Partida Rol por web

- Arlan, Tercio y Lazerus llegan a las inmediaciones de la Tercera Unión de Trabajadores de Tantalus.

- El lugar parece una especie de bar y punto de reunión. El Condominio Tantalus lo preparó para que lo utilizasen sus trabajadores. Tercio sabe que esto es una práctica común de muchas corporaciones, se trata de vaciar los bolsillos de sus levas del poco dinero que les pagan.

- Incluso desde fuera se aprecia que el lugar ha cambiado bajo sus nuevos patrocinadores. La fachada tiene un aspecto mugriento e incluso se aprecian en ella algunos agujeros de bala. Los clientes habituales actuales son narcotraficantes, pandilleros nerviosos, bebedores malhumorados y adictos colocados, criminales reincidentes y macarras de diversa catadura.

Hay una especie de guardia en la puerta, vestido con andrajos de sintecuero malcosidos y equipado con una linterna y un revóler.

Os mira fijamente con sus ojos inyectados en sangre.

- "¿Quiénes sois vosotros y qué queréis? ¿De dónde venís?" -

El psíquico echó una escueta ojeada al portero, para después desplazar su mirada sobre la escasamente iluminada fachada del edificio de la Unión de Trabajadores. Como el resto de Coscarla, también aquel lugar parecía haber evolucionado al compás del resto del barrio, tras la caída del Condominio Tantalus. De ser una zona habitable había pasado a ser una pesadilla, donde la población vivía en la más absoluta miseria, acorralada por la pobreza y el miedo. El mismo lugar del que procedían, un viejo pero respetable hospital, se había convertido en un infierno donde la herejía campaba a sus anchas y sometía a las población a atroces experimentos, experimentos a los cuales también había sometido a algunos de los inquilinos de la Unión de Trabajadores.

- Venimos del mismo infierno, como atestiguan nuestras heridas y la sangre de nuestras ropas - respondió el psíquico alzando su quimilámpara para iluminar las trazas de batalla en su propio rostro y abrigo -. Ser, somos mercenarios y el qué queremos... Es a nuestro líder a quien corresponde decirlo.

Ésta era la tercera vez que el grupo de inquisidores trataba con los narcos de Coscarla. La primera vez los narcos fueron una distracción que pudo haber acabado en un tiroteo inútil. La segunda vez fueron un recurso que no pudieron utilizar. La tercera vez tenía que ser definitiva, pues los tres inquisidores que quedaban en pie no podrían enfrentarse en solitario, una vez más, contra los aliados del Cirujano.

La mirada de Tercio traspasaba al narco que se habían encontrado en la puerta. Su mirada reflejaba su determinación y la gravedad del asunto que tenía que tratar.

- Trae a tu lider. Somos los mercenarios de la Alianza Coblast y tenemos que hablar de asuntos que atañen a Coscarla. Asuntos relacionados con ésto. - Tercio levantó la cabeza cortada de recuperador de cadáveres, para que el narco pudiera saber qué era. - Date prisa.

El narco-pandillero mira unos segundos en silencio la cabeza cortada de un Ladrón de Cadáveres. Después se mete en el edificio a toda prisa.

Un breve rato más tarde salen del edificio un total de seis pandilleros armados y al poco aparece su jefe.

Un hombre imponente, enmascarado y con el cuerpo cubierto de cicatrices, sale del local.

Se os queda mirando largo rato antes de hablar.

- "Mercenarios de la Alianza Coblast... He oído hablar de vosotros, se dicen muchas cosas de los Coblast en la Colmena.

Hay quienes dicen que sois tipos duros, supongo que en vuestro caso no es exagerado.

También se dice que entre los vuestros se aceptan asombrosos índices de bajas. Sólo sois tres, malheridos, y queréis seguir luchando. Una increible dedicación para unos mercenarios, admiro eso.

Espero no estar nunca bajo el punto de mira del Coblast.

Voy a ser sincero: pacté con el Cirujano cuando llegó al barrio. Pensé que era un buen pacto, él me vendía sustancias químicas y drogas a precios muy bajos, yo a cambio no interfería en sus asuntos.

Todo bien, al principio, pero luego todo empezó a cambiar a peor. Primero de los trece agentes del Magistratum local de repente sólo había una cara conocida entre ellos, el resto eran forasteros. De los auténticos agentes, nada se sabe, esfumados. De haber sido eso sólo, todavía, pero luego empezaron las desapariciones.

Siempre ha desaparecido gente, yonkies con deudas, escorias diversas. Trabajadores comunes menos, y mucho menos como ahora. Se dice que faltan cientos de sus casas. Cientos.

El Cirujano da miedo, y su gente también, pero vosotros les habéis dado una lección. Es una apuesta arriesgada, si perdéis mi cabeza estará en serio peligro, pero si ganáis respiraré más tranquilo.

No digais nada, no quiero saber nada. Vuestra broma telefónica fue de pésimo mal gusto, sólo por eso he estado a punto de no mover un dedo por vosotros.

Os cedo a seis de mis hombres, estos que veis. No están borrachos ni colocados. Obedecerán vuestras órdenes, aunque no son locos suicidas ni fanáticos.

Para bien o para mal, espero no volver a veros." -

El líder criminal se retira al interior del edificio, dejando fuera a sus seis sicarios, que esperan vuestras órdenes.

