Partida Rol por web

¡Malditos bastardos malnacidos, esto no acabará así! Se remueve y golpea a Baoler .

Antes de que reciba otro golpe, hace sonar un cuerno que lleva colgado en el cuello, y una pequeña niebla negra empieza a salir cayendo al suelo.

Viendo que Baoler estaba débil y desangrandose el Oriental se enfrentó al lider sureño para darle tiempo y espacio al capitán de la guardia a tratar sus heridas.

¡Retirar tu! le dijo Soov ¡Yo encargar de este!

La lanza del Hombre del este superó con facilidad las defensas del enemigo y Otaey rió fuerte. Su golpe había sido bueno y Harad estaba ahora malherido.

Viendo como uno de los Harad parece estar aturdido decido moverme ligeramente para tomar su espalda y atravesarle para acabar con el. De repente escucho un cuerno y una especie de niebla negra caer, no me daba buena espina asi que deberiamos darnos prisa en acabar con esto.

Gruño disgustado ante lo que intenta hacer el líder de estos perros malnacidos.
Pero aun no puedo ocuparme de el pues el fulano que tengo delante, reclama un poco mas mi atención.
Y vaya si le presto atención.
Dando un paso adelante, aprovecho el impulso para tratar de atravesar de parte a parte a este bastardo.
Una vez que hundo mi acero en sus entrañas, lo retuerzo.
Y mirándolo a los ojos, sonrío mientras mi oponente aúlla de dolor.

- Uno menos. - pienso al ver que la pierna de mi adversario cruje de forma bestial.

Me dirijo con paso firme hacia Harad ignorando la maldita niebla que está saliendo del cuerno.

- Muere perro. - digo mientras mi Martillo se dirige directamente hacia él.

Y como si el destino se hubiera cumplido los valientes héroes consiguen defender la cárcel, viendo como caen las últimas cuatro victimas de este conflicto, los dos últimos Galbin y Eldecar diestros ambos con sus espadas derrotan a sus oponentes y Soov primero hiriendo y aturdiendo a Harad y Dwalin después martilleando a placer hacen caer de rodillas al gran Harad al mismo tiempo que Baoler cae herido y sangrando, ambos combatientes parecidos de talla caen uno junto al otro.

La niebla negra que había salido del cuerno, envuelve a los lobos caídos, la misma niebla que se había colado por las rejas hacía las celdas y que tras haber envuelto a los presos regresa y se junta con el resto. Poco a poco se difumina mientras Harad expira su último aliento, en ese momento la niebla ya se ha desvanecido por completo, los rostros de los lobos cambien su aspecto sombrío que les había acompañado durante su embrujamiento, y el cuerno se convierte en cenizas que se alejan con el viento. Tras unos minutos de incertidumbre, pueden constatar que lo que hubo en aquellos hombres ha desaparecido, el mismo haradiano, que restaba en pie con la pierna rota parece despertar de un sueño, y se queja de la pierna, no sabe como esta aquí, no sabe como se ha roto la pierna, y la escena se repite dentro de las celdas, hombres que hasta hace un minuto pertenecían a las sombras, ahora se extrañan de su situación y preguntan por familiares y amigos.

Un celador ayuda a Reddie a levantarse y le acompaña junto a los otros, por las calles de la ciudadela empiezan a aparecer algún habitante y en pocos minutos, el boca a boca hace reunir una multitud de habitantes agradecidos por la gesta que se acababa de producir, y es que otra vez el oscuro poder ha sido derrotado y la luz vuelve a brillar en forma de rayos dispersos. Sobre las cabezas una nube se rompe y un rayo ilumina la escena, pese a que Baoler no podrá ser quien os recompense por vuestra gesta, de entre la multitud aparece un tipo delgado y alto de piel blanca y de ropajes finos, acompaña a les acompaña a un palacio cercano donde atenderán con delicadeza cada uno de sus rasguños y les recompensaran por su hazaña.

