tras una copiosa comida y un poco de "predicar en el desierto" con Abraham, has decidido regresar a tu casa, al refugio de la Fe y de Dios en DeadTown. La tarde parece muy tranquila y te da tiempo a colocar las cosas y organizar todo para mañana. Apenas tres ciudadanos, mujeres en su mayoria, han venido a hablar contigo, visitarte y confesarse de pequeñas cosas mundanas del dia a dia. Todo es bastante normal.
Habladurias, pequeñas faltas y celos con las chicas de Boree... poca cosa.
Un parroquiano, el viejo Defer, te pide un momento de tu tiempo para confesarse. Es un hombre del pueblo de toda la vida que recientemente perdio uno de sus hijos en el monte. Es trampero y cazador y hasta es normal que, a veces, ocurran estas desgracias. Segun conto fue cosa de un oso... el se salvo de milagro aquella vez pero el trauma le ha carcomido durante cada noche desde entonces aunque nunca habia venido a confesarse...
Postea para TODOS, por favor. grache!
Denspec está barriendo tranquilamente el porche de la pequeña parroquia, con la camisa arremangada y el sudor corriendo por su pecho, satisfecho por el largo día de trabajo. Está tan concentrado en su tarea que sólo ve a Defer cuando las botas del viejo entran en su campo de visión. La luz se está volviendo grisácea y las ralas nubes del oeste anaranjadas, como si estuvieran a punto de arder. El hombre le observa con preocupación y el sombrero abrazado contra su pecho.
-¡Buenas tardes! Hay cierta sorpresa en su voz. Deja rápidamente la escoba contra la pared y estrecha la mano de Defer. -¿Quiere pasar? Hace un gesto de barrido con la palma de la mano medio vuelta hacia el cielo para invitar al viejo al interior.
Cuando están en el interior, el anciano le pide confesarse. Sin más, Denspec le invita a acomodarse en el pequeño confesionario, situado en el ala oriental de la parroquia. -Adelante hijo mío, puedes confesarte y compartir tu carga con el Señor.
Defer espera a estar en el confesionario, no puede aguantar mas, y rompe a llorar en el pequeño habitaculo de madera. Apenas logra articular palabra pero parece sumamente trsite, asustado e, incluso es facil entreveer, una gran carga de culpabilidad.
- Pre... Padre. Tengo pesadillas todas las noches... le veo a el conmigo, esa noche, la noche... no puedo olvidarlo, no puedo evitar chillar y correr tras de el para evitarlo pero... pero... es imposible y no hago mas que chillarle para que vuelva aqui... y no hay manera...
Se, se que no debimos... fue culpa mia... u.. usted sa..sabe que la caza escasea ultimametente... que no tenemos otra cosa para vivir desde que su santa madre murio el invierno pasado... y... y pense... fue todo culpa mia, culpa mia Padre!
Solloza sin cesar como si le faltase el aliento y apenas pudiese respirar.
El predicador se remuve en la dura silla de madera mientras Defer mancha con sus lágrimas las gastadas tablas que el mismo Denspec colocó en el entarimado. -Eso es hijo, que las lágrimas fluyan como un río sin fin. Deja salir todo ese dolor. El Señor escucha y en su mano está otorgar el Bendito perdón.
Se afloja el cuello de la camisa, impresionado por el sufrimiento de un hombre que ha perdido a su esposa y a su hijo, y que se culpa quzás intentando transformar la tristeza en odio a sí mismo. -Este hombre necesita a Dios. Señor, ten piedad de él.
-¿Qué no debisteis hacer?
El hombre parece intentar sacar fuerzas pero, todo ese sentimiento contenido, toda esa rabia e impotencia y ese dolor, le lacera y quema por dentro como el fuego de los infiernos. Finalmente, entre sollozos y lagrimas, habla:
- ...No, debi dejarle... debi detenerle... la verdad, Padre, es que nos adentramos en el territorio de los indios... de esos demonios vestidos con piel de hombres. No... no les vimos... pero... pero... estaban alli, lo se, ESTOY SEGURO!. Aun asi... aun asi seguimos las huellas de una presa... quiza un oso... un animal que podria darnos mucho dinero... la avaricia... nos tento y nosotros... nosotros caimos... fue mi culpa... mia.
