Partida Rol por web

ASALTO 1.

Una triste y vergonzosa escena. Triste por la pérdida. Vergonzosa... por la pérdida. Sin embargo, entre una y otra no hay sutiles diferencias. Solo una y es abismal. Lazerus. Pero me adelanto.

Estábamos bañados por la oscuridad más profunda y en esa negritud habíamos avanzado por calles desiertas hasta alcanzar nuestra posición. Estábamos divididos en dos grupos, uno encabezado por Lazerus con dos de los pandilleros que nos habían cedido y el otro por Tercio, en el cual yo me hallaba junto a cuatro pandilleros más.

Todo fue rápido. Demasiado. En nuestro ímpetu por lograr obtener un último éxito en una misión que se nos escapaba de las manos por falta de tiempo, efectivos y salud, quizás cometimos el error de confiarnos, de precipitarnos. No sé cómo, ni cuando, pues a través de la brumosa luz verde de nuestros visores nocturnos, no pude distinguir nada que pudiera habernos delatado. Pero así debió de ser, pues potentes luces rompieron nuestro espectro cegándonos. Sin ver lo que pasaba a nuestro alrededor, con el silencio barrido por ráfagas de disparos que solo pude asociar a nuestros enemigos, hice lo único que podía hacer. Disparar y quitarme las gafas para que dejaran de cegarme. Minutos después, era testigo mudo del caos que se había desatado. Nuestro efectivos se habían reducido drásticamente y Lazerus, nuestro Lazerus, estaba tendido en el suelo, destrozada la cabeza, sin vida. Y nada podía hacerse por él. Y pronto seguiríamos su camino. A mi espalda, mi mochila me recordó con su peso, que portaba las pruebas de la herejía que había dominado Coscarla y las vidas de sus habitantes. Si moríamos también nosotros, nada de lo hecho hasta ahora serviría. Y tras nosotros, en el refugio, tres compañeros dependían de que nosotros sobreviviéramos. Era hora de decidir. El baldón de una lacra en nuestros historiales o seis cadáveres. Si solo hubiera sido mi vida, la de un simple psíquico, odiado y rechazado por todos, la muerte podría haber sido una bendición.

Solo sé que grité a un ciego Tercio que debíamos huir. Y es lo que hicimos, dejando atrás el cuerpo de Lazerus y llevando con nosotros la vergüenza de tal hecho. Algo que habrá de acompañarme el resto de mi vida.

Bizzzt

Bizzt--shhg-biizt

Un zumbido persistente, junto a un piloto en rojo que se negaba a apagarse.

Era la única prueba de que aquella carcasa metálica que yacía inerte en el suelo de Coscarla había podido moverse en algún tiempo pasado. El cuerpo decapitado de lo que antaño había sido el Mecartesano Lazerus-20-Silon yacía sin vida entre los de otros infames pandilleros.

Nunca se sabría quién había sido, empero. La Inquisición se encargaría de ello, para ocultar su presencia, su intervención en aquellos horribles experimentos que el tecnosacerdote había frustrado en parte, gracias a su unidad.

Lo que había sido la parte frontal del cráneo de Lazerus había estallado como resultado de una mortífera ráfaga de disparos a bocajarro realizados por el primer falso magistratum que descubrió al tecnosacerdote. Durante varias semanas, Lazerus se había acostumbrado a caminar en silencio, a ocultar su presencia para no delatarse a sí mismo ni a sus compañeros. Resultó evidente que no practicó lo bastante.

El ajado vocosintetizador había volado unos metros más allá del cuerpo. Nunca más ocultaría la mellada dentadura de su dueño, ni volvería a sacar de quicio por su estridente sonido a máquina parlante a sus compañeros. Un líquido oleaginoso escurría mientras tanto de la mano del fallecido. Aferraba un pequeño vial de cristal, hasta entonces repleto de aceite sagrado. Ahora mancillaba su esencia con el polvo de la calle.

Lazerus-20-Silon no volvería a funcionar. Ya no era apto para servir al Omnisiah.

Biiizt

Bi...

...

- Tras recoger a los narcos que se ofrecieron a ayudarnos fuimos hacia la Comisaría. Iba a ser difícil si lo hacíamos todo bien, pero...

