Partida Rol por web

Comenzáis a escabulliros y la confusión del momento en el que empiezan los fuegos artificiales hace que todo sea un pequeño caos.

Las luces y los fuegos comienzan. La mujer León grita a sus Yojimbos para que os busquen. Una fuerte discusión comienza entre los dos amigos León, pero sus voces son poco a poco acalladas por el sonido de los fuegos artificiales.

Un brazo coge a Aimi y la arrastra a una callejón.

Tsuruchi Kô , Yoritomo Toushirou embriagados por vuestra felicidad al haber encontrado al ronin, descubrís que las mujeres se han perdido entre la multitud cuando la gran explosión de fuegos artificiales se desata ante el asombro de toda la isla y las voces de asombro.

Las alturas siempre me han dado una perspectiva diferente, además de sentirme tranquilo con la brisa golpeando mi rostro. El ronin está en el lugar perfecto y le hago un gesto al Yoritomo para que me siga a por el. Si me quedara quieto sería apaz de atravesarlo desde aquí sin ningún problema. En un momento me doy cuenta que las chicas han desaparecido, siempre están metiendose en problemas... 

Tras descubrir al ronin, lo observo unos momentos para retener sus facciones. Al ir a ayudar a Hochiu a bajar, me doy cuenta de que las damas no están a la vista.

¿Pero qué le pasa a ésta gente?, parece que les gusta jugar al escondite.... seran escorpiones disfrazados?

Aprovecho que estoy alto, y cubriéndome los ojos para no cegarlos por los fuegos artificiales, busco a las mujeres.

Sin embargo, tras percatarme de que hay demasiada gente, empiezo a dirigirme hacia el Tsuruchi. No conviene que perdamos al objetivo.

Unas fuertes manos tiran de Aimi a un callejón. Un hombre la empuja hasta la pared y le pone un dedo en los labios para silenciarla.

- Parece que las jovencitas hermosas también os meteis en problemas, ¿no milady?(*) Te dice el gaijin Hackerman con su rostro muy cerca del tuyo mientras mira fuera del callejón y entre el gentío pasan un par de guardias León.

Se gira hacia ti y puedes notar que su cuerpo está pegado al tuyo, a este hombre no le importa nada las normas de etiqueta y su piel bronceada te está tocando sin ningún tipo de vergüenza o pudor. Si estuviese aquí tu primo lo mataría por tal atrevimiento.

- Parece que ya han pasado. - Dice con una media sonrisa aminorando la presión contra tu cuerpo - y parecíais una buena chica...

Tsuruchi Kô ha localizado al ronin que admira mientras fuma el espectáculo de luces. No consigues ver a la Kitsune, pero te parece ver a Suzume Annaisha escabulléndose entre la muchedumbre, parece preocupada, como si alguien la persiguiese. Una docena de metros más atrás, un par de soldados León se mueve violentamente apartando a la gente en su misma dirección.

Hochiu baja del tejado en el que le ha subido el Yoritomo y corre hacia el ronin para saludarlo y decirle que le buscáis.

Prácticamente no he podido escuchar nada de lo que ha dicho porque mi corazón está dando locos saltos en mi pecho. Observo el rostro del gaijin que se ilumina suavemente con los fuegos artificiales para luego quedar a oscuras de nuevo.
Nunca antes había estado tan cerca de un hombre que no fueran mi primo o mi tío, o mi abuelo.
-Hackerman san -tartamudeo, sintiendo el calor del gaijin en contacto con mi piel- me... me temo que ha habido un malentendido...

Kô baja de las alturas y se pone al lado de la samurai Suzume, señala al ronin sentado encima de unas cajas mientras observáis como Hochiu sube a las cajas para hablar alegremente con el ronin como si se conociesen.

El ronin mira a los personajes y su gesto se torna serio. Le pone una mano en los hombros al muchacho y le ordena que se baje. Él recoge una mochila de la que sobresalen dos kama unidos por una cadena y se pone en pie. Observa el arco del Tsuruchi y da un salto hasta el suelo, esperando que os acerquéis con gesto serio.

