-Pobrecilla. Se ve que la muerte de su padre la ha afectado mucho. Estoy segura de que los superviviente del cancer  agradecen enormemente que no se olviden de ellos en estos momentos.

Bella miró a su alrededor con disimulo y casi con azoramiento preguntó.

-Y si no es mucho preguntar, ¿le importaría que me acercase al tocador? A estas edades...ya sabe...

En realidad, Bella tenía una vejiga que podría ganar campeonatos de resistencia, pero también sentía curiosidad por ver los baños del barco. Y especialmente, descubrir si sus bañeras eran lo suficientemente grandes para ahogar en ellas a un hombre adulto.

—Oh te entiendo Bella. Yo mismo te pediría ir querida— le dice a Amanda —Pero me da algo de miedo con el movimiento del barco ¿no os pasa que el movimiento os ma... mare... mareaaa... oooohhhh

Realmente el yate se mantenía bastante tranquilo, pero Muriel exageraba muchísimo el movimiento y empezó a marearse realmente. 

- ¿El... Eh... Luxán...? Oh.- Amanda Karuse pareció palidecer, aún más, si tal csa era posibe, peor se veía que su cabeza era rápida en la búsqueda de recovecos con los que salir al paso. - Precisamente he conseguido que Andrew...- Ahí la viuda parció dudar. - Un comprador para el mismo y con ese dinero... Costearemos un donativo para los héroes del... Cáncer testicular...- Así pues, parecía que el mayordomo era quien se había hecho con el jarrón y sabía de sus suerte, y que la propia Amanda sabía más de lo que quería decir.

- Si, todas estamos mareadísimas, y parecemos envejecer décadas a cada segundo que pasamos en este cuarto.- Estalló Emily tras su ordenador. - ¿Podrían TODAS ustedes ir a vomitar por turnos al baño? Está siguiendo ese pasillo, a mano derecha.- Indicó con su mano un reductor interior del yate, el mismo por el que David se había escabullido para subir a la segunda planta de la Dama Regia. - Ese todas te incluye, madre, no vaya a ser que tropieces y necesites que tus amigas salten por la borda para rescatarte. - Había más que resquemor en las palabras de Emily.

-Si me disculpan,  voy entonces a empolvarme la nariz.-dijo, con una inclinación de cabeza dirigiéndoles una beatífica sonrisa a Amanda y Emily. Y si se había dado cuenta de las abiertas arrogancia y hostilidad de Emily, no lo demostraba.

Se levantó, alisándose las arrugas de la falda de estar sentada y se dirigió al pasillo que le habían indicado. Y si alguien notase que una vez en el pasillo sus pasos se volvían más ligeros y silenciosos, nadie podía extrañarse de que una pobre ancianita, en un lugar poco familiar, y rodeada de muebles y objetos que valían más que todo lo que iba a ganar con su pensión en lo que le quedaba de vida, se moviera con más cuidado del habitual.

- Creo que me he perdido...- dijo Agatha con tono despistado, interpretando unos de sus papeles favoritos para sonsacar información: el de vieja que chochea. 

- Fíjese que juraría que hace unos minutos había dicho que el jarrón había sufrido un percance, pero no... parece que ha surgido un comprador... jejeje- pequeña pausa para observar la reacción de la afligida viuda- A mis años mi oído ya no es lo que era... Y eso también afecta a mis mareos... Bella, querida, no tardes mucho, creo que voy a necesitar el baño también, jujuju- dijo con un gracioso gesto con el dedo como indicando que la cabeza le daba vueltas.

Camino del baño se "despistaría"por el barco para buscar a Andrew y que le diera "su versión" de lo que le sucedió al jarrón. A veces, cuando reúnes las suficientes mentiras, consigues construir la verdad.

Una vez que Bella llegó al pasillo algo se torció...

Mientras caminaba por el estrecho corredor algo hacía que se le erizasen los pelillos de la nuca.

Y cuando se acercaba a la puerta del baño, dudando si realmente introducirse allí a fisgonear o si seguir por el pasillo hacia otra estancia, notó un movimiento rápido por el rabillo del ojo.

Giró su crujiente cuello para ver cómo una lata caía al suelo desde un carrito en el que había diversos objetos de primera necesidad para sobrevivir en el yate (Botellines de agua, rollos de papel higiénico, sprays plaguizidas...), el acerado objeto se deslizó por el suelo hasta sus pies, pero cuando vio que no suponía un grave peligro para su persona, se giró para continuar, sin ver que alguien había abierto la puerta junto a ella, alargando un brazo que la tomó de la muñeca para empujarla con violencia hacia el interior del reducido espacio del aseo.

- Teníais que llegar hasta aquí, ¿Verdad? Y seguir fisgoneando.

Su agresor la arrojó al suelo, atando una toalla en torno a su boca antes de que la pobre Bella pudiese reaccionar.

