Partida Rol por web

¿Y qué le pasa a ese tobillo? Chico, ¿no eres capaz de sobrevivir a una reentrada ileso?

El doctor se acercó al herido y examinó su pierna, llevándose a la boca un imaginario cigarrillo de lho. Recordó que no tenía lho. Mataría por un lho, algo aderezado.

El doctor trató el tobillo torcido del piloto con eficiencia fruto del estudio, la experiencia y sobretodo de la sobriedad en la que se encontraba el médico originario de Belladon. Uno de los containers debería llevar muebles o módulos de madera, ya que habían esparcidos trozos de madera de diversos tamaños y grosores; no fue difícil encontrar uno del tamaño ideal y entablilló el tobillo de Malakias, que, aún no estando roto, había que inmovilizarlo lo mejor posible para evitar que la lesión pasara a mayores.

Aquello no duró más de diez minutos y en seguida, el grupo de supervivientes que se quedó en la nave pudo emprender el dificultoso camino hacía el exterior. Los fragmentos de paredes, de containers y de más en seres se aglomeraban creando una improvisada montaña por la que trepar hacía la obertura irregular que se había abierto en aquel costado de la difunta nave. Fue un ascenso relativamente costoso, algunas partes amenazaban con colapsarse sobre si misma y lanzar hacía abajo al incauto que la pisara... todo crujía como si fueran huesos de animales pequeños y de vez en cuando se escuchaba el aullido de dolor de la nave al gritar con voz de metal de las placas que conformaban la estructura del viejo navío. Cuando cruzaron dicho agujero, lleno de cables oscilantes o vigas estructurales, fueron testigos del planeta en el que se encontraban.

Lo primero que sus ojos vieron fue el horizonte, lleno de niebla a varios kilómetros de distancia un bosque que parecía no tener fin. Los árboles eran altos, de frondosas copas y de tonos ocres algunos pero abundando un tono verdoso de belleza sin igual, era una visión realmente embriagadora y sin duda aquello debería indicar que estaban en un planeta virgen, libre de la mácula del caos... los Tanith deberían estar equivocados, un planeta como tal no podría albergar mal alguno... pero el paisaje seguía. No se veía señal alguna de montañas o escarpaduras, la niebla o los árboles cubrían todo cuanto el ojo humano era capaz de ver, y, salvo el enorme surco de tierra baldía y árboles derribados que la nave había destrozado en el aparatoso accidente.

Sin más descendieron y pisaron tierra firme, al estrellarse la nave había abierto un profundo surco y lógicamente la tierra llegaba hasta la obertura, solo había que descender una ligera pendiente y llegar hacía el bosque era una suave cuesta abajo. El grupo de heridos llegó a tierra, al linde del bosque y los Tanith no tardaron demasiado en aparecer.

Los tres exploradores tenían buen aspecto a pesar de las heridas, solo Stigga, la pelirroja, tenía el rostro enrojecido y se la veía fatigada, al menos, a un nivel soportable. Ambos grupos, de antiguos rivales se reunieron en un planeta desconocido al que, a juzgar por la paulatina falta de luz, le quedaban pocas horas del ciclo diurno.

El explorador apareció junto a la francotiradora y la encargada del lanzallamas, encontrándose con que el resto se encontraban ya fuera. Sin duda, éso aceleraba las cosas. Cuando se reunió con el resto, el explorador esbozó una amplia sonrisa desbordante de ironía.

-Os van a encantar las noticias. Lo diré sin más: estamos en un mundo reclamado por los traidores. O, como poco, en uno en disputa. Nos hemos cruzado con un nutrido grupo de recibimiento, así como una mina a cielo abierto, en la que parecían estar trabajando esclavos. El grupito, lo habitual. Esa lengua odiosa suya, sus aún más repugnantes tatuajes de basura... Sugiero buscar un refugio alejado de la nave... Aunque, a juzgar por la luz que nos queda, hoy no nos podremos alejar mucho. 

No es la mejor de las subidas y no es que mi cuerpo esté como antes del golpe y de quedarme inconsciente. Me duele prácticamente todo pero intento que de ninguna de las maneras lo muestro. O lo intento. Cuando salimos a fuera el planeta parece tranquilo y acogedor. Eso ya es de por si sospechoso. Pero no hay nada que lo parezca. Aunque claro los Tanith nos han dicho que no estaba bien.. aunque claro creer a un Tanith...

Pero entonces el Sargento de ellos parece que toma la palabra y parece que no va a ser una estancia tranquila.

- Oh, perfecto - digo y miro al sargento - Lo que nos faltaba. - digo y miro de nuevo el paisaje del planeta. Con lo tranquilo que parecía... 

Me fijo en la pelirroja y en sus gestos. Parece.. parece como si hubiera tenido que hacer un esfuerzo... claro...

