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De acuerdo a la leyenda, la Lanza Sagrada (también conocida como Lanza del Destino, Lanza de Longino o Lanza de Cristo) es el nombre que se le dio a la lanza con la que un soldado romano (llamado Longino según un texto bíblico apócrifo) atravesó el cuerpo de Jesús cuando estaba en la cruz.
La lanza se menciona solo en el Evangelio de Juan (19:33-34) y no aparece en ninguno de los evangelios sinópticos. En el evangelio se indica que los romanos planearon romper las piernas de Jesús, una práctica conocida como crurifragium, que era un método doloroso de acelerar la muerte durante la crucifixión de los condenados a este tipo de castigo. Momentos antes de que los soldados romanos así lo hicieran, vieron que él ya había muerto y por eso pensaron que no había ninguna razón para romperle las piernas. Para cerciorarse de que estaba muerto, un soldado lo apuñala con su lanza.
El fenómeno de la sangre y el agua era considerado como un milagro de acuerdo a Orígenes (aunque el agua se puede explicar biológicamente por la perforación del seno pericardial) sin embargo, para los católicos tiene un significado más profundo: Representa la Iglesia (específicamente los sacramentos del bautismo y la eucaristía) que fluyen del costado de Cristo, así como Eva surgió del costado de Adán.
El nombre del soldado que atraviesa el costado de Cristo no es mencionado en la Biblia pero en las referencias más antiguas que se tienen de la leyenda, el evangelio apócrifo de Nicodemo, de fecha desconocida, alrededor del siglo IV, también llamado Hechos de Pilatos, el soldado es identificado como un Centurión llamado Longinus en el que además se menciona a los ladrones crucificados junto a Jesús: Gestas y Dimas.
Una forma del nombre Longinus también aparece en una miniatura en los Evangelios ilustrados por Rábula en el año 586 (actualmente en la Biblioteca Laurenciana, en Florencia).
En la ilustración, el nombre Longinus está escrito en griego sobre la cabeza del soldado que perfora el costado de Cristo. Esta es una de las primeras referencias del nombre, si es que no es una inscripción hecha posteriormente.
La tradición Cristiana, refiriéndose a la novela La Lanza de Louis de Whol (1955), lo identifica como Gaius Cassius Longinus.
En la mitología cristiana la lanza sagrada es la lanza usada en la Crucifixión, que fue identificada más adelante como una reliquia. Muchas reliquias han sido identificadas como La Lanza Sagrada o partes de ella.
La lanza era desconocida hasta que San Antonio de Piacenza (DC 570), describiendo los lugares santos de Jerusalén, nos dice que él había visto en la Basílica del monte de Sion «la corona de espinas con la cual coronaron a nuestro Señor y la lanza con la cual lo perforaron en el costado». Una mención de la lanza también se hace en el Breviario la Iglesia del Santo Sepulcro. La presencia en Jerusalén de esta importante reliquia es atestiguada por Casiodoro (485–585) así como en Los viajes de Gregorio (538–594), quien nunca estuvo en Jerusalén.
En 615 Jerusalén y sus reliquias fueron capturados por las fuerzas persas de rey Cosroes II. Según el Chronicon Paschale, la punta de la lanza, que se había quebrado, fue dada en el mismo año a Nicetas que la llevó a Constantinopla y la depositó en la iglesia de Santa Sofía. Esta punta de lanza, que fue fijada en un ycona, o icono, en 1244 fue vendido por Balduino II de Constantinopla a Luis IX de Francia y fue guardado con la corona de espinas en la Sainte Chapelle de París. Durante la revolución francesa estas reliquias fueron llevadas a la Bibliothèque Nationale y posterioremente desaparecidas (la actual «corona de espinas» es una guirnalda).
En cuanto a la porción más grande de la lanza, Arculpus la vio en la iglesia del Santo Sepulcro alrededor de 670 en Jerusalén, sin embargo no hay otra mención de ella tras el saqueo de 615. Algunos dicen que la porción más grande de la reliquia de llevó a Constantinopla en algún momento durante el siglo VIII, posiblemente al mismo tiempo que la Corona de Espinas. En algún momento, su presencia en Constantinopla parece ser claramente atestiguada por varios peregrinos, particularmente de origen Ruso. Y aunque posteriormente fue depositada en varias Iglesias , parece ser posible rastrearla a diferencia de la reliquia de la punta. Sir Juan Mandeville declaró en 1357,que había visto la cuchilla de La Lanza Sagrada en París y también en Constantinopla, y que la reliquia de esta última ciudad era mucho más grande que la de París.
Cualquiera que haya sido la reliquia de Constantinopla, cayó en las manos de los turcos, y en 1492, bajo circunstancias minuciosamente descritas en la Historia de los Papas (escrita por Pastor), el sultán Bayaceto le envió reliquia a Inocente VIII para forzar al Papa a que continuara guardando preso a su hermano Zizim(Cem). En este punto hubo en Roma grandes dudas de su autenticidad, según relata Johann Burchard, por la presencia de otras lanzas rivales en París (la punta que había sido separada), Núremberg (la Lanza de Viena) y Armenia (la Lanza de Etschmiadzin). A mediados de 1700, el Papa Benedicto XIV dijo que obtuvo un dibujo exacto de la punta de la Lanza de París y que comparándola con la reliquia en la Basílica de San Pedro estaba satisfecho de que las dos formaran una sola cuchilla.
La reliquia nunca ha salido de Roma donde se encuentra preservada bajo el domo de la Basílica de San Pedro aunque la Iglesia Católica Romana no ha hecho declaraciones sobre su autenticidad.
La lanza que se encuentra en Echmiadzin, Armenia, fue descubierta durante la Primera Cruzada. En 1098 el Cruzado Pedro Bartolomé dijo tener una visión en la que San Andrés le decía que La Lanza Sagrada estaba enterrada bajo la Catedral de San Pedro en Antioquía. Tras mucho excavar en la catedral, la lanza fue descubierta. Esto se consideró un milagro por parte de los Cruzados quienes fueron capaces de derrotar al ejército Musulmán que repelía el asedio a la ciudad y capturaron decisivamente Antioquía.
Tiempo despues de expulsar al ejercito Musulmán hubo sospechas de que la lanza de Pedro no era la lanza de Cristo y para desmentir ésto Pedro caminó en fuego portando la lanza, al entrar en el fuego Pedro murió.
Los emperadores del Sacro Imperio Romano tenían su propia Lanza, atestiguada desde el tiempo de Otón I (912–973). En el año 1000 Otón III le dio a Boleslao I el Bravo una réplica de la Lanza en el Congreso de Gniezno.