El combate al fin termina. Y por mi parte, con hosca satisfacción, contemplo a los perros que habían osado infiltrarse en la Torre de la Guardia.
Envaino mi acero, tras limpiarlo en los ropajes del despojo mas próximo y girándome, mientras a nuestro alrededor el silencio se hace dueño de la situacion, inclino la cabeza ante todos mis compañeros antes de decir.
Mi tiempo de licencia se termina. Mi deber, me reclama ahora. Vuelvo a entrar en servicio activo en mi compañia.
Es entonces cuando, dando un paso al frente, contemplo al capitan bajo cuyas ordenes hemos combatido y añado.
Por mi parte, solicito una montura para partir hacia mi unidad. Y como comprendera teniendo en cuenta los muchos oidos que nos rodean, nada dire sobre el emplazamiento de esta sea cual fuere la rivera del Anduin que ocupe.
El capitan asiente en silencio pues es soldado como yo y tan solo, hace un gesto con la diestra que no tarda en ser obedecido por uno de los reclutas que habian acudido al lugar de nuestro ultimo enfrentamiento.
El joven recluta sale a la carrera a cumplir mi peticion, y entre tanto, yo sonrio levemente, alzo la cimera de mi casco y contemplando a aquellos con los que he compartido combates sangre y ron, me encojo levemente de hombros antes de continuar.
Las despedidas no son lo mio amigos. Pero si el azar de la guerra inminente hace que volvamos a compartir destino en un futuro próximo, tened por seguro que sera un honor para mi, empuñar mi acero al lado de cualquiera de los presentes.

Pero siendo como soy, mi sonrisa aumenta levemente mientras mi diestra, libre ahora de la empuñadura de mi acero, agarra casi con voluntad propia mi leal odre. Lo abro lo alzo ante todos y casi lo dejo vacío tras un profundo y largo trago.
Por los hermanos de armas. Por el recuerdo de los caídos y por el deseo de veáis a todos vuestros oponentes, sucumbir ante el poder de vuestras armas y la fuerza de vuestros brazos.
Es entonces cuando, a la carrera, el recluta que había partido vuelve trayendo agarrado por la brida, un caballo, zaino de los cascos la crin, adecuadamente enjaezado y con un par de alforjas a su grupa.
Monto sobre el noble bruto, con la cimera aun alzada y mi broquel colgando de mi hombro derecho y tan solo necesito golpear los ijares del noble animal con levedad, para salir al trote a través de la plaza central, en medio de la Rath Cerledain, para atravesar a continuación, el gran arco de las puertas principales de la Torre de la Guardia.
Muerden los cascos de mi caballo la tierra del Pelennor con fuerza mientras me aproximo con celeridad al Rammas Echor.
Y cuando el bastión occidental del Rammas queda atrás, ante mi, a contraluz pues escasa es ya la luz que se filtra a través del negro dosel que escupe el constantemente el Orodruin, puedo alcanzar a ver las ruinas de la antigua capital, Osgiliath, alzándose sobre el cauce del gran rio de Gondor.
Y yo se perfectamente, a donde dirigirme.

Tras todo el caos y la batalla en la cárcel, la ciudad vuelve a la calma, nos reponemos de nuestras heridas aunque en mi corazón pesa la perdida de los compañeros, esto ocurrido con los lobos me hace pensar en mi hogar en mi tierra, en la suerte que tenemos de nuestras vidas tranquilas allí.

Tras tomar mi paga y despedirme de mis extraños compañeros, tomo la decisión de continuar camino a donde no se, simplemente viajar, aún quedan cosas maravillosas en la Tierra Media que conocer, por lo que tras decir adiós a todos me pongo mi mochila, sujeto mi pequeño escudo y me enfundo la capa para protegerme en el viaje.

Al llegar a la gran puerta de la ciudad giro mi cabeza hacia atrás viendo la magnífica obra hecha por la gente de Gondor con aquella grandiosa ciudad, le podría contar a mis nietos que la visite y lo que viví en ella, no puedo tener algo de añoranza había sido un tiempo corto pero intenso el vivido junto a Eldecar, Reedie, Dwaling, Soov. Por ello decidí dejar una nota, no tenía valor para hacerlo a la cara. Luego me gire y comencé andar dejando atrás todo aquello "¿Quién sabe a lo mejor nos volvemos a ver en otro momento" y con ese pensamiento sigo camino silbando una alegre canción de la comarca.