- ¿Te pesa el arma? - le pregunto con cierta malicia señalando su arma.

Stigga lelgó aún algo cansada tras todo lo que tenía que haber hecho en ese momento para salvar al grupo. Cuando llegaron, se quedó algo atrás, recuperando el aliento mientras MkNeil informaba al grupo de lo que habían visto, pero entonces, y en ese momento, el soldadito de plomo bocachanclas tuvo que preguntarla para molestar y dar por culo.

La pelirroja entrecerró los ojos y los clavó en Kostas- No me pesa el arma, lo que me pesa son los cojones que tengo para haber atraído a una patrulla de cincuenta y tres, sí, cincuenta y tres herejes hacia una zona a parte, haciendo de cebo, corriendo a todo correr por toda la jungla para que no llegaran aquí y os pillaran en bragas. Por si no lo sabes, cincuenta y trés es cinco veces el número de diez y una vez tres -lo marcó con los dedos como si fuera imbécil su interlocutor- pero tranquilo, que ahora veremos que tal aguantas y que tan macho eres en medio de esa jungla, en la que yo no pienso cubrirte el culo, solo por ser tan bocazas -y cuando parecía que había terminado, soltó una última puya- Espero que te muevas mejor en el bosque que aguantas accidentes de naves, porque el que está hecho una pena eres tú.

oh vaya, parece que mis palabras han ofendido a la pelirroja.... que pena...

Una sonrisa se forma en mi rostro a medida que habla. Imagino como su piel se va poniendo más roja a medida que avanza el enfado. Parece que se va enfadando más a medida que habla. Será que no le gusta cómo suena su voz enfadada.. 

Me limito a sonreir intentando no reirme ante sus palabras. Me parece muy didáctica cuando muestra con los dedos el número de traidores. Espero a que termine su retaila y levanto mi mano derecha en un gesto de paz. 

- Tranquila pelirroja, cualquiera diría que te pesa de verdad el arma - y me río ante lo ingenioso de mi propio comentario. La verdad es que durante el tiempo que habían estado aislados en la nave me había aburrido bastante sin ese ir y venir de insultos con los Tanith, en concreto con la pelirroja. ¿Los había echado de menos? No, joder Ilium, eso no es posible.

¡Oh! -exclamó el médico- Esto no está tan mal.

Si hay bosque hay humedad, la humedad hace que las setas crezcan, y las setas pueden ser venenosas o, mejor aún, darte un buen colocón. Dentro de lo malo, no estaban tan mal.

Pero lo malo llegó, de boca de aquellos funestos exploradores, heraldos de infortunios. El planeta ya no era tan bonito, ni tan vacío.

Fácil. Cogemos provisiones, todas las que podamos cargar, y nos vamos. La zona de impacto pronto será zona de rebajas para los carroñeros y tendremos mucho público. Sugiero que cojamos las mejores gangas cuanto antes. Priorizad. ¿Qué es lo más importante para ganar una guerra? Logística -miró al oficial Munitorum-: ropa, comida, municiones y putas. Puede que no en ese orden.

Estaba claro.

Y...todo será mucho más fácil si no hay gritos ni provocaciones. 

Recordad: Deus nobiscum, quis contra?

Una vez con el pie entablillado, pruebo a pisar y viendo que es satisfactorio, le pongo un pulgar hacia arriba hacia el médico, luego le enseño los dientes, pequeños y cuadrados, intento que parezca una sonrisa sin mucho éxito. Con las noticias de las exploradores parecen que ya nos ponemos en marcha con rapidez, ya era hora, cojo las cosas que tengo conmigo, que son casi todas siempre, es lo que tiene la paranoia.

Me coloco mi casco de piloto con el que estoy más cómodo. Tiene sus propios filtros de respiración y el oscurecimiento de la pantalla siempre me tranquiliza, no será la primera vez que me duermo con él puesto. La mayoría de sus funciones están desactivadas, ya que me falta una nave, pero si lo conecto a mi auspex puede que vea los datos de otra manera...

Hablo un poco para el que me oiga.

-Una mina... había... hay... un pueblo, unas ruinas cerca... podríamos ir allí- carraspeo dentro del casco, la voz sale un poco más impersonal y apagada- o no...

Armand escuchó sereno y callado la información del explorador Tanith, aquellos fantasmas de los cojones sabían hacer su trabajo, jodido Gaunt. Levantó la vista hacia ellos y les indicó con voz grave aunque cargada de reconocimiento – Buen trabajo – Sabía que por las malas sólo conseguirían fallecer antes o después. Deberían estar unidos, así tardarían más en morir, al menos no se matarían los unos a los otros.

