Partida Rol por web

Gruñí un par de veces mientras el Padre se explicaba, sin estar del todo convencido de aquello. También había tenido aquél sueño tan raro, pero no había salido corriendo con el colgante; tal vez los humanos eran bastante más débiles, no físicamente hablando —eso era evidente a simple vista—, sino mentalmente. Su voluntad no podía igualarse a la mía, y por eso el sacerdote se había dejado manipular por los poderes del Caos de forma tan sencilla.

—Gruk llevar collar ahora, no dejar usar por cabeza cortada—dije colgándome la cadena al cuello; el abalorio, además, quedaba bien con la armadura. Algo de lo que, por cierto, no pretendía desprenderse tampoco. Esperaba dejarlo claro cuando volví a enfundarme en ella para continuar la marcha.

El camino siguió siendo tan lento como los días anteriores, y más oscuro en el interior del bosque. Aparte de eso, todo parecía ir bien, al menos hasta que el cráneo empezó a gemir, un lamento desgarrador que no solo era molesto, sino que atrajo a las bestias. No todo era malo al menos.

—Gruk elegir al más grande —rugí alegre al ver a los hombres bestia aparecer. Enarbolando mi pico y bien cubierto por las placas, era hora de poner a prueba mi nueva adquisición.

De una, me lancé a por el que había escogido, riendo mientras me preparaba para el choque.

-¡No te lo pongas insensato! -grita el Padre Odo a Gruk, pero es demasiado tarde, él ya se ha puesto el colgante de cráneo de bronce.

El caracter de Gruk se modifica, ya no es el alegre grandullón ahora está irritable, violento, polémico, desdeñoso, sanguinario, sádico y cruel, aunque al ver a los hombres bestias es dificil saber si se trata por la mera visión de ellos.

El bestigor se dirigió hacia el Padre Odo, quizás porque era el más vulnerable, alzó su gran hacha dispuesto a decapitar al hombre ciego, pero por azares del destino, el Padre Odo dio un paso hacia atrás antes de que el gran hacha lo golpease.

Boss, no consigo conectar con la partida y siento que le fastidio la experiencia a los demás. Por favor, sacame de la partida. Suerte Gruk, dales duro.

Magnus sabía que Gruk iba a encargarse de Bestigor ya que era el más grande de todos, así que él se dedicó a ir por el ungor golpeándolo con su báculo en la pierna izquierda.

El cuerpo de Lambert se sacudía, pero no era miedo lo que sentía, sino mono, necesitaba mandrágora y no la tenía a mano, su cuerpo le pedía desesperadamente aquella droga, esperando que alguno de los enemigos llevase algo de mandrágora encima sacó su pistola y disparó al gor apunto a la cabeza, pero el temblor de sus manos hizo que le diese en el brazo.

Arácsam lanzó dos dardos mágicos hacia el Bray, ambos dardos dieron en el enemigo acabando con la vida del Bray

Las cosas no se les estaban dando mal del todo, para ser pequeños humanos, pero el plato fuerte seguía con vida, y ese era mi objetivo. Me acerqué con calma al bestigor, saboreando el placer del combate, y en cuanto estuve a la distancia suficiente usé el pico, realizando un arco que le dio de lleno en la cabeza.

Ante la carga de las malditas bestias del Caos no me queda si no elegir una y centrar mis ataques sobre ella. Elijo a la que me queda más cerca, apuntando la pistola y, a pesar del mal rato que mi recientemente adquirida adicción está haciendo pasar a mi pulso, consiguiendo un impacto, no en la cabeza lo cual habría acabado con el bicho, si no en el brazo...

Maldiciendo por lo bajo, dejo caer la pistola y con un movimiento fluido desenvaino mi espada apuntando al corazón del gor y mi daga con la diestra, lista para repeler el ataque. Eres mío, bastardo... Ven aquí si te atreves.

Y 

Gruk con su pico golpeó al bestigor con fuerza en su brazo, aunque su armadura había amortiguado la mitad de su daño. El centigor lo vio como la amenaza más clara y fue hacia él levantando su pica de jinete y bajandola a tiempo para clavarsela en la pierna, pero la armadura completa de Gruk evitó una nueva herida, aunque cuando la pica golpeó su cabeza fue más de lo que pudo esquivar y la sangre empezó a manar por su cara.

El Padre Odo se encogió poniendose en defensa total esperando que los enemigos se olvidasen de él. El bestigor dejó al Padre Odo y se lanzó a por Gruk, ya que era quien había osado golpearle, aunque falló su ataque.

