Partida Rol por web

Esta vuestro trasero en juego, o lo conseguís u os cuelgo - fue lo último que os dijo Rawne antes de marcharse y dejar al grupo completamente a solas en la destartalada cantina. Tuvieron unos minutos para recoger el equipo que estimaran oportuno, y cuando pasó ese tiempo, un miembro de la tripulación de la nave los buscó a todos para conducirles hacía el hangar.

El viejo navío fue recorrido con rapidez y en seguida entraron en el hangar de babor donde un transporte de tropas estaba siendo preparado para llevarlos a través del vacío hacía la nave destino. Los servidores estaban desconectando las mangueras que cargaban el combustible y un olor penetrante causado por el promethium asoló las fosas nasales de todos los soldados del primero y único de Tanith. El sacerdote del mechanicum que supervisaba toda la operación indicó con un leve asentimiento a los pilotos, que esperaban sentados sobre unas cajas de munición, que la nave estaba lista para partir. Les dedicaron una rápida mirada a los soldados y se metieron en la carlinga. Comenzaron con el chequeo de prevuelo y bajaron la rampa de acceso a la zona de pasajeros.

Tuvieron que esperar unos largos minutos antes de que todo estuviera listo, el hangar se vació y se desactivaron los escudos abriendo aquel espacio al espacio infinito. Sin mucha ceremonia el transporte se elevó con un leve ronroneo movido por los impulsores secundarios de maniobra hasta que se encaró con la salida del hangar, momento en el que los motores gemelos recibieron más carga de combustible con el resultado de un aumento de la potencia y su consecuente aceleración. La nave abandonó el hangar y empezó a recorrer la flota reunida directa hacía el "Fénix".

El vuelo a través del espacio duró poco, los protocolos de atraque fueron favorables para los Tanith que no los hicieron esperar mucho y en seguida atracaron en el enorme transporte del Munitorum. Pero donde habían aterrizado había otro transporte con los motores aún calientes.

Nada más salir del transporte, un ordenanza con uniforme del Munitorum esperaba al grupo. Saludó cortésmente e indicó que lo siguieran. La nave era enorme, demasiado grande, con pasillos tortuosos, con enormes zonas de carga donde podría caber hasta varios titanes de la clase warhound... era apabullante en tamaño pero ahí estaban, recorriendo la nave en dirección al despacho de Sollus.

Nada más llegar al despacho, los Tanith vieron a dos Volpone, uniformados, con sus armaduras de caparazón colocadas y hablaban con alguien en el interior del despacho...

La conversación se vio interrumpida por una serie de pasos que se acercaba hacía el grupo que conversaba con cierto respeto y cortesía. Solo los Volpone pudieron ver como se acercaban cuatro soldados de Tanith, uniformados, armados y preparados, los cuales eran guiados por el mismo ordenanza que condujo a los Volpone hasta el despacho de Sollus...

Se mascaba la tragedia... Tanith y Volpone enfrentados por el amor del Munitorum...

Bien, bien. Parecía que los salvajes aparecían en el momento más oportuno. ¿Serán verdad pues sus dotes de exploración? Qué ironía.

Armand no deseaba ningún tipo de conflicto, no estaba de humor. No obstante, por lo que podía observar en su indumentaria, era él quien ostentaba el mayor rango*, asunto zanjado. Se volvió al trabajador del Monitorum y le dijo – Volveré a recoger el informe en cuanto lo tenga, haga el favor de comunicármelo si tiene usted a bien.

Se dio la vuelta dispuesto a abandonar el despacho cuando decidió hacer una última pregunta – Señor Sollus, disculpe. Cuando habla usted de irregularidades, ¿se refiere problemas en la solicitud de pertrechos y armamento? Entienda que no quiero ver a mis hombres mal equipados. 

Como no, los volpone siempre en medio. Hablando con aquel tío con el que ellos tenían que hablar, e impidiendo que preguntaran por sus asuntos... Aunque, por lo que parecía, ellos no eran los únicos que estaban sufriendo retrasos en la entrega de material. 

"Hay que joderse... A veces, el munitorum se cubre de gloria él solito..."

