En un claro no muy lejano Ernesto yace tumbado bocaarriba, sangrando del estómago como un auténtico cerdo en matanza, agarrándose con las dos manos la herida. Junto a él, Don Carlos mira al hombre con gesto compasivo, Roderigo sangra por uno de sus hombros, pues también ha peleado y ha sido herido igualmente, pero de menor gravedad y ayuda pese a estar herido a su amigo Ernesto.
Roderigo es todo un ejemplo de compañerismo y de sacrificio por los demás. En ese momento irrumpe en el claro Samuel cargando con el Vizconde, que tiene el brazo izquierdo colgando y de su espada no hay ni rastro. Samuel viene ileso. En cuanto al pobre Kalev... bueno todos habéis visto como ha caído. Es imposible ir a por él en estas circunstancias.
Ileso, con la armadura roja de la sangre de sus enemigos, pese haberse distinguido en el combate el gesto de Don Carlos es de tristeza, al ver a Samuel cargar con el Viconde - ¡Gracias a Dios! Pensé que también estábais los dos muertos. ¿ Habéis visto a Álvaro ? - señalando al Vizconde-tumbadlo ahí y dejadme echarle un vistazo a sus heridas.
Abro los ojos y veo a Roderigo esmerándose en curar mi herida.
-Quizás la primera impresion que tuve de él no fuese del todo correcta.-Pienso para mí mismo mientras sonrío y doy gracias a Dios por seguir vivo.
-Mu... muchas gracias Roderigo -Digo a mi compañero con un hilo de voz, tartamudeando y jadeando a causa del dolor-. De verdad que... que no sé que hubiese sido de... de mí si no me hubieras ayudado. Me siento como un cerdo en una matanza, solo que con la diferencia de que a mi no me vais a sacar las tripas, ¿verdad? -Bromeo sonriendo, aunque realmente no me haga mucha gracia, pero quiero quitarle tensión a la situación-, debo... debo de estar poniéndote perdido de sangre, te lo compensaría con unas ropas nuevas, pero desafortunadamente no tengo ni un vellón -Esto último lo digo entre risas, lo que me hace estremecer de dolor.
En ese momento, Don Carlos nos pregunta que si hemos visto a Don Álvaro.
-No, señor -Le respondo con una voz débil-. No le he visto por ninguna parte, espero que esté bien.
Ciertamente, no había tenido casi relación con Don Álvaro, pero a pesar de su edad, había luchado como un valiente y Don Carlos parecía algo consternado por la ausencia de noticias.
Poco después oigo pasos y el sonido del metal de una armadura al chocar. A duras penas, giro mi cabeza mientras gimo por el daño que me causa la herida para ver quien llega. La imagen es aterradora y ciertamente anonadante: con un brazo colgando, casi separado del resto del cuerpo, y colgado de un heroico e ileso Samuel, el vizconde de Muel irrumpe en escena bajo la mirada preocupada de todos los que le vemos.
-Mi... mi señor, ¿qué os ha pasado? -Pregunto a Antón intentando levantar la voz, aunque eso me hace dar un aullido de dolor al hacer fuerza con el estomago.
Viendo que probablemente no esté en condiciones de contestar, se lo pregunto a Samuel.
-¿Qué... qué le ha pasado a nuestro señor? Por cierto... menuda suerte que... que has tenido amigo mío, ¡Quién diría que ba... bajo esa apariencia se esconde un feroz guerrero! -Le digo a mi amigo con una media sonrisa en la cara.
-En verdad la situación de Don Antón es preocupante, espero que salga de esta -Pienso mientras pongo una mueca en mi rostro al mezclarse el dolor de la herida y el imaginarme a mi señor muerto.
Entonces, con este pensamiento de la muerte de mi señor, me acuerdo de Kalev, el judío, allí tirado, en el suelo, inmóvil, con la cabeza... Nada más recordar eso, también recuerdo vívidamente el golpe de lanza que recibí y uelvo a mirar el brazo de Don Antón. Todo esto hace que tenga que reprimir a duras penas una arcada, loqcual me hace volver a estremecerme de dolor, aquello era un calvario.
Pensé que sacar el tema del enano en ese momento no era buena idea, ya estábamos todos bastante preocupados y con la cabeza ocupada como para tener que lamentar otra muerte, así que decidí posponer su mención hasta que el panorama se estabilizara.
