La situación había estado tensa por unos momentos, felizmente se empezaba a aliviar. Todos empezaron a interactuar con los demás y se iban llendo a su habitación. Hogward, sin embargo, se quedo callado a un lado de la habitación. El joven esperó paciente a que alguno se fueran, antes de irse el a la habitación a toda prisa. En todo momento el peliblanco mantuvo sus manos fuera de la vista de los demás. Luego de que toda la adrenalina y emoción de la batalla de antes se hubiera ido, sus manos temblaban sin control. Era un milagro que no lo hicieran también sus otras extremidades.
Estaba asustado. El propio Hogward no entendía muy bien el porque. Normalmente habría salido del lugar donde se estaban dando de hostias apenas hubiera visto el peligro. Pero ahora, el chico no había podido hacer esto. Podía poner excusas todo lo que quisiera, pero por alguna razón no había querido dejar al grupo y se había quedado hasta al final. Y eso le asustaba, el ser incapaz de haber escapado del peligro. Ahora no había pasado a mayores pero ¿Quién sabe que lo que podría pasar la próxima vez?. Hogward no se entendía a si mismo y no tenía idea de que hace al respecto. Toda esa resolución y valentía que había sentido antes de la "expedición" se había esfumado en un santiamén. Dejandolo ahora solo con dudas y confusión
No queriendo que nadie note su temblor, rápidamente se dirigió a su habitación. No tenía nada que hacer con las reuniones que se estaban desarrollando en el comedor además que un dolor sordo le oprimía el pecho al ver tales escenas.
Ya solo, Hogward intentó todo lo que pudo por dormirse, aspirando y exhalando. Tratando por todos los medios de calmar los temblores de su cuerpo. -Solo duerme- se decía a si mismo -por ahora solo hazlo, ya mañana lo pensaras, solo duerme- se repetía una y otra vez sentado en la cama apoyando la cabeza sobre la pared. Al poco tiempo, pequeños golpes se escucharon de la pared. Sin ritmo alguno, la cabeza del peliblanco chocaba con la pared de manera suave pero firme a la vez. Tal vez para distraerse de sus propios pensamientos.
Si el chico llegó a dormir algo ese noche, nadie lo sabe. Ni siquiera el propio Hogward estaría seguro de haberlo hecho.
Fiorella parecía confundida y dolida y en su desconocimiento de cómo ofrecer consuelo a una persona en semejante situación, sólo pudo observarla marchar con impotencia, sintiendo una vez más cómo la muralla que la joven erigía a su alrededor crecía piedra a piedra. Empezaba a darse cuenta de que no estaba en sus manos derribarla y tal vez en las de nadie salvo, quizás, en las de la propia Fiorella.
Le dirigió una breve y agotada sonrisa a Claire en respuesta a su gesto antes de pasarse las manos por el rostro, cansado a la par que se dejaba caer en un sillón, sintiéndose un tanto derrotado por la situación. Aquello era un no parar, una vorágine de situaciones peligrosas tras otra que escapaban de su control. Durante largo rato se quedó allí, quieto y con la mirada perdida, apenas reparando en nada de lo que le rodeaba, ni siquiera en sus compañeros que se retiraban del lugar, todos más silenciosos que de costumbre.
Sólo parpadeó cuando Stella y Réamann hablaron para darse cuenta de que el lugar se había vaciado rápidamente.
- No podemos seguir así. Salvamos la vida una y otra vez por puro milagro. Y eso nos está empezando a pasar factura - sacó su espada, todavía cubierta de sangre seca para dejarla caer con estrépito a su lado -. Maldita sea, yo ni siquiera soy espadachín - aguantó el aliento durante cinco segundos, sin querer dejarse llevar más por unas emociones que normalmente mantenía bajo férreo control. Cuando éstas volvieron a estar encauzadas, ahogó un suspiro para preguntar -. Stella, no sé de quién hablas que casi la traen pero, ¿estás segura de que no lo consiguieron? Cuando hubo la última explosión no sé vosotros pero yo vi unos ojos dorados. Y el hombre que estaba con Ezio estaba inconsciente pero cuando se disipó el humo ya no estaba. No sé de magia pero hacer algo así sin despeinarse me parece propio de alguien muy poderoso.
Ezio miró a su hermana alejarse un poco alarmado, pero no se encontraba con tantas energías como para seguirla en ese momento, así que tendría que esperar. Suspiró y miró a la pequeña que recién se había disculpado alejarse. Al parecer, todos parecían ser muy obedientes cuando se les pedía descansar. Eso le pareció curioso, pero no dijo nada. No sentía que le correspondiera hacerlo.
Al haberse dirigido a él de esa manera, Konah tuvo que pasar de mirar a su hermana para mirar a Réamann aún más confundido. ¿Por qué respondía él cuando le había hablado a su hermana? La respuesta no tardó demasiado en llegar, y entonces abrió los ojos sorprendido - ¿Pareja? Eso es imposible – se veía confundido y miró a Stella sin entender nada. Cuando esta se abrazó a él, el joven se veía estupefacto y prácticamente no reaccionó. ¿Por qué actuaba tan diferente? La abrazó con dudas y sonrió ligeramente acariciando su cabeza de manera protectora.
- Me debes una explicación de por qué no llegaste ese día cuando fuiste tú quien me citó – y entonces, preguntó -. Creo que saber que es The Marchen, no me dice nada, Señor Lockheart. Si no le importa, preferiría que fuera mi hermana quien me aclarara la situación actual - y aunque sus palabras eran bastante fuertes, su tono de voz era educado y su rostro reflejaba una ensayada sonrisa.
Claire se limpió los ojos rápidamente cuando Alain sonrió y le devolvió el gesto. Se veía aliviada a pesar de todo, aunque sería este mismo quien traería el tema agrio a colación en esa situación. Delora miró a Réamann con mala cara – Cuida tus modales, niño. No hay que espiar a las mujeres -. Claro que no podría librarse de la conversación dos veces, así que suspiró y continuó con las palabras de Alain – Tal vez a quien enfrentaron tenía más de un as bajo la manga. Ezio fue prisionero y ellos tuvieron control de la mansión por algunos días, así que no es descabellado pensar que pudieran encontrar diferentes maneras de acceder al lugar. Apenas mejore, debo hablar con Parfait de nuevo. Lo que debo decir es… que les hemos perdido el rastro – y miró a Stella una vez más. Se veía desanimada -. Sin duda, nos enfrentamos a un enemigo poderoso -.
Annice siguió atendiendo a quienes lo permitieran y ayudó a los más heridos a irse a sus habitaciones. Esa noche sería una bastante tensa en la taberna, al igual que en todo Angielle. Sin embargo, no hubo indicios de ataques por esos días. Al lugar lo dominaba una muy tensa calma.
Como el ritmo ha estado irregular en general, decidí no alargar mucho más esta parte.
- FIN DEL CAPÍTULO 5 -