Rompe nuevamente a llorar y notas como parece que su cuerpo y su alma se consume pero, a la vez, se libera mientras habla.
- En la cueva... la cueva... alli murio mi pequeño... por ellos... por mi... el diablo habitaba en ella y ellos nos condujeron hasta alli para matarnos. Yo... yo logre huir... pero el...era demasiado tarde... demasiado... y me ha atormentado y me atormentara siempre...
-No menciones al innombrable con tanta ligereza, esto es la casa de Dios. -Se queda callado unos momentos, buscando las palabras adecuadas. Carraspea y comienza a hablar con una dureza que parece salir de alguna fortaleza interior.
-Decidisteis cazar a aquel oso, y el destino os llevó a un camino de sufrimiento y pérdida. Pero ahora no es momento de culparse, hijo,no te llevará a ningún sitio, porque las cosas son como son y ya no se pueden cambiar. Pero sí puedes llorar. Llora cuanto necesites, mañana, tarde y noche, deja que la tristeza te ahogue hasta que pierdas tu voz. Y aunque tengas tristeza para toda tu vida, porque así ha de ser, recuerda el rostro de tu hijo, y levántate de nuevo como un hombre temeroso de Dios. -Traga saliva y pronuncia con claridad.
-Porque no importa lo que hayas hecho en el pasado, porque tú, Defer, eres un hijo del Señor Todopoderoso, y en tu mano está el vivir como un hombre el resto de tus días, o abandonarte a tu dolor. Pero pregúntate, ¿qué querría tu hijo? Y lo que es más importante, ¿qué espera Dios de ti?
Deja que Defer reflexione sobre eso último.
-"Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti".
Carraspea. -Ahora Dios puede llevar la mitad de la carga, pero deberás seguir acudiendo a Él. Pero como hombres corrientes que somos, también debemos acudir a los poderes mundanos. Así que le contarás al sheriff lo ocurrido. Aunque esos indios estén condenados al Fuego Eterno, no podemos permitir como cristianos que hagan daño a alguien más.
Defer aun respira con dificultad y solloza pero parece que tus palabras aplacan, en cierto grado, su dolor y queda en silencio escuchando tus palabras, tras las cuales, habla:
- Pred... Padre, no, no se si sere capaz de hablarle al sheriff de esto... i... irrumpimos en las tierras de los indios y, qui... quiza el nos culpe de ello y no haga nada... no, no voy a ser capaz... no... quiza, si, si usted, pudiese tan solo acompañarme...
Su suplica queda en el aire...
Denspec suspira y se levanta del banco de madera. -Claro. Vayamos ahora, quizás aún no esté cenando con sus chicos. Espere un momento, voy a por la chaqueta.
El predicador entra en su cuarto. Se cambia de camisa y se lava la cara, se pone su sombrero y la inseparable chaqueta. Pone la mano sobre la puerta para salir de nuevo, pero se detiene un momento. Algo le hace coger la tosca cruz entre sus manos para sentir bien todo el peso del plomo. Suspira profundamente y la deja colgando bien visible sobre la chaqueta.
Acompaña al anciano hasta la salida y cierra con llave. -Vayamos a la oficina, tampoco debemos importunarle en su casa.
Tras aquello el viejo Defer parece mucho mas tranquilo. Cuando salis de la iglesia aun no ha anochecido, no deden de ser mas de las 6 de la tarde pero rapidamente te das cuenta de que hay algo que pasa en la ciudad. Apenas unos metros habeis descendido por la calle principal cuando veis un pequeño tumulto arremolinado en la calle principal del pueblo, en frente del saloon; multitud de curiosos y gente alza los brazos y jalea como si hubiese una pelea.
