Partida Rol por web

Yorash apoya su brazo en la mesa y la cara sobre su palma. Seguidmente levanta la mano con dos dedos en alto despidiéndose de la pareja. Nuevamente su pelo cae por la frente, aunque ahora no se molesta en apartarlo.

¿Acercarse a aquellos que arrasaron mis tierras, mataron a mi madre y me quitaron todo lo que tenía? Lo siento, pero no. ¿Qué podría hacer yo? Quizá dar dos o tres espadazos, o incluso ensartar a varios, eso si es que son mortales, pero nadie dice que lo sean. Y tras haber matado a un par de ellos, luego me matarán. Y entonces todo lo que prometí a mi madre se hunde como una piedra en una letrina putrefacta. Gracias, pero no, mucho tendrían que cambiar las cosas...

Acaba la carne aún caliente tras apartar el cuenco de barro que contenía la sopa. No estaba mala, un poco insípida quizá. Es lo que tiene hacer una sopa de cebolla con una única cebolla. Pero con aquel clima si le hubiesen puesto una piedra caliente seguramente también la habría chupado con tal de entrar en calor. Al acabar se aprieta los párpados un poco. Se pone en pie y recoge la silla para después pedir indicaciones sobre su estancia. Antes de abandonar el salón se asoma por la puerta y mira si aún está su caballo.

No te mueras de frío, ¿eh? Que me has costado caro, y robar un caballo es más difícil, no me caben en las manos.

Durante un momento se mira las botas llenas de barro seco. Golpea con el talón en la entrada para evitar mancharlo todo y finalmente se dirige a su estancia. Pero siempre alerta y con una daga en su muñeca.

¿Qué te ha parecido Yorash? - le pregunto a Rachet mientras subimos al cuarto - No se te notaba muy cómoda precisamente...

Me giro en la escalera para confirmar que nadie nos oye y añado: No creo que sea una mala persona, simplemente anda desorientado...como tu muchas veces - la sonrío - Además, no siempre vamos a coincidir con personas afines a nosotros...La verdad, fue una suerte encontrarme contigo...

Sigo subiendo por la escalera, manteniendo la mirada con Rachet.

Con la voz baja le respondo casi llegando a la habitación tratando de no ser escuchada. No es que me parezca una mala persona, es que el comentario del dinero es … como decirlo, tan inoportuno...

 En esas uso la llave para abrir la puerta y entrar

 Uno no puede pretender ganar algo material de una tragedia como la que estamos viviendo, no se…las personas con esos intereses no me producen confianza… Me siento en la cama agotada y prosigo- No sabemos si además de dinero busque algo más… bueno creo que dormire. buenas noches.

Me acuesto en la cama dejando siempre a mi lado mi vara. Y cierro los ojos.

Mientras bajaba del caballo que piafaba bajo la lluvia escarbando el suelo se gira hacia la guerrera tienes razón Sahsnôt, para mí tampoco sería de agrado dejar aquí a esta bestia... mientras palmea con cariño el cuello del enorme caballo negro, Yo entraré y preguntaré, initentaré que nos den cobijo y a ver que puedo encontrar para ellos...

A punto de acabar con vuestra frugaz cena, la puerta de la Posada se vuelve a abrir... Por ella entra un Humano de Piel negra  azabache como nunca antes habiais visto, tan alto que practicamente roza con el marco de la puerta (a dos metros de altura).  En su oscuro rostro, destaca una trenza que desde la perilla crece un palmo y su cabeza afeitada excepto la meseta superior de la que cuelgan rastas rastas hasta la mitad de su ancha espalda. Por debajo de su ropas de vivos colores... amarillo, rojo, verde (ahora empapadas) se pueden adivinar los poderosos musculos que esconden. A su espalda cuelga un gran Alfanjon, al lado de un Arco Corto, y en su cadera una cimitarra.

Observa la estancia con detenimiento, hasta que su mirada se detiene en el Posadero, entonces a paso firme comienza a caminar directo hacia el. El suelo de madera cruje bajo sus botas.

