Partida Rol por web

Igancio rema con brio y talento. 

La mayoría de los remeros cumplen su tarea con creces y podrían estar remando horas - cosa que no es necesaria como se verá más adelante - pero algunos de ellos empiezan a dar muestras de fatiga muy pronto, unos por no estar bien entrenados y otros por estar mal alimentados y/o enfermos.

Es el caso concreto de dos de nuestros protagonistas: Heriberto y Claudio además de no poder remar como los demás y no aguantar el ritmo se desploman hacia delante desmayándose.

Un tipo con muy mala leche, un tal Pere que hace las veces de capitán de tropa da orden de que se lleven a los dos "debiluchos" a sus respectivas hamacas y se les deje descansar con la promesa de que se enterarían de lo que era bueno una vez despertasen.

Pero la vida seguía a bordo y tras ocupar otros dos felones el puesto dejado por los débiles, los remeros continuaron su labor de remar hasta llegar a una zona más propicia...

Los remeros reman toda la mañana  - sin tanto brío como al principio - pues el viento no hace acto de presencia hasta la tarde, momento en el cual se despliegan las largas velas y quedáis sorprendidos de la velocidad que puede alcanzar ese viejo cofre de madera flotante...

Ignacio y un grupo de unos veninte soldados y marineros - que son los propios para llevar el barco - se turnan en turnos de 12 h para llevar a cabo las tareas propias de marineros. Se escuchan ahora nuevas críticas a Pizarro, pues allí estáis para conquistar y combatir, no para  izar velas ! ¡arriar velas ! ¡ tensar y reponer cabos ! ¡llevar el timón ! ... mientras que tal cual lo prometido es deuda y Claudio y Heriberto son castigados por el malnacido de Pere a fregar cubierta - tantas veces que tenéis cayos en las manos y ni recordáis el número - otra tarea propia de los dos es la de desliar nudos , ¡ sois desliadores oficiales de la Gloriosa!

El resto de la tripulación está ociosa, en la que se incluyen los dos jefes (Pizarro y Almagro) ,el escriba Queitano - cerebro de la expedición -y el Jesuita Blas Fáñez - alma de la expedición - . Además de un buen número de soldados: rodeleros, arcabuceros  jinetes.

Estos últimos de posición más desahogada tienen una curiosa afición: jodiendas a los novatos, o bisoños, como se les empieza a llamar a los nuevos.

Han colgado, humillado, tirado al mar... a más de uno.

Sin duda alguna los remos nos jugaron una mala pasada. Cuántos poemas de inmundicia y desgana habrían de componer de habernos visto así, en aquellas condiciones de esfuerzo inútil...

Tu si que tienes pinta de soldado, -dije a Claudio mientras miraba el sucio suelo de cubierta- y no de remero o "friegasuelos"... La verdad es que yo, Fondón al servicio de don Pedrarías, he limpiado "mierdas" mucho mayores, y de forma literal, de sus cabaños y animales tantas veces... en fin... ¿Te dedicas exclusivamente a las espadas?

Veía también como las tropas entrenadas holgazaneaban y andaban de aquí para allá o aguardaban ociosos a que la mar les diera algún divertimento, o quizá aquellos que navegábamos sobre ellas...

La paliza que nos hemos pegado con los remos ha pasado factura a mi ya malogrado aspecto, haciendo mi delgadez mas evidente todavía. -Aqui estoy limpiando esta apestosa cubierta, todo por no llamar demasiado la atención, en otros tiempos me habria levantado y le hubiera roto la jeta a ese cabronazo de Pere. Mira que castigarnos por perder el sentido, si acaso nos hubieramos negado todavía lo entendería.- Pienso mientras le doy al cepillo. Heriberto, compañero sufridor, está a mi lado y le respondo a su pregunta, mirandole con cara pensativa.- En este momento de mi vida, no me queda mas remedio, aunque estoy cansado de este oficio. Cada vez me resulta más dificil quitar una vida, a mi edad las cosas se ven de diferente manera, y los años pesan en el cuerpo y en el espíritu.- Le digo bajando la cabeza y sigo limpiando.- Pero de todos modos creo que por hoy está bien, voy a hablar con el hideputa de Pere. Ya no tengo ganas de seguir limpiando, esto no es noble ni justo.- Dicho esto me levanto y voy en busca de Pere.

Se encuentra a Popa junto con Queitano y los jefes , al verte llegar te mira extrañado.

- ¿ pero qué haces aquí ? ¿ no tienes trabajo acaso ?- dice con su característico mal humor.

Estando en cubierta, veo a Claudio con cierto aire malhumorado, cierto es, que una persona de su edad y condición no merece este trato y aunque creo que me arrepentiré en el futuro, me siento en la obligación de intentar intervenir a favor de este, bajo mi mano hasta la pequeña saca que pende hacia adentro de mis vestiduras y tomo unas cuantas monedas, Discu..culpe maese Pere, pero me vendría bi..bien que este buen soldado y cri..cristiano me ayudara con unas labores “penosas”, y co..con ello es po..posible que su castigo quede ta..talmente salda..dado, si bien y sólo por las mo..molestias de tener que buscar a otro para que te..terrmine esta labor, le compensaría con una..na… propina diga..gamos, mientras ajito las monedas que en la mano tome… que le parece, a su..su merced el tra..trato?

Veo sorprendido como Queitano intercede por mi, así que decido esperar para ver que le contesta Pere. La edad me dice que es mejor aprovechar la ocasión que enfrentarla.

La sorpresa que denota al principio da paso a una mirada de rabia iracunda a Claudio, Pere es un tipo al que no le gusta que le lleven la contraria y tampoco no salirse con la suya pero Queitano es el escriba de la expedición, un hombre valioso y de posición de más posibles que él así que tras lanzar esa mirada no puede por más que declarar una tregua y apaciguarse, dando su brazo a torcer.

Mirando las monedas

- Cualquier trato en el que haya metal de por medio me parece sumamente bien- tiende la mano para recibir las monedas  mientras dice - dejo pues a este hombre bajo vuestro cuidado Don Queitano.

Le hago entrega a Pere de las monedas que tengo en la mano y giro la cabeza hacia Claudio, ve..ven conmi..migo a ver ese tr..tr..trabajo que tengo para usted. Llevo a claudio hasta el sitio que tengo para mis papiros y documentos, Claudio, tu..tu tr..trabajo no es otro que evitar que n..nadie a excepción mía los co..coja, pues aquí la seg.guridad es poca y la ca..canti..tidad de rufianes a bordo es alta, y estos do..documentos son de suma n..necesidad para la expedición y pa..para mi. Cre..creo que este sera me..mejor trabajo que el de limpi..piacubiertas, no le pa..parece?

-Por supuesto, mi señor Queitano. No iba a discutir con Peré. No tenia ganas de salir ostiado por esa bestia. Pero es que no han tenido la delicadeza de preguntar como estábamos. El hambre y el cansancio pudieron conmigo, no la deslealtad o el desobedecer alguna orden. Asi que no se preocupe vuestra merced, pues estos documentos estarán a buen recaudo conmigo. Aqui me quedaré hasta que mande vuestra merced.- Le digo a Queitano.