Tercio cambió su tono y se puso serio.

- La idea era dividirnos, rodear la Comisaría limpiando el perímetro y después asaltar o incluso negociar la rendición de los de dentro. Pero bastaba con haber matado a un par de los de vigilantes de fuera para conseguir una ventaja.

- Había dado órdenes, y Lazerus iba por un lado con un par de narcos y el psíquico Arlan y yo frontalmente.

- Ya estaba en posición para abatir a uno de ellos con el resto del grupo listo para terminarlo cuando de repente, no sé cómo, aparece Lazerus cruzando mi línea de tiro pasando a dos metros por delante del falso Magistratum enemigo. No sé si se le olvidaron las órdenes o decidió hacer otra cosa, pero la lió buena.

Tercio dió otro trago a su bebida.

- Y eso es todo. Él cruzándose fue lo último que vi. Encendieron montones de focos y yo que llevaba puesto un visor me quedé ciego, pero Arlan sí vio cómo derribaban a Lazerus y a algunos narcos. Yo sólo escuchaba tiros por todos lados.

Tercio hizo una pausa mientras daba vueltas a su bebida.

- ¿Que qué hice después? ¿Qué era lo más importante de la misión? Proteger las pruebas que llevaba Arlan, mucho más que abatir a los que quedaban que eso sería ya imposible. Así que nos retrocedimos y volvimos al Refugio. Ya nos encontraríamos con ellos más adelante, si el Emperador lo quería así.

- Cansados, atheridos de frío y doloridos por las heridas y balazos recibidos, Tercio y Arlan regresan como pueden al Refugio Tantalus para los Desfavorecidos. Ahora los desfavorecidos son ellos.

- Cuán amargo resulta el sabor de la derrota...

- Justo cuando llegan de nuevo al edificio, termina el Ciclo Nocturno y lentamente el lejano techo del subnivel comienza a iluminarse, simulando un ciclo diurno que comienza.

El primer tren de la mañana llega a Coscarla Sur y el Cirujano y sus secuaces logran escapar.

- Trascurren horas hasta que Arlan y Tercio se sienten lo bastante recuperados como para volver a salir.

- Para entonces, Arlesha ha recuperado él conocimiento, aunque no la movilidad, y la dejan al cargo de Tauron y Vladymir.

- De día el panorama es diferente. Se ven personas por las calles, personas en cuyos rostros, cuando miran a Arlan y a Tercio, brillan expresiones de agradecimiento, aunque nadie tiene el valor de expresarlo con palabras.

- Estas gentes apenas saben lo que ha pasado. Tan sólo que un gran mal se cernía sobre el barrio y que de alguna manera los mercenarios del Coblast lo han solucionado. Nadie sospecha que el Cirujano pretendía aniquilar a toda la población de Coscarla mediante un virus letal ni lo cerca que han estado todos de la muerte. Al menos eso ha sido evitado. Estas humildes gentes podrán seguir trabajando y sirviendo al Imperio a su manera.

- No hay nadie en la Tercera Unión de los Trabajadores, excepto algunos yonkees y borrachos. Cuerda Lunz y sus secuaces han desaparecido, llevándose las armas y cuanto tenía algo de valor.

- La Comisaría está desierta. En la explanada ante la misma permanecen los cuerpos acribillados a balazos de seis narco-pandilleros. No hay rastro del cuerpo de Lazerus-20-Silon, al parecer los Logitivistas se han llevado sus restos.

- En el interior de la Comisaría encuentran el cadáver del Agente Locan, el último auténtico Magistratum, quien cooperó por un tiempo con los Lotivistas a cambio de prolongar un poco más su mísera existencia. Le han roto el cuello con una mano cibernética de horrible fuerza.

- También está la central de comunicaciones de Coscarla Sur, que ha sido saboteada. Con horas de esfuerzo, y la ayuda de un par de voluntariosos ciudadanos locales, Arlan y Tercio logran repararla y así mandar un mensaje cifrado al cuartel general de la Inquisición, en el Palacio del Tricorne.

- Tras la llamada a la Inquisición todo parece transcurrir muy deprisa.

- Pocas horas después llega un supuesto equipo forense del Adeptus Arbites. En realidad se trata de una Célula de Recuperación de la Inquisición.

