Partida Rol por web

PUERTO ABANDONADO DE KANESSIS (Fue abandonado después de que el mar se retirara de la parte sur de la Colmena).

- Tras el aterrizaje en el Aeropuerto de Parasha.

- Recogéis vuestro equipaje, incluyendo el contenedor sellado con el armamento.

- Pasáis el resto del día usando transportes públicos de un modo deliberadamente enrevesado para evitar que os puedan seguir con facilidad.

- Al anochecer llegáis a la Espira Slagerfeld y al barrio residencial del Bajo Yatuno.

- Es avanzada la madrugada cuando llegáis finalmente al piso franco que os ha suministrado el Ordo.

El día había sido inusualmente largo y aburrido. Recoger equipajes que debían volver a ser facturados, pasar mil y un controles en los que responder a idénticas preguntas con iguales respuestas. Subir y bajar de diferentes medios de transporte. Finalmente, ya era medianoche cuando llegaron todos al piso franco que se les había concedido durante la que sería su estancia en la colonia.

Si alguien les había seguido, si alguien sabía de su llegada y les había sometido a algún tipo de vigilancia era algo que había escapado a los sentidos de Itsua. Habida cuenta de la miríada de gentes que poblaban aquel lugar, haber percibido cualquier gesto o movimiento que desvelara algo como una persecución, y aún más a distancia, hubiera constituido una verdaera proeza. De hecho, Itsua rezaba por no tener que someter a nadie a vigilancia durante su estancia en aquel lugar donde el concepto muchedumbre adquiría su verdadero sentido.

Cansado y hastiado, arrojó su petate al suelo.

- Por fin - dijo con un suspiro -. Se me ha hecho interminable. Veamos ahora que nos depara este agujero - señaló, dispuesto a dedicar los siguientes minutos a recorrer el piso.

- El piso franco no es demasiado grande: cuatro habitaciones medianas con dos camas estrechas y un armario cada una, un cuarto de aseo, un comedor sin ventanas y una pequeña cocina.

- En la cocina hay provisiones, aunque la mayoría en forma de sopas de sobre. Esas sopas contienen los nutrientes necesarios para alimentar a una persona, aunque el sabor artificial cansa enseguida y las sopas en sí son poco saciantes.

- Hay abundante cantidad de cafeina, del tipo fuerte y basto que usa la Guardia Imperial, una reserva más pequeña de tanna de calidad media y bastantes cajas de varillas de lho.

- En el baño hay un botiquín mediano y una docena de estimulantes inyectables (si se tiene un inyector).

TERCIO VERIDIO:

- Estás seguro de que no os han seguido por medios convencionales. Si alguien lo ha hecho, y no lo descartas, ha sido con medios muy avanzados, tal vez la propia Inquisición.

- Estás seguro al 90% de que no habéis llamado la atención. De momento.

- Te preocupa el vecindario. No es un barrio verdaderamente pobre, aunque sí algo marginal. Parece que hay mercenarios ociosos y eso puede ser malo, no conviene que se fijen en vosotros. La seguridad del barrio parece laxa, probablemente las autoridades esperen que los residentes se protejan a sí mismos. A veces la línea entre un "honesto" mercenario y un truhán se vuelve demasiado fina. No descartarías que los mercenarios aburridos puedan robar o provocar peleas de borrachos.

Durante todo el viaje estuve en silencio, solo tarareaba un himno eclesiastico para distraerme.

La momento de llegar al piso franco y escuchar a Arlan, le respondo:

 - "No parece tan mal, no creo que sea el peor lugar en esta colmena."

Despues de revisar todo, saco un par de varillas de lho y le ofrezco una a Tercio:

 - "Quieres una, no me gusta fumar solo."

Espero su respuesta mientras me relajo en el lugar.

-Ufff por fin... -Arlesha tiró al suelo su petate conforme entró en el salón del piso franco- se me ha hecho interminable el dia, pensé que no llegariamos nunca a este piso. Nos lo han buscado bien escondido. Voy contigo Itsua, miremos que nos han preparado.

Antes de abandonar la estancia un olor característico llegó a su nariz y antes de salir se volvió para mirar lo que ya sabía que encontraría, asquerosas varillas. Si por ella fuera las quemaría todas a la vez, fuera del piso.

-Chicos, por favor, esa asquerosidad solo aquí en el salón ¿de acuerdo? - por poco que le gustase aquello, sabia que despues de un viaje tan largo todos tendrían que relajarse, cada uno a su manera. Hoy no protestaría demasiado por eso, aunque le fastidiara respirar ese humo y a sus pulmones les sentaba como un tiro envenenado.

- Lo dicho, un agujero. En fin, es lo que hay. Y si nos descuidamos, esto, en un mundo colmena, constituye un lujo tal y como dices, Tauron - digo al grupo -. Bueno, de hambre no nos moriremos - señalo a voces mientras abro las puertas de los muebles de la cocina -, pero, igualmente, nos moriremos de asco en cuatro días tras tomar sopa con sabor a cartón mojado. Voy a preparar tanna. Y algo de cafeina. Sí, ya sé que es tarde, pero no tengo sueño, aunque esté cansado. Y tampoco hemos tenido oportunidad de hablar mucho - comento mientras traigo una bandeja con las infusiones y unas tazas, así como una caja de Ilho y depositándola en la mesa del comedor - desde lo de la Mina Gorgónida. Casi, casi seguimos como al principio, cuando nos encontramos por primera vez en la nave. Tal vez este sea un momento tan bueno como cualquier otro para contar nuestras historias. O para formular preguntas. Incluso para responderlas, si nos atrevemos.

