Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
El señor Ollivander va sacando varitas y guardándolas a medida que unas parecen funcionar o no. Pero ninguna parece sentirse bien en manos de Michael. Ha pasado mucho rato desde que entraron en la tienda y, si no fuese porque la varita es necesaria, casi seguro que se irían sin comprarla.
Después de mucho intentarlo, el señor Ollivander le entrega una varita de madera marrón grisácea y clara.
-Madera de olmo, flexible y con pelo de unicornio.
Espera a que la tome y haga un movimiento.
Tirada oculta
Motivo: nucleo
Tirada: 1d6
Resultado: 5 [5]
Hago yo la tirada para avanzar.
A medida que el señor Ollivander va pasándole una varita tras otra, el desánimo se hace patente en el rostro de Michael. Ninguna de las varitas parece quererlo como dueño. ¿Será que realmente tiene muy poco talento mágico? A lo mejor Karen tiene razón y está a un paso de ser un squib...
Coge la varita de olmo con inseguridad, pero se obliga a hacer un gesto con ella, concentrándose todo lo que puede. Quizá esta vez sea la buena...
Lo primero que nota Michael al tocar la varita es un cosquilleo. Es como si la varita misma lo reconociese y le saludase. Lo siguiente es una especie de conexión que le recorre desde la punta de los dedos y por todo su brazo. Una magia bonita y brillante, llena de filigranas, sale de la punta de su varita.
Ollivander sonríe al ver que por fin han encontrado una varita que va con el joven mago.
-Bien, bien. La varita le ha escogido, señor Cramson. Parece que van a hacer buenas migas.
Lo primero que refleja el rostro de Michael es un gran asombro al notar la sensación que recorre su brazo y su cuerpo, y al ver las figuras luminosas que salen de la punta de la varita. Lo siguiente, es un enorme alivio. ¡Así que después de todo, no es un squib! ¡Y ya tiene su propia varita!
Sonríe de oreja a oreja y acaricia la varita de olmo, feliz de haberla encontrado al fin.
—Gracias, señor Ollivander —dice, aún con un hilo de voz.
Luego se vuelve hacia mamá, alzando un poco la varita orgulloso.
Su madre le alborota un poco el pelo como recompensa por encontrar la varita perfecta para él.
-Bueno, parece que ya tenemos a un hombretón en casa. Listo para aprender magia en Hogwarts - sonríe.
Tras darle las gracias al señor Ollivander y pagar por la varita, ya solo queda recoger las cosas que han encargado y, por supuesto, un helado de celebración. Porque ahora solo queda que llegue el 1 de Septiembre para poder subirse al Expreso de Hogwarts y nada puede salir mal. Claro que Michael ignora que una amenaza se cierne sobre él.
Amenaza que quizá sea inesperada.
El día llega a su fin con la vuelta a casa, donde les espera papá Cramson con la cena preparándose y con un montón de preguntas sobre el día que han tenido.
Michael se encuentra un paso más cerca de iniciar su historia en Hogwarts.
Puedes poner un mensaje mas y luego chaparé el capi :D
Nos vamos de viaje :D
Tras salir de la tienda del señor Ollivander, Michael está tan entusiasmado con su nueva varita que se niega en redondo a guardarla en su caja. Mientras caminan por el callejón Diagon, el chico va acariciando el delgado pedazo de madera y a punto está de tropezarse un par de veces por no mirar bien dónde va pisando.
El helado es un colofón perfecto a un día estupendo. Con prudencia, Michael le ofrece un poquito de su helado a Karen con la esperanza de que su hermana le vaya perdonando por el comentario sobre Sophie Allard. Sabe que le costará que Karen deje pasar el lapsus... pero cuanto antes empiece a ganárselo, mucho mejor. Si no, puede que llegue el momento de ir a Hogwarts y ella aún esté enfurruñada con él, lo cual no sería muy recomendable...
Finalmente, regresan a casa y Michael se acuesta después de la cena, emocionado por saber que falta un día menos para ir a Hogwarts por primera vez. Queda muy poco ya...