Partida Rol por web

 Roderigo se percata del gesto del señor que les está dando los dineros, y aunque la curiosidad mató al gato...Roderigo se arriesgó:

-Pasa algo señor, le veo algo pesaroso. Quizá pueda ayudar en algo?

Tenía que ganarse la confianza del grupo, por lo visto recelaban un poco de él.

 Antón había dormido placidamente. Pese a que el jergón donde había pasado la noche no era el lugar mas comodo y decente para alguien de su posición no tubo problemas para dormir y nada lo despertó en la noche. A la mañana siguiente cuando bajo al alba a desayunar  con el resto del grupo se encontró a Roderigo hablando con Don Carlos, que en verdad parecía apesadumbrado.

Acercose entonces Antón y junto a Roderigo le preguntó por su estado, ya que contra todo pronostico,él mas que ningún otro debería encontrarse con buen animo despues de los rezos del dia anterior.

Era agradable pasar una noche tranquila, en un mullido colchó y alejado del "mundanal ruido". Entre aquellos muros se respiraba recogimiento. Si no fuese porque a ojos de un judío como Kalev aquella voluntad de autoenclaustrarse le parecía más bien ridícula podríamos afirmar que el enano sintió una verdadera devoción por aquellos hombres. Para un burgués la ciudad lo era todo... pero dadas las circunstancias que rodeaban al judío el haber salido de la gran urbe que suponía Barcino había supuesto un soplo de aire fresco. La tranquilidad del campo, la placidez de la vida sencilla se tornaba un objetivo interesante aunque sólo supusiese un capricho temporal... no estaba de más disfrutar de él mientras durara. Era un viaje interesante, necesario y, además remunerado. Si no hubiese que soportar el parloteo del tal Roderigo sería casi idílico.

Además en el Monasterio toda la comitiva de Don Carlos se apresuró a seguirle de un lado para otro a todos los oficios, visitas a reliquias, altares y demás idolatrías cristianas. Kalev símplemente descansaba del viaje dentado en un banco en el cláustro bajo los frutales. Aquellos religiosos tenían allí todo lo necesario para vivir... y, además, no habían ofrecido discriminación de trato para con el hijo de la estirpe de David. Curioso cuanto menos.

La noche pasó y Kalev se sentía descansado y lleno de energía... justo al contrario que Don Carlos. ¿Acaso no habría encontrado reposo en sus sueños? De cualquier manera, si así iba a ser el viaje, ¡que buena decisión tomó al aceptarlo...!

Tras una noche sin contratiempos en el monasterio se me había olvidado lo que era dormir al raso. Aunque a mi me gustaba dormir entre los árboles y contemplar las estrellas, siempre que el tiempo lo permitía, dormir en catre era siempre bien recibido. Me dirigí al comedor siguiendo las indicaciones de algún fraile que pasaba por allí, el hambre apremiaba y debía comprobar si además de un buen descanso los frailes eran capaces de proporcionarnos una buena comida, al menos a mi persona pues ya sospechaba que la comida de un monasterio no estaría a la altura del paladar de mi señor Don Antón o de Don Carlos. Quizás por esta razón cuando entré en el comedor y tomé asiento junto a mi señor pude observar el extraño semblante de Don Carlos.

"Pues tampoco es para tanto -pensé- la comida está bastante bien, estos nobles..."

Y sin más, degusté lo manjares que la iglesia nos ofrecía.

 Aunque había descansado bien, me sentía un poco incómodo. Nunca me había gustado demasiado la Iglesia, y esas estatuas que había por todos lados me infundía temor.

Por otra parte, ver a Don Carlos tan distante me incomodó aún más, así que estaba un poco susceptible y algo más alerta de lo normal.

Me acerqué con mi amo a ver a Don Carlos y esperé impaciente la respuesta a la pregunta que Roderigo había hecho, cada segundo que pasaba sin que contestara me sentía más incómodo.

Meneando la cabeza mientras  da un mordisco a un trozo de tocino algo duro - No es nada en realidad, sólo que he tenido un sueño muy extraño esta noche.  Fue uno de esos sueños que se presentan entre el umbral del dormir y el despertar, a medio camino entre ambos, tan real que uno no está seguro uno de haberlo soñado o vividor. Durante un segundo me pareció que no estaba solo en la celda , había allí una gigantesca figura, vestida con una extraña armadura negra que hizo que se me helaran los huesos.

Parecía como si estuviese pesando algo en una balanza, y la figura estaba sorprendida por que los dos objetos que había puesto en ambos platillos equilibraban exactamente la balanza... - Se muestra apesadumbrado.