Con aire ceñudo, y sin esperar a que el hombre respondiera a la pregunta que el sargento había planteado, el explorador se adelantó.

-¿Eres Liam Sollus?-preguntó sin muchos rodeos, fulminando con la mirada a aquel hombre. 

 - Veamos... constitución de buey, mirada arrogante y aspecto de tener un palo metido por donde no da el sol... si, deben de ser Volpone -

Claro que los uniformes lo dejaban bastante claro pero desde luego aquellos soldados coincidian con la descripción, sobre todo el sargento. Y aunque fuese la primera vez que coincidia con uno Zora había oido miles de veces los relatos acerca de la enemistad entre ellos y los Tanith; estaba claro de que debían de ser unos cretinos de gak para que ni siquiera el mayor Kolea tuviese nada bueno que decir acerca de ellos.

Pero el cretino que debía de preocuparles ahora era el inutil del munitorum al que habían venido a ver. La tiradora se quedo en un segundo plano, dejando hablar a sus compañeros y vigilando discretamente los alrededores. Nada en aquel despacho o en sus ocupantes hacía pensar que las cosas pudiesen ponerse feas espontaneamente, pero la cautela era una segunda naturaleza para la nativa de la colmena Verun.

Los Tanith entran... e instintivamente gruño. Ellos permiten que canalice parte de mi rabia que de otra forma sería indecorosa. 

Me sitúo junto a mi sargento y observo la escena sin decir palabra. Miro al hombre del monitorum... al parecer están teniendo problemas.

Stigga siguió a sus compañeros de destacamento cuando bajaron de la nave. Caminaba con seguridad y mirando a todos lados, como si estuviera buscando algo en concreto, y era lo que hacía. Quería jugar a las cartas y echar un trago. Entonces pareció ver a ese soldadito de plomo embutido en una armadura. No llevaba tanto tiempo en la GI como otros, pero sí que sabía que los que vestían con armaduras buenas o uniformes limpios, normalmente eran unos pijos remilgados de mierda.

Cuando escuchó el gruñido del otro soldadito de plomo no pudo evitar sonreír y guiñarle un ojo, a ver hasta donde aguantaban esos tipos, ella era capaz de sacar de sus casillas a mucha gente.

Mientras Logan hablaba, Stigga se quedó mirando a los soldaditos, como si estuviera pensando si divertirse a su costa, con ellos o dejarlos tranquilos.

Liam alzó la mano para acallar al hombre que había interrumpido su conversación. - Espere su turno, por favor.- Le dijo al hombre de Tanith, sin llegar a mirarle. Dirigiéndose al sargento de Volpone, continuó. - Un poco de todo. Documentos por duplicado en lugar de triplicado, sellos fuera del espacio de la casilla, firmas cubriendo la línea de puntos en lugar de estar dos milímetros sobre la misma, esa clase de cosas. Nada que requiera su atención inmediata, pero que suele ralentizar a los servidores cogitadores, que requieren precisión milimétrica en su identificación de órdenes. -Se dió un par de golpecitos en el mentón con el dedo índice.- También está el hecho de miestra autorización de distribución de equipo nos limita a un único regimiento y nos encontramos en la situación de tener que abastecer a dos, con lo que ninguno de ellos va a recibir la solicitud completa, y tenemos que asegurarnos de que la distribución de los recursos de que disponemos sea equitativa y ponderada a las necesidades reales de cada regimiento. - añadió, casi como de descuido.

El explorador tomo aire por la nariz lentamente... Aquello tenía pinta de ir para muy largo. Y lo cierto es que no le apetecía hacer esperar demasiado al mayor Rawne, era capaz de cumplir su amenaza. Con el gesto más tranquilo que pudo mantener, escuchó toda aquella cháchara burocrática que soltaba aquel hombrecillo miserable. Sin embargo, sus últimas palabras consiguieron que aquella expresión se resquebrajara como un plato de porcelana que se estampa contra el suelo. 

