Partida Rol por web

La noche en el campamento es tranquila, todos han acudido hoy a la cena comunal, mañana está anunciada la llegada de mensajeros y el semblante sombrío de Cerebro os deja claro a todos que habrá misiones, probablemente varias. Y nunca son fáciles, no desde que os unisteis a los comandos, así que todos habéis acudido a relajaros un poco, cada uno a vuestro estilo, sabiendo que, como cada vez que alguien sale a trabajar, puede ser la última vez que os veáis.

Arrullado por las risas que ha provocado el último chiste de Rasphora, mientras miras bailar a Beshaabel, que muestra más gracia que arte, al son de la hechizante música de Venpaulo, no puedes evitar que tu mente vague a la primera vez que viste a la chica alada.

Hacía más de un año, y ya no recuerdas cuántas misiones, que emprendiste viaje al Norte. Ya no podías recordar el nombre de los tipos a quienes habías oído hablar sobre el asesinato de un importante contrabandista de bienes ilegales “fue el tipo ese que mató a la puta del antiguo jefe, siguen atacando por aquí y siempre pagan bien”. Sí que recuerdas sus caras cuando acabaste de sacarles la información.

Te despediste de Declar, pensando que no le verías más. Ahora te preguntas si el maldito truhán no lo tenía todo planeado desde el principio. Si tu información era correcta – y a la postre resultó serlo - el asesino tenía la base en una fortaleza en Nanicum, sirviendo a uno de los barones locales que vigilaban la frontera contra los orcos. El largo viaje resultó una experiencia catártica, estabas oxidado y perdido, pero esas semanas ayudaron a afinar de nuevo tu viejo motor.

Cuando llegaste a Nanicum, con el frío del norte pegado a los huesos, compraste el equipo necesario. Habías averiguado que la fortaleza que buscabas, llamada Tejanegra por su techumbre de pizarra, estaba en una zona bastante desolada, sólo vivían allí las tropas del Barón, los mineros de las explotaciones de hierro, cobre y oro que había en las colinas cercanas y una pequeña villa, de menos de 500 habitantes, que les daba servicio. Probablemente, incluso si había una posada, no vería apenas tráfico y un extranjero sería el tema de conversación de todos los chismorreos durante un mes.

Discreto y sigiloso, acampaste para poder estudiar el lugar. La villa era poco más que un almacén, un burdel grande que también servía de vivienda a sus trabajadores y una docena de viviendas de los que trabajan en servicios asociados o los oficios más básicos de la región: cazadores y leñadores. Las minas estaban todas a unas ocho horas andando de la población, algo menos en carro que era como solían bajar los mineros una vez cada diez o doce días; todas eran subterráneas y tenían un portón fortificado con una unidad de guardia bien equipada. La fortaleza, sin duda, era lo único destacable de la región: un alto torreón de piedra amurallado, con adarve, su barbacana y foso; se encontraba empotrada en la ladera de un risco, al que sobrepasaba en altura por unos cinco o seis metros que se remataban en un mirador almenado y con tejado de pizarra negra; todo apuntaba a que tenía unos subterráneos grandes y bien usados, probablemente aprovechando cuevas naturales en el risco que le servía de protección trasera.

La guarnición de la fortaleza parecía significativa, caballeros e infantes, bien equipados con armaduras de metal, escudos, espadas de guerra y lanzas; parecía haber una unidad de ballesteros y el total de hombres debía sobrepasar el centenar. Habías visto entrar y salir figuras embozadas, incluso si te obligaban podrías apostar que oíste voces hablando orco entre esos misteriosos furtivos.

La noche de euforia, bebida, canto y baile, poco a poco se fué fundiendo en lo profundo de los pensamientos de Kazir, quien sin darse cuenta se vió sumido en sus pensamientos.

De repente, el baile de Beshabel y el sonido de Venpaulo, se transforman en una imagen de una fría noche silenciosa. Como si los pensamientos de Kazir lo transportaran directamente a aquella noche en Nanicum, donde todo empezó....