En 1084 Enrique IV le agregó una banda de plata con la inscripción «Clavus Domini» («El clavo del Señor»). Esto se basaba en la creencia de que esta era la lanza de Constantino el Grande que encerraba como reliquia un clavo usado para la crucifixión. En 1273 se utilizo por primera vez en la ceremonia de coronación.
Alrededor de 1350 Carlos IV mandó ponerle una banda de oro sobre la de plata con una inscripción que dice «Lancea et Clavus Domini» («La lanza y el clavo del Señor»). En 1424 el Emperador Segismundo del Sacro Imperio Romano tenía una colección de reliquias, incluida La Lanza, que trajo de su capital en Praga a su natal Núremberg y decretó que ahí se guardara por siempre. A esta colección se le conoce como Reichskleinodien o la Regalía Imperial.
Cuando el ejército revolucionario Francés se aproximó a Núremberg en la primavera de 1796 los consejeros de la ciudad decidieron mover el Reichskleinodien a Viena, Austria, para mantenerlo seguro. La colección fue confiada al entonces Barón Von Hügel, quien prometió devolver todos los objetos en cuanto la paz fuera restaurada y la seguridad de la colección estuviera asegurada. Sin embargo, el Sacro Imperio Romano fue disuelto en 1806 y Von Hügel aprovechó la confusión sobre quién era el legítimo dueño y vendió la colección entera, incluyendo La Lanza, a los Habsburgo. Cuando los consejeros de la ciudad descubrieron la venta solicitaron que les fuera devuelto el Reichskleinodien pero fueron rechazados. Como parte de la Regalía Imperial, La Lanza fue almacenada en el Schatzkammer (Tesorería Imperial) en Viena y se le conoció como La Lanza de San Mauricio.
Durante la Anschluss, cuando Austria se anexó a Alemania, Adolfo Hitler tomó la lanza, la cual fue devuelta a Austria por el General Norteamericano George S. Patton al terminar la Segunda Guerra Mundial y fue guardada temporalmente en el Museo Kunsthistorisches y devuelta al Schatzkammer.
En 2003 el Metalúrgico Inglés y Escritor de Ingeniería Técnica, el Dr. Robert Feather, obtuvo permisos extraordinarios no solo para examinar la lanza en un ambiente de laboratorio, sino también para remover cuidadosamente las bandas de oro y plata que la mantienen unida. En la opinión del Dr. Feather y otros expertos la creación aproximada de la cuchilla de La Lanza es del Siglo VII, un poco anterior a lo que el Schatzkammer estimaba.
Se encuentra expuesta en el Schatzkammer (Tesoro Imperial), que es una de las colecciones del Palacio Imperial de Hofburg, considerada como parte del Museo de Historia del Arte de Viena (Kunsthistorisches Museum).
Otra Lanza se ha preservado en Cracovia, Polonia, desde el 1200. Aunque se alega que ha estado en esa ciudad por ocho siglos, los registros Alemanes indican que es una copia de La Lanza de Viena. El emperador Enrique II la mandó a hacer con pequeñas astillas de La Lanza original. Otra copia le fue entregada al rey de Hungría al mismo tiempo.
Otra historia escrita por William de Malmesbury cuenta que Hugo Capeto le entregó La Lanza Sagrada al Rey Athelstan de Inglaterra sin embargo parece deberse a una idea errónea.
El artista Jeffrey Vallance creó ilustraciones é hizo varios duplicados de la lanza y los distribuyó alrededor del mundo, proponiéndose confundir la identidad de la lanza verdadera para las generaciones futuras.
La Vera Cruz o Santa Cruz es la cruz en la que se cree fue ejecutado Jesús de Nazaret; dentro del cristianismo se la considera una reliquia de primer orden.
Hacia el año 326 la emperatriz Elena de Constantinopla (madre del emperador Constantino I el Grande) hizo demoler el templo de Venus que se encontraba en el Monte Calvario y excavar allí hasta que le llegaron noticias de que se había hallado la Vera Cruz durante un viaje a Jerusalén realizado con objeto de encontrar el Santo Sepulcro, que se hallaba perdido.
Según la Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine, cuando la emperatriz —que entonces tenía ochenta años— llegó a Jerusalén, hizo someter a interrogatorio a los judíos más sabios del país para que confesaran cuanto supieran del lugar en el que Cristo había sido crucificado. Después de conseguir esta información, la llevaron hasta el supuesto monte de la calavera (el Gólgota), donde el emperador Adriano, 200 años antes, había mandado erigir un templo dedicado a la diosa Venus. Se cree que en realidad el monte Gólgota era una antigua cantera abandonada donde un macizo rocoso, poco útil para la construcción quedó sin utilizar y constituyó posteriormente el patíbulo donde colocaban las cruces los romanos. Esta cantera estaba fuera de la muralla , pero cercana a ella.
Santa Helena ordenó derribar el templo y excavar en aquel lugar, en donde según la leyenda encontró tres cruces: la de Jesús y la de los dos ladrones. Como era imposible saber cuál de las 3 cruces era la de Jesús, la leyenda cuenta que Helena hizo traer un hombre muerto, el cual, al entrar en contacto con la cruz de Jesucristo, la Vera Cruz, resucitó.
La emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el lugar del hallazgo un fastuoso templo, la llamada Basílica del Santo Sepulcro, en la que guardaron la reliquia.
Mucho después, en el año 614, el rey persa Cosroes II tomó Jerusalén y, tras la victoria, se llevó la Vera Cruz y la puso bajo los pies de su trono, como símbolo de su desprecio a la religión de los cristianos.
Tras quince años de luchas, el emperador bizantino Heraclio lo venció definitivamente en el año 628. Poco después, en una ceremonia celebrada el 14 de septiembre de ese año, la Vera Cruz regresó a Jerusalén, llevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera Cruz.
En la Edad Media, falsas reliquias de la Vera Cruz recorrieron Europa en el contexto de las cruzadas, de tal forma que era frase común decir que tantos restos del sagrado madero formaban varios bosques.
Hoy en día, hay trozos de la Vera Cruz en muchas iglesias del mundo, y muchas de ellas se cree que son falsas o que pertenecen a otra cruz y no a la cruz en la que Jesucristo murió.
El mayor de todos los fragmentos, el Lignum Crucis se encuentra en Santo Toribio de Liebana en Cantabria
El Santo Grial es el plato, patena o copa usado por Jesucristo en la Última Cena, del cual se dice que posee poderes milagrosos. La relación entre el Grial, el Cáliz y José de Arimatea procede de la obra de Robert de Boron Joseph d'Arimathie, publicada en el siglo XII. Según este relato, Jesús, ya resucitado, se aparece a José para entregarle el Grial y ordenarle que lo lleve a la isla de Britania. Siguiendo esta tradición, autores posteriores cuentan que el mismo José usó el cáliz para recoger la sangre de Cristo y que, más tarde en Britania, estableció una dinastía de guardianes para mantenerlo a salvo y escondido. La búsqueda del Santo Grial es un importante elemento en las historias relacionadas con el Rey Arturo (el Ciclo Arturiano o Materia de Bretaña) donde se combinan la tradición cristiana con antiguos mitos celtas referidos a un caldero divino.