Antes de que puedas tan siquiera decir una palabra (y aun a mas de 50 metros de la escena) un grupo de jinetes pasan al lado vuestro en direccion a ese jaleo, es Hank Torcho y cuatro de los vaqueros de O´Conner que se dirigen hacia alli al galope. Parece que lo que quiera que este pasando alli es mas serio de lo que pudiese ser una pelea de borrachos.
Te cierro esta escena y te doy pie en la escena del pueblo "Antes de que anochezca".
Un saludo!!
Tras un rato avanzando por la llanura que se extiende desde el rancho hasta las cercanias de la iglesia el grupo comprueba que la mañana se alza iluminando el silencio y la quietud, la baldia arena y el ardiente sol. Ni un alma se os cruza, ni un animal o alimaña que pueda indicaros que alli perdura la vida... es extraño y el bello de la nuca se os eriza ante tanta quietud sobrenatural.
Finalmente el edificio de madera aparece ante vuestros ojos. La madera santa y las tierras colindantes parecen intactas, impolutas, incorruptas ante el paso de la noche... una noche que no ha pasado indiferente para nadie mas. Incluso sus enormes portones principales permanecen cerrados sin nada que indique que nadie haya intentado atravesarlos.
Es extraño pero a todos os embriaga una sensacion de tranquilidad, de paz y seguridad alli frente a esa gran cruz que se alza por encima del campanario...
Denspec no ha abierto la boca en todo el trayecto y puede notar la lengua pastosa pegada al paladar como una losa. Por su cabeza revolotean, como cucarachas en una calle desierta, todas las imágenes horribles que ha visto hace apenas unas horas.
Levanta sus ojos color azul plomo hacia el naciente sol y acelera el paso hasta quedar a la sombra de la cruz que él mismo construyó hace ya mucho tiempo. Cae de rodillas y levanta los brazos hasta ella, de repente con la cara inundada en lágrimas.
Está riéndose de alegría y su voz está de repente liberada de cualquier carga, o la solemnidad que siempre le acompaña. Como si llevase encima algunos años menos, ahora resulta clara y menos grave. -¿Podéis sentirlo? ¿Lo notáis?
Ríe mientras los otros le miran con desconcierto, con la cabeza hundida entre las manos. Cuando levanta de nuevo la vista, su voz ha recuperado su peso.-¡Al final todos los caminos conducen a Él, Alabado sea el Señor!
Se levanta y se sacude el polvo. -Esperadme aquí, tengo que coger algo.
Entra en la parroquia y al cabo de un momento sale portando una cruz de madera de unos treinta centímetros, una biblia negra y una pequeña saca en la otra mano. Del cuello le cuelga la omnipresente cruz de plomo y un frasquito transparente con lo que parece ser agua consagrada.
Se humedece con ella el dedo índice de la mano derecha y señala una cruz invisible en la frente de cada uno de ellos. -Sois hombres valientes. Sed justos y buenos, e iluminad a los débiles en estas horas aciagas. ¡Que el Señor os bendiga!
A continuación, mete la mano en la saca y reparte entre sus compañeros unas pocas balas y algo de pan y carne dura. Lo último que saca es un par de cantimploras metálicas llenas de agua fresca.
-Sigamos, tenemos que recuperar la ciudad.
Nadie parecía ser consciente de lo que significaba todo aquello. Los indios se habían vuelto locos, ¿qué podría haber pasado? parecía un tipo de enfermedad o una maldición, ¿tendría algo que ver con aquella cueva?
Los ataques de los indios podían ser terribles y apenas teníamos hombres suficientes para contenerlos. El fuerte más cercano estaba a varios días de viaje y los indios campaban a sus anchas en un territorio que conocían bien además casi todos los miembros de una tribu son luchadores mientras que en un pueblo solo puedes contar con dos o tres vaqueros, algún forajido y el sheriff para que manejen armas con cierta experiencia.
