Partida Rol por web

Salís disparados de la boca de la caverna justo cuando colapsa tras vosotros. Un poderoso temblor sacude todo el asteroide, y las fuerzas gravitatorias comienzan a desgarrarlo en pedazos. Enormes fragmentos de roca, algunos varias veces más grandes que vuestra nave, giran caóticamente en todas direcciones, arrojados al vacío.

Alana, con reflejos precisos, desvía y esquiva mientras las rocas pasan zumbando peligrosamente cerca de la Fénix Escarlata, dejando marcas de calor en el casco por su proximidad. Cada maniobra es un juego de vida o muerte en este caos flotante.

De repente, la alarma de proximidad suena con un pitido ensordecedor. Giráis la vista hacia el panel justo cuando un pequeño escuadrón de TIE fighters emerge de detrás de un asteroide cercano. Sus motores rugen, y sus cañones láser comienzan a disparar sin piedad, iluminando el oscuro campo de escombros mientras se lanzan directamente hacia vosotros. ¡El combate no ha terminado!

Jax volvió a gritar:

- ¡Yiiijaaa! ¡Así se hace! Pero no esta todo hecho, deberíamos maniobrar entre los asteroides poniendo distancia hasta que podamos activar la hipervelocidad de forma segura.

Por los pelos habían salido con vida del agujero en aquel asteroide, pero con el eficiente trabajo del grupo lo habían logrado. También en gran medida por la recia estructura de la Fénix. Al pensar en ello, Alana sonrió un breve instante al recordar las palabras de Anzak, su antiguo dueño y artífice de esa joya: "Esta maravilla parece una chatarra, pero nos sacará de innumerables percances. Es robusta, rápida y con potencia de fuego... o por o menos cuando esté todo terminado y en su sitio". 

-Buen trabajo chicos -comentó la capitana por el comunicador para alentar a sus compañeros-. Pero estad atentos pues no creo que nos dejen en paz.

No había terminado la última palabra cuando sonó la alarma den proximidad del panel del radar. Un escuadrón de Ties les habían encontrado y les querían dar caza.

-Sí, intentaré darles esquinazo entre los asteroides, pero con rumbo al espacio. No quiero entretenerme más de la cuenta entre tanta roca mortífera.

-Gluz y Jax, encargaros de eliminar a los que se acerquen demasiado. De todas formas podéis disparar a las rocas que dejemos atrás para que se hagan más pequeñas y sean más difíciles de esquivar para los Ties.

-Guro, sigue con los escudos, pero prepara la Fénix para dar el salto cuando salgamos al espacio -pidió la chiss mientras pilotaba con destreza pero aún dolorida por la herida de la pedrada sufrida.

La Fénix Escarlata salió de aquel asteroide hueco justo cuando se convertía en un infierno, mientras andanadas de rocas ardientes aparecían por todos lados, rozando la nave, rodeándoles y acribillando el espacio. Pero Alana lo había logrado y les había sacado de allí. Gluz soltó un aullido emocionado.

—¡Aauuuhhh! ¡Zí! ¡Muy bien, Alana! ¡Ezo ha eztado muy bien! Cazi noz dejamoz loz cuernoz, pero ha eztado bien... — recordó al Spacetrooper y cómo se había librado la chiss de él —Y eze que ze faztidie...

Había más cazas TIE en las cercanías que trataban de seguirles. Las instrucciones de la capitana eran tratar de despistarlos en el laberinto de rocas mientras Jax y el rodiano abrían fuego para complicarles la vida a los pilotos imperiales. Gluz saludó con la mano (aunque la chiss no podía verlo) y se preparó para disparar una buena salva de laser sobre los cazas perseguidores.

—¡A tuz órdenez, jefa! Lo que tú digaz.

Jaxon secundó a Gluz disparando sobre los tie para cubrir su huida.

Los cazas TIE surcan el agitado campo de asteroides como depredadores, disparando una lluvia de rayos láser carmesí que iluminan el oscuro vacío. Los haces rojos atraviesan el espacio en dirección a la Fénix Escarlata, mientras esta maniobra con valentía entre los fragmentos de roca estelar que giran caóticamente. Desde las torretas de la nave, Gluz y Jax responden al fuego enemigo, sus rayos bláster cruzando el campo en un espectáculo de luz y peligro.

