Y este es el guión del relato que me ha tocado a mí:
1.- Un Detective infiel es sorprendido por su mujer
2.- Era una camarera del castillo
3.- El principal sospechoso intenta escapar de la ciudad
4.- Hay una persecución en la que muere el sospechoso
5.- Aparece en escena un amante celoso.
6.- No descubren al asesino
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Héctor cogió un cigarrillo y se lo llevo a los labios. Mientras escuchaba el sonido de la ducha, el agua que caía incesantemente, busco el mechero. Maldición, estaba en sus pantalones y tendría que levantarse para cogerlo. Medito la posibilidad de esperar a que silvia saliera del baño con una sonrisa pues algo en su entrepierna parecía recobrar algo de energía. Sin embargo se puso de pie en un salto, necesitaba estirar las piernas y despejarse. Debería estar trabajando y no aquí pero no podía resistirse a los encantos de silvia. Era su perdición y algún día su esposa lo atraparía con las manos en la masa, o tal vez no precisamente las manos...
Se acerco a la ventana para mirar la calle, no es que las vistas de este triste hotel fueran gran cosa pero siempre viene bien mirar el paisaje para despejar la mente.
Mientras fumaba tranquilamente escucho como el ruido de la ducha había finalizado. Aunque héctor meditaba sus cosas un pensamiento bastante caliente le vino a la mente. Iba a forzar a silvia a darse otra ducha pensaba mientras se terminaba el cigarro con una sonrisa.
Entonces se quedo de piedra al ver un coche muy familiar aparcado en la calle, pues era el coche de su esposa. Se quedo blanco y al abrirse la puerta del baño se giro visiblemente nervioso pero antes de que pudiera decir nada observo como silvia le miraba con la cara larga.
- Héctor, esta ha sido la última vez que nos vemos porque me voy a ir de aquí. Tu esposa me visito hoy, sabe lo que hacemos...
Héctor cogió su ropa y empezó a vestirse mientras silvia seguía hablando. Él sabía perfectamente lo que iba a pasar, el divorcio. Silvia podía marcharse pero él no. Él tendría que pagar la manutención de los niños, la paga de su ex-esposa y seguir trabajando todos los días.
Cuando se puso toda la ropa cogió su vieja gabardina, la gente se reía de él por seguir usando la gabardina como hacían los viejos detectives pero para él representaba el carisma de los viejos detectives y además imponía más presencia a la hora de hacer preguntas.
No fue ninguna sorpresa encontrarse a su llorosa mujer tras la puerta del hotel. Simplemente la miro y le dijo:
- Lo siento... tengo que irme a resolver un asesinato. Te veré esta noche
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Héctor aparco su coche cerca de la oficina. Sin prisas salió de él y se paro en la pequeña tienda de los chinos cercana a su oficina. Hoy iba a necesitar algo de apoyo por lo que compro una botella de whisky. Lo que pensaba hacer era muy arriesgado y no estaba convencido de poder hacerlo.
Tras beberse algo más de medio botella y tomar varias notas en su libreta decidió seguir adelante. Tenía mucho que perder si ella se iba de la lengua, no le interesaba.
Con calma se subió al coche y se dirigió al castillo, donde trabajaba su mujer. Pese a todo había ido a trabajar, eso no se lo esperaba pero era un golpe de suerte para él. Sin embargo necesitaba ganar tiempo así que se puso los guantes, cogió una piedra y rompió la ventanilla del coche de su esposa. En esa parte del parking no había apenas luz y con todo el ruido del espectáculo de dentro nadie lo oiría. Rebusco en la guantera y tomo los papeles del vehículo pero decidió no llevárselos. Finalmente hizo lo mismo en el coche de al lado y luego se marcho. Con este suceso ella se retrasaría pero seguramente no le llamaría a casa, no en un día como hoy.
Esa noche su mujer llego más tarde. Lo suficientemente tarde como para que sus vecinos la vieran llegar. Esto de ser detectives tiene sus ventajas, te acostumbras a hacer tu trabajo incluso fuera de las horas de oficina. No es raro saberse los horarios de los vecinos, mira por donde a veces es algo que puede venir bien.
