El ánimo del paladín mantuvo a la comitiva en buena moral, incluso cuando cayó Cardoran, no abandonaron del todo la esperanza e, incluso, cuando Nerea terminó por sucumbir, Beshaabel la cosechó con una ligera sonrisa de confianza, un tanto triste, ciertamente, pero esperanzada. No le duró mucho, pues parecía que la chica albergaba una ligera desconfianza, tal vez innata y ambas se removieron inquietas un poco durante la captura del alma de la pícara, con gesto de dolor.
La súcubo renegada sonrió cuando el paladín la felicitó, sus ojos estaban más brillantes que nunca y su sonrisa era orgullosa, radiante había superado una prueba de fuego, tenía una nueva experiencia vital, una única y muy valiosa. Escuchaba las palabras sobre el bien inherente a las personas, cuando concluyó ella se encogió de hombros.
-“No se si el bien es inherente a las personas. Pero sí creo que el universo existe a través de la experimentación. Es la filosofía de… mi facción. Si hacemos que la suficiente gente esté rodeada de bien, pensará que el bien es innato y ubicuo. Cuando suficiente gente lo crea, así será. Ganaremos la guerra sin luchar una batalla apocalíptica. Eso creo yo.” – mientras hablaba le enseñó un medallón que llevaba dentro del baqueteado corpiño de cuero de su armadura, parecía un rostro – ojos, nariz y boca – debajo del cual había una mano junto a una oreja.
Parecía dispuesta a seguir camino adelante cuando le dijo que vería en su mente su admiración. Ella se giró bruscamente para mirarle a la cara, con gesto ceñudo, para espetar ofendida:
-“Pues claro que no te leo la mente. Es verdad que tengo ese poder, pero no lo uso normalmente, sólo para interrogar a quienes tienen malas intenciones. ¿Crees que soy el tipo de persona que violaría de esa manera la intimidad de sus amigos?” – pero enseguida relajó el ceño, con media sonrisa amistosa y un ceño fruncido más bien en broma, su gesto era tan elocuente como siempre, aunque no decía no pasa nada decía te perdono.
-“Supongo que habrás confundido mi telepatía, que requiere la participación voluntaria del otro, y que es lo que suelo usar contigo con mi percepción extrasensorial, que sólo me has visto usar alguna vez con enemigos capturados o a los que estuviera interrogando. Eso es cuando hago preguntas de cosas que no me han respondido, para que aprendas a distinguir. A ti no te lo he hecho nunca, ni al resto del Campamento tampoco, porque no deja de ser una especie de… violación… mental, o algo así. Bueno, no es verdad, la primera vez que conocí a Cerebro lo intenté, pero está protegido.”
A medida que se explicaba, probablemente con el enfado inicial disipado – seguía siendo un demonio, después de todo y la sangre le ardía con facilidad – probablemente el contenido de sus palabras le fue calando más que la forma de plantearlas, porque la voz se le fue quebrando y en el desvarío final sobre los compañeros estaba sollozando. Al final se lanzó a abrazarle, gimoteando de emoción y, por una vez, sin palabras. Aún así su abrazo era tremendamente elocuente, y tal vez, un poco más fuerte de lo que sería agradable. Una vocecita de algún lugar, parecía preguntar en segundo plano, muy lejos en su mente si era prudente dejar que un súcubo lo abrazase.
Sin recuperar del todo la compostura se puso en marcha, admitiendo que las prisas del paladín estaban justificadas. Cuando, entre las toses que el Abismo se cobraba, le agradeció el rescate, ella se giró con una sonrisa tan cálida que no necesitaba decir más, seguía teniendo lágrimas oscuras en las mejillas o, tal vez, había vuelto a empezar a llorar, pero transmitía claramente el mensaje de que no había sido ningún esfuerzo, Garv supo, al mirar sus ojos, que habría vuelto a entrar al Abismo a por él una docena de veces. Supo que, incluso si hubiera acabado en el Infierno en lugar del Abismo, ella habría entrado igual. El paladín recordó la batalla entre los demonios y los diablos y cómo había sufrido para no unirse a ella. Supo que, de haber sido así, probablemente ella se hubiera condenado, no habría podido sobrevivir a aquello, pero no creía que eso la hubiera detenido. Sencillamente en su mundo no se dejaba atrás a un compañero mientras hubiera esperanza. Con un hipido y una sonrisa bromista sólo dijo:
-“Habrían sido las hadas. El portal se abría con sangre de demonio y cráneo de fata. Y tu no tenías sangre de demonio encima.”