El caos se intensifica cuando tres de los TIE fighters, incapaces de evitar los asteroides, ven sus cascos gravemente dañados. Sus disparos se vuelven erráticos, incapaces de apuntar con precisión al objetivo. Pero uno de los cazas, mostrando una habilidad sobresaliente, se abre paso con maniobras expertas y sus láseres impactan de lleno en los escudos de la Fénix.

El impacto hace que la nave tiemble violentamente. Las luces en el interior parpadean mientras un estruendo metálico resuena por toda la estructura. Alana, con mandíbula tensa y manos firmes en los controles, mantiene la nave bajo control, sorteando los asteroides con una destreza que parece desafiar las leyes de la física. Cada giro y cada aceleración son un acto de puro instinto y determinación.

Mientras tanto, el campo de asteroides sigue girando a vuestro alrededor, como un laberinto mortal. Fragmentos más pequeños rebotan en el casco, y las maniobras constantes obligan a los tripulantes a sujetarse con fuerza. Cada segundo cuenta; cada error podría ser fatal. La tensión es sofocante, y el rugido de los motores compite con latidos acelerados mientras intentáis escapar de vuestros perseguidores.

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Alana! Has de hacer dos tirada de Pilotar CD20 mientras escapáis de los TIE a través del campo de asteroides, una como parte de este mismo turno, y otra por la nueva ronda. Cada vez que falles disminuirán los puntos de escudo y ralentizará vuestra salida del campo en un turno, permaneciendo en combate contra los intrépidos cazas estelares del Imperio (sin bonificación por Maniobra).

En medio de la tensión, mientras la Fénix Escarlata se tambalea por los impactos y las maniobras constantes, Guro, desde la cabina de copiloto, sigue de cerca los sistemas de la nave. Las órdenes de Alana llegan claras y firmes.

Guro asiente rápidamente, sus manos se mueven con una precisión impresionante por los controles auxiliares, verificando coordenadas y estableciendo la ruta de escape. Su voz, rápida y nasal, rompe el sonido de los motores vibrantes.

- ¡Ya estoy en ello! Pero con estos temblores, estas malditas lecturas parecen... jugar a esconderse de mí! -murmura, mientras ajusta los datos de navegación. Las sacudidas del campo de asteroides no le facilitan el trabajo, pero Guro mantiene el enfoque.

Las lecturas no se actualizan correctamente, y el interferente campo de asteroides distorsiona cualquier intento de trazar una ruta clara hacia el hiperespacio.

- Ah, estos datos son un desastre! Nada se alinea! - dice Guro, con frustración evidente mientras golpea suavemente la consola con su mano, tratando de estabilizar las lecturas - Entre los temblores y estos malditos asteroides, encontrar una ruta clara es como cazar mynocks en la niebla!

Aunque su tono es de frustración, sus manos no dejan de moverse con rapidez, ajustando parámetros y reiniciando los sistemas de cálculo. La presión en la cabina es palpable, pero Guro sabe que no tiene otra opción que seguir intentándolo.

La Fénix Escarlata temblaba y se sacudía bajo los impactos del Caza TIE. Aquel pequeño aparato esquivó con gran habilidad las rocas que flotaban en una suerte de baile incierto por el espacio, y asestó un golpe muy duro al carguero de los compañeros. El meneo que causó y la súbita pérdida de energía provocó que el rodiano rebotara en su asiento. Malhumorado empezó a farfullar insultos en huttés. Porque toda la galaxia sabe que las palabrotas en huttés suenan mucho mejor.

—¡Poodoo wermo! ¡Noz ha dado bien! Pero ezto no va a quedar azí, impe... no... ahora veráz...

Gluz apuntó al TIE que se había acercado tanto y les estaba castigando. Contuvo la respiración un par de segundos hasta que el visor de la pantalla fijó el blanco en el centro del haz laser... y pulsó el botón de fuego. Con satisfacción vio que impactaba en la nave imperial, aunque no parecía suficiente para acabar con ella. El rodiano sonrió e hizo un discreto ruidito de triunfo con la boca. 

-¡Maldito cabeza cubo! -murmuró entre dientes la capitana al recibir el impacto del TIE sobre la Fénix, haciendo que todo se tambaleara dentro de ella.