Junto a su fiel caballo ligero Signet, el ladrón se instaló en un improvisado campamento, oculto en un bosquesillo a unas cuantas millas de la fortaleza tejanegra.
Durante varios días permaneció oculto de la gente, dedicandose únicamente a observar y estudiar los constantes movimientos de los habitantes del sector, de los mineros que iban y venían, y de las tropas del barón que patrullaban constantemente.
Posteriormente, se dedicó a estudiar las posibles rutas de entrada y salida a la fortaleza, ya sabiendo los cambios de guardia, que guardia solía quedarse dormido, las patrullas y los tiempos, e.t.c.

Era fría y oscura la noche que acobijaba el sector cuando decidió entrar y tomar represalias contra el asesino, las cloacas servían para ingresar con facilidad, sabía de la ubicación de ellas y empezó a andar por los túneles que la formaban, hasta llegar a una entrada que servía para que los sirvientes depositaban las aguas negras.

Como una sombra deambula por la noche sobre las criptas mas profundas, silenciosas y esquivas, así andaba kazir, como una sombra dentro de la fortaleza. había llevado consigo únicamente la Daga Ibarsi y la ballesta de mano, no pretendía necesitar mas, confiaba en sus habilidades -a veces demasiado- y decidió que no llevaría armamento de combate.

Se deslizó por las caballerizas, cerca al patio principal, donde se acurrucó y esperó a que uno de los guardias se separara de la muralla.
ágilmente saltó por el techo de paja de los establos, corrío silenciosamente y escaló a la muralla, avanzó hasta una de las torres, abrió la puerta y se introdujo en su interior.

Solamente debía ingresar al torreón principal, donde se encontraba la habitación del asesino, pero no iba a ser tan fácil....

Dentro de la torre de vigía, encontró el mecanismo que abría la reja del porticulo que daba acceso al patio del torreón principal, pero activar el mecanismo de poleas generaría mucho ruido, por lo que decidió buscar otra forma de entrar.

Saliendo de la torre, lo sorprendió un guardia que iba entrando, gracias a sus excepcionales reflejos, logró clavar su daga en la gargánta del guardia, impidiendo que gritara y sonara la alarma, no tardó mucho en dar su último suspiro.
Si bien había logrado salir de ese traspié, ahora debería afanarse, ya que no tardarían mucho en darse cuenta de la desaparición de uno de los guardias, la alarma podría darse y con ella se desvanecería la opción de darle caza al barón*.

Se deslizó de nuevo a través de la muralla, hasta el patio de armas donde ya había estado, se introdujo en la cocina, burlando los sentidos de los guardias, y allí encontró una trampilla, bien escondida, que conducía a un túnel subterráneo que a su vez conducía a los sótanos del torreón principal, quizá era por allí donde el barón sacaba a escondidas a sus putas y a los hombres que solían visitarlo con fines promiscuosos.

Desafortunadamente, la puerta que conducía desde el subterráneo hasta el interior del torreón, se encontraba atrancada desde afuera!.

No tenía mas opción, debía abrirla a la fuerza y actuar mas rápido que los guardias que escucharan el sonido, quizá los emboscaría o quizá iría directo a los aposentos del asesino; en todo caso, debía actuar paso por paso, y ahora tenía en frente la única puerta que le daba acceso al torreón, atrancada por detrás.!

La situación se había complicado sobremanera. Kazir comprobó si su ruta de acceso permanecía segura, sólo para descubrir que la puerta secreta era imposible de abrir desde dentro. Parecía que no se esperaba que los que eran introducidos en secreto al castillo volvieran a salir.

Demasiado endurecido para dejar que las implicaciones de aquello le provocaran un escalofrío, el incursor siguió buscando un camino. Pudo constatar que no había más puertas secretas y el único acceso a los pisos superiores parecía un corredor bloqueado con un rastrillo y la rueda que lo elevaba quedaba del otro lado, inalcanzable.

Su última opción era la puerta cerrada en la que había centrado su atención desde un principio, su cerradura era de las más complicadas que había visto nunca y le llevaría mucho tiempo; pero, en realidad, no tenía nada mejor que hacer y desde ese lugar podría escuchar fácilmente si alguien bajaba a abrir el rastrillo y reaccionar en consecuencia.

La puerta que pretendía abrir era de madera maciza, completamente recubierta de bandas de hierro, pero éstas eran finas y entre cada par había innumerables tachones de otro metal más oscuro y mucho más débil que parecía impregnar en lascas y virutas todos los ladrillos y la argamasa que formaban el torreón. Aunque no era un experto en metalurgia – más bien un profano – creía que se trataba de plomo.