Una punzada de temor se adueñó de él al encontrar vacía la Iglesia. Todo el camino había pensado en su mujer y su hijo, y cómo, seguramente habrían buscado refugio allí... pero no había nadie. Mientras Denspec parecía contagiado por la locura de los indios, pero a su manera, no podía dejar de pensar en ello.
Con suerte se habrían refugiado en el saloon, el único lugar con suficiente gente para repeler un ataque de cierta magnitud... pero seguí intranquilo y poco a poco dejo de pensar en mi familia y mis preocupaciones se dirigen hacia la mujer que regenta el saloon.
El ofrecimiento de carne y pan me saca de mis divagaciones. - Gracias por la comida, Señor. - digo en un murmullo antes de hacer acopio de ello. Guardo algo de carne y pan y tan sólo llevo unas migajas con algo de agua a mi estómago.
Estad atentos, aun no ha llegado lo peor...
El tentempié ofrecido por Denspec nos alegra ligeramente el día. El lugar parece ser un respiro para la opresiva atmósfera que nos ha estado acompañando durante el camino de regreso. Incluso el Predicador da muestras de un regocijo al que sólo los hombres de fe son capaces de alcanzar. O puede que los locos. No le culparía por ello, cualquier hombre perdería su cordura con ver lo que todos hemos visto esta noche. Agradezco su ayuda y también me santíguo en persencia de la cruz, pues yo también soy un creyente.
Con munición y con algo en el estómago, nos toca enfrentarnos a la cruel realidad de la ciudad. Aunque ahora reine la calma, en Dead Town se ha alzado una columna de humo negro. Con seguridad ha ocurrido algo que más de uno lamentará.
- Compadres, la ciudad, si es que queda algo en pié, debería ser evacuada. Caerá la noche y esas bestias llegarán y lo arrasarán todo. Deberíamos partir ya. Con suerte, no nos rastrearían y podríamos llegar a otra zona segura - Me dirijo de nuevo al resto de los supervivientes. - Alguien sabe cuál es el lugar más seguro al que alcanzar sin que llegue la noche? Debemos pensar que podríamos hacer una caravana de muchas almas, incluso niños. Hay que impedir pernoctar al raso. Quizá se puedan hacer escalas en fuertes o campamentos itinerantes que conozcan -
Tras mis palabras, me zambullo en mis pensamientos. Llegar, atender a los heridos, y preparar el viaje nos llevaría mucho tiempo. Con certeza deberíamos pasar la noche atrincherados en la ciudad para partir a la mañana siguiente. Aunque lo principal es ver si hay alguien con vida allí, pero no quiero crear más ansiedad, pues quizá el Sheriff dejó familia en Dead Town.
Master, revisa los permisos de la escena, hasta ahora no podía ver nada de esta escena.
Thanks.
En el interior de la iglesia parece que reina la calma y la quietud. Todo es paz y serenidad y te sientes embriagado por la mano del Señor que parece haber protegido este santuario. Por desgracia no hay nadie mas en el edificio y tienes que abandonarlo con lo que has podido encontrar pero con la moral baja al esperar que los ciudadanos hubiesen podido llegar hasta la iglesia para cobijarse.
Finalmente sales para entregar a tus compañeros las bendiciones que obran en tu poder...
buen roleo ;)
El Predicador reparte las bendiciones del Señor, un poco de comida y escasa municion que, por extraño que parezca, tenia en su poder. No es demasiado aunque con ello y lo que habeis ido acumulando puede que os llegue para aguantar minimamente... pero, hasta cuando?
Tras el descanso decidis que es el momento de encaminaros nuevamente hacia DeadTown y comprobar alli que es lo que ha pasado y si hay supervivientes...
El lunes a lo mas tardar abrire una nueva escena donde entrais al pueblo... asi que ale, animo y enhorabuena por los roleos ;)
Siento que la partida vaya quedandose coja por los parones, la renovacion de la web y demas parafernalias... pero bueno, intentaremos mantenerla a flote y que os divirtais!
Un saludo!