El psíquico miró a Tercio. La arenga de Lunz apenas le había sorprendido cuando había mentado su implicación en los turbios asuntos que se movían en el Refugio Tantalus de desfavorecidos, salvo en su apartado final. La concesión de ayuda. Sin embargo, su inmediata retirada había dejado a Itsua con preguntas por formular, como la identidad del Cirujano o la petición de material, básicamente granadas. Si tenían éxito en su misión o si sobrevivían, aquel gesto de supuesta generosidad, que no era tal, acabaría con la red de narcotraficantes una vez que las fuerzas inquisitoriales entraran en Coscarla y la peinaran de arriba a abajo. Pero eso, su actual e interesado aliado lo ignoraba.

- ¿Alguno de vosotros dispone de granadas o de material explosivo o flamígero que pueda usarse a distancia? - preguntó a los sicarios de Lunz.

En verdad... sus caminos son misteriosos se dijo el tecnosacerdote al escuchar las palabras del líder de aquel atajo de parias. Sin ni siquiera tener que recurrir a la persuasión, sin haber dejado caer su fachada. Debía ser su día de suerte. Exceptuando las heridas fatales de los tres miembros que seguían en el refugio por supuesto.

Quizá acepten ponerles unas prótesis mecánicas. Me encantaría tener oportunidad de ver el proceso en vivo.

Arlan no se daba por satisfecho, mientras tanto. Granadas. La verdad es que resultaron de gran utilidad en el Refugio. No estarían de más.

- "Sólo llevamos lo que veis." - Dice el que parece llevar la voz cantante.

Los pandilleros llevan ropas de sintecuero que apenas se cualifican como una armadura primitiva.

Cada uno lleva además una navaja, un revólver sencillo, con una docena de balas extra al cinturón, y una linterna.

Eso es todo y además por la forma como se ha cerrado la puerta de la Tercera Unión de los Trabajadores (se han corrido unos cuantos cerrojos), está claro que no vais a recibir ninguna ayuda adicional, ni tampoco respuestas a pregunta alguna.

Al final había sido tan fácil... No fue necesario sobornarles, intimidarles, manipularlos con los poderes de Arlan, ni siquiera mencionar los planes del Cirujano para destruir Coscarla cuando terminara. Pero después de fijarse en cuántos eran y cómo iban pertrechados vió que les ayudarían tan poco... "Sólo tratan de sobrevivir día a día. Han sido abandonados y ya poco les importa, ni siquiera lo que les pueda ocurrir después de una semana..."

- Tenemos que ponernos en marcha.

Mientras andaba en dirección a la estación preguntó a los narcos.

- ¿Conocéis la Comisaría? ¿Si tiene otras salidas? ¿Hay otros modos de salir de esta división? - Esta vez no podía escapar nadie.

- "La Comisaría tiene al menos una entrada principal y otra trasera.

Aparte del tren, la otra salida de Coscarla Sur es la Salida a la Arteria, un túnel lo bastante amplio como para dejar salir a la vez dos macrotransportes. Unas puertas de acero bloquean el acceso durante el Ciclo Nocturno o cuando el Magistratum declara un aislamiento (lo que incluye control y cierre de las salidas y de las telcomunicaciones)." -

Itsua escuchó en silencio mientras su cabeza trabajaba.

- Tercio, no sabemos a cuántos enemigos tendremos que hacer frente, pero estaba pensando que contamos con sus comunicadores y que tal vez podríamos, con algo de suerte, dividir sus fuerzas. Si contactamos con ellos, podríamos, a través de un mensaje breve, pedir refuerzos señalando que han caído varios de los "suyos" - dijo entrecomillando la palabra con sus manos - pero que la victoria está próxima siempre que lleguen esos refuerzos. ¿Qué opinas? - preguntó sin hacer amago de mover un dedo antes de que su líder se pronunciara.

- Podría funcionar... Sin duda ya sabrán que los que enviaron antes han caído pero al menos no esperan que seamos tantos.

-

Nos acercaremos con cuidado y tomaremos posiciones cubriendo las dos salidas de la Comisaría, así que haremos dos grupos. Recordad, lo más importante es acabar con el Cirujano. Si él cae, sus matones se quedarán sin cobrar y probablemente se retiren. Si consiguen abrirse paso, tomaremos la Comisaría, desde allí quizá podamos avisar a nuestros contactos y puedan hacer algo.

El psíquico movió la cabeza afirmativamente ante la respuesta de Tercio. Hizo un gesto con la mano pidiendo silencio y procedió a conectar el comunicador que llevaba y que había pertenecido a uno de los falsos magistratum.

- Necesitamos refuerzos - dijo con una voz que demostraba urgencia a través del comunicador -. Han caído algunos de los nuestros pero los tenemos rodeados y sufren importantes bajas. Pero para asegurar, necesito más hombres.

Tras sus palabras, cortó la comunicación.

- Hecho. No sé si servirá, pero había que intentarlo. Cuando quieras, nos ponemos en marcha, jefe - dijo sonriendo socarronamente.

ARLAN HEX:

- Tirada de Engañar, para ver cuán convincente ha quedado la llamada.

CAMBIO DE ESCENA PARA ARLAN, TERCIO Y LAZERUS.

SIGUEN EN: COLMENA SIBELLUS: DIVISION COSCARLA.

ESTA ESCENA SE CONSIDERA CERRADA.