Nadie le molestó en la más de media hora que tardó en saltar la seguridad del cerrojo, abrió despacio la puerta procurando hacer el menor ruido posible descubriendo un pasillo sumido en las tinieblas. Un hedor a muerte insoportable abofeteó a Kazir apenas dejó de tener la puerta entre él y la oscuridad.

Con el máximo sigilo y la mínima iluminación imprescindible, se internó en el pasillo, cubriéndose la boca y la nariz con un pañuelo anudado. El pasadizo resultó ser tan solo el acceso a una sala amplia, en dos ambientes. La alcoba no tenía ninguna ventana ni hueco de ventilación; probablemente se iluminaba mediante una chimenea que tenía sus troncos consumidos y reducidos a cenizas y varios candelabros de pie apagados, sus cabos de vela derretidos hasta gotear en una estalactita de cera que llegaba al suelo.

En el rincón de la chimenea destacaba una gran cama adoselada a medio deshacer, con sábanas de seda negra y grilletes en la cabecera. Junto a ella, en el muro había otro par de cadenas con sus propios grilletes éstos de madera y con agujero para el cuello también. A su lado varios instrumentos de tortura, algunos convencionales y otros más extraños posiblemente de carácter sexual; los restos de sangre, limpiados con bastante empeño, eran muy viejos, posiblemente toda esa parafernalia llevaba semanas sin usarse.

En el lecho, constituyendo la fuente del mal olor, yacía un cadáver putrefacto, el grado de descomposición parecía indicar que llevaba muerto unos días en aquella atmósfera agobiante, templada y húmeda del subterráneo, pero de forma inexplicable, chupado y un tanto desecado con un cierto aspecto de momia, lo que había facilitado que la piel se rompiera y los efluvios del interior de la carcasa reseca quedasen liberados junto a un buen montón de sangre que había producido un manchón, ahora seco, y que en conjunto provocaban el repugnante miasma que acompañaba a Kazir desde que abrió la puerta. No era fácil decir de qué había muerto, no presentaba heridas visibles ni signos de violencia, pero era obvio que la causa era ese desecamiento misterioso; el muerto no estaba amarrado ni parecía sorprendido o asustado. Sus ropajes eran de la máxima calidad, sedas y terciopelos de los más finos y delicados, con hilo de oro y ribetes de armiño; todos en los colores de la baronía y el condado y adornados con bordados con el símbolo del barón. No se le escapó al hábil observador que el dedo reseco había portado un sello, ahora caído en la cama revuelta, que reconoció como correspondiente a una escuela de magia.

Siguiendo su análisis preliminar del cuarto se fijó en el otro ambiente del mismo, donde un escritorio enorme de roble presidía un rincón especialmente abundante en candelabros, su sillón parecía más un trono y tenia aspecto cómodo con cojines y almohadillados. Detrás y alrededor del asiento, conformando una especie de habitáculo, se alzaban estanterías y librerías. La posterior de ellas había estado sellada con un candado y una reja, que habían sido reventados a la fuerza. El escritorio y el suelo a su alrededor era un caos absoluto, aunque con un cierto orden en él; muchos de los cuadernos de anotaciones y libros sin título estaban dispuestos y abiertos por diferentes puntos, todos en difusos círculos concéntricos en torno a un punto donde podría haber habido alguien sentado examinándolos, si no fuera por la falta de luz. Quien quiera que hubiera estado haciéndolo se había esfumado como por arte de magia o a grandes brincos, porque el hueco estaba vacío y no parecía haber pisado ningún documento al salir.

Advertir todo eso le había llevado menos de un minuto y empezaba a sentirse más tranquilo cuando algo sonó en lo alto, en la negrura que engullía el techo haciendo imposible saber la altura de la sala. Ahora podía saber que, seguramente, fue un aleteo, pero en el momento resultó imposible, causándole inquietud y poniéndole en alerta ante lo desconocido. Así fue como vio por primera vez a Beshaabel, cayendo del techo por sorpresa a unos metros de él. Aunque en realidad no se parecía demasiado a ella, salvo porque era impresionantemente bella. En ese momento no parecía una elfa, sino una humana, no tenía alas y había aumentado unas cuantas tallas su busto, tenía el pelo rubio y su ropa, propia de una buscona, estaba un algo dañada y rota, no llevaba ningún arma, salvo su sonrisa radiante.