Segundos despues, veis aparecer por la puerta otra figura, si cabe, mas impresionante, sobre todo por tratarse de una mujer, tan alta como la propia puerta, de largos cabellos rojos como la sangre, piel blanca y frios ojos grises. Su esbelto cuerpo va cubierto por un monton de Pieles de Oso blanco. En su mano derecha lleva 3 Jabalinas, en la izquierda un escudo redondo revestido de la mismas pieles que ella misma. Solo da un paso dentro de la estancia desde la cual se queda observando el panorama.

Entonces, tras ella, surge un verdadero Titan, si el humano de piel negra y la mujer pelirroja os habian parecido grandes, estos quedan empequeñecidos por la presencia de este nuevo visitante. Tan alto que se tiene que agachar para entrar, supera en un palmo la altura de la puerta, y con unas espaldas tan anchas que se tiene que poner de lado para poder entrar por la puerta. Va vestido como la mujer, y al igual que esta su cabello tambien es rojo como la sangre y sus ojos de un color azul muy claro. Un Hacha de Batalla cuelga de su cintura, un Arco largo de su espalda y un escudo de su brazo izquierdo.

Se queda a tan solo unos centimetros de la mujer, detras de ella, como en actitud protectora y paseando su dura mirada por la estancia

Entraiss en la ruinosa Posada y todas las miradas se centran en ti... no son muchas apenas un par de cansados y nerviosos campesinos, asi como el Posadero, un hombre extremadamente delgado, con apenas una veintena de largos cabellos oscuros sobre su blanca calva y mirada inquisitiva.

Lo normal que podiais esperar viendo el pueblo, si bien, sentados a una mesa y con unas cervezad delante, hay tres humanos que desentonan claramente con el resto.

Una de ellas es una humana de cabellera negra, piel blanca cetrilla, ojos verdes aceituna,  facciones delicadas. Tiene un aspecto descuidado, con el pelo lleno de hojas y enredad y con claros sintomas de estar aun medio empapada. Esta  vestida con una túnica recta de color verde con capucha;   tiene  una cota de cuero, una mochila entrecruzada y una llamativa vara de madera. Además en su cuello luce un collar de plata

Al otro individuo no lo veis tambien pues cubre su rostro con una capa, pero dirias que se trata de un humano, mas bien bajito, un Arco Corto descansa junto a la mesa.

Por ultimo, el tercer humano tiene un aspecto lamentable debido a la lluvia. Aún tiene la cabeza cubierta por una capucha tan empapada que apenas protegía del agua. La tela está pegada en su frente y algunos mechones de pelo caen por su cara pegándose a la piel. Sus ojos son negros y en su mejilla derecha parece tener algunas marcas o cicatrices, pero la tela impide verlo con claridad. Cubre su cuerpo con un manto grueso, y en su espalda descansan un carcaj y un arco similar al del otro hombre. Tiene las manos enguantadas, pero la punta de sus dedos están enrojecidas. A su lado descansa una silla de montar con alforjas ocupadas por algunos objetos.

Los tres parece que estan acabando de cenar.

Yorash había acabado de comer y jugaba con el vaso sobre la mesa cuando de pronto entraron aquel trío gigantesco. Los miró completamente anonadado. Parpadeó varias veces y se frotó los ojos para ver si lo que tenía en frente era realidad. Durante un instante calculó cuánto podría caber en la mano del más grande de todos, y tembló al pensar en su propia cabeza dentro de su puño.

- Atiza... ¿Y esos de dónde son? Más os vale que también vayan con vosotros, y no en contra. Así podéis esconderos detrás. De hecho podríais hacerlo incluso montados a caballo... -murmura bastante impresionado.

Miro por encima de mi hombro y mis ojos no pueden creer lo que ven. Inmediatamente palidezco. En mi vida había visto semejantes hombres tan grandes. No puedo evitar sentir miedo. Miro a Olonheint y Yorash confundida.

A estos parecen que los hubieran alimentado con semillas de Sequoias  – aprieto con fuerza mi vara- son enormes

Trato de fijarme mas en ellos. Mi abuela me habia hablado que gente salvaje del norte cuyo pelo es pelirrojo, pero nunca habia visto uno de color moreno. Recuerdo que mi gente comercializaba con los Drannianos y muchos de ellos eran de ese color, pero eran gente muy baja de estatura….

