Partida Rol por web

Cuando se hubieron alejado lo suficiente se permitió respirar hondo. Se sintió mucho mejor al alejarse de la biblioteca, de aquel brujo siniestro. A su alrededor la vida parecía seguir normalmente (lo que era normal en aquel contexto), ajena a la inminente destrucción que se cernía sobre ella.

Miró expectante a Isolda, que cerraba el grupo. No pudo contenerse. -¿Cómo es el Viudo?

Luego miró a los demás, pero se abstrajo un poco, pensando la mejor forma de enfrentar las próximas horas. Transporte, armamento, disfraz, coartada. Rumbo al Coto de Gabriel.

Isolda pudo ver como el Viudo le devolvía la mirada y su cuerpo tomó el control pues su mente se había quedado en shock ante ese ser. Se movió lo más rápido que pudo para huir de ese lugar y reunirse con sus compañeros mientras miraba una y otra vez atrás, como si temiera que pudiera volver.

-Una campana -dijo- una campana sonó y el Viudo se fue. El Emperador Protege -y en ese momento comenzó a murmurar una ristra de oraciones que parecían no terminar jamás. Hyeronimus podía apreciar que unía con facilidad unas oraciones con otras sin parar en un murmullo continuo mientras apretaba el puño de su mano derecha con fuerza, como si la ayudara a centrarse.

El arbites organizó rapidamente la retirada, primero del edificio y después el salto del muro, por parejas y sin dejar a ninguno de sus dos acompañantes sin vigilar (o proteger) en ningún momento. Organizó rapidamente a los adeptos en formación de combate como tantas veces habían ensayado y Plex no pareció tener dificultad en entender el sistema, los civiles en el centro, el arbites abriendo camino y las mujeres en los flancos. Arcturus, como habituaba, cubría la retaguardia.

En la calle, sin embargo, todo parecía tranquilo, como si a pocos metros no se hubiera producido una matanza.

El arbites respiró aliviado por un momento, sin dejar de escuchar a Isolda murmurar oraciones invocando el protector nombre del Emperador. La religiosa, dura hacía unos instantes parecía acobardada tras haberse encontrado con el Viudo.

- Una campana, una campana sonó y el Viudo se fue. El Emperador Protege - había dicho Isolda.

- El Emperador protege hermana, sin duda - hizo el gesto del Águila sobre su pecho - Sin embargo... - deseó tener el crono que tanto tiempo le había acompañado para comprobar si el toque de la campana podía anunciar una hora o quizás un evento - ¿no es posible que alguien esté dirigiendo a esta abominación? - dejó la pregunta en el aire, a la espera de que el Académico la respondiera.

- ¿Cuánto queda para la fiesta, Lady Meula? ¿Disponemos de algo de tiempo?

No tenían donde acudir en cualquier caso. La guarida de Grist estaba descartada, tanto como la casa de la Araña. Carecían de base o refugio conocido y con los enmascarados tras su pista estar en movimiento era más seguro. Quizás acudir directamente a la fiesta fuera lo más prudente si ésta estaba próxima a comenzar.

Sin embargo, si aún disponían de tiempo el arbites ordenaría que volvieran al edificio que habían abandonado, desde otro ángulo y discretamente. Quería observar, aprender. Si Isolda afirmaba que el Viudo había huido, podría observar mejor a los enmascarados ¿vendría alguien por ellos? ¿quién? ¿no sería posible entonces seguirles en su camino de vuelta, quizás emboscarles?

Si acudían las fuerzas de seguridad el arbites estaría aún más interesado ¿quién los enviaría? ¿qué autoridad se proclamaría en aquel planeta de excesos? y si aparecían fuerzas imperiales el arbites sabrían tanto de su comportamiento, como podría establecer un fuente de refuerzos o el envío de un mensaje al Tricorne.

 y necesitamos mas poder de fuego

-Como sois las mujeres, luego decís que el tamaño no importa- dice el psíquico entre jadeos tras la apresurada huida-

¿Cómo es el Viudo? 

-Yo también tengo curiosidad, chispitas, pero no es el mejor momento- replicó a Arcturus antes de mirar a lady Melua mientras el veterano y testarudo arbites terminaba de dar órdenes- La campana daba señal del eclipse...Tenemos solo 13 horas hasta que el eclipse.- el psíquico miró a Lady Melua- Señorita, saque sus mejores galas, tenemos que ir de fiesta al Coto de Gabriel. Tenemos que ir disfrazados y aprovechar el anonimato que nos den los disfraces. Nadie se espera a la Inquisición Imperial.- dijo mientras se ponía unos binóculos oscuros en sus ojos.

