Al ver a los recién llegados acercándose, otro de los enanos empezó a lamentarse.
—Es la Reina de los Goblins —se quejó—. Nos ha ordenado que hagamos un poco de paisajismo en esta zona del Laberinto de setos, ya que es la que se ve desde su castillo. Pero nos ha pedido que movamos el menor número de setos posibles porque excavar cosas constantemente es un desastre. —Cogió el mapa de manos de su compañera y le dio la vuelta—. No hay quien entienda esto.
Ella le arrebató el mapa y lo volvió a poner del otro lado.
—Si nos ayudáis con esto os daremos indicaciones para ir al centro del Laberinto por el camino más corto —aseguró—. Mirad.
Les mostró dos imágenes con instrucciones debajo.
—«Estos setos forman un pez» —leyó—. «Haced que formen un pez idéntico nadando en dirección opuesta. Para ello moved exactamente tres setos».
—Y en este… «Moved exactamente dos setos para formar cuatro cuadrados en lugar de cinco». ¡Estamos desesperados! ¡Esto es imposible!
Doña Agustina refunfuñó mientras se acercaba a aquellos mapas y escuchaba las explicaciones. Se puso sobre el primero de los mapas, se rascó un poquito la barbilla y luego dijo.
—A ver, jovencitos, esto es muy fácil. Mira, mira, mira, niño, mira, acércate —le dijo a uno de los enanos, moviendo su mano sin levantar la vista del mapa—. Si quitas este seto, este seto y este seto y los mueves aquí, aquí y aquí, ya lo tienes. ¿Ves? Esto que era una aleta trasera, ahora es la boquita del pez, ¿eh? Como la bocaza de la Martina, menuda esa, por la boca muere el pez, ya lo creo, anda que no marujeaba de todas las señoras. ¡Fino traje le hizo a la sobrina de la Juani! ¡Pues la descubrieron un día! ¡Menuda verrrrgüenza! Oy, oy, oy, qué barbaridad. Bueno, bueno. ¿Está claro cómo es?
Levantó después la mirada hacia el enano y negó con la cabeza.
—¿Es que no os enseñan nada hoy en el colegio? Todo tonterías, seguro. Cuando yo tenía vuestra edad, me enseñaban cosas útiles de verdad, no como ahora.
Sir Globz alucinó viendo como la anciana gusana daba insturcciones y decía exacmatente donde había que poner cada seto para que las figuras cambiasen. Parecía magia. Doña agudina era la gusana más listímisa del mundo y Globz pensó que, una vez supiese caballerear como Sir Arthur, estaría bien aprender a pensar como ella.
Arrugó los ojos mirando los otros setos que había que mover de sitio, pero la emignática solución estaba fuera del alcance de la pequeña cabeza goblinoide de Sir Globz.
—Si fuera tan fácil como mover este seto aquí y... uh...ese mismo, allá, cualquiera podría hacerlo — dijo, cabizbajo, agotado por la atrejicidad de la prueba. Ni siquiera se dio cuenta de que había solucionado el emigna, aunque los enanos enseguida lo hicieron por él.
Molsa miró a los enanos y los mapas alternativamente rascándose el cuenquito de la cabeza.
— ¿Paaaaaisaaaaajiiiiismooooooo? —Se preguntó. Y luego asintió. Aunque en realidad no tenía ni idea de por qué tenían que mover pocos setos si era tan fácil como hacerlos crecer. Claro que eso solo podía hacerlo ella.— Ayuuuuuuuudaaaaa...
Y se acercó un poquito más pero no entendía aquellos mapas tan complicados. Menos mal que Doña Agustina tenía claro qué cosas había que quitar y mover, porque había ido a la escuela de gusanos, no como Molsa, que no había ido a ningún colegio. Las bestias cornudas aprendían en el bosque, o las montañas, o las llanuras, solo cuando sus papás consideraban que ya habían crecido suficiente. A veces simplemente ocurría que los perdían de vista por despiste. A veces se reencontraban con otras bestias cornudas y a veces eran tu familia, se sabía por la forma de los cuernos y las canciones que sabían cantar. Lo que siempre, siempre ocurría, era que las fiestas y las charlas se alargaban al menos tres días con sus noches. Especialmente si había mucho que contar.
— Aaaaaaaaah, soooolucionaaaaaaaoooooo... —Dijo contenta cuando la gusana dio su solución. Ahora solo quedaba el otro, del que se encargó Sir Globz, que estaba aprendiendo en eso de ser caballero y tenía que solucionar entuertos.— Faaaaaaaaaciiiiiil, Siiiir Glooobzz muuuuy bieeeen.
Lo felicitó. Fue entonces que miró a los enanos con sus ojillos brillantes y movió las orejitas.
— ¿Ahoooora aaaaayuuuuuudaaaaaa?
