Partida Rol por web

La onda expansiva os ha tirado a los cuatro dentro del campo de tabaco. Rodeados de un intenso humo, os levantáis preparados para lo que pueda venir. Boff, como ha podido se ha subido a la libélula gigante, la cuál, aturdida, no puede volar.

De pronto aparece una mole enfrente vuestro empuñando un enorme espadón.

-¿Y bien, quién es el primero?

El umbrío da un paso adelante lo cuál es interpretado por Dashade como un desafío. Carga contra Raunix con su enorme espadón, a sabiendas que un tajo bien dado podría dejarle partido por la mitad. Raunix, con sus reflejos sobrehumanos intenta esquiva por centímetros el mandoble pero con un giro impresionantemente rápido de muñeca, el pegatauro alcanza parte de la espalda del antiguo guardacaravanas.

Raunix se retuerce de dolor por unos instantes, con su sangre salpicando las verdes hojas de tabaco. Pero no hay tiempo, debe contraatacar.

-¡Todos al ataque!

-Maldito bastardo, veamos que tal encajas los golpes.

Era el momento de usar todo lo que le quedaba dentro, el día había sido muy largo, y por desgracia ya estaba saliendo la luz del sol...

-Si alguien puede conjurar algo de oscuridad o sombra sería el momento de hacerlo! -gritó. Freith, Boff lanzaron a apuñalarlo, solo entre todos los haremos caer.

Con un ágil movimiento, finta con la espada realizando un tajo horizontal que impacta con fuerza en el pecho del Centauro, el cual comienza a sangrar.

-Parece que no te va a ser tan fácil...

-¡Aaaargh! -se quejó el pegatauro cuando la espada de Raunix atravesó su ala con la que se cubrió el pecho descubierto.

Cecil se lanzó como una furia contra el pegataurio al igual que lo hizo Hardem, lo darían todo hasta el final, pasara lo que pasara estaban allí para acabar con lo que estaba pasando. No sabía como acabarían tras aquellas batallas, pero si moría moriria entre amigos.

Cecil dio una dentellada a una de las patas del enemigo mientras que Hardem balanceo por encima de su cabeza el espadon Githyanki moviendo el aire.

No había dudas de que el pegatauro era una fuerte criatura, capaz de hacer frente a varios adversarios a la vez, pero en aquellos instantes Boff se sentía agradecido de tener tan buenos compañeros. A lomos de su inestimable libélula Zoe, el mediano sobrevoló alrededor de Dashade mientras veía como se debatían en combate, buscando su oportunidad. No fue hasta que el pegatauro extendió sus alas unos instantes para volver a cargar contra sus amigos cuando no se presentó esa oportunidad, y Boff, sin desperdiciar el momento, disparó con su honda una de las escamas explosivas del dragón amatista contra las alas... Sabía que el impacto había sido completamente certero y que sin lugar a dudas, habría recibido mucho daño y casi con total seguridad le sería francamente difícil que huyese volando. Lo acabarían allí y en ese momento...

- Seguid atacando, no hay que dejar que vuelva a tener chance de usar su mandoble. ¡Podemos con esa infame criatura! 

Fretih vio como sus compañeros se lanzaban al combate y no iba a ser menos, busco una posición ventajosa y aprovechó la distracción dada por lo demás para encajarle un virotazo por la espalda a la bestia, le había dolido seguro.

- Es nuestro seguid así.

El virote, las balas de escamas de dragón y la ferocidad de Cecil parecieron suficientes como para doblegar a Dashade. El pegatauro, con la espalda totalmente ensangrentada y un virote que le atravesaba el cuello, cayó al suelo.

Pese a ello, aún respiraba. Ahora vuestra duda era: ¿rematar a una criatura que estaba completamente indefensa? ¿ir a salvar a Spencer Berwick o a la paladina? ¿investigar dónde habían ido los otros dos miembros de la Tríada Oscura?

Raunix, con su gran tajo en el pecho provocado por el espadón enorme de Dashade era uno de los partidarios de rematarle.

Raunix se acercó lentamente al enemigo caído, veía la sangre caer por su pecho, manchar sus alas y su cabello. Al llegar a su altura, enfundó la espada, cogió el virote que estaba clavado en su cuello y se puso en cuclillas para hablar con el centauro.

-Te advertí que acabaríamos contigo, la verguenza sufrida por haber caído en vuestra conspiración es algo que llevaré conmigo el resto de mi vida, pero gracias a ello me habéis recordado la naturaleza de mi raza, el orgullo de ser un Umbra. El camino oscuro de mi renacimiento está en marcha. El siguiente será Amazo.