Artemius: - La campana daba señal del eclipse...Tenemos solo 13 horas hasta que el eclipse. -

- Su amigo... tiene razón. - respondió resollando el académico, que en estos momentos estaba a duras penas en pie, resollando y apoyado contra una pared cercana. - La primera campanada indica el inicio del eclipse, pronto abrirán un espacio en la cúpula para observarlo, cuando se pueda apreciar a simple vista. -

Hieronymus: - ¿Cuánto queda para la fiesta, Lady Meula? ¿Disponemos de algo de tiempo? -

A pesar de que la pregunta no iba dirigida a él, como ahora llevaba la voz cantante, el académico continuó hablando. - Lamentablemente eso significa que nos estamos quedando sin tiempo. El coto de Gabriel sin duda ya habrá abierto sus puertas. Si me permiten un consejo, he tardado semanas en recopilar toda la información que poseo ahora mismo; deberíamos aprovechar hasta el ultimo segundo del que dispongamos para buscar en la mansión las pistas sobre el punto débil del viudo. -

Se hizo un momento de silencio, que finalmente fue roto por Lady Melua, ahora en una actitud más sumisa. - Yo... después de lo que ha pasado... Sin duda es cierto que son agentes de la inquisición. Si el imperio solicita mi ayuda colaboraré en todo lo posible, pero al menos necesito averiguar qué es lo que ha sido de mi hermano, es por él que he venido aquí. -

Después de otro corto e incómodo silencio continuó. - La invitación no especifica número de acompañantes. Preséntense con la identidad que prefieran y yo los cubriré ante cualquier sospecha. -

- Solo 13 horas hasta que el eclipse - señaló Plex

- Deberíamos aprovechar hasta el ultimo segundo del que dispongamos para buscar en la mansión las pistas sobre el punto débil del viudo - pidió el Académico.

El arbites frunció el ceño y chasqueó la lengua

- Sea - soltó como una maldición. Ordenó que todos se mantuvieran alerta. Opinaba que no les vendría mal alimentarse y descansar; quizás tuvieran tiempo de hacerlo en el coto de Gabriel.

No le importó esta vez la discrección o mantener las formas, organizó la marcha del equipo en formación de combate tal y como habían salido de la biblioteca, la posibilidad de una nueva emboscada era muy real. Los enemigos enmascarados sin duda controlaban sus movimientos y sabía de ellos mucho más de lo deseable y los hombres de Grist y la Araña también.

Por otro lado, sin duda, tras la matanza de la biblioteca los nervios estarían a flor de piel y los nobles ordenarían a sus guardaespaldas hacer lo mismo que ellos, por lo que era fácil que no llamaran la atención.

Isolda parecía que se iba serenando poco a poco, intentó responder a sus compañeros por el aspecto del Viudo, pero negó con la cabeza rápidamente y dejó la pregunta en el aire para contestar cuando estuviera más preparada. 

-Puede que su hermano sea buscado por el Viudo. Si evitamos que cumplan su objetivo, casi seguro que su hermano estará a salvo. Creo que podría haber venido a por usted, además de ser quien acabó con todos los enmascarados que había fuera, tal vez porque iban a por ti -negó con la cabeza de nuevo y se pellizcó el puente de la nariz con fuerza y frustración- no me hagáis caso, tenemos que manteneros a salvo a ambos dos y destruir al Viudo de una vez por todas.

Tenían que entrar en ese lugar y tendría que ser algo sencillo y discreto, poco habitual.

-Olvídate del mercader, si ella tiene entrada seremos su escolta. Han intentado asesinarla y nos ha contratado, punto. No nos compliquemos más la vida, además de no necesitar el entrar todos. ¿Podríamos algunos vigilar el observatorio por si acaso?

Chispitas. Le exasperaba aquel trato tan cercano, tan... orgánico. Qué asco. El psíquico era un tipo capaz, pero odiaba la manera que tenía de relacionarse. Intentó contraatacar, darle de su propia medicina:

-Nadie le ha preguntado a usted... eh... vaciítos...

