Partida Rol por web

Este es tu guión para la historia de Cine Negro:
1.- Un edificio arde hasta los cimientos.
2.- El brazo es de una mujer y es posible que aún siga viva.
3.- El cadáver es de un detective.
4.- Los invitados charlan con el detective animadamente, es el centro de atención.
5.- Ese testigo tiene antecedentes por secuestro y violencia
6.- El detective venga a su compañero

Cita:

García y Pereira se quedaron de pie en la gran superficie de aparcamientos que rodeaba el Palacio de Congresos. Mientras, veían cómo el fuego se alimentaba de uno de los edificios más imponentes de la ciudad por su diseño vanguardista y sus prodigiosos acabados en madera. García presentaba un aspecto tan cansado, tan desvalido, que a Pereira no se le ocurrió pensar que pudiera intentar escapar. Además, pensaba, ¿dónde iba a ir con la ropa medio chamuscada, sin coche, sin dinero? En unos minutos llegaron los bomberos y una patrulla de policía. -No voy a decirte que no deberías haberlo hecho, García. Pero al menos podrías haberme evitado verlo, hombre- Le espetó el detective Pereira. – Supongo que no hace falta que te diga que estás detenido, ¿verdad?-.Pedro García se giró con ojos sombríos hacia Pereira. – ¿Y qué habrías hecho tú en mi lugar? ¿O él?-
Pereira se encogió de hombros, se volvió hacia la pareja de policías que habían llegado junto a ellos y les ordenó: - Esposadlo y llevadlo a comisaría- Casi no le dio tiempo a ver sus caras de sorpresa cuando saltó: -¡¿Estáis sordos?! ¡Sí, ponedle las esposas! ¿Qué le vamos a hacer?- Con las manos abiertas, mostrando su impotencia, respondió a García: - No sé lo que hubiera hecho. Supongo que muchos pensaremos que hiciste lo correcto, lo que a todos nos gustaría que se hiciese por nosotros. Pero a mí no me queda otra alternativa.-García esbozó media sonrisa y le golpeó afectuosamente en el hombro con las manos esposadas antes de ser conducido al coche patrulla. Tras ellos el Palacio de Congresos terminaba de derrumbarse devorado por las llamas.

Cita:

Horas antes los detectives García, Pereira y Santos habían acudido al Palacio de Congresos a la recepción que ofrecía la inmobiliaria COMMANSA con motivo de la presentación de su último megaproyecto urbanístico.
-Vamos, Paco, ¿con nuestro sueldo nos da para pagar casas como éstas? Si a mí no me da casi para vivir de alquiler.
Paco se volvió divertido hacia García: - No te da si te pegas la vida padre viajando por todo el mundo en cuanto tienes unos días y cambias de pareja como de calzoncillos, Pedrito.[B] [B]-No te metas con García, Paco, que tú mejor que nadie sabes el mal pronto que tiene.- terció Pereira dándole un par de collejas al maltratado García.
A estas alturas Pedro García ya se había dado cuenta de que sus dos compañeros se habían aliado contra él. Mala suerte. Esta vez me tocó a mí. Se sonrió pensando en todas las bromas que se gastaban entre ellos a la menor oportunidad.
La noche transcurría como pasan las reuniones en las que te quieren vender algo. El gran salón estaba organizado de forma que la maqueta de viviendas y centros comerciales, casi un pueblo dentro de la ciudad, estaba en el centro. A su alrededor se alternaban stands con folletos explicativos de cada una de las fases de las urbanizaciones con mesas en la que atentos camareros ofrecían bebidas y canapés a los invitados. Mientras una música suave endulzaba el ambiente. Los tres policías paseaban por la sala con aire distraído, tomando alguna bebida mientras se paraban a escuchar la información que les ofrecía algún comercial. Y es que Francisco Santos, Paco, el compañero de García le estaba dando vueltas a la idea de mudarse de su piso en el centro a un lugar más tranquilo, con más espacio, donde criar a los niños. Algo que servía a García para contraatacar: - Pero, Paco, si tú sólo puedes disparar con la reglamentaria. Mira tu mujer mirando al vendedor de la fase 8. Se nota que no funcionas como deberías.- se reía García señalando a la esposa del pobre Paco, que junto a otra amiga escuchaba las explicaciones de uno de los comerciales a un grupo de personas.
Mientras, en otro lugar del edificio, una de las comerciales está siendo observada por un individuo en el momento en que va al almacén. Se puede apreciar la ira en sus ojos mientras la acecha. La sigue en silencio hasta que entra en la habitación que la promotora utiliza para guardar folletos informativos y alguna maqueta. De un empujón la introduce en la habitación y de un golpe en la sien la deja inconsciente.
Los tres policías se acercan a uno de los grupos de posibles compradores entre los que se encuentra la esposa de Pedro. -¿Qué tal van las compras, señoras? ¿Os mudaréis a este barrio tan elegante?-[/B[B]]-No sabemos aún, Pedro- responde la mujer de Paco - ¿y tú, te decides a comprar un pisito?- -No creo. Hay que ahorrar mucho durante toda la vida para lo que queréis hacer. A mí no me va eso.
-Ahora vuelvo, cariño. Tengo que ir al baño
-Corre, Paco. Ya te dije que no bebieras mucho.
Paco recorre un par de pasillos buscando un baño limpio. Los que hay junto al salón han sido visitados ya demasiadas veces y Paco siempre ha sido demasiado delicado a la hora de entrar donde otros lo han hecho antes. Así que no le importa caminar más a cambio de encontrar un baño “seminuevo”. Tras un par de vueltas encuentra un baño amplio, perteneciente a otro ala del edificio. Se nota que la gente no quiere caminar. Incluso en el pasillo, antes de entrar huele a recién desinfectado. ¡Aleluya! Podré deleitarme en un WC limpio y al que seguramente no acudirá nadie. Lo cierto es que me ha costado llegar cerca de 5 minutos. Paco se acerca a la puerta abriéndola hacia adentro buscando con rapidez el lado de los inodoros cuando, en el penúltimo de ellos ve un brazo saliendo por debajo de la puerta. Parece de una mujer. En dos zancadas se acerca al mismo abriendo la puerta. Descubre horrorizado que el brazo ha sido arrancado de su dueña, aún palpitante, chorreando sangre, caliente. Pero la mujer a la que pertenece no está allí.

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En el momento en que Paco se giraba para levantarse y correr hacia sus compañeros para dar la voz de alarma su rostro se tropezó con el mango de un hacha que descendió bruscamente hacia su nariz. El mundo se oscureció de repente y, como en sueños, se sintió arrastrado por el suelo después de que le ataran las manos.
Despertó atado y amordazado junto a la dueña del brazo, ya agonizante por la pérdida de sangre y los golpes y heridas que había recibido por la casi totalidad de su cuerpo. Por los restos de su ropa dedujo que era una de las vendedoras del evento. Iba a hablar cuando recordó que estaba amordazado. Miró a su alrededor y vio que estaba en una habitación oscura no muy amplia, quizás un almacén de la limpieza. Cuando la sombra se movió lo distinguió por fin. Estaba vaciando una lata por las paredes y el suelo. Y cuando lo vio moverse también sobre él y la mujer. Era gasolina.
- Cuando todo esto arda nadie distinguirá cuál de los dos cadáveres era el del detective- rió la sombra lanzándole su cartera con su identificación. – Si esta guarra no me hubiera tratado como lo hizo no te habrías visto en esta situación, poli. Luego, el desconocido, tomando de nuevo el hacha, le sonrió. – Pero no creas que voy a quemarte vivo. No me has hecho nada. Sólo quería acabar con ella. Tú has sido…un daño colateral. A Paco casi no le dio tiempo de oír la última palabra. Un rápido hachazo le seccionó la mitad del cuello dejando un río de sangre descendiendo por su cuerpo antes de que su asesino les prendiera fuego.

