El pequeño hobbit se dejó caer desde aquel taburete y se despidió con una amplia sonrisa de Welf y Miriel.
- Voy a ir a descansar. Llevo muchos días sin dormir en una buena cama y estoy imaginándomela ya. Mañana nos vemos temprano. Descansad.
Al girar mira con una sonrisa la mesa de enanos donde se encuentra Ainar, "Tal y como los que conocí" y continua camino de la barra con zigzagueantes y extraños pasos.
- Eh Dody muchas gracias por todo, estaba espectacular...¡Buenísimo todo Agata! - se esfuerza por que la escuche más atrás - ¿parece mentira eh? Ya verás cuando le cuente a Bilbo que voy a terminar siendo un experto de paso Alto. - dice contento de imaginar ese momento algún día.
Viendo que era el momento de ir a descansar Welf llamó la atención de Dondinas: ¿tenéis sitio en la habitación común o en el establo para poder pasar la noche? No hay nada que lleve encima de lo que me pueda desprender para pagar una habitación y todavía no me he ganado el sueldo por la búsqueda de vuestro hermano. Estoy acostumbrado al suelo del bosque por lo que no habrá problema con cualquier rincón donde echar mis huesos y poder taparme con mi capa.
- Muchacho – dijo refiriéndose a Welf, a quien llamaba así cuando se ponía en modo “madre” para aleccionarle – te han ofrecido su hospitalidad, no seas tan grosero de rechazarla porque creas que aún no te la has ganado. Acéptala y después trabaja tan duro como te sea posible para demostrar que no se equivocaron al ofrecértela. – le aleccionó antes de darle otra calada a su pipa, aunque por su tono dejaba claro que solo era un consejo.
Ella se quedó allí aún un poco más, siendo seguramente la última en marcharse a dormir, canturreando algo más para si misma que para los demás en élfico. Eran canciones de viaje, de melancolía por aquellos que habían partido y no habían regresado, de aquellos que partían al oeste para no regresar jamás, y finalmente de aquellos que se enfrentaban a la oscuridad de este mundo lejos de su hogar para volver triunfantes, pero cambiados por ello. Todas tenían un tono melancólico y triste, aunque tuvieran pasajes de elevaban los corazones con esperanza.
Además del gusto por cantar lo que Miriel trataba era recordar canciones que hablaran del Paso Alto y del camino hasta él para estar más preparada para el viaje.
Motivo: Cantar?
Rangos de habilidad: 2
NO: 14
Tirada: 10 + (6, 6)
Total: 10 + 12 = 22
Éxito espectacular
No sé si la tirada sirve para algo, pero ahí queda que al menos para dormirse se va a cantar un aria bonita XD
Después de compartir una bebida con los beórnidas y al ver que algunos se empezaban a disculpar para retirarse a descansar, Vanwa comentó que iba a salir un rato fuera, a que le diera el aire, antes de irse a descansar.
Volvió un rato más tarde, meditabundo, pero a tiempo para escuchar las preciosas canciones de Miriel. A pesar de no ser amigo de la melancolía, no pudo resistirse a su canto y como una polilla atraida por la luz, se acercó hasta ella y se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, cabeceando en silencio, mientras una enigmática sonrisa le bailaba en la cara.
Salió fuera, al patio, a aspirar el fresco nocturno, en contraste con el cálido ambiente cargado de la posada. Le habría encantado husmear en las ollas de Ágata, pero había un enigma que le intrigaba más. Se estiró com oun gato y buscó al perro guardian, el Guardián Invisible de aquella morada. Queria saber más de su naturaleza. Le intrigaba aquel ser.
Lo buscó con la mirada, pero con humildad, como aquel que se presenta ante alguien importante, como estaba seguro que así era.
Si es posible quería saber qué es el perrete raro. Si es necesario tirar algo me dices. Lo he puesto en un post al margen para que no se reseinta el ritmo por esto... Vamos si es posible saber algo más de él claro. El perro ha atraido la curiosidad de Vanwa, y la mia.
Vanwa sospechaba que el perro que custodiaba la entrada de la posada no era un perro normal y corriente, sino que ocultaba algo más. Y en efecto así era. Cuando le preguntó a Dodinas por él, el mediano le contó que lo habían adoptado al poco de llegar e instalarse en el lugar. Aunque algo le decía a Vanwa que más bien había sido al contrario, que el perro había sido quien adoptó a la familia de hobbits.
El perro se pasaba el tiempo jugando con los niños o descansando junto a la puerta de entrada, aunque al elfo le dio la sensación de que custodiaba el lugar. El recibimiento que les había dado a su llegada, no había sido para ver si podían darle un hueso o acariciarle la cabeza, sino que más bien había sido una inspección para ver si los visitantes supondrían algún peligro para la posada y sus moradores.