Con una determinación inquebrantable, Alana  maniobró con suma destreza entre los asteroides, realizando rizos, giros y paradas, poniendo a prueba la maniobrabilidad de la Fénix. Conocía esa nave mejor que nadie y sabía de lo que era capaz, por eso la exprimió sacando lo mejor de ella como nave y de ella como piloto.

-Seguid así, chicos, lo estáis haciendo muy bien. Es difícil, pero no imposible. Acabad con ellos -alentó la chiss a sus compañeros sabedora de que a todos les venía bien una palmadita en la espalda para que cogieran confianza y se desenvolvieran mejor en su tarea.

-Guro, no flaquees. Sigue buscando la ruta. Haz un primer salto cercano, fácil de hacer y una vez liberados de nuestros enemigos, con más calma, haremos el salto que nos lleve al punto que queramos -le propuso Alana como alternativa. Debían salir de allí tanto por librarse de los asteroides como de los TIEs, pero sin un salto calculado, no sería posible.

Jaxon lanza un disparo pero el TIE se refugia tras un pequeño asteroide que absorbe el impacto.

- ¡Maldita sea!

Alana, con una mezcla de concentración y audacia, guía la Fénix Escarlata a través del peligroso campo de asteroides. Los controles responden con precisión bajo sus manos expertas, y cada maniobra parece un acto calculado, una danza fluida entre las gigantescas rocas que giran y chocan a su alrededor. Su éxito en el pilotaje no solo mantiene la nave intacta, sino que también confunde a los cazas TIE que intentan seguir su rastro.

Mientras tanto, en las torretas, Gluz y Jax se enfrentan en un entorno que hace del combate un desafío constante. Las velocidades de las naves, junto con los fragmentos de roca errantes, dificultan apuntar a los pequeños y ágiles cazas imperiales. Aun así, Gluz, con la destreza de un cazador nato, ajusta su disparo y el rayo láser impacta de lleno en uno de los cazas, que comienza a chisporrotear y desprender humo de su casco destrozado. El caza gira sobre sí mismo descontroladamente antes de estrellarse contra una enorme roca, explotando en un estallido brillante que ilumina por un instante el campo de asteroides.

Los otros tres cazas continúan la persecución pero sus maniobras se vuelven más erráticas, cada vez más descoordinados por las maniobras impredecibles de Alana y el entorno hostil. Disparan desesperadamente hacia la Fénix Escarlata, sin embargo, el rayo láser de uno de ellos impacta de lleno a su propio compañero. 

La explosión es instantánea. El caza impactado estalla en mil pedazos, enviando fragmentos metálicos girando por el espacio. Los dos cazas restantes, con apenas tiempo para reaccionar, atraviesan los restos a toda velocidad, reanudando su persecución frenética. A pesar de la pérdida de uno de los suyos, los imperiales no aflojan la presión, y sus cañones láser continúan disparando sin tregua, pintando el espacio con destellos rojos.

Mientras tanto, en la cabina de la Fénix, después de incontables ajustes y maniobras en la consola de navegación, Guro consigue estabilizar los datos y trazar una ruta segura hacia el hiperespacio. Los números en el panel dejan de parpadear erráticamente y, con un leve zumbido, la ruta calculada se proyecta en la pantalla. La tensión en su rostro da paso a una mueca de satisfacción contenida.

Los rayos láser de los TIE fighters continúan surcando el espacio, reflejándose en los paneles de la cabina y añadiendo un tono rojizo al entorno mientras Guro, con su característico tono de voz, algo más grave que el típico sullustano, informa a Alana de su éxito.

- ¡Ruta lista! ¡Tenemos un camino claro hacia el... - un silencio repentino, cortante

- ¡¿Qué...!? ¡Que me lleve un rancor! - exclama Guro con asombro absoluto, como si ante él hubiera aparecido de repente el mismísimo Emperador Palpatine en persona.

El punto que iba a ser vuestra gloriosa salida del campo de asteroides se oscurece repentinamente, devorado por una sombra imponente y colosal que parece engullir incluso a las rocas errantes. Ante vosotros, un destructor imperial se materializa, una amenaza formidable decidida a evitar que logréis escapar justo en el preciso instante en que la libertad parecía estar al alcance de la mano.

Jaxon aulla por el comunicador:

- ¡Sacanos de aquí Alana o seremos mierda de Bantha!