-¿Me está diciendo... Que sólo tienen material para un regimiento, y que nos van a soltar en mitad del Emperador sabe qué asqueroso atolladero a medio repostar? Los de Tanith ya hemos vivido esto de la escasez de materiales por culpa del Munitorum... Estuve en esa bola de gas de feth llamada Fantine, y nos soltaron casi sin munición para tomar una puñetera ciudad. ¿Y ahora está diciendo que vamos a vernos igual, pero sin suministros médicos? 

Sollus expulsó aire por la nariz en un bufido silencioso.- Creía que me había expresado con suficiente claridad. Los suministros de que disponemos serán distribuidos de la manera más equitativa posible entre ambos regimientos. Lo que significa que sus suministros médicos serán racionados, no suprimidos. - Se colocó los anteojos. - Créame que me encantaría poder abastecer completamente ambas órdenes; me ahorraría papeleo.

En mi cabeza sólo suena bla bla bla blabla... es el rollo de siempre. Total, siempre nos mandan a morir con menos equipo del necesario. No es algo que me sorprenda. Miro a la pelirroja igual que ella a nosotros. Pero sin reirme.

Me mantengo cerca de mi sargento. Espero que los tanith no nos den mucho problema. 

Un bostezo enorme surgió de la boca de la chica pelirroja mientras comenzaban a hablar de cosas técnicas y burocracia, y empezó a abrir y cerrar una mano como si fuera un algo hablando, imitando al miembro del munitorum de forma tranquila. Buscó algo entre sus pantalones, en los bolsillos, intentando encontrar algo en concreto y, al no hacerlo, puso los ojos en blanco y soltó un gruñido.

-¿Tenéis alguno algo de lho? -preguntó a sus compañeros de Tanith.

 - Humm, no, lo siento -

Respondió distraidamente a la pregunta de Stigga (la joven tendia a evitar las sustancias que pudiesen afectar a su pulso o sus nervios) mientras procesaba las increibles y desastrosas palabras del oficial del munitorum. Que aquellos tarugos pusiesen excusas para justificar su inutilidad era de esperar, al fin y al cabo parecía que nunca considerasen hecho un trabajo hasta que no invertian en ello el doble o el triple del t¡empo necesario para el mismo, pero aquello iba mucho más allá, aquello era una completa locura.

 - ¡¿Y como es eso posible?! - la indignación de Zora se hizo patente en su voz cuando se adelanto hacia el funcionario - No hablamos de unas maletas sino de los suministros de todo un condenado regimiento ¿se les paso que tenian la bodega llena a medias? ¿toparon con un bache mientras venian y se les cayeron por la ventanilla? - inspiro profundamente, calmandose un poco mientras se decía que no llegaria a nada montando una pataleta - ¿Esta enterado el Alto Mando de esto? ¿Como esperan que podamos entrar en combate sin los suministros adecuados? -

Como mi sargento está hablando con el del monitorum y la muchacha se adelanta me pongo en medio impidiéndole el paso. Caballerosamente.

Espera a que terminemos aquí - le digo sin levantar la voz y me quedo de brazos cruzado mirándola. Impidiéndole el paso hacia mi sargento en todo momento. Estos Tanith y su falta de respeto hacia todo... 

Los salvajes hijos de una hiena estaban acaparando el protagonismo, y eso no le gustaba a Armand. Lo tomó con flema y dejó hacer, de modo que los Tanith hablaron cuanto quisieron.

A decir verdad, el único Tanith era el desarrapado que había hablado con el oficial del Monitorum, el resto, vulgar escoria, eran meros parches que habían puesto a un regimiento desecho como era el de los bárbaros exploradores. Belladon y Verghast, meros aprendices de las técnicas de ocultación Tanith, un complemento lamentable para un regimiento ya lamentable per se.

Cuando la furcia pelirroja hizo la pregunta, Armand sacó tranquilamente un puro de Messina que había dejado inacabado previamente. Lo chuperreteó con regocijo para encenderlo con calma después, inspiró el humo y lo retuvo unos instantes.

Soltó el humo poco a poco, sin mirar a la pelirroja, fijando su mirada únicamente en el Tanith, quien aparentaba ser el líder del grupo. Se aproximó tanto a él como al oficial y habló pausadamente, y de forma conciliadora, algo no usual en un Volpone.