Hochiu comienza a preguntarle cosas pero lo hace un gesto serio para que se calle y se marche. Hochiu sabe que cuando un samurai se pone serio, es mejor hacerle caso y se retira hasta el Yoritomo que baja del tejado de un salto.

Mientras, los fuegos comienzan su frenesí final antes de terminar.

El Gaijin mira sorprendido a la doncella kitsune, sonríe divertido, como si no esperase causar un efecto como ese en la joven.

- Si no os perseguía nadie ¿por que os escabullíais entre la gente? y sobretodo ¿porque estáis tan alterada?
No podéis mentir a un mentiroso experto, milady.

Mira a la plaza de nuevo, observando que los fuegos todavía continúan. Luego se gira para mirarte directamente a los ojos, con una cercanía en la que un susurro podía escucharse perfectamente a pesar de los fuegos.

- Necesito veros, quiero hablar con vos en privado. Sois la única que no me mira como a un monstruo. Pero no puedo ahora. No aquí.
Venid mañana a la playa que hay al oeste del puerto. Por la tarde.
Me gustaría... mucho poder hablar con usted sin la presión de ser medido y examinado en cada segundo.

Decidme que vendréis, os lo suplico.

Asiento lentamente, embrujada por su cercanía y por el acento extraño y suave que se cuela por mis oídos y me causa placenteros escalofríos.
-Iré -susurro, agachando la mirada con sumisa timidez.

El gaijin sonríe satisfecho y se acerca sonriente todavía más. Por un segundo crees que va a besarte, pero se dirige a tu oído. Su aliento baña la piel de tu oído.

- ¿Pregúntale a tus amigos que es lo que están investigando para el magistrado? Necesito saberlo. Os compensaré.

El gaijin retira su cuerpo y se pone un sombrero, mira con un gesto al exterior de la plaza y tras besar tu mano sale corriendo para mezclarse entre la gente.

Los fuegos artificiales terminan en un éxtasis de luz y sonido.

Por una vez parece que no van a correr, es terriblemente tedioso cuando lo hacen y hay que clavarles flechas en las piernas, realmente molesto y muy sucio. Le hago un gesto a la suzume para que me siga y me acerco al hombre con cautela. No deja de ser un ronin que fue en un momento un mantis, en las distancias cortas es él quien tiene todas las de ganar.

-Vos tenéis que ser el marino al que se le conoce como Hideki- Mi arco no esta en tensión pero lo tengo encordado por si tengo que lanzar una flecha rápida al intentar correr.

Bueno voy a concentrarme en la misión pararme ahora a discutir con dos leones enfurecidos no va a mejorar la situación.

Buenos días. Hideki-san??? Somos Tsuruchi Ko y Suzume Anaisha. Podemos hablar con usted?

Tiendo la mano. Aunque me temo la peor reacción y estoy preparada.

Todavía me tiemblan las manos cuando el gaijin desaparece entre el gentío. Me cuesta recordar por qué estoy escondida en un callejón en lugar de disfrutar de los fuegos artificiales. La misión, me recuerdo a mí misma. El León que ha llamado Saori a Suzume sama. El gaijin me ha protegido de los guardias León que intentaban atraparnos. Pero, ¿por qué quiere saber sobre lo que les ha encomendado el magistrado? Se lo preguntaré al Tsuruchi y dependiendo de la respuesta, se la diré o no. Una cosa es que no me repugne que me toque un gaijin (especialmente, ese gaijin), y otra que confíe totalmente en él.

Me aliso las arrugas que me han salido en el kimono después del tirón que me ha dado Hackerman y, tratando de poner una expresión neutra, salgo del callejón, buscando entre las cabezas de la multitud a mis compañeros.

Hideki se mantiene de pie en tensión, pero no hace ningún gesto violento ni sujeta sus armas por el momento.

- Hideki es mi nombre, si. ¿Puedo saber porque saben mi nombre? ¿debería conocerles de algo?

Me acerco despacio al ronin, intentando no parecer hostil.

Nos gustaria hablar con vos de un asunto, podríamos ir a un lugar mas tranquilo? tal vez a la posada? Os aseguro que no debeis temer nada de nosotros, solo queremos solicitar vuestra ayuda en una cuestión.