Si he escrito demasiado lo siento, esque me vino la vena escritora y quise aprovecharla xD
Roderigo se encuentra con el resto de su "tropa" en el camino de retirada. Al ver los gestos de las caras y las heridas de casi todos los que habían compartido camino con el se maldice por no haber luchado mas fervientemente.
-Siento no haber sido de más ayuda. No es que sea un gran guerrero pero he hecho lo que he podido. He visto a uno de los bandidos escaparse y lo he matado, aunque casi resulta al revés . Huía mientras sus compañeros luchaban, seguramente a pedir refuerzos. Al volver me he encontrado con una huida en masa...y los he seguido
Al llegar a un claro donde se veían mas o menos a salvo, le indicó a Ernesto que se tumbara.
-Vamos compañero, necesitas atención, y en ese campo soy algo más diestro.
Sin esperar apenas unos segundos, Roderigo se rasgó varios trozos de tela de sus vestimentas y presionó la herida de Ernesto como pudo.
-Esto te va a doler, pero no hay otra manera ahora mismo - al mismo tiempo buscó un palo y se lo puso entré los dientes a Ernesto- .Aprieta la madera con tu mandíbubla, pero procura no gritar, aún no estamos lo suficientemente lejos del peligro.
Presionando la herida, espero a que la hemorragia cesase, y le aplicó un vendaje, al mismo tiempo que rezaba por llegar a tiempo a un sitio donde poder coserle la herida.
Cuando parecía que Ernesto estaba un poco más calmado (no sabía si por la cercanía a la muerte o por haber parado la hemorragia y estar mas estable). Apareció Samuel con el Vizconde a cuestas. POR DIOS, a Don Antón le faltaba poco para perder uno de sus brazos. En ese momento, apareció Don Carlos para examinar las heridas del valiente de Muel.
-Señor, si os puedo servir de ayuda avisadme, sé algo de primeros auxilios.
Viendo que todo el mundo estaba atendido o estaba suficientemente bien para no necesitar atención inmediata, se dio cuenta de la falta de Kalev, aquel judío con el que había "simpatizado" a su manera, quizá fuera el más afín a el de todo el grupo.
-¿Y Kalev?...
La pregunta quedó en el aire, pero las caras de sus compañeros le sirvieron como respuesta.
-Entiendo...
Rezaría por él, aunque no fuese cristiano.
Crucé el campo de batalla con el cuerpo de Don Antón a hombros hasta llegar a donde el resto del grupo se había reagrupado. Se alegraron de verme llegar con mi señor, sobre todo Don Carlos. Posé el cuerpo de Don Antón cerca de un árbol, con mucho cuidado de no moverlo para que no se abrieran las heridas que tanto me había costado cerrar. Cuando deposité mi pesada carga sentí un gran cansancio, hasta el momento no había tenido tiempo de reflexionar sobre lo ocurrido.
- No sé como ocurrió... fallé el tiro en el puente, pero... pero - hablaba en voz baja y con la mirada perdida - eran demasiados ¿como ibamos a ganar?
Ernesto estaba tendido en el suelo, aunque seguía consciente gracias a que Roderigo le había asistido. No había rastro de Kalev, y allí todos se preguntaban que había sido de él, y solo yo sabía la triste realidad.
- Tuve que elegir... los dos estaban ahí tendidos, pero Don Antón es mi señor y a él le debo mucho - estaba verdaderamente afligido por no haber podido ayudar a ambos- Echaré de menos a Kalev, era un pagano pero al final luchó por nosotros... estoy seguro de que irá al cielo, o a donde sea que vayan los judíos.
- Don Carlos, me temo que no he visto a Don Álvaro - bajé la cabeza en un gesto solemne - ¿y la señora? ¿qué habrán hecho con ella esos bastardos?... ¿y que haremos nosotros ahora, Don Carlos?
Con resignación- Ya nada podemos hacer por Ibarrela y por sus gentes, tendremos que dejarlo en manos de esos malnacidos y rezar a Dios para que el Rey tome medidas, o que el Señor de la aldea vuelva. Vi como por lo menos quedaba la mitad y míranos a nosotros -dice mirando a Don Antón y pensando también en el judío -no, no arriesgaremos más vidas. ¡ Recoged a los heridos ! , continuamos nuestro camino- dice echando una última mirada en dirección a la aldea.