Lo cierto es que de principio su presencia no parecía incoherente, parecía una de las típicas putas que podían encontrarse en los aposentos de cualquier noble. Pero ese entorno en particular, con su cadáver, su ominosidad y la tranquilidad que mostraba la mujer estando en él, habrían hecho saltar las alarmas incluso de un niño de tres años.

Como si se hubieran encontrado mientras paseaban por un paraje pintoresco y solitario, la chica saludó con alegría y desenfado.

-“¡Que bien!,  por fin viene alguien. Pensé que me quedaría aquí encerrada para siempre. ¡Y no eres uno de los hombres del barón, genial! ¡Hola!, me alegra muchísimo verte, eres mi salvador, estaba aquí encerrada ¡y no puedo saltar afuera! Por cierto me llamo Beshaabel, llevo tres días esperando que alguien, quien fuera, abriera la puerta.” – la chica hablaba atropelladamente, pero con una voz suave, perturbadoramente sensual y bien modulada, como si fuera una cantante. Se había acercado ofreciendo su mano e incluso había hecho por intercambiar dos besos en la mejilla con su interlocutor.

Mientras seguía hablando se alejó hacia los libros, sin preocuparse por dejar a su espalda a Kazir, aunque manteniendo la mirada para no mostrarse descortés.

-“Yo vine buscando información de las actividades del barón, ¿sabes?” – dijo, casi como si respondiera a algo que nadie había dicho… a los pensamientos de Kazir, señalando a los libros; desapareció y volvió a aparecer en el centro del círculo, indicaba aquí y allá mientras seguía hablando, y Kazir pudo ver que estaban escritos en un idioma que no reconocía, pero que sólo mirar sus runas retorcidas le causaba intranquilidad – “ sospechábamos que estaba relacionado con un asesinato y me enviaron a investigar, ¡resulta que es mucho más complicado que eso! Parece que es el líder de un gremio de asesinos profesionales y no es el primer crimen parecido que comete, que curioso ¿eh?.” – se fijó en la mirada, entre triste y aliviada, que Kazir dirigió a la cama y, en el rato que trató de decidir cómo se sentía respecto a que alguien hubiera matado al asesino de Flavia y su hijo no nato, la extraña chica había desaparecido y vuelto a aparece pegada a él. Le cogió suavemente una mano y con la otra, sujetándole dulce y delicadamente el mentón, le hizo girar la cabeza de la macabra escena, con suavidad pero con firmeza. Clavó sus ojos, en ese momento verdes, en los suyos y le dijo:

-“No te pongas triste. Ese de la cama no es el barón. Parece que usaba un mago como doble, él sigue vivo, pero no aquí. Podrás matarlo tú, otro día. ¿Por qué quieres matarle?, si me permites preguntar” –  aunque Kazir no había notado nada raro, tenía toda la impresión de que la chica le había examinado con magia, tal vez no ahora, pero en algún momento debía haberlo hecho, quizá mientras acechaba en las alturas; ¿cómo si no sabía que venía a matar al barón? Y ¿por qué estaba tan segura de que no trabajaba para él y le confiaba todo aquello, que tenía toda la pinta de ser información importante para alguien?; pero no parecía haber profundizado mucho en sus pensamientos si no sabía qué impulsaba al antiguo ladrón.

Se separó de él rápidamente y volvió a desaparecer y reaparecer en medio del círculo, mirándole y esperando para señalar en los textos que la rodeaban las respuestas a las preguntas que pronto empezarían a lloverle. Curiosa trató de seguir el hilo de los pensamientos, un tanto ensimismados, de Kazir mediante el método de seguir su mirada fija. No tardó en llegar con ellos a su propio escote, que no parecía capaz de permanecer en la exigua y dañada tela de su atuendo, con gesto de hastío, la imagen de la mujer empezó a rielar ante sus ojos y un momento después tenía el aspecto, totalmente diferente, al que él se había llegado a acostumbrar posteriormente como base habitual, sólo que sin alas y en humana; y, desde luego, con varias tallas menos de busto, que aunque generoso aún, encajaba mucho mejor en su vestimenta. Sin ningún comentario o gesto más enarcó las dos cejas a la vez como diciendo “pregunta”.