Otras leyendas acerca del Grial se entrecruzan con las relativas a las distintas copas antiguas que se consideran el Santo Cáliz.
La palabra grial –pronunciada «graal» en inglés medio– parece ser una adaptación francesa del término latino «gradalis» que implica la idea de un plato que es llevado a la mesa en diferentes momentos («gradus») de una comida. Al respecto dice Helinand de Froidmont (What is a Grail?) en su Chronicon (siglo XIII): «... un plato ancho y algo profundo en que habitualmente se colocan las carnes caras para el rico... normalmente se denomina grial». En algunos textos de la Baja Edad Media aparece trascripto como «San Gréal»,, lo que dio lugar a interpretaciones que lo hacían derivar de una supuesta forma «Sang Réal», es decir, «sangre real».
El primer autor en mencionar al Grial es, entre 1181 y 1191, el poeta Chrétien de Troyes en su narración Perceval –también llamada Le Conte du Graal-. La obra, presentada como tomada de un libro antiguo, habla de la visita de Perceval –quien aspira a ser caballero del Rey Arturo– al castillo del Rey Pescador, en el cual le es mostrado un grial. Dentro del mismo hay una especie de oblea que, milagrosamente, alimenta al herido padre del Rey. Perceval no pregunta por el significado de este objeto, lo cual le es reprochado más tarde.
Aunque posee un claro simbolismo cristiano, Chrétien no explica en qué consiste el grial, y la obra se interrumpe bruscamente. El autor no lo denomina «santo», ni lo designa como «el grial», sino simplemente como «un grial» y considera más importante su contenido –alude a la hostia consagrada del catolicismo– que el recipiente.
La obra de Chrétien de Troyes marcaría el comienzo de la leyenda, pero serían Robert de Boron y Wolfram von Eschenbach quienes la desarrollarían de la manera que la conoció la Europa medieval. Robert de Boron, en Joseph d'Arimathie y Estoire del San Graal, es el responsable en transformar al «grial» de Chrétien en «El Santo Grial». Este autor inglés espiritualiza el simple plato mencionado por el francés y lo convierte en la copa de la Última Cena, la misma que, según sostenían las leyendas, José de Arimatea usó después para recoger la sangre de las heridas durante la crucifixión de Cristo. De Boron es también el primero en afirmar que José y su familia llevaron el Grial a partes no especificadas de Britania. Desde entonces existiría en la isla una dinastía de guardianes del Grial a la cual finalmente se uniría Perceval.
A partir de este momento, los textos se concentran en dos historias diferentes. Por un lado, las relacionadas con la búsqueda del Santo Grial, emprendidas por los caballeros del Rey Arturo, y, por el otro, las que relatan la propia historia del Grial desde los tiempos de José de Arimatea.
Entre las primeras se pueden citar:
De las segundas se mencionan:
Esta obra francesa inacabada dejó paso a numerosas terminaciones en muchos casos inconsistentes entre ellas. Los elementos de esta novela en relación con la leyenda son, de una parte, la caracterización de Perceval como caballero que se ve involucrado sin saberlo en la demanda del grial y el «castillo del grial» custodiado por caballeros que sirven al «rey del grial» o «rey pescador».
Este libro refleja la tradición alemana que luego inspiraría la ópera de Richard Wagner. La historia presenta grandes paralelismos con la tradición francesa, aunque tiene elementos específicos de la misma.
Esta fuente, fuertemente influida por los escritos de Bernardo de Claraval, presenta la «demanda del Santo Grial» imbricada dentro del universo artúrico, enriqueciendo la tradición con otros elementos como una descripción del origen y significado del Grial. Según esta fuente, el cáliz habría pertenecido al servicio de mesa de José de Arimatea, un rico comerciante judío, que según la tradición organizó la Última Cena.
José de Arimatea habría solicitado a Poncio Pilatos que se le entregara el cuerpo de Jesús (a quien hizo enterrar en una tumba de su propiedad) y la lanza con que fue herido (que quedó en su poder, junto con la copa).
Como José era un rico comerciante, en un viaje de negocios habría llegado hasta Albión (isla que se identifica con Gran Bretaña). Allí se quedó a vivir y levantó la capilla de Glastonbury.
Al morir José de Arimatea se dice que se fundó la Orden del Grial para custodiar las reliquias. En la época del rey Arturo, el guardián de las reliquias era Sir Pelles. Sir Balin el Salvaje quiso robar las reliquias a Pelles y se batieron en un duelo, pero al perder su espada Sir Balin tomó la lanza sagrada e hirió a Pelles, e inmediatamente el castillo se derrumbó debido a la profanación de la reliquia.
Las reliquias desaparecieron de la Tierra hasta que un caballero puro de corazón las encontrara. Ese fue Galahad, quien al morir se las llevó al Cielo.
Algunos estudiosos vinculados al esoterismo, como Malcolm Godwin, quieren identificar la pérdida del Grial con hechos reales acaecidos a finales del Neolítico, cuando supuestamente existían en Europa diversas tribus matriarcales asentadas y pacíficas, cuya forma de vida se vio violentamente alterada por oleadas de tribus guerreras y violentas provenientes de Asia. Estos sucesos, que no cuentan son testimonios históricos o arqueológicos, habrían quedado en una posible memoria colectiva y adquirido una dimensión simbólica en la mitología celta hasta que, finalmente, fueron cristianizados por autores como Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach y otros. En esta interpretación, el Grial evocaría lo femenino (como símbolo del seno materno y de la vulva) y la Madre Tierra.
En el museo de la catedral de Valencia se conserva el cáliz que la tradición aragonesa identifica con el Santo Grial, y que consta de una copa de calcedonia (piedra semipreciosa) de 7 cm de altura y 9,5 de diámetro, que sería la copa original de la Santa Cena, y un pie con asas añadido posteriormente. El arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la copa superior en torno al cambio de era (siglo I), labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que pudo estar en la mesa de la Santa Cena. Incluso dos Papas (Juan Pablo II y Benedicto XVI), en viajes que hicieron a Valencia, usaron este cáliz al celebrar sus Misas multitudinarias. Esto se considera un apoyo de la Iglesia a favor de la autenticidad de esta reliquia, aunque jamás ha sido formulado un comentario oficial.