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Paco casi no había cruzado las puertas del salón cuando ya sus compañeros habían empezado a contarse chistes y bromas en medio de las explicaciones de los vendedores. Por suerte sus carcajadas y voces no sentaron mal ni a clientes ni, mucho menos, a los vendedores, agradecidos de tener un momento de respiro después de tantas horas ensalzando las cualidades de las viviendas que debían colocar a los que tuvieran posibilidades de adquirirlas. Pedro además acompañaba a sus historias con divertidos gestos que hacían que más personal se acercara por el stand a ver qué había allí que nadie se movía.
No habían pasado ni veinte minutos desde que Paco fue al baño cuando una explosión sacudió el edificio. Inmediatamente cayeron en la cuenta de que el origen estaba en la dirección que Paco siguió.
- ¡Saca a la gente de aquí, Pereira. Voy en busca de Paco!

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García no esperó a ver si su colega hacía lo que le pidió o si lo seguía. Simplemente corrió hacia el lugar del que suponía salió la explosión y además venía el humo. ¿Y los extintores? ¿Por qué no funcionan en este maldito edificio? Avanzando por pasillos que se estaban llenando de humo, García seguía los letreros que conducían a los servicios. De pronto, asomando por una puerta de la que también surgía un fuego feroz, vio el cuerpo medio decapitado de un hombre. No tuvo que acercarse para saber que era su compañero. Hubiera intentado salvar sus restos de las llamas voraces pero sólo pudo pasar por delante hacia una salida de emergencia al final del pasillo. Te juro, Paco que encontraré al que te haya matado y lo pagará caro.Iba a llegar a la puerta cuando materialmente chocó contra otro hombre que salía precipitadamente desde otra puerta, también hacia la salida.
-¡¿Eeehh!?¿Qué pasa aquí?- fue lo único que acertó a decir el otro mientras se giraba hacia él.
Instintivamente lo empujó hacia la salida mientras algo en aquel hombre le recordaba…
-Espere un momento- García sujetó firmemente al hombre por un brazo mientras lo empujaba contra las barandillas de la escalera de incendios. - ¿Te conozco? No me mientas. Soy un estupendo fisonomista.-
-Nno, no creo. He venido a lo de las casas. El fuego me ha cogido meando y no encontraba el camino de vuelta.- gimoteó.
Hábilmente García rebuscó entre los bolsillos del desconocido hasta dar con su documentación. – Benavente María Arrigategui. Este nombre no se olvida fácilmente, cabrón. Se te detuvo por agresión y secuestro de una compañera de trabajo. Tengo buena memoria para los casos.- Las venas del cuello de García iban a explotar de un momento a otro.
-Yo no he hecho nada. Pasé dos años en la cárcel. Salí hace tres y ahora estoy trabajando en un supermercado.- García le retorció el brazo con fiereza.
-¡Déjame, no he hecho nada!- volvió a suplicar, el miedo en sus ojos.

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Cuando Pereira subía por la escalera de incendios las llamas ya habrían alcanzado el salón de reuniones. Con gesto automático, sin darse apenas cuenta de lo que hacía, García sacó su arma y apuntó a la cabeza de su prisionero. Sus ojos brillaban llenos de odio mientras el hombre suplicaba y lloraba jurando su inocencia.
-¡Quieto, García! ¡Bajad y lo llevaremos a comisaría!- Pereira subía las escaleras a saltos intentando llegar hacia su compañero.
-Recuerdos de Paco- le dijo fríamente al hombre mientras le encañonaba justo entre los ojos. Las pupilas del hombre se dilataron. Quiso gritar algo pero la voz no le salió. Tampoco Pereira pudo articular palabra hasta unos minutos después, tras mirar brevemente la cara destrozada por el disparo a quemarropa de García.
Poco antes, junto a otra de las salidas del edificio, un hombre corpulento, con la mirada llena de odio, dejaba unos guantes y el mango roto de un hacha en unos contenedores de basura.

¿Una reunión de ventas de casas en el palacio de congresos? ;)
La historia bien llevada y el final muy, muy guapo.