Como si hubiera sido tocado por un necrófago, Kazir quedó paralizado e inmobil, mientras aquella chica de aspecto sugerente se mostraba alegre, como si nada hubiera pasado en aquella misteriosa habitación.

Mientras la chica señalaba los libros, Kazir se dirigió a la cama donde estaría el cadáver del hombre que le había hecho conocer el odio mas negro que un corazón pudiera contener. Una imagen de una persona aparecía detrás de la cama, una hermosa mujer aparecía, ensombrecida y con una capucha que cubría medio rostro, pero su mirada era inconfundible para el; ladrón: ¡Se Trataba de FLAVIA, su mujer!, pero era imposible que ela estuviera en dicha habitación! ¿como podía ser?.

De repente, la figura de Beshabel apareció repentinamente a su lado, sacando a Kazir de su letargo, cuando voltió a ver a su amada, ya no estaba, su figura se había desvanecido, su tristeza se irradiaba por cada poro de su piel y se reflejaba abruptamente por su mirada y su rostro apagado.
Quizá la muchacha se haya dado cuenta de ello, lo agarró del mentón y susurró unas palabras, -“No te pongas triste. Ese de la cama no es el barón. Parece que usaba un mago como doble, él sigue vivo, pero no aquí. Podrás matarlo tú, otro día. ¿Por qué quieres matarle?, si me permites preguntar”-.

La confesión de que no se trataba del barón causó sentimientos encontrados en Kazir, por un lado la rabia y la tristeza de saber que él aún seguía vivo en algún lado, lejos de su alcance; pero por otro lado, un respingo de alivio al saber que podría obtener la venganza con sus propias manos, tendría la oportunidad de verle sufrir mientras moría, y no pretendía darle el lujo de una muerte rápida, sino de una lenta y agonizante, que sufriera al menos una fracción de lo que sufrió el ladrón por causa suya.

Al ver a Beshabel ahora en medio del círculo de libros, expectante de que Kazir empezara a atacarla con preguntas, incógnitas y dudas, salió del éxtasis del momento y entró en razón, se concientizó de la situación que estaba viviendo en el presente.
Sacudió su cabeza y volvió su mirada a la muchacha, infinidad de preguntas pasaban por su cabeza, pero decidió irrumpir el silencio sepulcral que inundaba la habitación. -Pe...pe... -Comenzó tartamudeando, sin querer hacerlo, quizá fuese ocasionado por la carga emocional del momento. -Pero quién eres tú?¿para que has venido a matar al varón?.

La mujer se quedó mirandolo unos segundos y con una sonrisa enfundada en su rostro contestó suavemente -Ya te lo he dicho, soy Beshabel y he venido a buscar información sobre un asesinato que ha ocurrido, sospechábamos de él desde hace algún tiempo, y me han enviado a investigar un poco el asunto, parece que este barón comanda un grupo de sanguinarios asesinos, mira!. -La mujer señala unos documentos regados en el suelo, señalándolos como si Kazir supiera leer esos manuscritos. Al ver la mirada del hombre, supo que no entendía un palmo. -Mira aquí esta la prueba de todo, son unos asesinos a sangre fría, una organización que lleva varios crimenes a cuestas!.

Kazir había quedado observándola un momento -Espera un segundo, Sospechábamos?, sospechábamos quienes?, acaso no estás sola en este lugar?,¿quién te ha enviado?.

La chica le miró sonriente, sacudió la cabeza enérgicamente, haciendo oscilar el cabello y dijo:

-“No. Aquí, en el castillo, estoy sola. ¿Iba si no a haberme quedado encerrada? Pero trabajo con más gente. Somos una organización, algunos agentes y mucha gente que colabora o trabaja con nosotros. Tengo personal de apoyo aquí y allá, pero en esto estoy sola” – empezó a rebuscar entre los papeles y diarios que tenía extendidos en torno a ella, hasta localizar un par de cartas abiertas, ambas parecían haber tenido un complicado sello de cera lacrado con la forma de un guantelete de hierro cerrado en un puño. Enseñó el lacre de una de ellas al pícaro y le dijo:

-“Verás, hay una organización secreta, llamada el Puño de Hierro. Tienen pactos y alianzas con mucha gente importante, incluyendo, por lo que estoy viendo en éstos documentos, el barón de éstas tierras. Ese grupo pretende gobernar el mundo y, te puedo asegurar, que lo que cuanto más veo de sus métodos más me repugna la idea de que lo consigan. No tienen límites. Chantaje, intimidación, soborno, amenazas, guerra… asesinato. Y qué asesinatos.” – la mujer, cuyos ojos Kazir juraría que habían cambiado de color mientras le contaba todo eso, resultaba extremadamente expresiva, acompañaba todas sus palabras de gestos y movimientos con las manos y muecas con la cara par revelar el enfado y la repugnancia que todo aquello le causaba. Mientras hablaba de asesinatos, había abierto las cartas y se las enseñó al hombre. El no podía entender el idioma en el que estaban escritas y, de hecho, le causaba una incierta inquietud sólo mirar las extrañas runas, pero la muchacha se lo leyó mientras paseaba el dedo sobre el texto de la primera carta, saltando atrás y adelante, lo que indicaba que las construcciones gramaticales de esa lengua diferían de las del común.

-“’Engendrado por el pecado, el hijo no nato fruto de la codicia miserable será regado con la sangre de la madre y traidora.’” – relató Beshaabel – “También añadía el nombre de una ciudad. Allí es donde se produjo el asesinato que estaba investigando. A una pobre mujer embarazada le rajaron el vientre, empalando a su hijo no nato por la cabeza, era una prostituta de clase alta que pensaba chantajear a un noble local; por lo que averigüé; parece que ahora el dicho noble ha comprometido tropas al Puño de Hierro para ‘cuando hagan falta’. Y no era el único caso igual, es lo que te decía que lo hace interesante. Había otro anterior.” – la mujer había perdido su sempiterna sonrisa mientras narraba aquello y cambió de carta por la otra lacrada igual con el sello del guantelete en forma de puño – “Mira: otro nombre de ciudad y otro texto: Engendrado por el pecado, el hijo no nato fruto de la lujuria abyecta será regado con la sangre de la madre y tía. Igual ejecución, el mismo secreto. No lo investigué yo, pero parece ser que era la esposa de un jefe de ladrones, o algo así. Estoy segura de que hay algo muy peligroso detrás de estos asesinatos, pero aún no se que es.” – Kazir no pudo evitar que el corazón le diera un vuelco, la que indicaba la carta era su ciudad y la víctima, no había ni la menor duda, era Flavia. Por suerte Beshaabel estaba demasiado atareada buscando la información para enseñársela como para percatarse.

Señaló al resto de diarios y cartas y añadió: – “No hay más con esa metodología, pero hay un montón más; muchos igual de truculentos. El barón está firmemente anclado en la estructura del Puño, es un soporte importante y su asesino principal. Así que, supongo, ahora entenderás porqué quería matarlo, aunque sobre todo había venido a investigar. Estos cuadernos serán muy útiles en nuestras pesquisas.” – se paró unos segundos para tomar aire después de su perorata y aún continuó con una parrafada más – “La organización a la que te dije que pertenezco, nos oponemos a ellos, al Puño, digo. Ese es el motivo de que estuviese aquí encerrada.” - la chica se puso un poco colorada al levantar la mirada hasta la de Kazir y añadió.

-“Vaya sé que soy un poco parlanchina. Lo siento, es que ésto me parece muy importante y estoy muy emocionada de haberlo descubierto. Bueno, en realidad soy parlanchina casi siempre… pero ahora tenía un motivo. ¿Y tú qué hacías aquí? ¿También querías matar al barón? ¿No estarás siguiendo otro asesinato de chicas embarazadas del que no se nada todavía, verdad?” – Durante unos segundos había recuperado su sonrisa, que volvió a desaparecer apenas empezó a hablar de mujeres asesinadas y se quedó mirando a Kazir con abierta expectación.

El corazón del hombre latía de una manera desorbitada, si Beshable hubiera quedado en silencio unos instántes, quizá hubiese escuchado los latidos de Kazir dando tumbos dentro de su pecho.
Empezó a exudar un sudor frío y no pudo evitar expresar en su mirada rabia y tristeza apenas la mujer le haló de los asesinatos.

Apretó sus puños fuertemente, hasta que la sangre dejó de circular por la palma de sus manos y poca atención prestó a Beshabel luego de que se sumiera en sus propios rencores y tristezas, pero logró atajar la última frase de la chica.