Además del de Valencia, otros cálices han sido, en diversos momentos, propuestos por algunos como candidatos a ser el auténtico Cáliz de la Última Cena:
El Sudario de Turín —también conocido como la Síndone de Turín, la Sábana Santa o el Santo Sudario— es una tela de lino que muestra la imagen en negativo fotográfico de un hombre que presenta marcas y traumas físicos propios de una crucifixión, junto a otros totalmente atípicos, pero acordes con los hechos relatados en la Pasión.
Actualmente, se encuentra en la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en Turín (Italia). Las opiniones sobre el Sudario son diversas: muchas personas afirman que es el mismo lienzo o sudario que cubrió a Jesús de Nazaret en el sepulcro, y que durante su resurrección su efigie quedó grabada en negativo de algún modo en las fibras, mientras que los escépticos arguyen que el sudario es un fraude o falsificación medieval. El origen del sudario y sus imágenes es todavía fuente de intenso debate entre científicos, creyentes, historiadores y escritores.
Las evidencias y argumentos a favor de la autenticidad del sudario incluyen análisis materiales y textiles que fechan su origen en el siglo I; las propiedades inusuales e inexplicables de la imagen, que según algunos no pudo ser obtenida con ninguna técnica de formación de imágenes conocida antes del siglo XIX; por otra parte, análisis y argumentos en contra que incluyen una carta de un obispo medieval al Papa de Aviñón alegando conocimiento personal de que la imagen fue astutamente pintada para sacar dinero de los peregrinos, la datación radiométrica de 1988, y análisis químicos sobre las manchas de Walter McCrone.
La máxima discusión gira en torno a su datación por el método del carbono 14 llevada a cabo en 1988, que apuntaba a un origen medieval del paño. Para algunos, esta datación ha zanjado para siempre el asunto demostrando que el sudario es una falsificación del siglo XIV (aún pendiente de determinar cómo se realizó). Por otra parte, los detractores del C-14 argumentan que la datación por este sistema es errónea, ya que la tela está muy contaminada y no sabemos hasta qué punto la formación de la imagen, o los tres incendios por los que pasó el lino, pudieron afectar a su composición química. Ademas, en el año 2000 un matrimonio de Columbus Ohio M. Sue Benford y Joseph G. Marino expusieron a Raymond Rogers (líder del proyecto científico que analizó el santo sudario) su teoria de que el pedazo de tela utilizado para realizar la prueba de Carbono 14, estaba contaminada con telas añadidas de forma entretejida y luego teñida alrededor del siglo XV. Dicho añadido era de algodón y no de lino. Raymond Rodger antes de fallecer victima de cáncer aceptó mediante estudios propios que el pedazo de tela utilizado tenia añadiduras de tela y que éste habia sido el menos indicado para realizar dicha prueba. Por lo tanto NO se puede decir bajo ninguna circunstancia que el santo sudario es falso por los datos arrojados por la prueba de carbono 14.
El sudario es rectangular y mide aproximadamente 4,40 x 1,10 metros. Está constituida por fibras de lino, entretejidas en punto de escapulario con fibras de algodón. En él aparecen las vistas en negativo frontal y dorsal de un hombre desnudo, cubriendo su ingle con las manos. Las dos vistas poseen direcciones opuestas, y están alineadas sobre el plano medio del cuerpo. La cabeza converge hacia el centro del paño en ambas vistas, hasta casi encontrarse. Las vistas se corresponden con la proyección ortográfica de un cuerpo humano, pero vea el Análisis artístico.
El Hombre del Sudario lleva barba y bigote, y su cabello —que cae a la altura de los hombros— está peinado con raya en medio. Es musculoso y bien proporcionado, y bastante alto (1,85 m) tanto para un hombre del siglo I (época de la muerte de Jesús) como para los del Medievo (posible momento de la creación del sudario, y de la primera noticia indiscutible de su existencia). En la tela se perciben manchas de color rojo oscuro, sangre de tipo AB (según últimas investigaciones), que muestran diversas heridas:
El 28 de mayo de 1898, el fotógrafo italiano Secondo Pia realizó la primera fotografía del sudario, llevándose una sorpresa al examinar el negativo de su obra: en el negativo, la imagen tenía todo el aspecto de un positivo, lo que implica que la imagen marrón amarillenta mostrada en el sudario sería en realidad alguna clase de negativo.
Los observadores del negativo fotográfico han notado a menudo un espectacular aumento del relieve y detalle del hombre del sudario, causando un efecto inesperado. El negativo de Pia intensificó el interés por el sudario y renovó los esfuerzos en pos de determinar su origen.
Esta imagen del siglo X muestra a Abgaro de Edesa exhibiendo la Imagen de Edesa. La pieza oblonga que aquí se muestra es poco habitual en ilustraciones de la imagen, lo que lleva a pensar que el artista tuvo que haber visto la Sábana.
Existen numerosos informes, de origen desconocido y previos al siglo XIV, sobre lugares en donde se veneró la mortaja de Jesús o una imagen de su cabeza (ver Humberto, 1978). No obstante, no se ha podido conectar con certeza ninguno de ellos con la tela que actualmente reside en la catedral de Turín. Ninguno de los informes de los hasta 43 posibles «sudarios genuinos» hace mención de una imagen de un cuerpo, salvo el de la Imagen de Edesa.
Se cuenta que la Imagen de Edesa (también llamada Mandylion) contenía la imagen del rostro de Cristo, y existen noticias fiables de su existencia desde el siglo VI. Algunos ven una correlación entre el Sudario de Turín y la Imagen de Edesa. Ninguna leyenda relativa a la imagen lleva a pensar que contuviera la imagen de un Jesús malherido, sino que mencionan que la imagen fue transmitida a la tela por el propio Jesús. Suele describirse como una mera representación del rostro de Jesús, no del cuerpo entero. Los defensores de la teoría de que la imagen de Edesa y el sudario son el mismo objeto, liderados por Ian Wilson, creen que siempre estuvo plegado de manera que sólo mostraba la cara.
Se citan tres muestras principales de evidencia para identificarla con el sudario. Juan de Damasco menciona la imagen en su obra anti-iconoclasta Sobre las imágenes santas [1], describiéndola como una «cinta» o tela oblonga, en lugar de un cuadrado, como sostienen otras notificaciones de la tela de Edesa.
Imagen de un manuscrito húngaro proveniente de 1192-1195. Los partidarios del sudario suelen usarla como prueba de su existencia previa al siglo XIV, señalando que el parche en forma de L cerca de las manos se corresponde con los huecos por quemaduras de la reliquia, y la semejanza entre el poco usual tejido de la sábana y el de la tela, en panel inferior.