Quedaba claro que ese perro había sido enviado allí para custodiar la posada y proteger a los medianos, pero ¿quién lo había hecho? Vanwa sabía que los hombres del bosque entrenaban a sabuesos para las más diversas tareas, pero que Welf pasara junto al animal y actuara igual que los demás le hizo suponer que no pertenecía a los de su pueblo. ¿Tal vez fuera Beorn? ¿Radagast? ¿Algún otra alma preocupada por que aquellas emprendedoras gentes no sufrieran los peligros del cercano bosque? Pudiera ser...
Me pillaste cerrando la escena, pero te cuento así rápidamente sin necesidad de tirada.
Ainar se había rascado la cabeza una vez más al darse cuenta que se había olvidado de un detalle no menor. ¿Cómo es que se había puesto a hablar en khuzdul allí tan a la ligera? De todas formas, escuchó atento y bebió con los demás enanos, sumándose a la disputa de si toda esta paz sería en vano o si algo realmente cambiaría. Para él, era en vano, pero quedaba en las manos de cada quien que fuera algo heroico y digno el luchar contra la Sombra. Sólo eso haría una unión más duradera.
Luego se quedó hablando sorprendido de Khuzdor, a quien había conocido en la misma batalla y habían luchado codo con codo. Recordaba una conversación luego de la batalla en donde escuchó su apodo, y le preguntó si estaba seguro de que los orcos se casaban... y con qué. Habían reído mucho, pero no supo más de él luego de que se fuera una temporada con su abuelo.
Ya con las canciones de Miriel, varios enanos estaban más para dormir que para apreciar el sonido. Y aunque él no era muy dado a esas artes, pudo disfrutar del encanto de la elfa.
Quedaba un interesante viaje por delante, y era bueno descansar.
"Enano descansado, vale por dos" le decía su abuelo.
1El Khuzdul es un lenguaje secreto, los enanos son muy recelosos de utilizarlo en público. De hecho, la gente de otras razas apenas conoce unas pocas palabras.
Sí, me acordaba de esto, pero asumí que no necesariamente lo estaba haciendo tan a que me escuchen los demás. ¡Gracias por la aclaración! De paso la uso.
Dejo un post como para cerrar mi parte nomás ^^
—Por supuesto que no, señor Welf —respondió Dodinas cruzándose de brazos frente al hombre del bosque—. ¿Y qué van a decir de mí? ¿Que pido ayuda a mis invitados y los mando a dormir al establo? No, no, no. Tengo buenas camas en la habitación común, las mejores de cualquier posada que haya existido en la Tierra Media, pero tampoco os dejaré dormir ahí, mi buen amigo. Cada uno de vosotros ocuparéis una de las habitaciones individuales. Y no hay más que hablar. Ya os he llevado vuestras cosas allí. Ah, y tú mi querido Fred —dijo volviéndose hacia el hobbit—, para ti he preparado la habitación de invitados de abajo. Ya verás, te sentirás como en casa. Cuando despiertes por la mañana pensarás que has viajado de vuelta a la Comarca en una cálida y suave nube.
El silencio se hizo en la posada con la canción de Miriel. Incluso los enanos dejaron de discutir y alborotar para escuchar la bella letra y la armoniosa voz de la elfa. Era una letra triste que llegó a los corazones de todos los que allí estaban, pues al fin y al cabo, todos eran viajeros, tenían amigos que habían partido lejos o sentían la tristeza y la esperanza que la canción reflejaba. Cuando Miriel finalizó la canción, todo quedó sumido en un silencio en el que solo se escuchaban los cantos de los grillos del exterior. La última bebida que tomó Miriel fue a cortesía de los beórnidas, que apreciaban la música en gran manera, y los que la canción de la elfa les había llegado al corazón.
Poco a poco la noche fue sumiendo todo en aquel tranquilo y renovador silencio, conforme los ocupantes del gran salón de la posada se iban marchando a conciliar el sueño en sus camas. Dody y su esposa Ágata fueron los últimos en irse, tras barrer el ya oscuro salón y recoger y fregar los últimos platos. Era un momento tranquilo para la pareja después del bullicio del día, en el que una versión más cariñosa y tranquila de Dodinas Brandigamo ponía al día a Ágata de lo acontecido con los clientes, y las noticias que pudieran llegar a través de ellos. Aquella noche, esperanzado, le dijo a su esposa que tenía la convicción de que muy pronto aquel grupo de recién llegados regresaría con su hermano Dindy y podrían volver a estar toda la familia unida de nuevo.