Partida Rol por web

Ante los gritos desaforados de Facundo, la única reacción de Camestres fue apartar lenta e indolentemente su mirada de las estrellas y dirigirlas a la ambulancia que comenzaba a ponerse en marcha. Nada en su rostro se había modificado, y mantenía aquel gesto de absoluta paz y armonía con el universo. Ni siquiera hizo el menor además de moverse, y permaneció parado en su lugar, observando con serena pasividad el alejamiento del vehículo.

Cuando ya se hallaba a unos metros de distancia, elevó su mano derecha y comenzó a saludarlo, como quien despide a un amigo.

Facundo aceleró casi sin pensarlo. La casa de Henar, y su vecina con la pileta, no deberían estar lejos y aguzó sus ojos para encontrarla. Lo había hecho, lo había conseguido - Mucha charla y poca acción - comentó en voz alta para que sus compañeros lo escuchasen

- Si queremos hablar con ese arregla-maldiciones, mejor hacerlo lo antes posible... y no dudo que Ernesto querrá entrevistarlo - intentó convencerse a si mismo buscando el sitio donde debía detenerse

Ernesto está todavía mirando a Camestres en su estado de meditación, y meneando la cabeza. No le dice nada, pero por el simple hecho de que para hacer el imbécil, él ya había dado suficiente ejemplo. Mira, a través de las puertas abiertas de la ambulancia, solo, sentado dramáticamente en la camilla de la cual había prometido no moverse. Solo observa a Frantisek palmeando el hombro de Raúl, al guardia civil poniendo orden como si tuviera autoridad alguna, a Diego agarrando del brazo a Raúl, a Frantisek subiendo a la ambulancia, al enfermero negando, a...

Y de repente, una arrancada violenta.

Los ojos de Ernesto se abren desmesuradamente, mientras con el brazo sano se aferra como gancho a la camilla. Los dos guardias civiles están allí, volviéndose más chicos. Dos los enfemeros también. Dos de sus subalternos, Frantisek con él, y entonces, en el segundo inmediato que llega a una conclusión, escucha la voz de Facundo. Y su propia voz se superpone a la de Frantisek, desencajada, y su grito llega hasta los pobres que se han quedado debajo del asunto.

- ¡¡Facundo!! ¿¿¿¿¡¡¡¡Qué mierda estás haciendo????!!!

Mira a Frantisek, e inmediatamente hacia afuera. Los dos guardias civiles, con armas, viendo alejarse a un ladrón, viéndolo alejarse con sus armas en la mano, y con el espíritu ínsito en su inconsciente colectivo de estar aún en la época de Franco...

- ¡¡¡¡Mierda, no disparen!!!! - se levanta como puede, más bien se arrastra, y golpea fuertemente con el puño sano la pared que les separa de la cabina del conductor - ¡¡¿¿Facundo, qué mierda tenés en la cabeza!!?? ¡¡Pará!!

- Ya llegamos... Ya estamos por llegar - responde el locutor convencido de la bondad de su plan - No se pongan nerviosos - con el pie clavado a fondo en el acelerador y ambas manos en el volante, Facu observa el camino, buscando la casa de Henar que es su objetivo

- Encontraremos a ese cura-maldiciones y lo entrevistaremos. Ése si será un buen reportaje - asegura, tratando de calmar a su jefe

Los golpes se vuelven sensiblemente más fuertes.

- ¡¡¡FACUNDO, CARAJO!!!

Al sentir como la ambuancia acelera en vez de ser detenida, la lengua materna del checo aflora.

Tento muž mentálně zaostalý! - Su voz parece desgarrada. - ¡Piara de unia piuta vfies!

El Guardia Civil se queda pasmado mientras el joven enfermero grita y hace gestos a la ambulancia, soltando por su boca tal cantidad de insultos que resultan irreproducibles incluso en el etéreo mundo de la narración escrita. Los otros dos, que quedaron atrás, llegan corriendo, con el tiempo justo de acercarse al todo terreno de la Guardia Civil, cuyas puertas ya ha abierto el primero de los agentes mientras os grita. -¡Ustedes! ¡Métanse en la casa y no monten líos! ¡Quédate!- le dice al médico -Cuida de la señora.-

Al médico no le hace demasiada gracia, pero se encoge de hombros y se queda allí viendo cómo el coche arranca iniciando la persecuciónd e vuestros compañeros.