El plan era perfecto, él dejaría el coche en la oficina y se presentaría por la parte de atrás. Los vecinos verían llegar a su esposa y serían su coartada ya que vendrá de mal humor.
Lo demás fue lo más sencillo de todo. Espero sentado en el salón con la luz apagada hasta que ella llego. Ella venía muy enfadada y antes de que empezase a gritar le hizo un gesto para que le siguiera hasta el piso de arriba. Una vez allí le pidió que se sentara en la mesa de su despacho donde tenía el viejo ordenador encendido. Le pidió un poco de silencio para que le dejará explicarse ella accedió así que él se situó detrás suya y con ternura le dijo.
- Cariño, todo se arreglará. No te preocupes, sabes que es a ti a quien quier... BANG! - el disparo a bocajarro acabo con ella en un momento. Luego con calma tomo sus dedos y escribió en el ordenador: "Adiós, mundo cruel". El disparo había sido de lado por lo que la mancha de sangre no le mancho apenas pero por si acaso se quito los zapatos y el resto de la ropa que dejo sobre su gabardina. Con calma, sin encender la luz y desnudo bajo hasta el sótano donde deposito la ropa en la caldera. En unos instantes las pruebas habían desaparecido. Tras esto subió a su cuarto y se cambio de ropa, salió por la parte de atrás y llamo un taxi desde una cabina para ir a su oficina a recoger el coche.
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Hacía dos días que la mujer de Héctor había fallecido. El matrimonio no pasaba por sus mejores momentos por lo que la gente no sospecho porque no estuviera muy triste, y aunque camuflo sus sentimientos en realidad se sentía muy feliz. Sin embargo recibió un duro golpe cuando los detectives que llevaban el caso le dijeron que su mujer había retirado sus fondos del banco y que había puesto la casa en venta. De alguna forma ella había acumulado mucho dinero en los últimos meses pues había empeñado algunas joyas e incluso le había pedido dinero prestado a algunas amigas. Por alguna razón ella acumulaba el dinero y les hacía sospechar que estaba siendo chantajeada por alguien.
Eso evitaba que sospecharan de él pero si alguien había chantajeado a su esposa más le valía averiguar quien era y que es lo que él sabía. Así que pidió un extracto de la factura del teléfono móvil de su esposa. En efecto, había un numero al que había llamado muy a menudo. Probo fortuna y le respondió una voz masculina. Una breve conversación le sirvió para saber que ese hombre era peligroso así que utilizo sus contactos para localizar al titular y esperarlo en su casa. Cuando salió de su casa y se subió al coche se inició una persecución pues ese hombre enseguida se percato de la presencia de héctor.
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Ese tipo debía ser un profesional pues era muy bueno conduciendo. Esto le ponía nervioso, ¿Que relación tendría su servicial y complaciente esposa, perdón, ex-esposa con ese tipo?
Estaba claro que trataban de acumular mucha pasta para largarse. Seguramente su mujer esperaba conseguir el divorcio o puede que hubiesen planeado otra cosa peor o similar o lo que él había hecho.
La persecución se puso peligrosa cuando el coche de delante se metió por un carril dirección prohibida pero entonces se percató que un coche de policía les seguía la estela. Con calma siguió el coche más despacio dejando el trabajo sucio a la policía. Poco después presenció como el coche del sospechoso se precipitaba desde lo alto de un puente para explotar poco después de caer al suelo.
No sabía si alegrarse o no, pues ahora estaba como al principio. No sabía lo que había pasado y eso le preocupaba más aún.
Esa noche le llamaron de la policía. El hombre muerto era el amante de su esposa, un criminal de tres al cuarto. Se trataba de un embaucador que se liaba con mujeres casadas para largarse con todo el dinero dejando a la mujer tirada y al marido en la ruina. Esto significaba que quedaba limpio de toda sospecha.
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Héctor compró una botella de whisky en la tienda de los chinos y se acercó a su oficina. Cuando iba a sacar la llave se percato que la puerta estaba abierta, cogió su revolver y abrió la puerta de golpe.
En su silla había un hombre sentado y fumando uno de sus puros. Era un hombre algo más joven que él, en buena forma física. Llevaba unas pequeñas gafas negras y usaba una corbata amarilla que desentonaba con su traje gris.