Itsua bebió un largo sorbo de su infusión de tanna tras servirse. No tenía intención de probar la cafeina ni tampoco una sola de las varillas. No le apetecía probar nada que pudiera entorpecer de algún modo su consciencia.

- Tercio, si no me equivoco, tú procedes de un mundo colmena. Para mí, es la primera vez que me encuentro en un lugar así y no sé muy bien cómo funcionan estos mundos - comentó con naturalidad. Se había despojado de su túnica y estaba con unos pantalones y una simple camiseta. Nada revelaba en él que pudiera tratarse de un psíquico, salvo por el tatuaje de su muñeca, con el sello de la autorización imperial -. Dinos, ¿qué podemos esperar aquí? Lo que hemos visto al llegar era un hervidero de gente. Algo caótico, pero entiendo que tiene sus propias reglas, reglas tácitas, no escritas, pero que todos conocen. Bueno, todos menos yo - dijo riendo con su habitual tono ronco.

- En realidad esta Cafeína es de la variedad infame llamada "Recafeinado". Un brebaje extremadamente amargo que se sirve siempre humeante, una visión común en las trincheras de muchos mundos en guerra. Es el tipo de Cafeina más conocida por la Guardia Imperial, y a menudo trae recuerdos de tiempos de cuartel, instrucción, zonas de guerra, campañas militares y viejos camaradas.

Tercio pasó la mayor parte del viaje alternando la mirada entre su bulto de equipaje y las ventanillas del transporte, nervioso. Le preocupaba que pudieran seguirles y que llamaran demasiado la atención. Al fin y al cabo eran un grupo llamativo, con un psíquico y un tecnosacerdote. Incluso perderse en un desplazamiento por la Colmena era algo no infrecuente hasta para los nacidos en ella.

Al menos, todas las maniobras y todo el tiempo que habían invertido en despistar a posibles perseguidores habían dado resultado, o así le parecía a Tercio. Su llegada al piso franco también había sido discreta, pero no podían despistarse. Eso serían asuntos de los que tendrían que hablar en algún momento.

Tercio dejó su equipo en un armario y salió al comedor. Buscó ventanas y salidas alternativas a la principal con la misma expresión del resto del viaje. No la cambió hasta que Tauron le ofreció una varilla de lho que le hizo salir de su ensimismamiento.

- Aaaaah, claro que sí. Lo necesitaba, ¿sabes? Este viaje ha sido una mierda... pensaba que no íbamos a llegar nunca de tanto dar vueltas. Y oye, esto tampoco está tan mal. Dos por habitación, podremos respirar aunque no tengamos ventanas.

Arlesha pareció darles permiso para fumar de mala gana. Y Arlan le preguntó cosas que él tampoco podía responder muy bien, sacando un tema del que Tercio mismo quería hablar.

- Bueno, lo primero es que aquí llamamos la atención. Creo que hasta ahora hemos sido discretos, pero en cuanto empecemos a movernos y a dejarnos ver la gente se hará preguntas. Tampoco creo que nos hayan seguido, salvo que la misma Inquisición haya estado vigilando para que no nos perdamos. Y después de tanto dar vueltas, esta zona parece un poco... mala... Id con cuidado cuando salgáis, y mejor, no id solos. Yo diría que habrá más mercenarios como nosotros, sin nada que hacer, y nos podríamos convertir en un blanco. Y por si no os habéis fijado, no hay mucha seguridad por aquí.

- Las dos habitaciones que dan al Este tienen vistas a las "calles" del interior del distrito residencial Bajo Yatuno. Ninguna apertura da al exterior de la Espira Slagerfeld.

- No se ve nada a través de los estrechos ventanucos de la cocina y el baño.

Vladymir no se sintió tranquilo en aquel largo viaje hasta que consiguieron retomar el contacto con las armas que los hacían algo más que meros civiles sin posibilidad de defenderse en un enfrentamiento armado.
A partir de entonces, Vlad se sintió menos molesto por su situación, mas seguro, mas tranquilo.

La marabunta humana que tenían que atravesar le incordiaba, una masa de desconocidos que molestaba tanto o más que el follaje en combate. Cuando llegaron a aquel tugurio no pudo sino suspirar con cansancio y algo de alegría, su periplo acababa de terminar. ¿O más bien comenzar?

Mientras el psíquico y Tercio parecían charlar, Vlad guardó su equipaje menos necesario en algún recoveco de aquel agujero.
Vladymir aceptó de sumo grado el Recafeinado que Itsua había preparado y lo bebió lentamente mientras escuchaba la conversación.

Como siempre que sus camaradas degustaban las bebidas excitantes que tanto parecían gustarles, el tecnosacerdote dedicó su tiempo a tareas más mecánicas que requiriesen de una rutina tranquilizador. Así se enfrentaba Lazerus a los cambios.

Tras colocar sus escasaas pertenencias en su cuarto, el mecartesano se dedicó a examinar la estancia por completo, en busca de posibles micrófonos o radiotransmisores qe pudieran desvelar su verdadera identidad. Lazerus no confiaba en el hombre, el ser humano tan corruptible, y desde luego nunca dejaría de ser cauto.

Con su auspex ajustado de modo que registrara cualquier onda enérgetica o de radio anómala, el tecnosacerdote recorrió cada una de als estancias del piso franco.

LAZERUS-20-SILON:

- Tras una hora de escaneo, llegas a la conclusión de que el lugar está libre de micrófonos o cámaras ocultas.