Partida Rol por web

-Oooh, quiere ir conmigo. Que tierno... - se burla un poco de él, aunque no demasiado - ¿No te gusta ninguna otra casa?

El plumcake no tarda mucho en estar. Karen apaga el horno y saca el pastel para que se enfríe. Los cupcakes también se están enfriando. Dentro de poco podrán decorarlos como mas gusten, pero, de momento, están calientes aun y la decoración no aguantará. Karen mira el reloj. Falta poco para que lleguen sus padres para comer. Seguramente, se pongan contentos al ver que ya ha llegado la carta.

Se pasa una mano por la nuca mientras piensa.

—Hufflepuff tampoco estaría mal —dice—. Tenemos conocidos allí, ¿verdad? Pero creo que Ravenclaw es la que más me iría. No solo porque estés tú, muchos en la familia han ido a Ravenclaw. Seguro que se alegran si me toca allí.

El alivio va poco a poco asentándose en su interior, y cada vez va teniendo más ganas de sonreír. Le apetece muchísimo salir a dar una vuelta en la escoba, y más teniendo en cuenta que cuando vaya a Hogwarts no tendrá tanta libertad para ello. Pero queda poco para comer, así que tocará esperar.

—¿Qué tal es el jefe de Ravenclaw, Karen? —pregunta con curiosidad.

-Pues es la profesora Katsaros, de Astronomía. Antes que ella fue el actual director, pero como ya es director pues ya ha dejado ese puesto. Alguna vez he ido a su despacho a entregar trabajos y está lleno de mapas estelares, libros de todas clases... ¡Incluso libros muggles! Pero ya lo verás, supongo.

Se dispone a decorar los postres y así tener algo con lo que merendar por la tarde.

-La jefa de la casa de Hufflepuff es Tabatha Smith. Es profesora de encantamientos y la subdirectora. Tenemos algunos profesores que no han estudiado en Hogwarts, pero son geniales.

Michael reflexiona un poco y decide que los dos jefes de casa tienen buena pinta. Quizá no estuviera tan mal ir a Hufflepuff, después de todo. La asignatura de Encantamientos siempre le ha parecido interesante. Pero de todas formas, sigue pensando que Ravenclaw le pegaría más. Y será mejor no romperse la cabeza con el tema, sólo puede esperar y dejar que el Sombrero Seleccionador actúe.

—Bueno, ya veremos qué pasa. Por lo menos la carta ha llegado, que es lo que importa.

Y se prepara para echar una mano a Karen decorando los postres.

El tiempo pasa y, tras decorar los postres, tienen tiempo para descansar. Sigue lloviendo bastante y no parece una buena idea salir a la calle para nada. Solo si uno quiere acabar calado hasta los huesos y con un resfriado bastante importante.

Y llega la hora de la comida. Karen, que sabe un poco de cocinar, comienza a prepararlo todo mientras sus padres llegan a casa. Por suerte, no tardan demasiado en llegar y Karen puede ir a hacer otras cosas, como escuchar música o leer un poco antes de la comida.

Una vez listos los postres, a Michael le encantaría ir a dar una buena vuelta en la escoba, pero el chaparrón que está cayendo lo hace completamente imposible. Así que simplemente se sienta en un sofá junto a la ventana, dando vueltas a la carta de Hogwarts y releyéndola una y otra vez. La sonrisa de alivio y expectación no se le va del rostro en todo ese rato.

Cuando llegan sus padres, Michael se levanta de un salto y corre con la carta en la mano.

—¡Hola! —les saluda—. ¡Mirad! ¡Ha llegado la carta de Hogwarts!

-Felicidades, cariño. ¿Ves como no tenías nada de lo que preocuparte? Al final te ha llegado la carta.

Su madre sonríe ante el entusiasmo de Michael. Sabe que ha estado un poco decaído por no haber recibido antes su carta. Ha sido algo extraño porque suele antes, pero no pasa.

-Tendremos que ir mañana al Callejón Diagón - dice su padre, con si típico entusiasmo.

En un momento, todo está preparado para la comida.

-Íbamos a ir igualmente, pero así podremos tomar un buen helado en el Callejón. Para celebrar tu carta.

Michael asiente y piensa que las cosas sólo mejoran cuando, además de haber recibido su carta, le prometen un helado junto al Callejón Diagon al día siguiente. Va a prepararse para comer, cuando Fitzens llega desde su habitación y maúlla.

—Sí, sí. La carta lo dice, tú también vendrás —dice rascándole la cabeza al gato atigrado—. Espero que te portes bien y no me busques ningún lío con los profesores.

Mientras están comiendo, sigue dándole vueltas con fastidio al tema de que no va a poder llevarse su escoba. Pero entonces se da cuenta de que tampoco podrá llevarse muchos libros. Va a tener que escoger bien...

Y entre lluvia, cupcakes y plumcakes pasa el día. Más rápido de lo esperado pues mañana será el día que visiten el Callejón Diagon. Quizá lo visiten cada año por esas fechas, pero este año él también será el protagonista y no su hermana. ¿Verá a más chicos de su mismo año o habrán hecho todos ya las compras para ese curso?

Lo único que sí es seguro es que se van a comprar, pase lo que pase, un magnífico helado. Eso y que por fin va a poder tener su propia barita. Podrá visitar la tienda de Ollivanders de una vez por todas. Lo malo es que por mucho que visite la tienda de escobas, no va a poder comprarse una para Hogwarts.