Las últimas palabras debieron sonar más sombrías de lo que había pretendido, porque ella se puso muy seria, aunque aún soltaba algún que otro hipido contenido.
-“Nunca sabes lo que puede pasar. Tal vez yo muera antes. Tal vez no salga de aquí y desaparezca para siempre, si muero aquí será el final para mi esencia, o mi alma, si es que tengo. Pero incluso si las cosas siguen su curso más normal y mueres antes que yo, de viejo, dentro de un poco, la muerte tampoco es el final. No para ti. Tal vez te busque al otro lado y sigamos haciendo el bien por los Planos. Mi mentora ya lo hizo con su amigo, no se si lo consiguió y un paladín de tu poder con frecuencia se convierte en einheriar de su dios. A veces les dejan viajar. Sería divertido infiltrarse en el Monte Celestial.”
Beshaabel parecía haberse perdido en sus propios pensamientos, totalmente ajena a la marcha, tal vez, incluso a la presencia de Garv, hasta que le túnel delante de ellos apareció a la mortecina luz de su piedra, cubierto de una densa niebla verdosa.
No necesitó que su compañera le dijera lo que era: una nube de veneno. El olor lo dejaba bien claro, una ingeniosa trampa para cualquiera que intentase cruzar el túnel y no fuera un demonio. Su compañera usó su visión remota para estudiar cómo de profunda era la nube, tal vez podían arriesgarse a cruzarla si no era probable que le afectase más de una vez, pero si se extendía por el resto del túnel... tendrían que darse la vuelta.
Por fortuna no parecía tener más de cien metros de profundidad, si Garv conseguía resistir el veneno no sería más que una ligera molestia; era más, apenas les quedaban doscientos cincuenta para la salida. Beshaabel se metió en la nube inspirando profundamente la ponzoña, volvió a su lado y le confirmó que el veneno estaba demasiado diluído para cubrir esa extensión de terreno: no era demasiado potente.
Decidieron arriesgarse porque la alternativa era viajar de vuelta otra hora y reemprender el camino a otras tres, tal vez cuatro horas del portal. En cambio superar el túnel les dejaba a apenas una hora de su destino. El cansancio empezaba a hacerse notar, y en eso Beshaabel no tenía ninguna ventaja. Todo lo contrario, porque aunque el ambiente no le era tan hostil como la paladín, ella llevaba sin descansar todo el viaje de ida, que le había llevado otro medio día, con sus explosiones de fuego y ácido y sus peleas, que la habían dejado tan maltrecha como la encontró.
Por suerte, fuera la heróica constitución de Garv, su protección divina, las medidas para defenderse del entorno que le había enseñado Beshaabel, su capacidad para no respirar durante aquel largo minuto que tardaron en cruzar o simple suerte, el débil veneno no consiguió hacerle mella. Cinco minutos después salían a la claridad del perpétuo atardecer de aquella capa del Abismo, a sus infernales vientos calgados de polvo ardiente y abrasivo y a su ambiente hostil y asesino.
Volvía a no estar seguro de cuánto llevaban andando. Por las circunstancias acabaría suponiendo que cerca de tres cuartos de hora desde que salieron del túnel, considerando lo que faltaba para el portal.
La primera pista de que estaban cerca fue un rugido atronador, sonaba como un huracán pero, por encima de ese estruendo, había otro, como si millares de cosas, tal vez maderas, chocaran unas con otras. Crestearon una loma, que resultó no ser tal, sino el cono de un crater gigantesco, de más de un kilómetro de diámetro. Efectivamente, había un tornado en su interior, o al menos, un vendaval tan fuerte que sus corrientes resultaban claramente visibles.
Pero no eran maderos los que chocaban, sino huesos, huesos pequeños, huesos grandes, huesos enormes, clavículas, fémures, cráneos, costillas, cuernos, de todo. De un millar de especies distintas, tan pequeñas como un hada o tan grandes como un dragón, vapuleados y lanzados por el huracán en una danza sin fin, unos contra otros o contra el suelo del cráter o, simplemente, en un baile sin fin.