Sacudió la cabeza, desalentado. Aquello no era lo suyo.

Por fin se centró en lo serio.

-Isolda tiene razón, somos la escolta, aunque no sé si alguien podría reconocernos... Hombres de Grist o algún infiltrado de esos odiosos mutantes, no lo sé. Acceder sólo unos pocos también es buena idea.

No precisó si quería ser de los que entraban o de los que se quedaban fuera de guardia. Seguramente, lo que le gustaría era no estar en ninguna de las dos categorías.

Después del comentario de Artemius me quedo mirándole con cara de pocos amigos, para seguidamente con sarcasmo dirigirle la palabra, amigo mío, por supuesto el tamaño si que importa, aunque eso ya lo tendrías que haber adivinado de todas las mujeres que no te se han querido acercar,tras responder al comentario de Artemius me percato del estado en el que Isolda se encuentra, camino hacia ella para intentar darle algún tipo de apoyo pero por suerte se recompone antes de que me acerque donde se encuentra, quizas tengas razon y sea mas fácil pasar desapercibidos si el grupo que va a la fiesta es un grupo reducido, pero si la cosa se tuerce como hace unos minutos tambien sera dificil que nos podamos juntar, si nos separamos y aparece el Viudo la cosa no pinta nada bien, pero como dice Arcturus así somos un grupo mas fácil para los hombres de Grist, me quedo mirando al resto de compañeros, que opinais, cualquier idea por descabellada que sea podría sernos útil...

Puede que su hermano sea buscado por el Viudo. Si evitamos que cumplan su objetivo, casi seguro que su hermano estará a salvo. Creo que podría haber venido a por usted, además de ser quien acabó con todos los enmascarados que había fuera, tal vez porque iban a por ti 

Artemius hizo un esfuerzo por pensar en aquello que sabían hasta ese momento, lo cual no era fácil debido a la persecución a la que estaban siendo sometidos y los recientes hechos.

-Según recuerdo, basta la sangre de un Haarlock para activar esa cosa- reflexiona para sí y para el resto- Por tanto nuestra amiga es un objetivo deseable, tanto como su hermano. 

-Olvídate del mercader, si ella tiene entrada seremos su escolta. Han intentado asesinarla y nos ha contratado, punto. No nos compliquemos más la vida, además de no necesitar el entrar todos. ¿Podríamos algunos vigilar el observatorio por si acaso? 

-Me gustaría llevar el rostro cubierto al menos, es posible que allí se presente algún viejo conocido- Dijo en respuesta a la hermana- Pero también estoy de acuerdo con que no tenemos tiempo que perder. Yo puedo entrar oculto bajo un poder psíquico de camuflaje. 

 -Nadie le ha preguntado a usted... eh... vaciítos...

Ante la respuesta del tecnosacerdote Artemius no pudo más que soltar una leve risa.

-Eh, no está mal. Sigue practicando y quizá no abandones del todo tu humanidad en pro de un cuerpo y mente mecánicos más eficientes y lógicos. 

amigo mío, por supuesto el tamaño si que importa, aunque eso ya lo tendrías que haber adivinado de todas las mujeres que no te se han querido acercar 

El psíquico arqueo una ceja sorprendido ante la respuesta de la guardia. Pero no podía ofenderse si era él el que iniciaba el juego.

-Auch, la gatita sabe arañar- responde con un fingido tono de herido- No se si es por el tamaño, por apestar a vacío o por poseer peligrosos poderes disformes o por que mi anterior grupo cayó desintegrado por herejes, pero es cierto que estoy muy solo. Aunque ahora gracias al Emperador y sus caminos tengo nuevos amigos, ¿no?- mientras habla esboza una sonrisa de medio lado burlona haciendo gala de su ya conocido cinismo y humor negro.

Pronto vuelve a centrarse en el tema que les ocupa y busca una solución satisfactoria para ello.

-Mirad, si algo sé es que los nobles son extravagantes al extremo. Si paramos unos segundos en alguna de sus tiendas de ropa y compramos unas capas y unas máscaras y sombreros podremos hacernos pasar como el séquito de una noble extranjera- intentó reflexionar bien sus palabras para asegurarse que el cansancio no le hacia decir ninguna tontería.- Preferiría que no nos separáramos. En caso de que aparezca el viudo necesitaremos toda la potencia de fuego que dispongamos como dijo aquí la pantera- señala con la mano a Gianna remarcando así su conformidad con las palabras de esta- Yo votaría por eso, luego llegar allí entrar, confundirnos con la gente e ir a investigar lo más que podamos una forma para destruir al Viudo y evitar que esos cabrones lleven a cabo sus planes. ¿Cómo lo veis?