A vuestra espalda se escuchan gritos e insultos que resultan irreproducibles incluso en el etéreo mundo de la narración escrita pero los dejáis atrás pronto, cuando enfiláis un cambio de rasante. Contáis las casas. Una.. dos.. cien metros han pasado solamente cuando llegáis a la que en teoría es la casa de Henar. Es un chalet de una sola planta mucho más pequeño que los anteriores y bastante más moderno, con un pequeño jardín. Está totalmente a oscuras, ninguna luz se ve salir del interior.

Pasada la casa la carretera continúa, pero antes, una carratera de tierra pisada, ancho y en buen estado, sale a la derecha, internándose hacia quién sabe dónde. Facundo tiene que tomar una decisión, pues si se han lanzado a perseguirles sin duda ya deben haber arrancado su todo terreno..

Diego al verse sin guardias civiles a su alrededor, entra corriendo en la casa en busca de Henar

-Che, vamos a buscar a tu hijo, benite conmigo

Le dice desde la puerta... esperando que se levante y lo siga, antes de ir en dirección a la casa donde esta el cuchillero, Diego se pega un recorrido por los alderaños de la luna creciente buscando su cámara. Par luego dirigirse a trote a el pateo con pileta

Sin dudarlo, el locutor toca el freno apenas un momento antes de maniobrar el volante para girar el vehículo y adentrarlo en el sendero.

Apenas han pasado unos pocos metros cuando frena la ambulancia, dejándola derrapar lo suficiente como para ocultar la parte trasera de la misma al camino principal y consiguiendo que la cabina mire hacia el frente, por donde pasa la carretera, asegurándose de apagar las luces de su "nuevo vehículo" para que este no sea visible

Abriendo la puerta con cuidado desciende de la ambulancia y la vuelve a cerrar, esperando que los segundos donde la luz del interior del vehículo se encendió no le den una pista a los policías de su paradero

Acercándose a la puerta trasera se presenta con una sonrisa a sus compañeros - Ya llegamos! - explica - Vamos por el hijo de Henar? Lastima que no están Diego y su cámara pero nos podremos arreglar sin el - informa orgulloso - Crees que podrás acompañarnos? - le pregunta a Ernesto

El anciano aferrado a la camilla de Ernesto y a algún saliente para evitar salir en algún bache disparado por el portón posterior y ayudando a Ernesto en lo propio. Al notar que la ambulancia reduce su velocidad drásticamente. Cambia el centro de gravedad, sin embargo no es suficiente, pues mientras las rudedas traseras derrapan su cuero se ve lanzado contra la pared interior del vehículo.

Pierde de vista a Ernesto, ya que suelta la camilla en un inevitable efecto cinético. Al acabar sobre la paquetería del SACYL*, su voz maldice encolerizado.

Jdu se zabít této moderátor levnější odrůd. - Se levantó mientras la furgoneta se detenía por completo con los consiguientes meneos, para escuchar como se cerraba la puerta del conductor. - Jdu trhat koule, lízátko.

Cuando Facundo aparece risueño ante el portón, el anciano se lanza a su cuello con intención de apretar con toda su alma.

Inconssiente, nios ha pudidio miatar. - Al darse cuenta de su acto no apretó y simplemente lanzó un manotazo a la cabeza del presentador. - Nios has cofiertdo in siospieshiosos, LÍZÁTKO!

Al bajarse de la ambulancia comprobó el estado de Ernesto al que Facundo había recordado.

El bandazo junto con el derrape desestabilizan a Ernesto. Transcurren unos segundos en los cuales duda si lo que gira es su propia cabeza perdiendo la cordura, o es cierto que todo está girando a su alrededor. Un rugido de dolor cuando el movimiento lo hace sentar de nuevo en la camilla. El golpe ha sido inmovilizante, y Ernesto se queda allí, imposibilitado de moverse, jadeando, con los ojos extremadamente abiertos y el pecho saliéndose de su lugar. En los momentos de silencio que siguen a que Facundo apague el motor, transcurren para Ernesto como varios años. Gracias al silencio y a la repentina quietud, y al dolor, en su mente se cuelan claramente las consecuencias de lo que ha sucedido. Ve todas las imágenes. Lo ve todo.