Beshaabel se echó a reír como una loca y Garv, que no podía dejar de mirar la tormenta de huesos, se preguntó si se había desquiciado. Ella contestó que el centro de la tormenta estaba el portal, que casi habían llegado.
Pero atravesar esa tormenta de huesos no parecía fácil en absoluto, de hecho, sonaba muy doloroso; aún no estaba todo conseguido. Aunque cabía suponer que aquello era, en parte, una ventaja. Probablemente ni los demonios entrarían allí si no era estrictamente necesario.
Cuando por fin decidieron enfrentar la lluvia de restos óseos, la predicción de Garv se hizo realidad, apenas llevaban unas decenas de metros y habían visto como numerosos proyectiles calcáreos se hacían añicos a su alrededor, incluso habían tenido que esquivar alguno, apretando el paso o aflojándole. Entonces uno de aquellos fémures de gran tamaño salió no sabía muy bien de dónde e impacto con fuerza en el pecho de Garv, por suerte su armadura aguantó intacta, enviándolo rebotando contra otra docena de huesos voladores. Unos pasos más y otro hueso, cráneo humanoide, pareció desviarse a posta para chocar contra la cara de Beshaabel, no parecía un golpe muy grave, después de ver cómo su piel rebotaba espadas y garras de demonio, pero para asombro de ambos, la chica profirió un grito, más de sorpresa que de dolor, cuando el cráneo impactó contra el suyo de forma brutal, partido la nariz de la chica y dejándola un tanto aturdida. Parecía que aquellos huesos sí podían atravesar su piel mágica de demonio.
Siguieron avanzando, amenazados por la lluvia de huesos, un radio astillado se dirigió volando contra Garv, directo contra su visor, el grito alarmador de Beshaabel fue lo peor, cuando el hueso se hincó en el hueco de su yelmo. Por fortuna iba con la cabeza muy baja, para evitar tragar más de aquel polvo asesino, por lo que el hueso – que normalmente podría haberle atravesado un ojo – sólo le hizo una brecha en la ceja. El descuido de su amiga al ir a prestarle atención le salió más caro, pues un afilado omóplato golpeó el brazal de su armadura, rebotando, aunque no sin dejar un corte profundo.
Varias veces más fueron golpeados, aunque para Garv la armadura resultó providencial y ninguno más consiguió herirle realmente. Beshaabel no fue tan afortunada, parecía que cada vez que un hueso le pasaba cerca hacía por desviarse e impactar contra ella, incluso si parecía que ya lo había esquivado. Cuando ya llegaban al fondo del cráter, otros cuatro restos le habían abierto heridas, la última casi había segado el bustier de cuero, hiriéndola de cierta seriedad, hasta ella empezaba a estar seria, aunque sonreía con confianza cada vez que la miraba. Su sonrisa se ensanchó y su risa resonó por todo el foso cuando una piedra negra de unos cinco metros de alta, de obsidiana pura cubierta de una mezcla de sustancias rojizas, verdosas y negruzcas, que reconocieron como sangre, apareció entre la nube de polvo de hueso.
Beshaabel, riendo, le dijo que sacara el mechón que le dio al empezar aquella odisea, lo empapara en uno de los muchos cortes que Garv tenía y lo pegase a la piedra. Pronto estarían a salvo. Relativamente a salvo, se corrigió.
Motivo: Salvación
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 13(+14)=27 (Exito)
Motivo: Carisma
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+7)=18
Motivo: Huesos voladores
Tirada: 6d20
Resultado: 8(+10)=18, 20(+10)=30, 4(+10)=14, 7(+10)=17, 6(+10)=16, 4(+10)=14
Motivo: Huesos voladores (confirmar critico)
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+10)=28
Motivo: Daño Huesos voladores a Garv
Tirada: 3d8
Resultado: 2, 2, 4
Motivo: Huesos voladores a Beshaabel (con +4 por afinidad contra demonios)
Tirada: 6d20
Dificultad: 26+
Resultado: 19(+14)=33, 19(+14)=33, 3(+14)=17, 12(+14)=26, 16(+14)=30, 16(+14)=30
Exitos: 5
Motivo: Huesos voladores a Beshaabel (con +4 por afinidad contra demonios)
Tirada: 5d8
Dificultad: 20+
Resultado: 6(+14)=20, 1(+14)=15, 1(+14)=15, 5(+14)=19, 5(+14)=19
Exitos: 1
Motivo: Fortaleza (con +2) viaje tunel
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 10(+14)=24 (Exito)
Motivo: Fortaleza (con +2) final de viaje
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 8(+14)=22 (Exito)
El modificador del daño de cada hueso a Beshaabel es +4, no +14 es un error.