-y..o.....yo.....yo e...e..e -Tartamudeó, intentó responder pero le fue físicamente imposible, como si un hechizo le hubiera extraiudo magicamente la voz de su cuerpo, la graganta estaba reseca y sin darse cuenta, sintió algo húmedo resbalar por sus mejillas; gotas de lágrimas salian sin que Kazir lo hubiese podido evitar, resbalaban delicadamente en cada uno de sus pómulos hasta su mentón, donde se juntaban para formar una gota mas grande que caía a su pecho y se fundía con su sucio ropaje.
Sus rodillas temblaron por un momento y estuvo a punto de caer al suelo, pero logró mantener la compostura y dió un par de pasos para sentarse en la cama. Beshabel no era ajena a eso, y su sonrisa de repente se transformó en una expresión de sorpresa, por un momento la chica imaginó que el hombre se había puesto así por algo malo que ella hubiera dicho, pero tras revisar sus palabras, no encontró razón alguna para que este actuara de esa forma.

-Que te pasó? -Preguntó tímidamente mientras se le acercó a ayudarle, cogiéndole una mano y acariciando delicadamente su brazo -Fue algo que dije?.

Kazir tragó saliva, una saliva seca y casi ausente, luego de unos instántes su respiración y sus latidos iban volviendo a la normalidad -No, no, tan solo...... Un recuerdo lejano -Su mirada se perdia en el suelo mientras hablaba -un triste recuerdo de mi pasado que preferiría olvidar y dejar que se vaya, como una hoja es llevada lejos por el viento. - Volvió en si y se incorporó de un solo movimiento, no sin asustar ligeramente a Beshabel. -Vine aquí por el barón, también estaba investigando el asesinato del que hablas, una mujer no debería ser asesinada tan vilmente, menos esperando un retoño en su vientre. A diferencia de ti, no me importan los motivos que hayan llevado al barón a asesinarla, únicamente el hecho habla de por si, vine con la intención de darle caza a ese infeliz y ahora que me revelas que Flavia.... -Detuvo sus palabras en seco, recordando que la chica aún no sabía de su pasado, tampoco deseaba contárselo a nadie, mucho menos a una extraña -....que son dos las mujeres que han sido asesinadas de esta cruel manera, no te niego que mi corazón desea arrancar el corazón de este hombre, con mis propias manos le daré una muerte lenta y dolorosa!!. -La última frase la dijo con una expresión psicópata, incómodo para Beshabel, que ya no sabía como mirar a ese extraño hombre que tenía en frente.

Su vida ahora tenía un rumbo, una motivación y era el deseo de venganza en contra del asesino de sus dos amores, ahora sabía realmente la persona que había derrumbado su vida y había partido su alma en trosos minúsculos, el barón ahora iba a convertirse en la causa de su existencia en el plano material, pero era conciente de que aquel hombre era muy poderoso, podría no tener otra oportunidad para acercársele, si trabajaba solo.........

-Cuéntame mas de esa organización a la que perteneces, esa que es opuesta a los puños de hierro, porque ahora tengo la certeza de que tu, tu organización y yo compartimos intereses comunes!.

Beshaabel se acomodó junto a Kazir en la cama con gesto amable y preocupada por él, ignorando por completo el maloliente cadáver que tenía al lado como si no existiera, en una escena que rayaba el surrealismo por lo macabro.

Aunque su rostro estaba apenado, sólo cabía suponer que por empatía con el sufrimiento de Kazir, no podía evitar que su voz fuera vibrante, por la emoción, mezcla de furia y determinación, que le despertaban los hechos a que se refería.

-“En realidad los motivos del barón importan más de lo que piensas. Sólo sabiendo lo que busca nos podremos adelantar a sus planes. Ninguna persona debería sufrir un destino tan cruel y castigar esos hechos no es suficiente. Debemos impedirlos.” – su tono era tan fehaciente y sus palabras tan sentidas que uno se sentía compelido a seguirlas y hacerlas suyas. Una chica peligrosa de un modo que podía pasarse, distraídamente, por alto, se dijo el pícaro. Sin embargo la chica alada, aunque en ese momento no tenía alas ni Kazir sabía que las tuviera, pasó a su última pregunta.