Con motivo del traslado de la sábana a Constantinopla en 944, Gregorio Refendario, arcediano de la Hagia Sophia (Constantinopla), dio un sermón sobre el artefacto. Dicho sermón se perdió, pero volvió a aparecer en los archivos del Vaticano, y en 2004 fue traducido por Mark Guscin [2]. El sermón informa de que la tela de Edesa no contenía sólo la cara, sino una imagen de cuerpo entero, que se atribuía a Jesús. También menciona manchas de sangre de una herida en el costado. Desde entonces, han aparecido otros documentos en la Biblioteca del Vaticano y en la Universidad de Leiden (Países Bajos) que lo confirman. «[Non tantum] faciei figuram sed totius corporis figuram cernere poteris» (‘No sólo puede verse el contorno de una cara, sino también la figura completa de un cuerpo’). (En latín: [3].) (Cf. Códice Vossianus Latinus Q69 y Códice de la Biblioteca Vaticana 5696, p. 35.)
En 1203, un cruzado llamado Robert de Clari asegura haber visto la tela en Constantinopla: «Donde estaba el sudario en el que nuestro Señor fue envuelto, y que cada viernes se alzaba bien alto para que uno pudiera ver en él la figura de nuestro Señor».
En 1205, tras la cuarta cruzada, Teodoro Angelos (sobrino de uno de los tres emperadores bizantinos que fueron depuestos) envió la siguiente misiva al Papa Inocencio III, protestando por el ataque a la capital. Sacado del documento, con fecha de 1º de agosto de 1205:
«Los venecianos se repartieron los tesoros de oro, plata y marfil, mientras que los franceses hicieron lo mismo con las reliquias de los santos y, lo más sagrado de todo, el lino en el que nuestro Señor Jesucristo fue envuelto tras su muerte y antes de su resurrección. Sabemos que esos saqueadores han guardado los objetos sagrados en Venecia, Francia, y otros lugares, estando el sagrado lino en Atenas.» (Códice Chartularium Culisanense, fol. CXXVI (copia), National Library Palermo)
Salvo que se trate del Sudario de Turín, ya que la imagen de Edesa también se le conocía como Tetradiplon que significa en griego doblado cuatro veces,[1] la Imagen de Edesa se halla en paradero desconocido desde el siglo XIII.
El paradero del santo sudario luego del saqueo de Constantinopla es desconocido. Un reciente estudio de la historiadora italiana Barbara Frale afirma que el sudario fue custodiado por los Caballeros Templarios desde el saqueo de Constantinopla hasta la disolución de la orden en 1312. En su libro "Los Templarios y la Síndone de Cristo" Frale relata que en 1287 un joven de buena familia llamado Arnaut Sabbatier ingresó a la Orden de los Caballeros Templarios y luego de ser admitido fue invitado a besar tres veces los pies de la imagen del Santo Sudario. Ya el investigador Ian Wilson había sugerido que el supuesto ídolo blasfemo Bafomet que adoraban los Templarios no era más que el Santo Sudario. No es de extrañar que cuando el sudario reaparece en 1357 se encuentre en poder de la viuda de Jean de Charney, nieto del caballero templario Geoffroy de Charney, compañero del Gran Maestre Jacques de Molay.[2]
La historia documentada de la tela ahora guardada en Turín como tal empieza en 1357, cuando la viuda del caballero francés Geoffroy de Charny la expuso en una iglesia en Lirey, Francia (diócesis de Troyes). Los escudos de armas del caballero y su viuda pueden verse en el Museo Cluny de París, en un medallón peregrino que también muestra una imagen del sudario de Turín.
A lo largo del siglo XIV, el sudario fue expuesto públicamente a menudo, aunque no de forma continua, puesto que el obispo de Troyes (Henri de Poitiers) había prohibido venerar la imagen. A los treinta y dos años de este pronunciamiento, la imagen volvió a exponerse, y el rey Carlos VI de Francia ordenó que se llevara de Troyes, citando la impropiedad de la imagen. Los comisionados fueron incapaces de llevar a cabo la orden.
En 1389, el obispo Pierre D'Arcis denunció en una carta al papa de Aviñón que la imagen era un fraude, indicando que ya había sido denunciada anteriormente por su predecesor Henri de Poitiers, al que le extrañaba que no fuera mencionada en las Sagradas Escrituras.
Según D'Arcis, «Un examen riguroso descubrió eventualmente cómo la imagen había sido astutamente pintada, siendo la verdad corroborada por el propio pintor, esto es, que fue producto de la mano del hombre y no fue forjada ni se formó milagrosamente». (En alemán: [4].) En la carta no se nombra al artista.
La carta de D'Arcis menciona también el esfuerzo del obispo Henri por eliminar la veneración, pero que la tela fue rápidamente escondida «unos 35 años», lo que concuerda con los detalles históricos antes mencionados. La carta ofrece una descripción precisa de la sábana:
«Tras dibujar con audaz maña la imagen a doble cara de un hombre, es decir, vista frontal y dorsal, declaró falsamente y pretendió que se trataba del sudario en el que nuestro salvador Jesucristo fue envuelto en el sepulcro, y sobre el que la figura completa de nuestro salvador ha permanecido por ello impresa junto a las heridas que portaba».
Si lo expuesto en esta declaración es cierto, sería coherente con la datación del carbono 14 del sudario (ver más abajo). Desde el punto de vista de los escépticos, ésta es una de las pruebas más sólidas de que la sábana es una falsificación.
Pese a las declaraciones del obispo D'Arcis, Clemente VII (primer antipapa del Gran Cisma de Occidente) prescribió indulgencias a los que peregrinaran al sudario, por lo que la veneración continuó, aunque no se le permitió el título de «Verdadero Sudario». [5]
En 1418, tras casarse con la nieta de Charny, Humberto de Villersexel (Conde de la Roche, Señor de Saint-Hippolyte-sur-Doubs) trasladó la sábana a su castillo en Montigny-Montfort, Francia, para protegerlo de las bandas de malhechores. Posteriormente, fue llevada a Saint-Hippolyte-sur-Doubs. Tras la muerte de Humberto, los canónigos de Lirey llevaron a la viuda a los tribunales para forzarla a retornar la tela, pero el parlamento de Dôle y la corte de Besançon otorgaron la tela a la viuda, que la presentó en varias exposiciones, notoriamente en Lieja y en Ginebra.