Lambert le dijo al gor que lo esperaba, lo intentaba increpar para luchar contra él, pero el gor se sentía demasiado asustado ante la presencia de Gruk como para actuar.

Aracsám lanzó un dardo mágico contra el centigor contra el que luchaba Gruk, el dardo le impactó en la cabeza, pero no fue suficiente para acabar con su vida.

El pico, al final, había resbalado hasta el hombro del bestigor, dónde la armadura había absorbido gran parte del daño. Luego el hombre-bestia se había revuelto, intentando golpearme en respuesta, pero mis nuevas placas hicieron bien su trabajo. No tuve tanta suerte cuando aquél bicho de cuatro patas me lanceó, pero era un daño mínimo que, pronto, iba a cobrarme con su sangre.

Como un poseso, empecé a mover mi arma alrededor, logrando alcanzar en una de esas a mi objetivo principal. De nuevo, la armadura del contrario desvió parte del ataque, pero no todo, y el pico logró atravesar las defensas.

Gruk movió su pico hacia todos lados, una de las veces consiguió clavarsela al bestigor en la pierna, agravando su herida, pero no fue suficiente para matarlo. El centigor con su lanza se la clavó a Gruk en su pierna, pero su armadura una vez más lo protegió.

El colgante seguía gimiendo y un nuevo cuerno os informaba que pronto tendríais más compañia, quizás más hombres bestias alertados por el sonido del colgante. Pero en ese instante tres hombres a caballo llegaron para ayudaros a combatir el Caos. 

Uno de ellos tiene en la mano una pistola y una pistola ballesta, la ballesta sale desviada de la cabeza del bestigor por centímetros, mientras que la pistola le impacta en el mismo sitio de Gruk agravando sus heridas y acabando con él. Guardando sus dos armas y desmontando del caballo sacó un gran hacha con el que impactó al ungor al que Magnus había herido, le amputó la pierna y cuando el cuerpo cayó al suelo ya estaba muerto.

Uno de ellos sin desmontar de su caballo atacó al Gor con su lanza de jinete atravesándole el cuerpo, después bajó de su caballo sacando un espadón.

Estaba a punto de cargar contra el gor dispuesto a ensartarlo cuando unos jinetes irrumpen de repente en una tormenta de fuego y acero acabando con todos los enemigos excepto la enorme mole del centigor que se enfrenta a la no menos imponente mole de nuestro ogro. Ogro que seguía llevando el colgante del Caos, maldita fuera su estampa y para más inri, el maldito artefacto no dejaba de aullar y a tenor del cuerno que se oía, seguía atrayendo más compañía indeseable.

¡¡¡Alabado sea Sigmar, llegáis en el momento más apropiado!!!

Envaino mi daga y recojo la pistola que había dejado tirada a mis pies para, a su vez, meterla en su funda del pecho donde suelo llevarla habitualmente y me acerco al padre Odo. ¿Estáis bien, padre?, ¿hay alguna forma de acallar ese maldito abalorio?

Entrecerré los ojos al ver como caía el bestigor tras un disparo. Ese humano me había quitado la presa, encima de una forma cobarde. Aceptaba que las armas de pólvora eran útiles y de lo más eficientes —aunque mejor los grandes cañones que usaba mi raza que esas pistolas que tanto disfrutaban en el Imperio—, pero prefería mi pico, el fragor del combate, cara a cara, dónde podía mirar a mi enemigo a los ojos mientras le hacía picadillo. En esa ocasión había visto como al hombre bestia se le escapaba la vida, solo que no había sido del todo obra mía; iba a tener que hacerlo mejor con el centauro.

El pico subió y bajó varias veces, logrando clavarse una de ellas en la criatura, y causando una herida profunda que me hizo sonreír.

-Mirad sus colgantes! -susurró Arácsam.

Haciendo caso a vuestro compañero, podéis ver que sus colgantes tienen formas de una espada y un martillo cruzados frente a un cometa de doble cola y flanqueado por las letras O y F. Esa imagen ya la habíais visto con anterioridad en la tumba de Kroen.

Pero en ese momento había otras cosas que hacer, aún quedaba un enemigo, aunque Gruk se acercó rápidamente a él y decidido a que no le quitasen su presa atacó con el pico, clavándolo en el brazo derecho del centigor, pero fue suficiente para acabar con la última amenaza existente.