- Expertos medicae atienden a todos y el grupo al completo recibe una evacuación sanitaria. Los de Recuperación se hacen cargo de todas las pruebas y datos, para después destruir por completo el Refugio Tantalus para los Desfavorecidos.

- Sois evacuados de emergencia en vehículos oruga ambulancia, por supuestos Arbites. - O quizá sean Adeptus Arbites auténticos, no tenéis forma de saberlo ni debéis preguntar.

- Todos recibís tratamiento médico de inmediato sobre la marcha, aunque Arlesha, Tauron y Vladymir van a necesitar ser ingresados en un hospital completamente preparado.

- Los Adeptus os entregan en una ciudad funeraria a los funcionarios que se ocupan de oscuros secretos. La historia oficial es que unos mercenarios del Coblast fueron atacados por narcos en Coscarla Sur, pero fallecieron de camino al hospital.

- La realidad es que los funcionarios os transportan en secreto en ambulancias camufladas como vehículos funerarios a una sección reservada para asuntos oficiales del aeropuerto.

Tercio observaba los remiendos de los matasanos de la Inquisición. Bajo ellos habría nuevas cicatrices. Medallas de facto, pues no recibirían ninguna oficial por la misión, que apunto estuvo de acabar en un fracaso absoluto. Podían dar gracias de haber sobrevivido, y Tercio en particular, por haber sido de los mejor parados.

Durante la espera a la evacuación, Tercio se había fumado varias varillas de lho. No veía el momento de salir de Coscarla. Nada echaría de menos, salvo quizá la pistola con silenciador que abandonó en la huida de la Comisaría. Y Lazerus. Quizá se lo volvieran a encontrar, reconvertido por el Cirujano en otro de sus acólitos. Entonces tendría al menos dos motivos para volarle la cabeza: sacarle de la miseria de servir a los enemigos del Emperador, y hacerle pagar su cagada en la misión.

- Animad las caras. En seguida saldremos de este agujero. Ahora nos esperan unas vacaciones mientras nos recuperamos de las heridas.

- El grupo entero es transportado en un jet perteneciente al Adeptus Sororitas hasta el espacio puerto en la Colmena Tarsus.

Itsua observó su rostro reflejado en la ventana de su plaza en el jet. Con un dedo recorrió la pequeña cicatriz rosada de su herida en la cabeza, un recordatorio mínimo de su experiencia pasada. Se sentía físicamente recuperado, lejos de la maldita Coscarla y del infierno allí vivido. Las pruebas recabadas, los informes, los documentos con las verdaderas intenciones de quienes parasitaron el barrio y a sus habitantes descansaban ahora en manos de las autoridades pertinentes. Sí, hasta cierto punto habían cubierto las expectativas de la misión, pero la realidad era que, más allá de sus propias impresiones, de su experiencia, de las verdaderas responsabilidades a depurar, aquella era una misión fallida y eso era lo que figuraría en sus expedientes.

Y luego estaba Lazerus, cuyo cuerpo había desaparecido. Ignoraba su paradero, pero aún más su verdadero destino más allá de la muerte. Ahora, cuando su nombre ya habría sido erradicado de la memoria colectiva y nada quedaría de él salvo el recuerdo de aquel pequeño grupo de supervivientes, sus restos alimentarían la herejía a la que había combatido en vida y bajo la cual había sucumbido.

Suspiró. Volvió la cabeza y vio a sus compañeros. Desmejorados, pero vivos. Sí. Ahora eran un equipo. Lo habían logrado gracias al alto precio de la sangre y el sufrimiento. Pero no era menos cierto que eran un equipo roto donde la ausencia del silencioso tecnosacerdote gritaba con fuerza.

- Una lanzadera civil os sube hasta una estación espacial de tránsito en la órbita planetaria.

- Al menos, aunque es muy parco consuelo, Arlan encontró el rifle láser de cañón largo perteneciente a Vladymir. Ese es el arma que estaba usando Lazerus cuando murió.

- Guardias del Korps de la Muerte de Krieg os escoltan en secreto hasta la Lanzadera Negra.

- La lanzadera negra de la Inquisición, con sofisticados sistemas de ocultación, os transporta hasta la luna Lachesis, directos al Bastión Serpentis.