La viuda vendió la imagen en 1453 a cambio de un castillo en Varambon, Francia. El nuevo propietario, Luis de Saboya, la guardó en su capital, Chambéry, en la recién construida Capilla Santa, que el Papa Pablo II erigió a continuación a mayor honra de una iglesia colegial. En 1464, el duque acordó pagar una tasa anual a los canónigos de Lirey a cambio de que dejaran de reclamar la propiedad de la tela. A partir de 1471, la sábana se desplazó por varias ciudades de Europa, residiendo brevemente en Vercelli, Turín, Ivrea, Susa, Chambéry, Avigliana, Rivoli y Pinerolo. Por esos días, dos sacristanes de la Capilla Santa describieron que el sudario estaba guardado en un relicario «envuelto en una cortina de seda roja, y guardada en una caja cubierta de terciopelo carmesí, decorada con clavos bañados en plata, y cerrada con llave de oro».
En 1506 el Papa Julio II, consciente de la veneración pública del Sudario, establece el 4 de mayo "Ineuco Crucis", solemne día de veneración y oficio de la reliquia. A partir de aquí se inicia la tradición de replicar la Sagrada Tela. De hecho se conocen varias copiasalrededor del mundo.
En 1532, el sudario resultó dañado en un incendio en la capilla donde se guardaba. Una gota de plata fundida del relicario le dejó una marca dispuesta simétricamente entre las diversas capas de la tela doblada. Las monjas clarisas trataron de reparar el daño con parches. Se ha sugerido que también hubo daños causados por el agua usada para apagar el fuego. El sudario volvió de nuevo a su actual residencia en Turín en 1578.
El estudio científico sobre el lienzo comenzó en 1898 durante la ostensión del sudario con motivo de la boda de Víctor Manuel III. Un abogado italiano llamado Segundo Pía pidió permiso para realizar una serie de fotografías a la reliquia, petición que se aprobó no sin reticencias desde el obispado de Turín. Cuando Pía reveló las fotografías, se dio cuenta de que los negativos eran en realidad "positivos", lo que convierte a la Sábana en un negativo fotográfico.
Fue propiedad de la Casa de Saboya hasta 1983, cuando se otorgó a la Santa Sede. En 1988, la Santa Sede permitió pasar la prueba del Carbono 14 a la reliquia, para lo que se retiró un trozo pequeño de una esquina del sudario, que fue dividido y enviado a los laboratorios. Otro incendio, probablemente provocado, amenazó al sudario en 1997, pero un bombero fue capaz de sacarlo de su mostrador y prevenir desgracias mayores, tras atravesar con un martillo las capas de cristal que lo protegían. La Santa Sede restauró el sudario en 2002. Se retiró la cubierta de la sábana y treinta parches. Esto permitió fotografiar y escanear el reverso de la tela, que estaba oculta a la vista.
La última ostensión o exhibición pública del sudario fue durante el Gran Jubileo del año 2000. Y el papa Benedicto XVI Autorizó un exposición para el año 2010.
El Santo Rostro o Santa Faz es una de las reliquias más famosas del cristianismo. Se lo describe por primera vez en 1137.
Según la tradición católica, durante la Pasión de Cristo, una mujer se quitó su velo para secar con él la cara del Mesías. La imagen de la cara de Jesucristo quedó impresa en el pañuelo de lino y éste milagrosamente se conservó a través de los siglos, convirtiéndose en un objeto de culto.
La mujer más tarde sería llamada Verónica, cuya etimología mixtificada se hace derivar de la combinación entre el latín verum (verdadero) y el griego Eikôn (icono, imagen), "la verdadera imagen"; aunque más probablemente procede del griego Βερενίκη (Berenice), forma dialectal macedonia de Φερενίκη (Ferenice), "portadora de la victoria".
Este episodio, pese a representar una de las estaciones del Via Crucis, no se encuentra en los Evangelios canónicos. La cita más antigua de este episodio data del siglo V, en el Evangelio apócrifo de Nicodemo.
Las vera icon (en latín verdaderas imágenes) serían las reliquias que se consideran verdaderas imágenes de Cristo, como el paño de la Verónica o Santa Faz, el Mandylion de Edesa, la Sábana Santa de Turín o el Santo Sudario de Oviedo.
Son varias las iglesias que dicen poseer el verdadero Santo Rostro. La existencia de más de una réplica verdadera sería posible por una leyenda, según la cual, Verónica realizó dos dobleces en el pañuelo antes de secar el rostro de Cristo, imprimiéndose su cara de un trozo de tela al otro, por lo que deberían existir cuatro réplicas.
Las iglesias que se disputan la posesión del Santo Rostro son:
El Santo Sudario de Oviedo (conocido también por pañolón de Oviedo) es una reliquia de la Iglesia Católica que se encuentra depositada en la catedral de Oviedo. Se trata un pañuelo de lino manchado de sangre y alguna quemadura de velas, de forma rectangular con una medida de 83x53 centímetros venerado como una de las prendas funerarias descritas en Jn 20, 7. San Juan menciona un «sudario» (σουδαριον) que cubría la cabeza, y una «prenda de lino» o «vendajes» (οθονιον—othonion) cubriendo el cuerpo. Se cuenta que el sudario de Oviedo fue la prenda que cubrió entonces la cabeza de Jesús y que según la leyenda encontró el apóstol S. Pedro en la tumba vacía de Jesucristo y que recogió junto con la Sábana Santa de Turín.
Ame-no-nuboko o Ama-no-nuboko ”alabarda celestial del pantano” (en el Kojiki), ”alabarda celestial con joyas” (en el Nihonshoki)) es el nombre de una lanza mencionada en la mitología japonesa.
Según el Kojiki, la pareja de dioses Izanagi e Izanami recibieron la orden de los otros dioses primordiales (Kotoamatsukami) de consolidar y dar forma a la Tierra, que en ese momento era una masa informe y blanda; y recibieron la lanza Ame-no-nuboko. Luego, Izanagi e Izanami llegaron al puente celestial flotante llamado Ame-no-ukihashi y usando la lanza revolvieron la masa caótica y al levantarla de un extremo salió agua salada que al caer se coaguló y dio origen a la primera isla llamada Onogoro-shima . Posteriormente, ambos dioses bajaron a la isla, llegaron a contraer matrimonio y dieron origen a Japón y a una cantidad innumerable de dioses.
Durandarte o Duranda fue la espada de Roldán, paladín y sobrino de Carlomagno (en esos momentos el rey Carlos).
Cuando fue nombrado caballero a los 17 años, Roldán recibió la espada de manos de Carlomagno, espada que guardaba varias reliquias y que menciona Roldán tras partir la roca en la que trató de romper a Durandarte, para que no cayera en manos de los infieles vascones (prueba de la calidad de esta legendaria arma), y que son: un diente de San Pedro, sangre y cabellos de san Basilio, así como manto de Santa María.
También existe un personaje, Durandarte, en el Romancero Viejo, famoso por su relación con Belerma, que personifica a la espada citada anteriormente.