—¿Pero ella sabe qué setos movéis? —preguntó echando inmediatamente un vistazo a su alrededor por si estaba la fresca de la Reina de los Goblins por ahí, si la veía la retaría a un duelo por la libertad de la raposa... del té, de nicolasín y del río. Si, aquello seguramente agilizara la cuestión de volver al museo.
Se colocó cerca de Globz, con la pala en la mano estudiando el dibujo que había hecho para empezar a mover los setos y de esta manera resolver el enigma.
—Ella lo sabe todo. TODO —respondió el enano al caballero de antaño, abriendo mucho los ojos con cierto temor—. Si no hacemos lo que nos pide, nos meterá en una mazmorra. El Laberinto está lleno de ellas.
Mientras tanto, el grupo de buscadores se había puesto manos y zarpas a la obra. Cuando los enanos vieron cómo resolvían aquellos enigmas, recogieron las palas y siguieron aquellas instrucciones para mover los setos señalados.
—Ah, bah, era obvio que era así —decía la enana con bastante suficiencia mientras trabajaba—. Bah.
Cuando colocaron el último seto en su lugar, una nueva abertura se abrió dejando un pasillo ante ellos que antes no estaba ahí. La enana señaló con el dedo.
—El centro del Laberinto es por ahí —dijo, y se puso a recoger las herramientas con sus compañeros. Algunos estaban hablando de ir a tomar algo a los muros de piedra.
Si os vais, el último en salir que tire 1d6.
—¿A que estamos esperando? —al final los enanos habían solucionado el segundo atrecijo por ellos mismos. Sir Globz solo les había señalado lo fácil que era y si no se habían dado cuenta es que igual estaban un poco cansados de taaanto trabajar Desde luego la jefa de la cruadilla parecía cansada. Se le había oldivado hasta sonreir. ¡Y despedirse!
—Yo creo que estamos cerca ya. Pero con cuidado que no nos vea desde los midarores del castillo. Es muy impontarte cogerla por sorpresa. Lo cual era un pensamiento muy poco castaño y si bastante goblin, aunque Sir Globz no pareció darse cuenta de ello
—Muy bien, muy bien —refunfuñó doña Agustina al ver que los enigmas estaban resueltos y que les daban paso a través de otro seto—. ¡Claro que debemos estar cerca, jovencito! —respondió a Globz—. Si la reina de los goblins puede ver estos setos desde su castillo, eso significa que el castillo está cerca.
Doña Agustina dio un saltito para salir del mapa sobre el cual se había puesto para resolver el supuesto «enigma» que en realidad era una tarea facilísima. Una vez que lo hizo, se introdujo con su habilidad escurridiza de gusana.
Motivo: ¡FRESCOS!
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
—Corred! —gritó el gatete en cuanto vio que aquello estaba resuelto. No había tiempo que perder. De ninguna manera. Debían seguir adelante para cumplir su deber... volver con la raposa, no, recuperar el río, el té, y a nicolasín!
— Toooooooooodoooooo —asintió Molsa al primer enano— sí...
Mientras la enana recogía y les daba indicaciones, Molsa se quedó mirando a su alrededor y agarró una pala para observarla bien mientras se rascaba el cuenquito de la cabeza con la otra mano. Pensó que venía muy bien para cavar y ella no tenía pala, a lo mejor la necesitaban más adelante. Así que mientras pensaba todo esto, valorando muy lentamente ir a pedirle a aquella enana si se la podía llevar, porque ella no era una ladrona ni muchísimo menos, se dio cuenta que se había quedado casi sola. Enanos por una parte, compañeros entrando ya en el agujero. Y se puso un poco nerviosa.
— Eeeeeeeeesssspeeeeeeeeeraaaaaaaad —dijo intentando correr patizamba a lo que ella consideraba toda velocidad, que sin duda no era lo más rápido para cualquier otro ser— aaaamiiiigoooooos.
Y entró en el agujero, atándose a la espalda la pala que al final se había llevado.
Así fue como nuestros buscadores salieron de aquel espacio dedicado al paisajismo para seguir por el camino que les habían indicado. Caminaron y caminaron recorriendo pasillos con setos a ambos lados, hasta que al fin vieron el final de aquella sección del Laberinto.
Supieron enseguida dónde se encontraban pues ese lugar no podía ser otro que la Tierra de Antaño, un territorio salvaje compuesto por ciénagas pantanosas, bosques cubiertos de vegetación y campos de montañas de basura. Por ahí vieron a lo lejos un grupo de goblins bañándose en la ciénaga mientras una señoras de basura les robaban cosas de los bolsillos de la ropa. Mala idea meterse en lo que terminaría sin duda como una pelea. También vieron un aterrador Trol Nocturno dormido junto a una montaña de basura. Y siguieron caminando y caminando.