Justo cuando terminó de hablarle, con un movimiento seco sacó el virote por el otro lado del cuello, comenzando a salir la sangre de forma muy abundante.

-Te deseo una muerte lenta.

Una vez dejado en el suelo mientras la vida se escapaba de los ojos del centauro, Raunix se giró a sus compañeros. Vayamos a acabar con los Xvart, y luego todos junto podemos tratar de detener al Acechante, la única forma es continuar con nuestra alianza circunstancial.

El Pegatauro yacia ante ellos, moribundo, no le podía importar menos a Hardem. Lo que si que le importaba era el pergamino que este poseía.

- Raunix el pergamino, debemos probar a borrar nuestros nombres y añadir los de Amazo y Astaroth. Que caiga la furia de ese ser sobre ellos una vez que vuelvan a tocar este plano. Quizá podamos acabar con ese problema así y si no quizá será necesario quemar el pergamino para liberar al espiritu. Pero preferiría que los nombres de esos truhanes fueran los únicos de la lista. 

Al fin habían logrado doblegar al pegatauro y el joven mediano observó cómo Raunix terminaba de atravesarle la garganta con el virote. Aquella herida laceró su yugular y sabía que la vida acabaría abandonando el cuerpo de Dashade en cuestión de segundos. No tenía ningún problema con ello, en verdad lo merecía, pero lo que si le supo mal fue el querer acabar con los Xvarts.

- Los piel azules Xvarts han estado trabajando como esclavos en la hacienda durante muchos años. Sus acciones pueden explicarse por el simple hecho de haber sido manipulados mentalmente y haber motivado su odio a aquel que los oprimía. Me gustaría cambiar las cosas y no tener que recurrir a exterminarlos, Raunix. Boff se sentía con una deuda hacia aquella raza aunque no hubiese tenido nada que ver. No dejaba de ser su tío el desalmado que había abusado de ellos. Entonces cayó en la cuenta...¿Qué había sido de su tío mientras luchaban contra el pegatauro? ¿El Acechador ya lo había acabado?

- Estoy con Hardem, la clave es el pergamino. ¿Es posible retirar los nombres que aparecen una vez escritos? Añadir ya está visto que sí...

Boff observó la lista. Su tío era el primer objetivo y tras él venía su nombre. ¿Funcionaría si borraban los nombres? ¿De retirar su nombre de la escritura, perdería sus derechos a la propiedad que legítimamente le correspondía? Boff se sentía un tanto apesadumbrado... Él deseaba otorgarles la libertad y ofrecerles un salario justo a su gente. ¿Cómo podía obrar?

Raunix ejecutó al pegatauro, por lo visto lo conocían de antes, no tenía problemas con eso, pero aun estaban en peligro, por lo que hablo con ellos.

- Si es pergamino maneja a la criatura, bien podíais dejarla ir, me dejo libre pues hace esto por culpa de la hechicería, no por su voluntad, si la usáis seréis igual que lo que odiáis, por lo que borrad los nombres y dejad que vuele libre en su plano, vuestro enemigo ya sabe de lo que sois capaces y os teme, mejor acabad con esto vosotros mismos.

Bueno al menos la había intentado, puede que el acechador saliera bien parado de esta o siguiera viviendo como un esclavo, pero estaría pendiente de sus acciones.

Dashade sangra por doquier. Sus últimos minutos de vida serán completamente agónicos.

Hardem recoge el pergamino del suelo. Escuchó los comentarios de sus compañeros y debía tomar una decisión (y, si fuese necesario, encontrar algo para escribir). ¿Salvar la vida a un esclavista y enviar a la criatura a perseguir a los dos miembros que quedaban de la Tríada Oscura? ¿Tratar de razonar con ella? Mientras tanto, el gnomo hirsuto y la paladina continuaban luchando no muy lejos de allí.

Escuchó el comentario de sus compañeros, en especial el de Freith pero sabía lo que tenía que hacer y no esperaba que el resto lo comprendiera. Quizás sus antiguos compañeros que sufrieron el primer ataque de Astaroth y lo que era capaz de hacer, con el peligro añadido de que ahora viajaba con un viajero de los planos, lo hacía muy pero que muy peligroso. No sabía si aquella criatura sería capaz de seguirles por los planos pero lo que era seguro es que si volvía a amenazar su plano de existencia debía ser eliminado y aquel espíritu sería muy capaz de hacerlo. Y respecto a Amazo, se la había jugado por su propio interés, ya no se debían nada mutuamente y se había juntado a su enemigo. Amenazado, eso sí, pero sabía de sobre que aquella alianza para Amazo le traería mayores riquezas y era en lo único que pensaba. Era una pena, pero también era un peligro planar ahora mismo y debía ser detenido.