Lago de Carucedo en el fondo del cual, dice la leyenda, se encuentra la espada de Roldán
Durandarte acompañó a Roldán hasta su muerte en la batalla de Roncesvalles el 15 de agosto del 788. En los dos cantares (La Chanson de Roland y El cantar de Roncesvalles) se menciona que Carlomagno lo encuentra con la espada al lado.
En otras versiones Roldán arrojo la espada al agua antes de morir para evitar que cayera en manos enemigas.
En El Bierzo existe la leyenda de que la espada de Roldán se encuentra en el Lago de Carucedo, cerca de las minas romanas de Las Médulas
La égida en griego antiguo αἰγίς aigís) es una coraza de piel de cabra. Por extensión, significa también ‘escudo’, ‘protección’, ‘defensa’.
En la mitología griega, según Homero, la égida es el escudo o rodela de Zeus, labrado para él por Hefesto, guarnecido con borlas y llevando la cabeza de Medusa en su centro. Originalmente símbolo de la nube de tormenta, deriva probablemente de αισσο aisso, que significa ‘movimiento rápido y violento’. Otra posible etimología es de la raíz Αιγ- Aig-, ‘ola’, como en Αιγαίον (Egeo), ‘mar ondulado’. Cuando Zeus lo agitaba, el monte Ida se cubría de nubes, produciéndose una especie de gigantesco tornado llamado καταιγίς, los truenos caían y los hombres se llenaban de pavor; por paronomasia se habría metaforizado el nombre de tal tormenta con la palabra griega para designar a la cabra, αιχ. A veces Zeus lo prestaba a Atenea (con él aparecía en el Paladio) y, raramente, a Apolo.
En una historia posterior[1] se cuenta que Zeus usó la piel de la cabra Amaltea, que le había amamantado en Creta, como una rodela cuando se marchó a luchar contra los Gigantes. Está también la leyenda que retrata a la égida como un monstruo que respiraba fuego, como la Quimera, al que mató Atenea, quien luego llevó su piel como coraza. Otros incluso dicen que la égida era la piel del monstruoso gigante Palas.
Otra versión cuenta que la égida había sido realmente la piel de la cabra usada como un cinturón para sujetar el escudo. Cuando se usaba así, se solía normalmente sujetar en el hombro derecho, y envolvía parcialmente el pecho al pasar oblicuamente por delante y unirse en la espalda al escudo bajo el brazo izquierdo. Así, por extensión, se empleaba égida en ocasiones para referirse al escudo que sujetaba, y en otras a una coraza, cuya función en parte prestaba. De acuerdo con este doble significado la égida aparece en obras de arte a veces con la piel de un animal cubriendo hombros y brazos, y a veces como una coraza, con un borde de serpientes correspondientes a las borlas a las que hacía referencia Homero, y normalmente con la cabeza de Medusa en el centro. Con frecuencia se la representa en estatuas de emperadores romanos, héroes y guerreros, y también en camafeos y jarrones.
La égida también aparece en la mitología egipcia, donde la diosa Bastet era a veces representada llevando un sistro ceremonial en una mano y una égida en la otra. Normalmente ésta se pareceía a un collar o gorjal adornado con una cabeza de león.
También, en la mitología nórdica, el enano Fafner lleva un casco llamado égida
En la mitología, un contenedor o conteiner sobrenatural es un objeto o ser que actúa como envase para sellar un ser sobrenatural. Las criaturas se sellan, mediante escrituras mágicas, hechizos y conjuros. Las criaturas que son selladas son malignas y de enorme poder, y no pueden ser detenidos por magos o hechiceros. Ejemplos de estas criaturas son algun; espíritu, djinn, demonio, monstruo, etc. La criatura sellada puede tomar el control del objeto o de la persona cuando el hechizo esta débil, las escrituras mágicas han sido alteradas, o cuando el contenedor experimenta emociones negativas extremas (ira, tristeza, desesperación o miedo).
Existen dos tipos de contenedores sobrenaturales; los contenedores inertes y los contenedores vivientes. Los contenedores inertes son objetos como por ejemplo; los jarros, árboles, botellas, espadas, lámparas mágicas, rocas, esferas de minerales especiales, entre otros. El contenedor viviente seria un ser viviente, mayormente un humano, que se sacrifica o es sacrificada para actuar como conteiner sobrenatural.
Segun La Llave Menor de Salomón o Lemegeton Clavicula Salomonis, el Rey Salomón invoco y encerro a 72 demonios de alto rango en una vasija de bronce sellada mediante símbolos mágicos, y que obligó a trabajar para él. Este seria uno de los mas famosos y escasos ejemplo de uso de contenedores sobrenaturales.
La llave menor de Salomón o Lemegeton Clavicula Salomonis (la "Clavicula Salomonis" o Llave de Salomón, es un libro anterior a éste) es un grimorio anónimo del siglo XVII, y uno de los más populares libros de demonología. Ha sido largamente conocido como el Lemegeton, aunque ese nombre es considerado incorrecto.
Apareció en el siglo XVII, pero muchos de sus textos datan del siglo XVI, incluyendo el Pseudomonarchia daemonum, de Johann Weyer y grimorios de la baja edad media. Se cree que libros de la cábala judíos y de misticismo musulmán también fueron inspiraciones. Algo del material, en la primera sección, acerca de la invocación de demonios, es del siglo XIV o anterior.
El libro proclama haber sido escrito por el Rey Salomón, aunque esto es certeramente incorrecto. Los títulos de nobleza asignados a los demonios no existían en esa época, así como tampoco las alabanzas a Jesús y a la Santísima Trinidad incluídas en el texto.
La llave menor de Salomón contiene detalladas descripciones de espíritus, y los conjuros necesarios para invocarlos y hacer lo que el conjurador (aquí llamado exorcista) los obligue a hacer. En él se detallan los círculos protectores y los rituales que deberán hacerse, las acciones necesarias para evitar que los espíritus tomen el control, las preparaciones previas a la invocación, y las instrucciones para hacer los objetos que se ocuparan en el ritual.
Las copias originales del libro se diferencian notablemente en los detalles y en los nombres de los espíritus. Ediciones más contemporáneas pueden ser encontradas impresas o en Internet.
Goetia, la llave menor del Rey Salomón (Clavicula Salomonis Regis) es la traducción de 1904 por Samuel Mathers y Aleister Crowley. Es esencialmente un manual de instrucciones para invocar a más de 72 espíritus diferentes.
a primera sección, llamada ars goetia contiene las descripciones de los setenta y dos demonios que Salomón dice haber invocado y encerrado en una vasija de bronce sellada mediante símbolos mágicos, y que obligó a trabajar para él. En él, se enseña a construir una vasija de similares características, y a usar las fórmulas mágicas para llamar a estos demonios de forma segura.