Señor Sollus, como usted seguro sabe ambos regimientos son muy diversos en su cometido – dijo refiriéndose a los fantasmas y a los Sangreazul – Nosotros somos una fuerza de choque, mientras que los fantasmas, aquí presentes, son unos grandes batidores – Cumplido que hubiese sido tal de no haber aparecido una sonrisa en el rostro de Armand.

Considero pues que haciendo una simple división, proporcional al número de miembros, conseguirá una distribución equitativa – Una pausa para dar otra calada al habano – Por lo demás, hay pertrechos rematadamente útiles para cada uno. Supongo que los Tanith no se molestarán si nos entrega todas las armaduras caparazón de que disponga. Así mismo nosotros tampoco lo haremos si les entrega excesivos rifles de francotirador, eso sí, déjenos al menos media docena, nunca sabe uno cuándo va a necesitar un poco de puntería...

Armand había reconocido al Tanith en cuanto lo vio, se conocían de otra vida anterior, o eso parecía. Un leve gesto con la cabeza indicó al veterano explorador Tanith una muestra respeto y entendimiento mutuo, o al menos eso era lo que Armand esperaba que hubiese interpretado.

No todos los Tanith eran iguales, y los veteranos autóctonos del desaparecido planeta nada tenían que ver con los nuevos reclutas. Este sentimiento, compartido por muchos Sangreazul aunque reconocido por pocos o ninguno, hacía honor a las gestas conseguidas por este pequeño y peculiar regimiento. Gaunt era tan respetado como odiado entre los Volpone, al igual que los principales líderes de los bárbaros de feth (como ellos solían decir)

El Tanith correspondió con un leve gesto al que le dedicó el Volpone. Lo cierto es que no contaba con verle vivo, no después de como le salvó el culo la última vez. Si se empeñaba en seguir entrando de cabeza en todos lados acabaría muerto, y de hecho casi le ocurrió con aquellos tiradores. Pero aún seguía vivo, así que lo mismo había aprendido algo de todo aquello.

"O lo mismo sólo ha tenido una suerte de feth..."

-Al diablo con las armaduras de caparazón. Coged todas, si es que hay alguna, somos un regimiento de infantería ligera, no unas putas tortugas. Los suministros médicos me preocupan mucho más. No tenemos absolutamente nada. Y nuestros médicos no curan sólo con palabras amables y unos golpecitos. 

El hombre se cruzó de brazos y miró con dureza al encargado del munitorum. En muchas condiciones habría tenido que mirar hacia arriba, pues en la guardia había cierta tendencia a los hombres altos... Pero aquel en concreto era un tapón, y éso le daba ventaja, al menos de cara a parecer imponente.

-La cosa es muy simple. El mayor Rawne, nuestro segundo al mando, nos ha mandado para comprobar que pasa con esos suministros médicos, y traerlos. No sé si le conoce, pero es un verdadero hijo de perra. Llevo encima una pistola láser, la carabina reglamentaria del regimiento, y, por supuesto, dos buenos palmos de plata pura. Aquí mismo, en el cinturón-dijo, acompañando las palabras con un desenvainado del cuchillo. Estaba terriblemente afilado, y parecía brillar especialmente. Empuñándolo con la diestra, empezó a urgar debajo de las uñas de la siniestra con él, con aire despreocupado.

-Podría hacerle muchas cosas con todo ésto... Pero no se aproxima ni de lejos a lo que sufriría si nuestro querido Rawne, que el Emperador le bendiga, se enterara de que hemos vuelto sin suministros médicos, y volviera en persona a pedirlos. Y, puede creerme... Sería mucho menos educado de lo que estoy siendo yo. 

Me río descaradamente ante la amenaza del Tanith. 

- Eso que es, para limpiarte los dientes? - le digo con sarcasmo y de nuevo me interpongo entre él y el del monitorum - Íbamos nosotros primero, señor Tanith, espere su turno. - repito sin apartarme de mi sargento.