Partida Rol por web

PJ6

1.- Unos forajidos entran en el pueblo y provocan disturbios ante el miedo de la gente.
2. La mujer se enamora del mejor amigo de su marido, que está casado.
3. Los conduce a la torre de un dios del Caos que encierra diversos juegos de azar
4.- El ejército interviene, para silenciar el incidente.
5. Nadie deja de jugar hasta recuperar las partes de sus cuerpos que habían apostado
6.- Los pueblerinos emboscan a los forajidos y, en un combate desigual, les vencen, aunque uno de ellos logra escapar jurando venganza.

Cita:

Entre aquellas montañas nadie habría apostado por encontrar un vestigio de humanidad y mucho menos por que aún siguiera vivito y coleando pero esa era la realidad. Ojo, que tampoco es que fuera un pueblucho sino una villa muy grande y hermosa. Eso si, que hubieran tan pocos habitantes viviendo allí si que resultaba extraño, sobretodo al ver tantas edificaciones. Pero que se le va a hacer, la gente se moría trabajando en las minas y los nacimientos no compensaban. Y bueno, eso de vivir entre montañas y rodeados por un desierto no llamaba mucho al turismo y a los inmigrantes. Sin embargo lo que se conseguía en sus montañas era muy valioso ya que ese mineral correctamente elaborado servía como fuente de energía. Algo muy valioso ya que una pequeña cantidad les servía a esos habitantes para tener sus comodidades cubiertas durante varios meses. Lo cual no es moco de pavo.
El caso es que ese pueblo se llamaba "Debaria" a saber porque. Su significado se había perdido con el tiempo pero no así sus minas de donde sus habitantes sacaban minerales muy preciados. Aquella zona no solo era rica por su minería sino que atesoraba fuentes de poder mágico. Tal vez por eso estuviese maldita pero sus habitantes vivían bien allí. Unas cuantas veces al año alguna caravana venía a comprar los metales y les proporcionaban aquellas elementos que no podían fabricar o crearse ellos. Viviendo en calma y tranquilidad ya que nadie osaba molestarles.
Eran conscientes de que obtenían pocos beneficios por esos metales pero el hecho de abandonar la zona les resultaba poco probable. No porque considerasen Debaria como su hogar sino porque cruzar el desierto era algo harto complejo y renunciar a un buen nivel de vida por algo mejor les parecía mucho riesgo.

El caso es que no había muerto nadie de forma violenta desde hacía mucho, mucho tiempo. Así que cuando fueron atacados ese día por un grupo de forasteros nadie en todo el pueblo supo como reaccionar. Los más valientes buscaron sus armas pero para cuando las habían localizado ya había poco que hacer. Esos miserables se lo montaron bien, les pillaron por sorpresa e hicieron prisioneros. Cuando los trabajadores de la mina salieron al exterior ya tenían el pueblo controlado, muy bien controlado.
No por nada pero esos elementos subversivos de la sociedad, como dicen los expertos, empleaban armas de fuego mientras que nuestros amados aldeanos apenas se bastaban con sus picos, sus palas, algunas hachas y cuchillos. No es que no conocieran las armas de fuego pero tantos años de pacifismo les habían hecho olvidarlas en lo más oscuro de sus casas, lejos del alcance de sus pocos hijos.

Los aldeanos se dividieron prácticamente en dos grupos, los que aceptaron ser conquistados por un grupo de miserables que vinieron a por sus riquezas y los que esperaban luchar por recuperar la libertad. Y seguramente entre esos dos grupos habría algún miserable dispuesto a vender a su propia madre con tal de asegurarse su nivel de vida anterior, y porque no, el pescuezo.

Y aquí entran nuestros personajes. Por un lado tenemos un grupo variopinto formado por ocho forajidos de los cuales apenas sabemos nada excepto que son violentos, malhablados y sucios (aunque esta parte puede ser consecuencia de haber viajado por el desierto). Y el otro lado esta formado por un matrimonio y un tercer elemento en discordia. El matrimonio vivía en calma hasta los sucesos recientemente acontecidos acompañados de un amigo del marido que trabajaba con él en la granja cuando no bajaba a las minas.

Cita:

Beatriz no era una mujer hermosa pero si lo bastante como para desviar algunas miradas lujuriosas a su paso. Mucha gente opinaba que su belleza podría mejorarse con algo de maquillaje pero ella era una mujer sencilla de pueblo y no le gustaban esas cosas.
Su marido, Enric, un hombre sencillo y trabajador que alternaba su trabajo en la mina junto al de la granja. El trabajo en la mina era necesario para obtener fuente de energía pero agotador, mientras que el trabajo en la granja era más cómodo aunque no por ello mejor.
Esa mañana estaba con él quien seguramente sería catalogado como su mejor amigo, que recibe el nombre de Sam. Ambos estaban trabajando con una vaca encinta que acababa de dar a luz un joven becerro. Mientras se lavaban tras un trabajo bien hecho enric salió a hacer sus labores dejando a su esposa junto a su gran amigo sam. Cuando ella le acerco una toalla limpia a sam se le quedo mirando a los ojos y rápidamente los bajo. Una mirada de complicidad surgió entre los dos y ambos entraron en el baño donde practicaron el acto amoroso más antiguo que el hombre conoce.
Mientras tanto el marido alimentaba a los animales de la granja diligentemente sin saber lo que ocurría realmente en su propia casa.