Partida Rol por web

-Podemos intentarlo.

Karen está jugando a la pelota con sus amigos. No parecen muy dispuestos a irse, de momento. Por otro lado, Aylin comienza a preparar el terreno para el puente. Muchas cosas pueden ir mal y si se derrumba... no habrá ni entrada ni salida al castillo. Será una desgracia para los habitantes del reino de la arena de playa.

Como Karen y su pandilla echan raíces, Michael se relaja y continúa jugando en la arena con Aylin. Empieza a cavar un foso por ambos lados del castillo, intentando dejar un túnel en la puerta delantera. Si la parte de arriba del túnel se cae, hará una mezcla con arena húmeda y la colocará encima de su brazo hasta que se apelmace, y luego lo sacará con cuidado. Es uno de los mejores trucos que conoce para hacer castillos de arena... aunque teniendo en cuenta su último "éxito", duda mucho que Aylin le considere un experto en la materia.

El día va pasando. La verdad es que el castillo está quedando genial y hasta el puente se está manteniendo en su sitio. De pronto, comienza a taparse y comienza a refrescar. Típico clima inglés... que sabes como comienza el día, pero no como acaba. Casi que no han tenido tiempo ni de remojarse los pies.

Ailyn mira hacia el cielo.

-Parece que va a llover.

Michael alza la vista y descubre que su amiga tiene razón. El cielo está mucho más cubierto que cuando salieron de casa. Tuerce la boca con fastidio.

—Pues vaya... Si se pone a llover fuerte me va a tocar irme, seguro...

Gira la cabeza buscando a Karen de forma distraída. A él la lluvia no le importa demasiado mientras sea ligera. Pero si llueve, seguramente su hermana y sus amigos no quieran seguir en la playa.

—Seguro que en Estados Unidos tenéis mejor tiempo.

-Supongo que depende de la zona. Pero en verano todo es más seco, sí.

Los padres de Aylin la llaman para que se vaya despidiendo. No parece que quieran arriesgarse a quedarse en la playa si comienza a llover. Se gira hacia ellos y les hace una señal para que le den tiempo a despedirse. Se vuelve para mirar a Michael.

-Bueno... parece que me tengo que ir ya. Es una lástima que no podamos acabar nuestro castillo. Quizá otro día.

Sonríe y se pone en pie, recogiendo su pala y su cubo.

-Nos vemos otro día, Mike.

Se despide de él y sale corriendo hacia sus padres.

Con el día estropeado, y a punto de llover, la gente que ha comenzado a llenar la playa decide que es momento de ir a recluirse. No todos se van a casa. Algunos van a alguna cafetería del centro para pasar un rato. No es el caso de Karen y sus amigos. La verdad, es que los amigos viven más en el centro y pueden permitírselo, pero tanto Michael como Karen viven bastante más alejados de la ciudad.

Así pues, Karen se despide de ellos y emprende el camino de vuelta a casa. No es que esté de muy buen humor por haber acabado la mañana así.

-No voy a ponerme morena nunca. Tenemos que convencer a nuestros padres para ir de vacaciones al sur, donde no llueve en verano y podemos tostarnos al sol.

Se encoge de hombros.

-Bueno, hagamos postres ricos. Nuestros padres no están.

Sonríe. Pensar en dulces la pone buen humor.

-Vamos.