Garv: 44/99
Beshaabel: 22/71
Bueno, habéis "ganado". Además de lo que quieras narrar desde tu perspectiva del final del viaje o las conversaciones que quieras tener, puedes narrar cómo se abre el portal. Incluso si te animas la llegada a la Colmena en Sigil, si lo conoces.
Garv escuchó los planteamientos de su amiga, valorando y comparándolos mentalmente con los suyos propios. Sí, había puntos diferentes pero no enfrentados. En el fondo los dos buscaban convertir el mundo en un lugar mejor y por azares del destino habían acabado combatiendo juntos por ello. Igualmente atendió a la explicación sobre las habilidades mentales de Beshaabel; la magia mental siempre le había parecido una disciplina ajena, de otros planos, pero en su caso obviamente era así. Con todo y con eso...
-Agradezco la explicación-se permitió media sonrisa-pero creo que esta vez has sido tú quien no me entendió. No te acusaba de hacerlo, sino que te invitaba a ello-la sostuvo del antebrazo-no quiero que haya secretos entre nosotros-dijo con sinceridad-aunque si lleva tiempo, no es el momento adecuado-inconscientemente su vista se desvió al huracán óseo que custodiaba el portal-Como con todo, es una invitación y tú decides-
Con esas palabras el Inquisidor se ajustó el yelmo y entró al torbellino apretando los dientes. No tenía pinta de que fuera a ser una experiencia sencilla y toda precaución sería poca. Sería una auténtica tragedia haber sobrevivido a todos los peligros que el Abismo les había mostrado para caer allí, en la puerta de salida. Por ello persistió; cuando un hueso penetró y casi le saca un ojo se permitió un respingo de dolor, que unido a la preocupación de Beshaabel causó otra herida, más grave aún en el brazo. Sin embargo no estaba siendo él quien se estaba llevando la peor parte.
Aquellos restos, si sus ojos no le engañaban, alteraban su trayectoria para alcanzar a su compañera y parecían muy capaces de atravesar sus defensas. Definitivamente no se parecían a nada de lo que hubiera visto antes. Le preocupaba sobremanera que alguno de ellos no lo lograse y las heridas seguían acumulándose. Y de golpe, la nada. Consiguieron cruzar al otro lado de la tormenta. Garv exhaló tras comprobar que ambos lo habían conseguido, sin embargo su estado distaba mucho de ser siquiera aceptable.
Y allí estaba la roca que le había descrito Beshaabel, cuando dudaba que fuera a conseguirlo tras el encuentro con los demonios simiescos. El paladín sacó el mechón, siguiendo sus instrucciones, y lo empapó en su sangre, procedente de la miríada de cortes y heridas acumuladas a lo largo del viaje y de los últimos instantes. -Sería un honor acabar ascendiendo a la celestial categoría de einheriar. Formaríamos una pareja temible.-otra vez sonrió, aún en el Abismo y lejos de casa pero cerca de salir-El Mal haría bien en temer que eso llegara a pasar-tendió la mano a su compañera-Vamos, volvamos-tan pronto como ella la agarró cruzaron el portal.
Nuevamente aquella extraña sensación de estar en dos partes a la vez y en ninguna, un mareo al cruzar las dimensiones, un instante de imágenes imposibles... y estaban al otro lado. Garv no sabía gran cosa de Sigil más allá de lo que su compañera le había contado; pero lo que alcanzaba a ver estaba muy por encima de lo que había imaginado. Hasta donde alcanzaba su vista una inmensa ciudad envolvía todo, ascendiendo y curvándose por encima y por debajo de su posición. Una inmensa conurbación, una cacofonía de estilos arquitéctonicos mezclados al azar como si una deidad olvidada hubiera volcado eones de historia en el mismo sitio. La sensación era extraña, se sentía desorientado y murmuró casi atemorizado -Creo que hemos llegado y espero que sepas orientarte aquí...-tenía la impresión que uno podía deambular durante la eternidad por aquel lugar y no llegar siquiera a recorrerlo por completo.
Y hasta ahí llegan mis conocimiento de Sigil, lo siento.