- Hola, héctor. Veo que ya no llevas tu vieja gabardina, ¿y eso? - dijo el hombre misterioso
- ¿Quien eres tú? - dijo héctor mientras seguía apuntándolo con el revolver y bajaba la persiana de la ventana.
- ¿Yo? Mira por donde soy el amante de tu esposa. Mi compañero falleció ayer cuando lo perseguías, le dio tiempo a avisarme y al ser arrinconado por la policía se la jugó con tal de no volver a la cárcel. Una lastima, era un tipo muy manejable para mis negocios. ¿Pero tú lo viste? Ninguna mujer abandonaría a su marido, incluso a uno como tú, para irse con él. Era a mí a quien ellas querían.
- ¿Por que me cuentas esto? - dijo héctor mientras se sentaba en el sofa y se colocaba un cojín en la espalda.
- Porque se que fuiste tú quien la mato a ella. Pero no te preocupes, no te voy a denunciar ni nada de eso. Solo que tendrás que... BANG!
El cojín amortiguó el ruido. Héctor dejo el revolver sobre la mesa y le dio un fuerte trago a la botella de whiksy. Empezaba a odiar este trabajo.
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Héctor le dio una fuerte calada al cigarro mientras observaba a los detectives. Ya estaba cansado de su chacharra y deseaba volver a casa, cenar y beberse todo el whisky que pudiera aguantar pero esos dos estúpidos no paraban de hacerle preguntas.
- Entonces, ¿Usted se marcho y acompaño a la dependienta de la tienda de ropa que esta al lado de su negocio a las 20.40h? - dijo el poli bueno
- Si, señor policía - dijo héctor.
- No te hagas el gracioso, esto es una investigación sería - dijo el poli malo.
- Mira tío, ya se lo he dicho. Salí de mi oficina a las 20.30h, había decidido dejar el negocio. Esto harto de este mundo de criminales, crímenes y gentes malvadas. Me encontré con la dependienta de la tienda de al lado, una chica encantadora que se llama silvia, y la invite a tomar un cafe. Salimos un poco después, cuando esa señora gorda se marcho. No se porque miraba esa ropa cuando no creo que tengan nada de su talla.
Estábamos en un bar cercano cuando a ella le llamo su jefe porque estaban ardiendo los locales comerciales. Cuando volvimos aquello parecía el puto infierno, de verdad.
Al día siguiente es cuando se descubrió que había un cadáver en su tienda. Tal vez se escondió para robar la recaudación de la tienda y se acojono al verme a mi allí, no lo se. Ahora, ¿Me acusan de algo? Porque yo no he hecho nada y ya me están ustedes cansando. - dijo héctor visiblemente molesto.
- No, puede usted irse. Solo estamos haciendoles preguntas en calidad de testigo. - dijo el poli bueno.
Cuando héctor abandono la sala los dos detectives retomaron la conversación.
- ¿Crees que esta limpio? - dijo el poli malo
- Ni de coña. El fiambre que encontraron en la tienda murió de un tiro en la cabeza y posiblemente a bocajarro. La muerte de su esposa, la pasta que cobrará por el seguro de su negocio, la pasta por el testamento de su esposa que proviene de una familia con dinero y la excesiva familiaridad con la empleada de la tienda de al lado indican que algo ha ocurrido. Sin embargo no tenemos ninguna prueba contra él así que no podemos acusarle - dijo el poli bueno.
- Cierto, se va a salvar porque no tenemos nada más que especulaciones. Por cierto, ¿Te has fijado que ya no usa esa vieja gabardina? - dijo el poli malo mientras cerraba la carpeta del caso.
- Si, es porque ha dejado el negocio. Dice que ahora se va a dedicar a otra cosa, creo que quiere ser escritor. La verdad es que lo envidió, en días como hoy me gustaría dedicarme a otra cosa... - dijo el poli bueno mientras abrió el cajón del archivo de los casos no resueltos.
Anda que va a ir a currar una señora esposa cuando descubre que su marido le pone los cuernos... En fin, ninguna historia es perfecta ;)