Partida Rol por web

Con cuidado, salió de su escondite, esperando no chamuscarse en el intento. Agradecía de verdad no haber tenido que utilizar "la otra salida", aunque lo habría hecho de ser necesario, claro.

Tras agarrar el abrigo y el maletin, comenzó a hacer calor allí dentro, pero al menos el camino hacia la ventana estaba libre. Las llamas se extendían rápidamente, así que corrió hacia ella y la abrió de con golpe.

Saltó afuera y, sin mirar atrás, se fue de allí lo más rápido que podía, mientras recorría de memoria los nombres de sus más allegados.
Necesitaba ayuda. Pronto.

Hans salió a toda velocidad de aquel pequeño agujero que era su escondrijo. Por ventura, no había sido detectado, y además, la casa aún no estaba ardiendo por sus cuatro costados, aunque no tardaría en hacerlo.

El joven alemán agarró el maletín y el abrigo, y literalmente saltó por la ventana, esperando que aún hubiera oxígeno suficiente en el interior de la salita como para que el hecho de abrirla no produjera una exposión.

Una vez en el otro lado, arrodillado en el jardín, Hans comenzó a sopesar sus opciones. ¿A dónde podría huir? ¿Quién se arriesgaría a protegerlo? Aún peor ¿en quién podía confiar en que no lo delataría? De pronto las palabras de la carta cobraron especial trascendencia en su mente... quizá fuera su única salida...

Caí rápido en la cuenta. Seguramente alguno me atendería en su casa, pero... ¿me podía fiar?
Estaba solo, y no me quedaba más que una salida.

Londres. Primer transporte aéreo. Era lo único que podía sacar en claro de la carta. Seguí corriendo hacia el Aeropuerto con la esperanza de ver un taxi por el camino. Por el rabillo del ojo vi las llamas en mi coche, y no hacía falta ser demasiado imaginativo para saber qué le había ocurrido.