Al hilo de estos pensamientos observó la discusión entre Illi y la ramera pelirroja – Tortolitos dejadlo ya. Si en realidad fuera el arma y no los cojones lo que te pesa, sólo tienes que pedir a Illi que te eche una mano. Lo hará encantado, mira que músculos – Y guiñando un ojo se volvió al grupo.

Deberíamos buscar algo de utilidad y rápido. Putas seguro que habrá más adelante doctor. Me decanto más por pastillas potabilizadoras, medicamentos, comida y abrigo – Y mirando a los dos entendidos en la materia añadió – ¿Podéis encontrar algo así en esta escombrera? – Esperando que el oficial y el loco ofreciesen una respuesta afirmativa Armand oteó el horizonte.

Claro que tampoco estaría mal saber si hay supervivientes – Dijo entre dientes, casi en un susurro.

Armand había aprendido que confiar en el loco podía no ser tan descabellado. Entre todos sus desvaríos quizá quedaba algo de cordura – ¿Una mina dices? ¿Ruinas? Busquemos pertrechos y dirijámonos allí – Dicho esto miró al explorador Tanith. Había aprendido que necesitaba contar con su ayuda y aprobación si quería mantener unido aquel grupo – Las dos nenas están a sus órdenes, mientras que Doc parece ir por libre, al igual que el oficial y el tarado... Necesito colaboración.

El explorador asintió secamente cuando recibieron el reconocimiento del Volpone, pero poco después Stigga y el otro idiota volvieron a sus conversaciones. No tenían tiempo para aquellas discusiones, pero Logan no podía culpar a Stigga por darle cera al soldadito de plomo. De hecho, la mayor parte de las veces, se lo estaba buscando. 

-Bueno, ya veremos quién la tiene más larga más adelante, dejadlo ya. Y sí, necesitamos pertrechos. Prácticamente, de todo. Y lo necesitamos ya, esa patrulla acabará llegando al que supongo que era su objetivo original, esta nave. Y prefiero no enfrentarme a cincuenta puñeteros sectarios a la vez. 

Lo que dijo el piloto sonaba apetecible... Pero, en cierto modo, tampoco le hacía gracia.

-¿Cómo que un pueblo cerca de la mina? ¿Cómo sabes éso? ¿Has estado aquí antes, sabes donde estamos?

Liam se quedó callado subitamente y empezó a mirar a un lado y a otro, visiblemente nervioso y preocupado. El bosque cubría todo su campo visual, pero había llegado a escuchar algo en la distancia, algo que hizo que desenfundara la pistola de plasma que llevaba en la cartuchera del cinto. Hizo un gesto de silencio a todos y comenzó a internarse en el bosque - vamos - susurró con urgencia al grupo de supervivientes - he oído algo, y se acerca hacía aquí

 - ¡¿Quereis dejarlo de una vez?! ¡Tenemos prisa! - Si, desde luego todo lo que se contaba sobre los volpone iba a acabar siendo cierto. Bastante malo era ya que el soldadito eligiese ese momento para lanzar pullas, pero que el sargento le animase en lugar de cortarle en seco ya era el colmo de la idiotez. Y el que el piloto chalado se puesiese a desvariar tampoco ayudaba en absoluto.

 - La única mina que hemos visto esta hasta arriba de cultistas y esclavos - o tal vez esclavos cultistas, aún no lo tenía claro - Y no había ni rastro de ruinas o pueblos - Aunque cierto era que habían interrumpido su inspección para volver a avisar, ¿tal vez la mina era en realidad las ruinas de una ciudad? ¿habría estado antes aquel piloto en el planeta, se habría golpeado la cabeza demasiado fuerte en el choque, o simplemente le faltaba un tornillo?

Zora estaba a punto de sugerir que ignorasen al piloto y se concentrasen en recoger los utiles de superviviencia imprescindibles, puede que el burocrata supiese en que contenedores se encontraban, cuando oyo el aviso de este y vio como comenzaba a dirigirse hacia el bosque.

- ¡Ese necio va a conseguir que el maten; y lo que es peor, va a delatar nuestra posición! - Se giro hacia los otros Fantasmas, preparada para secundar su decisión, ya fuese esta permanecer en la nave para aprovisionarse, seguir al burocrata cretino, o meterle a este un tiro en la sien.

Una vez bajamos la pequeña pendiente miro hacia detrás, donde la nave está hecha pedazos, como piloto tengo un sentimiento de perdida de algo bello, de una nave irremplazable con sus propias características únicas. Suspiro sonoramente a través de mis filtros. Los soldados de infantería discuten sobre entrar de nuevo a la nave a buscar provisiones, es un tiempo que no tenemos. Todo está desperdigado en varios kilómetros.

Voy detrás de el tal Liam que parece el único sensato de todos ellos, voy al trote mientras con el casco respondo al explorador.