Artemius apoya el perder esa hora si nos va a servir para algo.

Como dije, lo que os quería advertir es que sin esa habilidad seguiréis siendo reconocibles para alguien que ya os haya visto antes. (tal vez no automáticamente, pero si más fácilmente).

Si nos va a dar algo de ventaja o mejor dicho, si va a entorpecer algo a nuestros enemigos puede que merezca la pena. 

- No Inés - Prefería seguir empleando códigos y no nombres en presencia de al menos dos extraños. Le desagradaba el trato familiar que empleaba el psíquico y ¡Divino Emperador! Arcturus pretendía hacer lo mismo, aunque con aquel hombre y su voz monocorde resultaba imposible si el intento era, pobremente, real o tan sólo sarcasmo. Chasqueó la lengua con desagrado y continuó - No nos separaremos.

- Las dimensiones del complejo debe ser considerables y la posiblidad de requerir ayuda llegado el momento, bastante previsibles. Ya sea por los hombres de Grist, los enmascarados, el Viudo o... casi cualquier cosa. Y aunque disponemos de comunicadores - el arbites se enorgullecía de haber conseguido que priorizaran su compra tras salir de las Jaulas - ... es posible que el grupo externo no pueda acceder al complejo más tarde, por no contar con la presencia de Lady Melua - Hieronymus se mordió la lengua para evitar soltar un sarcástico "Excelencia". Quizás aquella mujer fuera útil, pero desde el encuentro con Nonesuch, desconfiaba aún más de todo y de todos. Ya tenía bastantes extraños tolerados con Plex, la difunta inquisidora y el Académico.

- Adquiriremos disfraces si es lo que deseais - respondió a Plex - quizás unas túnicas cubran nuestros curioso aspecto mejor que unas capas - señaló tironeando del arnés de cuero que llevaba puesto por armadura. Pensaba en la escolta de falsos clérigos del Abad Tamas. Unas simples túnicas con capucha bien cumplirían la función y que los monjes fueran armados pasaría como una extravagancia más de la noble Melua y sin duda sería muy económico.

Tras escuchar las palabras del viejo no puedo mas que asentir con la cabeza, entonces no perdamos mas tiempo, si tenemos que conseguir algun disfraz cuanto antes nos pongamos a ello antes acabaremos para ir a la fiesta, tras pensármelo unos segundos y a regañadientes me giro hacia Aremius, aparte de a ti mismo, con tus poderes podrías hacer que el resto pasemos desapercibidos?

Oía hablar a los demás mientras caminaban hacia el Coto de Gabriel y sentía el cansancio penetrar lentamente hasta lo más hondo de sus mecadendritas. El plan se iba perfilando, a pesar de las muchas dificultades que constreñían sus posibilidades. Arcturus apenas habló y parecía moverse de forma mecánica; es decir, más mecánica que de costumbre. Sólo las provocaciones de Artemius Plex parecían sacarlo de su letargo y enfurecerlo más allá de toda lógica.

-Sea como decís -comentó al resto del grupo con tono monótono. -Busquemos esas capas, o lo que sea, e intentemos averiguar algo definitivo sobre el Viudo, juntos o separados. Señor Dexter, si lo considera de ayuda y me da algunas indicaciones al respecto, puedo intentar consultar un cogitador para hacer fluir la santa sabiduría del Dios-Máquina a través de sus circuitos y facilitarle su tarea.

Tras una corta discusión el grupo finalmente tomo la decisión de disimular un poco su papel como guardaespaldas y siervos de Lady Melua. La noble se demostró muy colaboradora, e incluso financió las nuevas ropas con su propio dinero; había poco que hacer para ocultar las reveladoras mecadendritas de Arcturus como miembro del mechanicus, o las extremidades cibernéticas de Isolda y Hieronymus, pero financiados por la dama todos obtuvieron un aspecto elegante, casi uniformado, como una auténtica guardia personal de prestigio. Algo que varios aceptaron de muy buen grado dado el aspecto de gladiadores salvajes con el que habían salido de las sangrientas profundidades de la ciudad.