a vuestro alrededor se mezclan como manchones borrosos y la voz que os ha hablado hace un rato viene de arriba.
Salís entonces, sintiendo un suelo de madera bajo vuestros pies y un olor constante a polvo y podredumbre, a lo que huele el metal oxidado y la madera humedecida por la lluvia. No pasa mucho antes de que la voz os salude cuando habéis todo salido de aquel sótano.
Y mientras lentamente podéis empezar a distinguir quién os ha hablado, ella habla una vez más, con recriminación y amargura, dirigiéndose a vosotros -¿Quién os ha mandado? Veo que venís a quitarme a mi hija. Venís... por Alice-
Fin del capítulo.