-“El grupo del que te he hablado nos hacemos llamar los Comandos de la Libertad, porque nos oponemos a la tiranía del Puño de Hierro. Somos pocos, sobre todo los agentes de campo, pero muy buenos.” – sonrió con un guiño pícaro por la falta de modestia, aunque rápidamente su sonrisa se congeló en una empática mimética expresión de tristeza al ver que la pena seguía anclada firmemente en el rostro de su contertulio.

-“El caso es que intentamos frustar sus planes siempre que podemos, si es posible evitando que los inocentes sufran por ellos. De alguna manera todas sus andanzas parecen poner en peligro de una u otra forma a alguien… Pero somos tan pocos…” – su tono resultaba realmente triste y lastimero – “es imposible llegar a todas partes y a veces me siento como si tratase de vaciar el mar con las manos. Tenemos contactos y apoyos por todas partes, a la mayoría de los cuales yo no conozco, ya que para eso está Cerebro, pero ellos parecen tener ejércitos a su disposición y más cabezas que una hidra.
Cerebro es el líder, centraliza la información que llega de los contactos, espías y colaboradores y piensa qué podemos hacer para enterarnos de más o encuentra actos que podemos impedir o frenar. Entonces nos envía a nosotros, a los Comandos, con la información que tiene, para que actuemos como mejor nos parezca. Aunque lo que hay que hacer siempre está bastante claro. Si ellos lo quieren, mejor que no lo consigan; incluso si no tenemos claro para qué les hace falta.” -  la chica se encogió de hombros, y se quedó pensativa, al cabo de un momento añadió – “No se muy bien qué más decirte, tampoco es que te pueda desvelar mucho de momento, como puedes entender somos una organización muy secreta. Pero si quieres saber algo más específico, pregunta y yo te contesto.” – Pareció sonrojarse un momento – “Vaya, probablemente ahora pienses que soy una bocazas y que cómo pueden confiar en mí esa gente. Te aseguro que no soy tan tonta como parezco.” – Remató ya roja como un tomate. Y se quedó en silencio un momento, realmente parecía que le encantaba hablar.

Cuando escuchó a Kazir decir que podían tener objetivos comunes, su rostro se iluminó con una sonrisa que parecía dar brillo a todo el cuarto, oscuro salvo por el vacilante pabilo de la linterna del hombre. Ni siquiera la furia que alcanzó la expresión del humano cuando se imaginaba cómo ayudaría a los Comandos contra el barón exactamente, pudo borrar la alegría del rostro de Beshaabel, que parecía capaz de batallar contra la furia con una facilidad que no tenía contra la tristeza.

-“Eso sería genial. Me gustaría mucho tener más amigos que nos ayuden a combatir el mal, en el campamento somos muy pocos. ¡Y hay tan poca gente a la altura! Pero eso tendrá que decidirlo Cerebro, si realmente quieres unirte a nosotros; aunque algo me dice que no tendrás problemas con eso.” – el tono de voz de la chica era misterioso; aunque su gesto tocándose la nariz mientras lo decía daba un aire frívolo y chistoso a sus palabras, de algún modo Kazir estaba seguro de que, efectivamente, había algo que se lo decía y reforzaba su idea de que, en un momento u otro, la chica había usado magia de adivinación con él, aunque no tenía ni el más mínimo indicativo de que fuera una maga colegiada. Sin dar tiempo a pensar demasiado añadió.  

–“De hecho, si te unes a nuestras filas, te regalo ésta investigación, dado que creo que tienes intereses personales en ella. Como regalo de bienvenida. Aunque te seguiré ayudando en todo lo que necesites, claro.” – tras esas palabras en tono serio y solemne, su voz adoptó un tono chillón y se agarró las manos entre sí apretándolas contra el pecho, con genuina ilusión, para añadir: -“adoro cuando me piden ayuda." - carraspeó un tanto avergonzada y retomó con más seriedad:

-"Si te parece bien, cuando salgamos de aquí te organizo una reunión, así podemos hacer juntos el viaje hasta el centro y te cuento más cosas por el camino de los asesinatos. ¿Sabías que creo que han usado un cuchillo ritual para matar a las pobres personas? Aunque todavía no se para qué ni de qué tipo. En realidad apenas se nada.”  - remató sus últimas palabras con un mohín apenado que pareció sumirla en una ligera depresión, al menos eso sirvió para que dejase de hablar…