Partida Rol por web

Los dos caballeros dudaron, pero una de las mujeres, se ve que las mas lista, se adelantó para solucionar el conflicto.

-Los caballeros tienden a bien disculparse con su excelencia.- Y se dio la vuelta con su compañera, seguida tras unos instantes por los hombres, que ni se molestaron en dirigir una última mirada a Marcos por desprecio o por cobardía, tanto podía ser una cosa que la otra.

Marcos les dirigió una mirada insondable mientras se marchaban, pasándose la lengua por los dientes con mucha flema. Terminó escupiendo a un lado, rígido y sin saber muy bien que hacer.

- Disculpad la intromisión.- murmuró Inés reanudando el paso. – No deseaba que tuvierais problemas si al final el Duque y su amigo acababan bajo tierra. A demás, necesito que averigüéis cuanto podáis de quien ya antes hablamos. Esta noche acudiré al teatro, y sospecho que quizás Pedro Robledo no ande por casa. No podría asegurarlo, así que no hagáis demasiadas locuras. Si vuesamerced tuviera a bien reunirse conmigo mañana tras el ocaso, lo agradecería.

Marcos aun mantuvo un tiempo la mirada en los dos hombres que ya se alejaban, acariciando un pensamiento que ya se perdía. Cuando Inés habló el escucho como perdido, surcando un mundo que sólo los viejos soldados sin mucho que ganar en la vida conocen. No obstante, pareció escucharla perfectamente, pues cuando terminó la miro fijamente con esos ojos castaños oscuros que llameaban valía y asintió.

-Lo haré mi señora. Ahora es tiempo de irse.

Y al tiempo que inclinaba la cabeza, toco su sombrero a modo de despedida y se giró, marchándose. Pero aun tuvo a bien girarse para, entre una media sonrisa y un pudor escondido por el hecho de que ya se retiraba, murmurar algo antes de seguir su camino y su misión.

-Os amo Inés.

Dijo Marcos.