El hombre alto y delgado, parece ser el líder de este grupo. Os echa un vistazo tanto a vosotros como a la forma en que están tratando vuestras heridas.
-Menos mal que les estábamos siguiendo, ¿no les parece amigos? Tenéis que darles las gracias a Jakob de que llegásemos a tiempo. De lo contrario quién sabe qué podría haber sucedido. Dado que hemos salvado vuestras vidas, creo que no os importaría responder unas cuantas preguntas. Si me gustan vuestras respuestas, os acompañaré hasta Middenheim sanos y salvos. Si no, hay muchas mas bestia de donde vinieron esas.

Me aparté un paso del cuerpo convulso del centigor, dejando que la herida —que había atravesado el brazo por completo— hiciera su trabajo. Mientras se quedaba inmóvil, observé a los recién llegados, con una mueca de desagrado bajo el yelmo, y el agudo chillido del cráneo como fondo.

Cansado ya de aquél incesante grito, me quité el colgante y lo metí entre mi ropa, a ver si así la tela ahogaba un poco el sonido. Luego gruñí. Y en todo momento no aparté la vista del presunto líder de aquél grupo.

—Humano hablar mucho, pero no salvar vida. ¡Gruk poder con bestias! —Se golpeó la palma de una de las manos enguantadas con el otro puño y rió—. ¿Qué querer? ¿Por qué seguir a Gruk y amigos?

Las palabras de Aracsám me hacen fijarme en esos colgantes, todos llevan uno, ¿de qué serán?

Creo que se refiere a los hombres bestia, Gruk… Permitidme agradeceros vuestra oportuna intervención pues no todos contamos con la fortaleza de nuestro amigo ogro. Doy un paso al frente, me quito el sombrero y hago una leve reverencia. Lambert d' Aquitaine a su servicio, bretoniano sí pero nombrado vigilante de los caminos del Imperio. Me incorporo y vuelvo a vestir mi sombrero. Estos que me acompañan son el señor Aracsám, Magnus, el padre Otto del templo de Sigmar en Middenheim para el cual estamos trabajando ahora mismo y por último y no por ello menos importante nuestro estimadísimo Gruk que no pocas veces ha salvado nuestras vidas. Acompaño las presentaciones con gestos de la mano señalando a cada uno según lo voy nombrando.

Preguntad lo que queráis que hallaréis en nosotros la voluntad de contestaros lo más verazmente posible pues tras nuestros últimos encuentros nos hallamos bastante heridos y a punto de desfallecer por hambre y sed por lo que cualquier ayuda para volver al templo será más que bien recibida, loado sea Sigmar.

-Todo a su tiempo, pero por ahora, soy yo el que hace las preguntas. He oído que estáis haciendo preguntas por todo Middenheim, acerca de un tal Gerhard Kroen, fallecido recientemente. ¿Para quién trabajáis, y cuál es vuestro interés en él? -Lanza una mirada de fuego sobre el cráneo de bronce que Gruk se está quitando y guarda-. Y en segundo lugar, ¿Qué -en el nombre de Sigmar- es esa abominación? ¿Dónde lo habéis conseguido, y qué pensáis hacer con él?

El comandante de la guardia nos contrató para investigar una serie de asesinatos en Middheim. Debíamos averiguar quien y por qué. Conseguimos lo primero aunque no lo segundo. Vuestro amigo estaba entre las víctimas. - Responde Magnus aún cansado por el reciente combate.

Eso.- Sigue con la mirada los gestos del caballero para saber a lo que se refiere.- Son asuntos del templo de Ulric. Al que tanto el padre Odo como yo mismo pertenecemos. ¿Qué es lo que sabéis vos de ese collar?

Sin nada más que añadir a las acertadas respuestas de Magnus, asiento con la cabeza. Eso mismo.... musito más para mí que para nadie más, mientras recargo la pistola para guardarla en su funda junto con el resto de mis armas con gesto cansado sin perder de vista a los recién llegados, no vaya a ser que decidan acallarnos aquí y ahora.

Reí cuando mencionaron el collar, y tan solo añadí un pequeño comentario.

—Ser trofeo de elegido de Khorne muerto. Hasta entregar a templo, ¡quedar bien en Gruk! HO HO HO.

-Nada, pero a leguas se ve que es un instrumento del Caos del que hay que tener cuidado, o más bien destruirlo -Hoffer miró con recelo a Gruk cuando bromeó sobre que el collar le sentaba bien.

Fiel a su palabra, los tres misteriosos hombres os acompañan hasta la ciudad, acabando con las amenazas que os asolan antes de que vosotros mismos podáis combatir, para desgracia de Gruk

Acompañados por los tres misteriosos hombres a caballo recorrimos el viaje de vuelta sin incidentes, con tiempo suficiente para tratar de curar las heridas que tanto yo como mis compañeros habíamos sufrido en este viaje.