Esta parte trata de la invocación de toda clase de espíritus, buenos, indiferentes y malvados; sus ritos de entrada son los de Paimon, Orias, Astaroth, y toda la corte del infierno. La segunda parte Theurgia Goëtia, trata sobre los espíritus de los puntos cardinales y sus inferiores. Ellos tienen naturalezas mezcladas, algunos buenos y algunos malos.
El ars goetia asigna un rango y un título de nobleza a los miembros de la jerarquía infernal, y un signo "al que deben lealtad" (más conocido como sello). La lista de entidades en el ars goetia corresponden (a veces más, a veces menos dependiendo de la edición) a los del Steganographia de Trithemius del 1500, del Pseudomonarchia daemonum de Johann Weyer y en el apéndice de las últimas ediciones del De Praestigiis Daemonum de 1563.
Una versión revisada en inglés fue publicada por Aleister Crowley en 1904, como 'El libro de goetia del Rey Salomón', que le sirvió como un componente clave en su popular e influenciador concepto de Magick.
Los nombres de los demonios (abajo) fueron sacados del Ars Goetia, el cual difiere en cuanto a número y rangos con el Pseudomonarchia daemonum de Weyer. Como resultado de muchas traducciones, hay muchas pronunciaciones para algunos de los nombres.
01. Rey Bael
02. Duque Agares
03. Príncipe Vassago
04. Marqués Samigina
05. Presidente Marbas
06. Duque Valefor
07. Marqués Amon
08. Duque Barbatos
09. Rey Paimon
10. Presidente Buer
11. Duque Gusion
12. Príncipe Sitri
13. Rey Beleth
14. Marqués Leraje
15. Duque Eligos
16. Duque Zepar
17. Conde/Presidente Botis
18. Duque Bathin
19. Duque Sallos
20. Rey Purson
21. Conde/Presidente Marax
22. Conde/Príncipe Ipos
23. Duque Aim
24. Marqués Naberius
25. Conde/Presidente Glasya-Labolas
26. Duque Bune
27. Marqués/Count Ronove
28. Duque Berith
29. Duque Astaroth
30. Marqués Forneus
31. Presidente Foras
32. Rey Asmodeus
33. Príncipe/Presidente Gaap
34. Conde Furfur
35. Marqués Marchosias
36. Príncipe Stolas
37. Marqués Phenex
38. Conde Halphas
39. Presidente Malphas
40. Conde Raum
41. Duque Focalor
42. Duque Vepar
43. Marqués Sabnock
44. Marqués Shax
45. Rey/Conde Vine
46. Conde Bifrons
47. Duque Uvall
48. Presidente Haagenti
49. Duque Crocell
50. Caballero Furcas
51. Rey Balam
52. Duque Alloces
53. Presidente Caim
54. Duque/Conde Murmur
55. Príncipe Orobas
56. Duque Gremory
57. Presidente Ose
58. Presidente Amy
59. Marqués Orias
60. Duque Vapula
61. Rey/Presidente Zagan
62. Presidente Volac
63. Marqués Andras
64. Duque Haures
65. Marqués Andrealphus
66. Marqués Cimejes
67. Duque Amdusias
68. Rey Belial
69. Marqués Decarabia
70. Príncipe Seere
71. Duque Dantalion
72. Conde Andromalius
El Ars teúrgia goetia (o "el arte de la teúrgia goetica"), es la segunda sección de la llave menor del Rey Salomón. Explica los nombres, características y sellos de los 31 espíritus aéreos (llamados jefes, emperadores, reyes y príncipes) que el Rey Salomón invocó y encerró, las protecciones contra ellos, los nombres de sus espíritus sirvientes, llamados duques, los conjuros para invocarlos y su naturaleza, que puede ser buena o mala.
Su objetivo es descubrir cosas ocultas, los secretos de las personas, u obtener, llevar o hacer cualquier cosa que el conjurador les pida. No tienen un orden claro en el libro, y sus nombres varían según la traducción.
Ars paulina (o el arte de Pablo) es la tercera parte del libro. Según la leyenda, esta parte fue descubierta por el Apóstol Pablo, pero en el libro es mencionado como "El arte Paulino del Rey Salomón". El Ars Paulina era conocido desde la edad media. Esta dividido en dos partes en este libro.
El primer libro trata sobre los ángeles de cada hora del día (ambos día y noche), sus sellos, su naturaleza, la relación de cada ángel con los 7 planetas descubiertos hasta ese entonces, los aspectos astrológicos para invocarlos, sus nombres (en un par de casos, los mismos del ars goetia), su conjuración y invocación.
La segunda parte concierne a los ángeles que dominan cada signo del zodiaco, y cada grado de los signos, su relación con los cuatro elementos (Tierra, Aire, Fuego y Agua), sus nombres y sus sellos. Son llamados los ángeles del hombre, ya que cada persona nace bajo un signo, con el sol en un grado diferente.
El Ars Almadel (o "El arte del Almadel") es la cuarta parte de La llave menor de Salomón. En él se explica cómo hacer el Almadel, la cual es una tablilla de cera con sellos protectores en ella. En ella se colocan cuatro velas. Este capítulo trata, además, sobre los colores, materiales y rituales necesarios para la construcción del almadel y las velas.
El Ars Almadel también explica qué ángeles pueden ser invocados, y que sólo se les pueden pedir cosas razonables y justas. En este también se menciona a doce príncipes que gobiernan con ellos. Las fechas y los aspectos astrológicos que tienen que ser considerados los más convenientes para invocar a los ángeles son detallados, pero brevemente.
El autor afirma haber experimentado con lo que es explicado en este capítulo.
El Ars Notoria (el "Arte notable") es la quinta y última parte del libro. Es un grimorio conocido desde la edad media. En el libro se afirma que su contenido fue dado al Rey Salomón de parte de Dios, por medio de un ángel.
Esta parte contiene una colección de oraciones (algunas de ellas divididas en muchas partes) mezcladas con cabalismo y palabras mágicas en diferentes lenguajes (como griego o hebreo). El texto indica cómo deben de ser pronunciadas, y la relación que estos rituales tienen con todas las ciencias. También se menciona las fases de la luna en que pueden usarse estas oraciones. Según el libro, la ortografía correcta de los rezos da el conocimiento de la ciencia relacionada con cada uno y también una buena memoria, la estabilidad de mente, y la elocuencia. Este capítulo impide sobre los preceptos que tienen que ser observados para obtener un buen resultado.
Por último, se cuenta cómo fue que el rey Salomón recibió la revelación del ángel.