- No podíais dejar tapada la caja de los gusanos, seguir escarbando en una tumba recién cubierta.

Un par de seguras manos se aferraron a su huesudo cuello.

- Oh, no. Si hace falta todas terminaréis flotando en torno a este maldito barco, pero nadie lo sabrá.

El nudo formado por aquellos dedos en torno a su tráquea se afianzó, impidiendo que la anciana pudiese recuperar el aire que rápidamente había expulsado a causa de aquel inesperado asalto.

- NADIE LO SABRÁ ¿ENTENDÉIS, MOJAMAS ENTROMETIDAS?

El letal abrazo se mantuvo mientras los brazos de la anciana cesaban en su débil aleteo, aquella polilla había perdido todo interés por la luz de la vida, que se alejaba flotando de aquel cuerpo, inerte en el suelo del baño, mientras su atacante salía, dejando la puerta atrancada desde dentro.

Bella ya no estaba allí...

Ante el comentario de Agataha, Amanda sacó un gin-tonic de se sabe donde y procedió a vaciarlo sin pararse a respirar, mirando a la señora entrometida sin parpadear, mientras esta salía de la estancia para perderse, camino de la cubierta superior, intuyendo que allí se encontraría Andrew. Le llamó la atención no cruzarse con Bella, ya que no daba dos colines porque su compañera realmente hubiese ido al baño, e imaginaba que se encontrarían camino de sus respectivas corazonadas, pero así fue, ni rastro de su compañera, así que comenzó a subir las escaleras, escuchando que el primogénito de los Krause hablaba con alguien, no podía saber si presente o por teléfono desde donde estaba, peor escuchó claramente cómo decía que...

- No... No, Arnold... NO... Me prometiste el Haring, y no solo eso, me prometiste el Haring en la pared de esa galería, MI FUTURA GALERÍA... No he hecho todo esto para nada, mierdoso. Oh, Andrew, prepárame otro granizado de margarita, viejo tunante.

Agatha comenzó a escuchar cómo alguien descendía las escaleras en dirección hacia ella.

Bella no estaba muy segura de por qué se había acordado justo de aquella escena justo al salir al pasillo, mientras caminaba hacia el baño, pero había una calidez en aquel recuerdo que se le antojó completamente necesaria frente a toda la frialdad y mentiras a las que se estaban viendo sometidas en el nido flotante de los Krause.

De pronto, la puerta del baño se abrió inesperadamente, y alguien salió a toda velocidad de su interior. Una pena que la vista y los reflejos de Bella no fuesen los que eran, siendo incapaz de precisar de quién se trataba o de poner freno a su carrera, pero aun así algo llamó su atención por lo que podía ver desde el vano de la puerta...

Había una extraña mancha opaca que contrastaba con el brillo del suelo, era un detalle singular que solo podía apreciarse desde un determinado ángulo de visión, pero que nunca pasaría desapercibido a una Experta como ella.

Entró en el pequeño recinto del baño y observó que la mancha y las pequeñas salpicaduras que prolongaban esta sobre el suelo, llegaban hasta la pared en la que se encontraba la taza del váter. Es más, seguían por esta, casi a ras de suelo, descubriendo que no había sido limpiada: un dripping parduzco que sin duda había sido sangre fresca dos días antes...

Agatha escuchó según subía la escalera al joven Krause en una enfrascada discusión. Cuando pidió a Andrew que le preparara un cóctel cursi de esos...  Diablos, ¿ dónde han quedado las buenas costumbres de tomar un buen brandy?- pensó la experta.

Cuando escuchó a alguien bajar las escaleras, se dio cuenta de que era demasiado tarde para intentar disimular, así que se hizo la despistada, esperando que le que bajase las escaleras fuera Andrew. Si no era él... bueno, ya improvisaría

Interesante-pensó Bella-. Y no creo que sea de una hemorragia nasal.

¿Sería ese el sitio donde había muerto Krause? Aunque no recordaba heridas en el cadaver.

Aún más interesante.

Curioseó un poco más. Se sentó en la bañera, tan decadente como el resto de la decoración. Abrió los cajones de los muebles de baño. Toallas, jabones y otras fruslerías. Por supuesto que si tenían medicación no la iban a dejar allí.*

Aún le gustaría estar segura de quién había salido corriendo de la habitación, pero tenía la impresión de que no tardaría en saberlo.

Y salió del baño hacia el salón.

Curiosamente Agatha, encontrándose en el pasillo, se vio sobresaltada por un sonido a su espalda: Bella había cerrado la puerta del baño mientras observaba los restos de la mancha que había intuido en su interior y ahora volvía a abrirla, saliendo al pasillo con cara de una peculiar satisfacción, no exenta de picardía, más de que hubiese descubierto algo jugoso que de que se hubiese librado de una responsabilidad física mayor o menor en aquel recinto higiénico. Su compañera parecía dispuesta a volver hacia el salón de donde ambas habían salido.