Tras dar cada uno buena cuenta del desayuno, procedéis a recoger vuestras pertenencias y montar de nuevo la caravana ambulante, colocando de nuevo aparejos, sillas, etc... Cuando ya lo tenéis todo dispuesto, procedéis a despediros de los hermanos que tan amables han sido con vostros y tan exquisito trato os han dispensado, poco antes de partir visitáis la sala donde se encuentra el Cáliz, un cáliz sencillo, labrado en plata y con poca ornamentación. Allí Don Carlos reza varias oraciones y podéis ver como varias lágrimas surcan su rostro.

Tras los rezos, partís del monasterio rumbo a la frontera, hoy cruzaréis al Reino de Navarra. Todos estáis nerviosos y la tensión puede cortarse con un cuchillo...

Antón se acercó a Don Carlos despues de los rezos y trató de animarle.

- Bueno, Don Carlos, no se preocupe. Al fin y al cabo es solo eso, un sueño. Alegre esa cara, hoy partimos de nuevo y cada vez queda menos para llegar a santiago. 

Aun asi, Antón quedó preocupado. Tener un sueño como aquel en un lugar sagrado, no era un buen augurio.

Kalev se permitió unos minutos más de reposo mientras sus compañeros de viaje hacían alabanzas a una estúpida copa que, supuestamente, había recogido la sangre de Jesucristo mil años atrás. Idólatras estúpidos... ¿cómo podían pensar que un simple carpintero, por muy hijo de dios que fuese, tuviera una copa de plata? En fin... no era intención ni ánimo de Kalev entrar en una discusión sobre teología.

Sin embargo si lo era mantener el ánimo de su mecenas de la mejor manera posible. Don Carlos seguía taciturno a la salida de del Monasterio. Dibujó una sonrisa leve para despedirse agradecido de los monjes que tan bien le habían atendido pero sobre su cabeza aún planeaba la sombra de aquel mal sueño.

- Si me permitís la osadía, mi señor de Mayoral... - irrumpió Kalev - ... creo que eso del mal sueño son tonterías. Y no es que quiera quitarle importancia o significado a su pesar pero no termino de creer en esas cosas. Hace algún tiempo conocí a un viejo judío que se jactaba de interpretar los sueños de los hombres y, aunque había mucho de superchería en sus palabras, algo de verdad si que se podía extraer. Este viaje tiene como objetivo que usted presente sus respetos al apóstol Santiago representado en su visión como esa figura imponente y regia que le juzga. Pero a pesar de su buen corazón y su honra intachable tiene miedo de que el Santo le reproche la cantidad de vidas que se ha llevado por delante en las guerras... sin embargo incluso en el mismo sueño la balanza se equilibraba y la figura quedaba complacida. Piénselo... sólo son nervios. 

Dicho esto el judío se subió a duras penas a su carro para comenzar el camino. El Reino de Navarra les aguardaba... sólo esperaba no ser objeto de hostilidades.

Mientras cabalga reflexionando en las palabras de Kalev, Don Carlos , en un momento dado de la marcha se acerca al pequeño carromato del Judío y le comenta en voz alta de manera que podáis escucharlo todo el grupo:

- He estado reflexionando sobre vuestras palabras, y creo que puedes tener razón. Mi corazón está manchado con la sangre de incontables muertes, y lamentablemente, no toda esa sangre derramada lo ha sido de infieles. Puede que mi sueño tenga que ver con este viaje, con esta penitencia que me he impuesto y con la necesidad imperiosa que tiene mi alma de ser salvada antes de la muerte que ya planea sobre mi persona.

- Grita bien alto -

Señor, gracias por haberme enviado a este hombre, a buena fe sabía que no me equivocaba con él, pese a ser de otra religión y no ser hombre de lizas, su ingenio e inteligencia no tienen parangón.

-

Una vez que Don Carlos hubo proclamado a los cuatro vientos su rotunda fe y su confianza en el judío, todo volvió a la normalidad y pudimos seguir el camino. De nuevo me picó la curiosidad de observar al mastín de Don Carlos así que cabalgué hasta ponerme a su altura.

- No se si os lo había dicho ya, mi señor - dije tartamudeando un poco- pero vuestro mastín es un ejemplar magnífico, le aseguro que nunca había visto un perro con ese porte... y eso que yo sé un poco de perros, de caza sobre todo...

Miré a Don Carlos con una sonrisa esperando no haberle ofendido, no había dicho nada malo pero con los nobles nunca se sabe.

 Antón se quedó mirando sorprendido al judio. Hasta ahora no le había otorgado ningun merito ni ningun motivo de encontrarse entre ellos, pero ahora demostraba tener labia y sabía como animar a Don Carlos, de una manera, que al menos desde el punto de vista del noble, no le parecía ocultar ninguna traición. 

-Asi me gusta Don Carlos, levante ese ánimo. Dentro de poco estaremos en Santiago-dijo siguiendo la corriente que había en el grupo, tratando de que todos siguieran adelante.