Tras la pelea el carácter de Reedie se había deteriorado, casi tanto como su salud. Ya no parecía ser el mismo. La pédida de sus amigos y su cercana aproximación a la muerte le había hecho ver los frágil que era. Tras pasar un tiempo bajo los cuidados de su amada, decidió volver a las tierras a las que sus ojos le tenían acostumbrado, volvería a su hogar donde recuperar el amor a la vida.

Soov contempló cabizbajo a sus amigos marchar. Era lejos del hogar materno, en compañía de sus amigos donde había encontrado su lugar y ahora una vez más se veía obligado a vagar solo y abandonado. Quería pedir a sus amigos que se quedaran, que aún quedaban muchas aventuras por vivir juntos, pero se mantuvo callado viendo como se alejaban uno a uno. Un hombre nunca pide y ante todo nunca llora.

Apesadumbrado ensilló su nuevo caballo, el que una vez perteneció a su rival, Erethor y con los suministros que le proporcionó la guardia se dirigió hacia las puertas de la ciudad parando un instante demasiado largo y amargo en la plaza donde quemaron en piras a los que habían sido una vez sus amigos. Negros eran sin duda los sentimientos que se albergaban en su corazón, pero apretó los dientes y siguió caminando obligando a sus piernas a moverse una detrás de la otra alejandole de esos funestos recuerdos.

Escuchó el rasgueo de un laud y volvió la cabeza esperanzado esperando encontrar a Reedie, pero solo se trataba de un músico ambulante. Más adelante creyó reconocer a Galbin, pero se trataba solo de un niño que correteaba entre la multitud. Su mente le jugaba malas pasadas. Esa ciudad estaba cargada de los recuerdos de lo que había perdido y Soov se dijo No volveré jamás a este sitio. Y tras llegar a la puerta montó el caballo de Erethor y se introdujó en la planicie que rodeaba la ciudad dirigendose al norte y al este, a la Marca de Rohan a buscar a los parientes de su malhadado amigo y devolverles las escasas pertenencias que había llevado Erethor en su tiempo, incluido el caballo que ahora cabalgaba.

No sabía como le recibirían los orgullosos Rohirrim, no esperaba que fuese muy bien, pero no iba a dejar por ello de cumplir con lo que le dictaba el corazón. Lo mismo para la espada de Felgor, a la que llevaría al Gran Bosque Negro como prueba del destino último del otro compañero que perdió. Tampoco sabía muy bien como llegar a los habitantes encantados del bosque y mientras cabalgaba cavilaba sobre ese dilema recordó de repente que los Dorwinrim, sus vecinos, traficaban con vino con la bella gente. Quizás podría preguntarles a ellos...

Esta mera posibilidad de éxito hizo que apareciese una leve sonrisa en sus labios y una emoción tomó hogar en su pecho, era la largamente olvidada esperanza.

El oriental se introdujo en las praderas de la Marca de Rohan y pronto su figura se perdió en la distancia convirtiendose en un punto que se perdió por el horizonte.

Una vez Harad ha caido escupo sobre su cadaver.

- Perro traidor. Así te pudras por toda la eternidad.

Luego me giro hacia Eldecar.

- Lo mismo digo. Siempre es agradable contar con un brazo fuerte que proteja tu flanco o retaguardia cuando empieza el combate.

Dicho esto estrezo su brazo.

- Suerte.

los px los estoy recontando, el oro de las tiradas sería:

En cuanto a los px, la tabla resumida quedaría así:

Gracias a todos por la paciencia y dedicación, por jugar con migo a este libro rojo, si les parece bien estaré un tiempecito buscando un buen modulo con el que poder matarles disfrutar junto otra aventura

por cierto para que puedan examinar el modulo terminado si no lo hicieron ya que poniendo en google merp modulo minas tirith sale esta pagina XD

http://cavernaderol.blogspot.com.es/2012/02/modulos-de-esdla-merp-reedicion-de.html

vayan a descargar el pdf donde pone

Sin más, os dejo el módulo en el habitual formato PDF. Espero que os guste la nueva estética de la aventura y que disfrutéis de ésta y las próximas actualizaciones de módulos.