Pero otra sorpresa abordaba a two-wheels de frente. Sara Krause bajaba a toda velocidad las escaleras desde la cubierta superior del yate, donde había escuchado a David, y tras ella venían tanto su hermano como un inesperado Etienne Beauregard, luciendo un ridículo bañador, demasiado pequeño, demasiado ajustado y con demasiados colores para tan poca tela que pareció casi caerse de culo al ver a la experta en mitad de su camino.

- Sara... ¿Por qué coño...?- David parecía molesto, como si temiera que su hermana hubiese visto, oído o descubierto algo que no debía, peor se calló tan pronto como también vio a aquella jubilada entrometida, tratando de no dar más información a aquellas viejas que habían invadido su barco, como si de una plaga medieval de ratas que pudiesen portar la peste negra se tratasen.

En el fragor de la persecución, Agatha giró sobre sí misma y se vio arrastrada hasta el salón por la inercia desencadenada por los hermanos Krause y el 'socio' de su difunto padre, hasta volver a encontrarse en la sala donde el resto de los supervivientes de la saga de Boston se encontraba reunida. 

Curiosamente Andrew, también entró en la sala, poniendo cara de desconcierto al encontrarse con aquella pléyade de personajes reunida en un incierto espectáculo circense en el que la contención precedía al espectáculo de los payasos, para ofrecer un curioso contraste. El mayordomo, desencajado, corrió su brazo a un lado para dejar pasar al sheriff Darlymple, quien puso una curiosa expresión, a medio camino de la sorpresa y un 'Defeco en mi pastelera vida' que nunca abandonaba su cara de pachón viejo por más de tres minutos.

Así pues, todos los integrantes de aquel dramatis personae se encontraban en un mismo recinto, compartiendo el mismo oxígeno y la misma inquietud silenciosa al escuchar el sonoro mecanismo de un reloj de péndulo que lucía un poco riddículo, encadenado a la pared de la sala.

-¡Oh, Sheriff Darlymple !¡Qué sorpresa! Precisamente pensaba hacerle una visita hoy o mañana. Supongo que eso significa que me ahorro un paseo, aunque siempre es un placer verle-Dijo Bella con alegría, al ver a su viejo conocido, invitándolo con un gesto de cabeza a que se acercara al pequeño corrillo y dirigiéndose a la señora Krause para hacer las presentaciones de rigor.

-Supongo que ya se conocen debido a las luctuosas circunstancias, pero el Sheriff Darlymple, aquí presente lleva años siendo el esforzado protector de la ley en el pueblo. Y ya conoce usted, sheriff, a la señora Krause, que ha beneficiado a tantas causas benéficas. Nosotras habíamos venido a darle el pésame por su finado esposo y padre a la familia Krause. Ya sabe, como representantes del dolor del pueblo por ellos.

Bella se volvió a la señora Krause, poniéndole con simpatía una mano sobre el hombro.

-Déjeme, señora Krause, volver a repetirle lo mucho que lamentamos lo que ha pasado. Debió ser muy duro ver a su marido golpear a su hijo en el baño. Estoy seguro de que estaba borracho, como de costumbre, y dolido al saber que David no era su hijo biológico. Pero eso no justifica que lo pagase con él. El pobre David debió de sangrar bastante, a juzgar por los restos de sangre en el baño. Y usted, como toda madre, hizo todo lo posible por proteger a su hijo y se metió entre ellos. Incluso perdió uno de sus pendiente de perlas que llevaba esa noche, al forcejear con el señor Krause e intentar apartarlo de su hijo. Aunque imagino que su presencia sólo sirvió para enfurecerlo aún más.

- Yo... Eh... Behhhh...- La señora Krause invocó otro gin-tonic desde la nada y se escudó tras el para tratar de disimular que su palidez ya había alcanzado un tono ultraterreno y poder achacar al alcohol que se le pudiesen los ojos llorosos. Miró a su hijo por encima del borde la copa antes de seguir mirando al resto de sus familiares, como buscando su ayuda, peor evitando fijar su mirada en aquellas dos intrusas y el sheriff. Finalmente terminó por sorber el último rastro de su trasparente elixir antes de volver a hablar. - No she... No sheeee de qué habla, señora, cómo puede usted elucubrar tamañas locuras mientras... Mientras esperamos a que el mald... el sheriff nos devuelva la potestad sobre el cuerpo para poder llorar a mi difunto... Albert.

La señora del yate se volvió hacia Andrew para pedirle que le rellenase su copa con un grácil gesto que terminó con el sonido de los cientos de pequeños fragmentos de vidrio de la copa rompiéndose contra el suelo.

- Ultrajar así a nuetsro querido Davi... Nuestro querido Davi... Vid.