Alana sonreía al saber que los TIEs se estaban quedando atrás y más cuando escuchío el "yijaaaa" de Gluz confirmando el impacto y destrucción de uno de los que le perseguían a menos distancia. Por si fuera poco esos éxitos, Guro comenta que tiene la ruta calculada. Estaban salvados.

La chiss agarró el mando del hiperimpulsor y mirando al espacio que tenía delante informó a la tripulación por el comunicador: -Bien chicos nos vam...

No terminó la frase, pues una pesadilla hecha realidad se materializó delante de ellos. Un destructor imperial apareció por el punto que iban a tomar como salida. -Putamadre... -dijo cambiando de rictus al instante, apretando las mandíbulas y sin apenas abrir los labios.

-¡¡Agarraos!! -La privilegiada mente de la chiss concibió una alternativa ante la mayúscula y abrumadora fuerza que se les venía. Era arriesgado pero había que salir de ahí.

Tras el aviso la capitana tomó nuevamente los mandos y volteó la Fénix para poder situarla mejor para el tan esperado salto. -Vamos pequeña sácanos de aquí que esto se está poniendo feo -habló a la nave algo que había visto hacer a Anzak, anterior dueño e ideólogo de la misma, y que al final le funcionaba. 

Una vez colocada como quería aferró nuevamente la palanca del hiperimpulsor y la accionó.....

La Fénix Escarlata vibra bajo el intenso fuego de los cazas TIE. El interior de la nave está envuelto en el sonido ensordecedor de alarmas y órdenes entrecortadas. Desde la cabina de mando, Alana mantiene la mirada fija en los controles, ajustando las maniobras con precisión quirúrgica. Su rostro azul, iluminado por las luces intermitentes, permanece sereno a pesar del caos.

Gluz ruge improperios desde la torreta superior. Sus dedos aprietan los controles mientras los disparos láser de color verde cruzan la vista de su mirilla. Al otro lado, en la torreta inferior, Jax lucha por mantener el ritmo, con los ojos fijos en el caza que desciende en picada hacia ellos. "¡Este es mío! ¡Lo mantendré ocupado!", grita con confianza, soltando una ráfaga que impacta de lleno en un TIE, convirtiéndolo en una explosión de fragmentos incandescentes.

Mientras tanto, el Destructor Estelar espera a la salida del campo de asteroides, un coloso imperial cuya silueta eclipsa las estrellas. Su rayo tractor destella, rozando la nave con sus filamentos de energía mientras Alana realiza una maniobra de evasión arriesgada. "¡Esa cosa no nos va a atrapar!", murmura con determinación, mientras la chiss gira bruscamente el timón y coloca la nave en un ángulo imposible para los sensores imperiales.

Alana ajusta un interruptor y mira a través de la vista táctica. "Gluz, Jax, dadme una ráfaga que despeje la ruta. ¡Voy a meter la nave en el hiperespacio ahora mismo, aunque reviente el núcleo si hace falta!".

"¡Entendido!" Los artilleros unen sus esfuerzos en una lluvia de disparos perfectamente sincronizados, derribando las últimas rocas que delimitan el campo de asteroides y abriendo un nuevo hueco alejado del Destructor.

"¡Ahora o nunca!" Alana empuja la palanca del hiperimpulsor hacia adelante. Un segundo de vacío total envuelve la cabina, seguido de un estallido de luz azul. La Fénix Escarlata se lanza al hiperespacio justo cuando el rayo tractor del Destructor Estelar vuelve a dispararse, quedándose vacío en el espacio.

El silencio reina por un momento en la nave. Los sistemas dejan de emitir alarmas, y las luces vuelven a su tono normal. Alana suelta un largo suspiro, apoyando las manos en el panel de control. "Estamos a salvo... por ahora."

Desde la torreta, Gluz y Jax sonríen con alivio.

En el asiento de copiloto de la cabina, Guro deja caer la cabeza sobre el terminal, jadeando. "Gracias... no sé cómo lo has logrado, pero gracias."

A bordo, la atmósfera es una mezcla de alivio y tensión mientras los motores ronronean con un ritmo constante. La nave surca el hiperespacio en dirección a la base oculta de la Mano Fantasma, la célula rebelde que os contrató, llevando consigo a los supervivientes de la Damisela Estelar y los datos secretos que podrían inclinar la balanza contra el Imperio. Entre las estrellas, la esperanza se mantiene viva, a pesar de las cicatrices dejadas en la Fénix por el último enfrentamiento.