- Lo siento Freith pero querer proteger nuestro mundo no nos hace como ellos. Esta criatura es capaz de rastrear a sus victimas y quizá sea capaz de hacerlo a través de los planos. Mientras que nosotros ya no podremos hacerlo. Los planos corren peligro, un gran peligro y es nuestra mejor carta para detenerles. ¿Deseas ver un millon de almas de diferentes planos caer a costa de salvar un alma hace tiempo condenada? O intentar detener a toda costa los planes de aquellos que desean la muerte de miles, como es Astaroth. Yo lo tengo claro, no lo se vosotros pero esto es lo correcto aunque mi alma se condene para intentar salvar la vida de otros.

Mientras hablaba se había agachado para recoger la sangre de Dashade y comenzó a escribir el nombre completo de Astaroth el joven, Pastor de Calabazas, mientras recordaba su imagen. Nunca olvidaría aquel nombre, el nombre de aquel que casi le quita la vida, luego continuó, mojándose de nuevo los dedos cuando se quedaba sin suficiente sangre, escribiendo el nombre de aquel que había compartido con Raunix y con él el último año y les había traicionado Amazo Tryggale. Recordó su rostro mientras escribía su nombre. Sabía que la sangre no era la mejor forma de jugar con la magia pero era lo que tenían a mano, no era la suya por lo menos y tras sacar el virote Raunix tenía de sobra para mancharse los dedos.

Estaba sudando de la presión de hacer aquello pero tenía que continuar, continuó manchandose más las manos de sangre para cubrir completamente los nombres con sangre. Empezó con Boff, esta aventura la habían comenzado por él y tendría mucho trabajo que realizar para volver a poner aquella plantación en marcha, se lo había ganado con creces. Continuó con la de su compañero de fatigas durante el último año, Raunix, estaba seguro que no había disfrutado de la aventura al igual que él por la traición que había sufrido. Luego continuó con Inovaz, la paladina que tanto había cambiado en este último año, al punto de no reconocerla y con Freith al que apenas conocía. Finalmente antes de borrar a Spencer borró su propio nombre, esperaba que lo hubiera borrado a tiempo. No le deseaba ningún mal al tio de Boff, pero no estaba dentro del circulo de sus amigos.

El Sol sale de entre las montañas que conforman el Valle. El olor a humo y a tabaco quemado lo impregna todo.

El hedor a magia se entremezcla con la sangre derramada aquella noche. Raunix lleva un tajo importante aunque superficial. Hardem está agotado y se tira al suelo mientras Cecil, también herida se acerca para acurrucarse a su lado.

Boff, como si toda la vida se hubiera dedicado a montar libélulas, aterriza junto al gnomo y le da una palmada amigable en la espalda.

Durante unos instantes todo había acabado. O, al menos, todo acababa de empezar. Se había ganado una batalla pero la guerra apenas comenzaba. De pronto, el ruido de una sierra de vapor rompió el silencio matutino.

Bien, por lo visto sobrevivirían este día, Hardem no le había echo caso a su sugerencia, pero Freith tampoco podía criticarlos, no sabía lo que habían vivido con esos enemigos, pero ojala hubiera podido salvar al acechador, hubiera sido una buena acción en medio de tanta venganza y sangre.

Echo un vistazo a su alrededor mientras la luz del sol tomaba el control del valle, el grupo estaba jodido pero vivo pero ahora tocaba ver cual sería el siguiente movimiento.

- Bueno que hacemos ahora gente? Por cierto Boff espero que haya una buena bolsa de oro, tengo que comprar ropas que no huelan a muerte y polvo.

El pergamino, la dedicación de escribir y tachar con sangre y las magia agotada en él y el pesado viaje entre planos lo habían dejado descompuesto. Al acabar de tachar el nombre de Spencer no pudo evitar caer al suelo. Sin casi energía y la pobre y herida Cecil se acercó a él. La acarició con suavidad y se había acabado todo y pudo descansar unos segundos hasta que el sonido de una motosierra le devolvió a la realidad.

- Boff, si quieres que no mueran los xvarts, este es el momento. Esa sonido extraño indica que el combate aún se desarrolla. No debemos demorarnos más. Luego comprobaremos si lo que he echo en el pergamino a surtido efecto y veremos si tu tío está bien y que ha pasado con el espíritu. Pero antes deberíamos acabar con esa matanza sin sentido. ¿No crees?

Retomando sus últimas fuerzas se levantó y guardo el pergamino en uno de sus bolsillos esperando a que el resto comenzara a moverse.