De pronto Facundo aparece y, tan rápido como una cobra, Frantisek se arroja a su cuello. Ernesto continúa sentado en la camilla, apoyado en la pared a la que golpeaba, inmóvil.

- Facundo - dice de repente, cuando recupera la respiración - Esta pelotudez... olímpica la podía esperar... de Raúl o de Diego, pero... jamás de vos. Nos podrían... haber llenado de... balas y ahora nos van a arrestar, acá... en el culo del mundo. ¿A vos te parece que un reportaje vale la... vida de alguno de nosotros? ¿A vos te parece? - la voz de Ernesto empieza a levantarse, recuperada, y su rostro empieza a adquirir color encendido - ¿¡Qué mierda tenés en la cabeza, Facundo?! ¿¡¿¡Me podés explicar qué carajo se te cruzó por la cabeza para hacer esto?!?!

Jadeando por el dolor y por la ira, Ernesto se pone de pie tremulamente y se dirige a la salida. Las luces del todoterreno se ven cada vez más cerca, por cómo se ilumina el paisaje un poco más allá, cada vez más nítido.

- Escondete rápido, Facundo - susurra Ernesto con voz de hierro - Porque cuando lleguen los canas no te va a servir ninguna sonrisa, y si tengo que volver con un muerto, prefiero ser yo.

- Pe.. pero... no teníamos que encontrar al hijo de Henar antes de que los lobos sigan apareciendo? No es solo reportearlo... es también que tiene que acabar esa maldición, no? - Para sorpresa de todos los presentes, Facu parece muy racional en sus palabras y muy consciente del riesgo que ha corrido

- No creo que vean la ambulancia... pero tienes razón, mejor me escondo - agrega mientras sin dudarlo busca un hueco en el entorno que sirva para sacarlo de la vista de quienes los puedan estar siguiendo

Para cuando Diego ha salido al jardín y recogido la cámara, tirada en el suelo y aunque un poco rozada, intacta, comienza a escuchar por fin la voz de Henar, que había permanecido en la casa.

-¿No me escucha? ¿Dice que han ido a mi casa? La piscina no está ahí. Es mucho más abajo. Mire, yo no quiero que le hagan daño a mi hijo. Si me ayuda, conozco un atajo para llegar a la piscina.-

Lo primero que descubrís al bajar de la ambulancia es que la casa está construida sobre un terreno poco más grande que el propio edificio y ahí no cabe una piscina. Esta, por tanto, ha de estar en otro lugar. La carretera de tierra en la que Facundo ha ocultado la furgoneta continúa adelante, pasando entre más casas tapadas por arbustos y algún que otro pinar. Os da la sensación de que las casas son nuevas y que el camino, más antiguo que ellas, debía servir para ir a algún otro lado.

Escucháis entonces el todo terreno acercarse a toda velocidad. Claramente, no saben dónde vais y por tanto no disminuyen la misma al pasar junto al camino. Veis que uno de los agentes mira a su derecha para comprobar si habéis girado aquí, pero el vehículo pasa de largo, creéis que sin veros.

- Bueno... un problema menos - comenta Facundo volviendo a surgir de la espesura después de que el todoterreno pasara sin verlos.

- Ahora solo nos queda encontrar esa pileta. Uhmmm... Henar dijo que era en una casa vecina y que estaba bastante oculta por las ramas. Pero no debe estar lejos - agrega mirando a su alrededor

- Y bueno... que quieren hacer? quedarse aquí o ayudarme a buscarla - propone antes de caer en la cuenta que uno de sus interlocutores es un anciano y el otro está más que herido - O preferís esperarme aquí?... O que sigamos todos con la ambulancia hasta encontrarla? -

-Yo no quiero hacerle daño, solo quiero aclarar todo este embrollo y documentarlo

Dice mientras se sube la cámara al hombro y mira a través de ella verificando que todo funcione correctamente

-Llévame a tu hijo Henar