El primer comentario hizo brillar la mirada de Ellia y se dio cuenta que, sin querer, la había molestado. Probablemente ella había malinterpretado sus palabras o quizás había algo que se le escapaba y que hacía inapropiadas sus palabras.
Como fuera, aunque él sabía que la había molestado, ella recompuso su sonrisa y disimuló, no suficiente para confundirle pero sí para salir del paso y no dar pie a que pudiera enmendar la situación.
Cuando se despidió ella, que ya había hecho por irse antes, se limitó a retirarse con un enigmático.
-“Supongo que sí, podría ser que nos veamos más en las noches por venir.”
En la barra una camarera con pinta de modelo se apresuró a atenderle, aunque se tomó su tiempo preparando su combinado, con arte, esmero y una sonrisa. En total había cuatro sirviendo, dos chicas y dos chicos, una cantidad absolutamente exagerada en aquel momento, incluso aunque esa zona VIP se llenase, seguirían siendo muchos. Andrew no se sorprendió demasiado cuando la chica no le pasó ninguna cuenta con la copa.
Dejó el tiempo prudencial antes de acercarse al grupo, lo que dio tiempo a Rebecca de presentarse y charlar un rato, desplegando su encanto sofisticado y meloso que reservaba para quienes estaban por encima de ella; aún así su impresión era que su esfuerzo quedaba ensombrecido por la mujer madura que había reconocido como una diva de la canción. Aunque algunas personas le habían cruzado la mirada en ese rato, obviamente no era momento de explorar, había otras prioridades.
Cuando se acercó Vivian le recibió de forma natural, abriéndole hueco en la camarilla. Con una sonrisa fría y profesional, que quedaba lo bastante sincera para adornar sin pretender engañar en ningún momento sobre lo que era.
-“¡Ah! Andrew, justo a tiempo. Te presentaré, ya conoces a Rebecca y a nuestros inversores, les señaló brevemente. A quien no conocerás es a nuestra distinguida y generosa anfitriona, Madame Fleurcour. Sin duda conocerás su impresionante carrera musical, pero la empresarial y emprendedora no le va a la zaga; una mujer de nuestros tiempos a la que nos enorgullece llamar amiga."
La diva le extendió la mano, pero en una postura peculiar, tras medio segundo de duda que probablemente pasó desapercibido para la mayoría – no así para la mujer – el joven recordó los libros de protocolo que había estudiado en el pasado para deducir que esperaba un besamanos; un gesto remilgado y anticuado, pero que suponía sería lógico en aquel entorno de alta sociedad. Suponía que, considerando la prueba, había salido más airoso de lo que sería justo esperar; más aún cuando mantuvo la compostura al sentir su mano helada como un témpano.
Le habló con gesto distraído, de hecho, miraba por el ventanal del suelo que permitía ver, sin ser vistos, el escenario del piso inferior e, incluso, los bastidores, a diferencia de la planta de debajo en que se mantenía a la plebe. En el escenario se afanaban con los últimos retoques para el primer grupo del cartel del concierto de esa noche y tres chicas – orientales, si sus ojos no le fallaban – salían del camerino con ropas a juego, inspiradas en el concepto de instituto japonés.
-“Bienvenido, querido, como ya le dije a tu encantadora compañera” – dirigió una brevísima mirada a Rebecca – “me alegra ver por aquí sangre nueva y joven, vuestra energía e ideas vibrantes resultan una agradable brisa refrescante en éstos salones. Renovar el aire de vez en cuando es bueno.”
No te preocupes por adelantarte, avanza la historia como más te guste hasta que no sepas cómo seguir o quieras ver la reacción del entorno. Si algo tiene que pasar o hay que cambiarlo, ya lo adaptaremos para integrarlo o, en última instancia, rectificamos.