-La he visto.. en un scaneo que hice con el radar de la nave, si... fue sólo un momento... me pareció ver una especie de pueblo- trasteo con el auspex mientras hablo- si me piden mi opinión fue una visión del emperador, tenemos que ir para allí. Pero a Malakias nunca nadie hace caso - me encojo de hombros y sigo hacia el bosque con pasos rápidos- malo, malo malo...

Era evidente que iban a acabar dando con ellos... Pero el explorador contaba con tener algo más de tiempo, aunque fuera para recoger lo básico de la nave. Por desgracia, no pudo ser, a juzgar por las palabras del tal Liam. Con el ceño fruncido, echó a andar tras él, con la intención de alcanzarlo y cubrir su avance en la medida de lo posible.

-Nos vamos todos, ya, sin discusiones. Ya volveremos a intentar conseguir algo. 

Por desgracia, al menos cuatro de sus acompañantes no tenían pinta de ser muy diestros en las artes del sigilo, lo que iba a dificultar realizar un avance por el bosque en condiciones. Casi le valía con que no les rastrearan, algo que mucho se temía no iba a poder evitar. 

Zora fue capaz de entre ver, por entre los árboles, como una parte del grupo de herejes se estaba acercando a la nave, por el sur de su posición... es decir, desde la popa de la nave. Aún no parecían haberse dado cuenta de la presencia de los supervivientes, pero sino se callaban y escondían, correrían una pésima suerte, demasiado heridos como para combatir contra un grupo tan superior en número, que no en armamento. 

La situación me pasa por encima y para cuando he analizado lo sucedido todos han avanzado y ha pasado el momento de decirle cualquier cosa a la pelirroja.

Esto es un descontrol... medito mientras nos adentramos en el bosque. 

Agarro el rifle de plasma como si se me fuera la vida en ello. Mi mochila está atada a mi espalda, todavía no ha empezado a pesar demasiado. 

- Gento - digo dirigiéndome al sargento. Una media sonrisa se dibuja en mi rostro ante mi agudeza -  Si los exploradores - carraspeo - Si los Tanith - corrijo con cierto desprecio añadido - Han batido la zona y han visto  el gran número de cultistas y según el piloto - digo señalando a Malakias - Es nuestra única salida ... sólo nos queda saber si tenemos la suficiente potencia de fuego para limpiar la zona de esa escoria del Caos - explico mientras doy unas palmaditas cariñosas a mi rifle de plasma y miro de reojo el lanzallamas "pesado" de la pelirroja.

 - ¡Chitón! - el vehemente susurro de la tiradora fue acompañado por un inconfundible gesto de "cierra el pico" al soldado volpone.

 - "¿Quien iba a suponerlo? El lamesellos del munitorum estaba en lo cierto al fin y al cabo" -

 - Ya estan aquí, se acercan por el sur - Zora observo por la mira de su rifle como varios herejes, sin duda parte de la patrulla de cultistas que habían visto, comenzaban a acercarse desde la popa de la nave. Aún no parecían haber reparado en su presencia, pero si no se escondían solo era cuestión de tiempo que lo hicieran - Tenemos que ponernos a cubierto cuanto antes -

La joven se aposto con su rifle, decidida a no perder de vista a los cultistas mientras sus compañeros se ponían en marcha. Pocas posibilidades tenían contra un grupo tan numeroso, especialmente sin estar al 100% y no contar con la ventaja del terreno o la sorpresa.

Conforme Zora indicó aquello, no le fue muy difícil al resto ver a un reducido grupo de herejes que se acercaba hacía la nave. Todavía estaban lejos y solo prestaban atención al accidente, pero no hay que ser muy inteligente como para saber que si hacían ruido o gritaban serían detectados irremisiblemente.

Joder!! –El oficial dio la voz de alarma y los pertrechos tendrían que esperar, no había tiempo. Había que llegar al linde del bosque.              

Ante la pregunta de Illi, Armand susurró – Me temo que en las condiciones en las que nos encontramos quizá tendríamos potencia de fuego para una breve emboscada, nunca para un enfrentamiento directo. Habrá que recobrar fuerzas.

Sopa de Miso había indicado la existencia de enemigos al sur, y así era en efecto. Había que avanzar rápido y en silencio, y aquello, por desgracia, sólo podían hacerlo eficientemente aquellos bárbaros – ¡Malditos bastardos Tanith!

El sargento se acercó al explorador, quien seguro era un avezado experto. Y le susurró – Tanith, convendría que vosotros tres abrierais paso a una distancia prudencial de nosotros. Nuestro núcleo es lento y ruidoso. Avanzaréis más seguros – Y esperando la confirmación realizó gestos de apremio a sus compañeros, era necesario cobijarse dentro del bosque.