Esperemos que tengan buenas intensiones…tal como dices tu Yorast

Me vuelvo sorprendido por el comentario de Yorash y lo que veo a mis espaldas hace justicia a sus palabras...jamás había visto gente tan grande ni con un aspecto tan terrible.

La verdad, sí que imponen - digo y sonrío a mis compañeros.

Todas las miradas se fijan el Garland cuando este entra en la posada. La gente asombrada parece no haber visto nada semejante en su vida. Pero es algo a lo que Garland se tendrá que acostumbrar, pues, de su pueblo pocos quedan ya. El gran guerrero se coloca a la espalda de su compañera y desafia con la mirada a todos los presentes. Ser el cento de atención no le gusta nada, y por ello su odio.

Acerca lentamente su mano derecha a su gran hacha, no sabe nada de estos desconocidos, cualquiera podría saltar en cualquier momento e intentar hacer algo en su contra, por eso deja su mano sobre la empuñadura, en señal de que esta preparado contra cualquiera que intente hacerle algo a él o a sus amigos.

Marçao entra y se sorprende al ver la cantidad de gente en la taberna, más aún cuando distingue al pequeño grupo armado, pasando por inadvertido el hecho que todos no dejan de mirarlos, no es la primera vez que esto sucede despues de todo no son precisamente una partida común...

Tabernero necesito hospedaje para cuatro personas y tantas monturas... Acto seguido se gira para observar a sus compañeros?? La habeis dejado sola afuera?? Me aseguraré de que tenemos habitaciones y saldré a por ella, vigila por si las moscas compañero...

- No te preocupes, yo saldré fuera a hacer compañía a Sahsnôt, por si las moscas. Tú ocupate de todos los asuntos, yo iré fuera, hoy en día no es bueno quedarse a solas en estas tierras. Si algo pasará estoy disponible para cualquier contratiempo.

Al acabar la conversación con Marçao, y decir la última frase hace una rápìda ojeada a la posada, con la mirada agresiva típica de un O'Shar cabreado, con la intención de que suene como una amenaza. Se gira hacia la puerta, pero antes se dirije a Breielssa y le dice unas palabras. Cuando ella asiente con la cabeza, el gran guerrero se desplaza hacia la puerta y sale hacia el exterior.

Garland se agacha y atraviesa el umbral de la puerta. Fuera la vista es un tanto desoladora, pero tál cual están las cosas últimamente el guerrero se reconforta pensado que podría haber sido peor.

Se acerca a Sahsnôt que aguarda con los caballos.

- Dime Sahsnôt, alguna novedad?

Sahsnôt sonríe cuando ve salir a Garland - No hace falta que vengas, hace mala noche, y no hay nadie cerca, así que no hace falta que os preocupeis - le dice con dulzur- ¿Y dentro que tal? ¿Hay ambiente?- pregunta casi divertida.

- ¿A ellos no les vais a invitar a nada? Quizá os convendría buscar su compañía si es que piensan ir hacia el mismo lugar. Mirad sus armas, son guerreros -murmura bajando la cabeza hasta apoyarla casi sobre el vaso-. Gente como esa es la que debería haber formado un ejército capaz de frenarlos. Pero desde siempre nos hemos dedicado a matarnos entre nosotros como ratas... Ciertamente son impresionantes, ¿eh?

Sus ojos se mueven continuamente observando al peculiar grupo que ha entrado por la puerta. Parecía estudiar todo, desde sus pieles hasta sus armas, pasando incluso por los saquitos que colgaban de sus cintos. Movió la lengua por su encía superior y la hizo chasquear dentro de la boca.

No sabemos que intenciones traen... - le murmuro a Yorash - Pero desde luego no tienen la misma pinta de necesitado que tenías tú - le miro y le sonrío abiertamente.

Si tanto te interesa su compañía, invítalos a sentarse. - le digo a Yorash mientras vuelvo la cabeza hacia la puerta y los recién llegados - De todas formas somos los únicos que estamos en esta posada.

Te das cuenta que el Posadero te observa con cierto nerviosismo, tal vez miedo, aun asi, te responde con voz monotona.

   - Para los caballos no tengo nada... - Lanza una mirada a Garland y a Breielssa - Habitaciones tengo de sobra, pero no se si seran adecuadas para vuestros tamaños.